Tartufismo neoliberal sobre la deserción y la expulsión estudiantiles

  • La deserción y la expulsión estudiantiles persiste y no se vislumbra cambio alguno. ¿Por qué no se vislumbra cambio alguno? Porque:

    • (1) no se observa que la privatización solapada de la educación pública heredada, que permitió la intromisión de organismos internacionales y las corporaciones en la “deforma” educativa concomitante con los reajustes en el mercado laboral, conducida ideológica y políticamente y no sobre la base de la investigación científica, vaya a detenerse;
    • (2) por el contrario, seguirán dependiendo de los informes criollos no evaluados y prediseñados sobre un estado de la educación que funciona como parafraseo de lo que “sugieren” los organismos internacionales (La maldición de la evidencia basada en la política);  
    • (3) no se les conoce, a pesar de haber instado a los ciudadanos a dar su opinión –a no ser que “ciudadanos” sean solo aquellos que no discrepen-, respuesta alguna más allá de lo que esos informes puedan decir;
    • (4) en el caso de la deserción y la expulsión estudiantiles, se seguirán realizando “muchos y muchos” estudios circunscritos a un mismo marco de referencia, sin desarticular la relación existente con las políticas económicas de corte neoliberal.

Gerardo Barboza

4 de junio de 2014

http://www.englishincostarica.org/tartufoneoliberal.html

“Investigaciones”, “estudios”, “artículos de prensa”, “artículos académicos”, “informes”, “planes piloto”, “consultas y entrevistas a expertos”, “convenios”, por ejemplo, entre el Ministerio de Educación Pública (MEP) y ProEDUCA (¿Lo de ProEDUCA será la versión criolla del programa del Ministerio de Educación Pública peruano PROEDUCA- Gesellschaft fur Technische Zusammenarbeit (GTZ); GTZ, la misma agencia de cooperación teutona que ha estado involucrada en la formación dual con el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y cuyas recomendaciones muy posiblemente “impulsaron” la Universidad Técnica Nacional (UTN)? –si no es así, me disculpo de antemano…).

Dentro de la extensa lista de “esfuerzos”, pocos han demostrado ser valiosos para resolver el problema de la deserción y la expulsión estudiantiles, a pesar de los “millones de millones de colones, dólares o euros” gastados en los años que se la han pasado “analizando” la situación. A estas alturas, ha de suponerse que ya se conocen las causas que provocan la deserción y la expulsión estudiantiles, pero el problema no lo resuelven… 

Sí, sí, explíquenlo de mil y una maneras, como han hecho en torno a (des)Integra2 y la reciente huelga de los educadores por irregularidades con el pago de sus salarios. Como lo comenté para un artículo en el que se pretendió, sobre la base del culantro, relevar las responsabilidades de los del MEP: ocho años, alto presupuesto para la corrección de un “problema histórico” y todavía así no pudieron resolverlo, y lo heredaron… ¿Para eso y otras cosas era el aumento del porcentaje del producto interno bruto destinado a la educación pública? Me pregunto si una universidad privada –de esas financiadas por el Banco Mundial en países en vías de desarrollo para la promoción del pensamiento único- habría tolerado tener los mismos problemas “integrados”, que desintegraron las aulas del país por más de cuatro semanas. ¡Desde luego que no! Para eso están las piñatas públicas… para que, por ejemplo, los experimentos privados se puedan realizar… “La libertad de elegir” la mejor piñata pública…

Todo en Costa Rica, en educación pública, lo ralentizan y lo adornan, con excepción de decretos a conveniencia y “reformas” a golpes de tambor con efecto, por el contrario, retardatario, contraproducente. La educación pública costarricense está repartida en grupos de “recomendaciones” provenientes de los organismos internacionales que nos “cooperen”. Ellos deciden –perdón, sugieren- qué debemos estudiar, a qué ritmo y pagándoles, además, sumas leoninas para que nos desarrollen…

En “Deserción estudiantil” –desde noviembre de 2008- (La Prensa Libre), dije:

“Recientemente, La PRENSA LIBRE reportó las estadísticas sobre la deserción de los estudiantes que acudían al Sistema Educativo Público. En los artículos, así como en el editorial del sábado 8 de noviembre, se comunicó que más de 20 mil estudiantes dejaron las aulas. 

Más de 20 mil seres humanos que, junto con sus familias, de buena fe, creyeron que obtendrían una educación de calidad que les permitiría, a la vez, una mejor calidad de vida.

No obstante, una vez más, quienes deciden sobre la educación costarricense les fallaron. Cobijan su responsabilidad con que al menos “hay una tendencia a la baja”, como si se tratara de acciones en el mercado de valores. Utilizan metáforas absurdas como aquella de “los ganchos” con los que pretenden disminuir la deserción estudiantil.

Esas metáforas, además de masculladas y absurdas, suponen a los estudiantes “enganchados” como carnadas en los experimentos que realizan los “expertos” con base en la heurística que los gobierna. ¡Qué más evidencia que la de recurrir a “ganchos” para saber que los programas de estudio no sirven; no se fundamentan en investigación científica rigurosa! Para ellos, todo está bien con esos programas, que solo fomentan el instruccionismo al que son sometidos los educadores y que transmiten a los educandos la apatía que provoca la deserción que el país en general padece. ¿Cómo pueden ser “ganchos” lo que por obligación deben proveer a los estudiantes: música, arte, deportes?

La educación a través de los tiempos se ha nutrido, entre otras, de la filosofía, la historia, la sociología, la economía, la antropología, y la psicología. Teóricos como Piaget, Vygotsky, Dewey, Kohlberg, Sternberg, Garner, Bloom, Ausubel, Freire –amplíe usted la lista– se han caracterizado, sin importar el momento histórico en el que han desarrollado sus trabajos, en la utilización del método científico.

¿Con qué autoridad no se utiliza el método científico, precisamente, en la entidad en la que éste debe ser su fundamento? ¿Quiénes son los que están ahí, reciclados gobierno tras gobierno, repetidores de la teoría de moda, sin entenderla, que llenan los programas de estudio con collages de referencias bibliográficas de autores, pero que, en la práctica, no logran nada, más que la triste deserción de los estudiantes?

¿Qué se han creído que son para pisotear el trabajo científico de esos autores?

¿Cuáles son los trabajos científicos de aquellos que produjeron esa deserción estudiantil? ¿Cuáles son los resultados tangibles desde que se instauró, para estar a la moda, la Política Constructivista en el MEP? Eso sí, partiendo del supuesto de que entendieron qué significa “constructivismo” en educación.

La intuición los enceguece, enmudece y les crea sordera aguda; excepto cuando alguna agencia, con el cuento de la “competitividad”, les dice qué es lo que deben hacer en la educación formal y técnica y, obedientes y modosos, modifican las estructuras educativas del país. Su intuición se refleja en frases como “lo que se debe hacer es…” ¿Según quién? ¿Con base en qué? Mientras –de manera etnocéntrica– los pocos que se reciclan, gobierno tras gobierno, “hacen que hacen” en encerronas de “luminarias concentradas”, los años pasan y la deserción de los estudiantes es continua, con estadísticas que demuestran una “mejoría” en el “bear market” estudiantil. 

¿Son confiables esas estadísticas? ¿Surgieron de instrumentos similares a aquel en el que “fundamentaron” el mal llamado “diagnóstico” a los docentes en inglés? ¿Resultados sesgados? ¿Tenemos que agradecerles porque bajó la deserción estudiantil? ¿O es que ya empiezan a encuadrar los “logros” de la gestión?  Lo curioso del caso es que para ese “gran diagnóstico” en inglés sí se pudieron conseguir recursos económicos. Para un plan nacional de inglés infundado –made in Costa Rica?– sí hay platica para clases conductistas con maquillaje constructivista. Para financiar el diseño de planes curriculares nuevos en ciertas materias – ¿con criterio científico o con base en modelitos curriculares abstractos?–, también hubo dinero. Para campos pagados en los que se exigen “argumentos” a los diputados en razón del subsidio a los colegios privados, sí hay plata, pero no para brindar los “argumentos” que sustentan los planes de planes que se les ocurran. Para cualquier otra cosa sí hay plata, menos para pupitres, para construir escuelas y colegios, para sustituir a las bibliotecas por centros de recursos para el conocimiento, para hacer investigación científica rigurosa e independiente.

Es el siglo XXI, el de los avances científicos y tecnológicos. ¿Cuándo va a iniciar el MEP a fundamentar sus programas de estudio y sus políticas educativas en investigación científica rigurosa, y no en bacheos y “ganchos”, en planes infundados, o en los experimentos de unos pocos? ¿Así es la estrategia para lograr una sociedad del conocimiento? ¿O es la estrategia para un subdesarrollo sostenible?”

Seis años después, el problema de la deserción y la expulsión estudiantiles persiste y no se vislumbra cambio alguno.

¿Por qué no se vislumbra cambio alguno? Porque:

(1) no se observa que la privatización solapada de la educación pública heredada, que permitió la intromisión de organismos internacionales y las corporaciones en la “deforma” educativa concomitante con los reajustes en el mercado laboral, conducida ideológica y políticamente y no sobre la base de la investigación científica, vaya a detenerse;

(2) por el contrario, seguirán dependiendo de los informes criollos no evaluados y prediseñados sobre un estado de la educación que funciona como parafraseo de lo que “sugieren” los organismos internacionales (La maldición de la evidencia basada en la política);  

(3) no se les conoce, a pesar de haber instado a los ciudadanos a dar su opinión –a no ser que “ciudadanos” sean solo aquellos que no discrepen-, respuesta alguna más allá de lo que esos informes puedan decir;

(4) en el caso de la deserción y la expulsión estudiantiles, se seguirán realizando “muchos y muchos” estudios circunscritos a un mismo marco de referencia, sin desarticular la relación existente con las políticas económicas de corte neoliberal.

De hecho, quienes prestan atención ciega a los organismos internacionales, desatienden lo que uno de estos publicó:

“La educación ayuda a prevenir conflictos y pone remedio a sus consecuencias. Para hacer realidad los objetivos mundiales de desarrollo, resulta esencial reducir los conflictos, que han sido un lastre para el avance hacia los ODM, y la educación es un modo importante de conseguirlo. Al acelerar el crecimiento y fomentar el empleo, la educación rebaja los incentivos que pueden llevar a los jóvenes insatisfechos hacia la violencia armada. Y encarar el problema de las desigualdades educativas ayudará a que disminuyan las posibilidades de conflicto, porque estas desigualdades son el caldo de cultivo de una sensación de injusticia que ha alimentado muchos de ellos.

Aunque un bajo nivel de educación no lleva de forma automática hacia situaciones conflictivas, sigue siendo un importante factor de riesgo. En un influyente estudio se demostró que si la tasa de escolarización de los chicos en la enseñanza secundaria se situase 10 puntos porcentuales por encima de la media, el riesgo de guerra disminuiría en una cuarta parte (Collier y Hoeffler, 2004). El posible riesgo de guerra es máximo en los países que tienen a la vez una gran población juvenil y un bajo nivel educativo”. (Informe de Seguimiento de la EPT en el Mundo. UNESCO, 2014).

Como dice J.H. Snider en “Deterring Fake Public Participation” (Disuasión de la Participación Pública Falsa):

“La participación pública falsa se halla generalizada en el gobierno de los Estados Unidos de América y en los gobiernos de todo el mundo. Dado que la participación pública falsa quebranta la verdadera participación pública, los buenos defensores del gobierno deben trabajar para disuadirla. La participación pública falsa es un subconjunto de la democracia falsa y se produce por la misma razón: vivimos en una era en que la democracia es la única forma legítima de gobierno, por lo que el incentivo a la participación falsa es grande”.

Ya es suficiente. Dejen de “hacer que hacen” con la educación pública costarricense. Dejen la participación pública falsa. Dejen el tartufismo neoliberal sobre la deserción y la expulsión estudiantiles y resuelvan el problema, para eso tienen el poder, los recursos y la confianza –por ahora- del pueblo.

Por la incapacidad de algunos, ni mano de obra barata especializada que es lo que busca cierto tipo de cooperación internacional, a la que además debe pagársele para capacitar y entrenar a los futuros empleados de las  corporaciones que representan, ni la disminución de situaciones conflictivas presentes, ni futuras.  

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