Las Reformas Educativas III. El caso de México (1900-1940).

 

Las Reformas Educativas III

El caso de México (1900-1940).

Alfredo Macías Narro

030810.

Las reformas educativas en México tienen un largo (y muchas veces tortuoso) camino recorrido, desde la época revolucionaria y cuyos resultados han sido, en términos generales, desiguales.

Para dimensionar los cambios habidos en la óptica de las políticas educativas mexicanas, es necesario recordar que, el sistema educativo moderno, se constituyó a partir de la segunda mitad del siglo XIX, después de que la Constitución de 1857 adoptara la idea de una educación elemental pública laica, obligatoria y gratuita. Desde entonces hasta la época de la Revolución (1910-1917), y en concordancia con el régimen federal, el manejo de la educación fue responsabilidad de cada estado, y al gobierno federal sólo le correspondió manejar las escuelas del distrito federal y los entonces territorios federales (hoy estados de Baja California Sur y Campeche). A la aprobación de la Constitución de 1917, el gobierno federal se impuso política, económica y administrativamente a los estados en todos los ámbitos. En lo relativo a educación, esto se reflejó en la creación de un ministerio federal: la Secretaría de Educación Pública (SEP) en 1921. A partir de ese momento, el peso del gobierno federal en el manejo de todo el sistema educativo nacional se hizo cada vez mayor.

A partir de esa fecha, se pueden distinguir algunas tendencias reformistas en las políticas educativas:

  • En una primera época (1901 a 1905), Justo Sierra, a la sazón Subsecretario de Justicia e Instrucción y, posteriormente, Secretario de Instrucción Pública (hasta 1911), se abocó activamente a la consecución de una reforma integral de la educación, desde su postura política e ideológica, basada en el liberalismo del siglo anterior, orientada hacia la pedagogía social. Con  este fin, se creó el Consejo Nacional de Educación Superior, que tenía como metas, lograr la coordinación de las instituciones educativas, al tiempo que determinar las pautas a seguir en la tarea educativa nacional.
  • La primera escuela de tendencia racionalista[1] en nuestro país, fue fundada, en plena revolución,  por los trabajadores de la Casa del Obrero Mundial (posteriormente, fue suprimida por el gobierno).

Es altamente significativo que la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), en sus tercera y cuarta convenciones nacionales (1921 y 1922, respectivamente), respaldase a la escuela racionalista. No obstante, para su quinta convención (1923), la CROM declaró insuficiente a la escuela racionalista para satisfacer las aspiraciones del proletariado.

“En el transcurso de los dos siguientes años, las organizaciones obreras que habían respaldado a la escuela racionalista, ya no la aceptaron y, hacia  el año de 1924, la CROM, en su sexto congreso (realizado en Cd. Juárez, Chih., la rechazó)”[2].

  • En el año de 1933, hubo diferentes pronunciamientos, en los que se delineaba la educación de corte socialista. A estos pronunciamientos, se sumaron de inmediato la Confederación de Maestros, diversas agrupaciones obreras y campesinas y, finalmente, el 16 de julio de ese mismo año, la Convención Nacional Estudiantil Pro-Cárdenas, en Morelia, en Morelia Mich.[3] Presentó una propuesta de reforma al Artículo Tercero Constitucional, en la que se propugnaba por la sustitución, en las instituciones educativas oficiales, de la enseñanza laica, por la educación integral socialista. 

En el texto de la propuesta, se advierte con toda claridad la postura de clase que le dota del impulso y del sustento teórico. Para agosto del año siguiente (1934), la propuesta fue estructurada por el Partido  Nacional Revolucionario (PNR)[4] y preparada para su dictaminación en la trigésima quinta legislatura, de cuyo proyecto, es particularmente ilustrativo su párrafo segundo, que puntualiza, de manera muy concreta que:

“La educación que se imparta será socialista en sus orientaciones y tendencias, pugnando por que desaparezcan prejuicios y dogmatismos religiosos y se cree la verdadera solidaridad humana sobre la base de una socialización progresiva de los medios de producción.”

A fin de poner en práctica la reforma, las autoridades decretaron la creación de nuevas instituciones de corte nacionalista y popular, entre las que destaca, desde luego, el Instituto Politécnico Nacional, así como otros centros de estudios técnicos, orientados hacia la consecución de la independencia tecnológica de México. De igual manera, se creó en todo el territorio una cadena de escuelas normales rurales y campesinas, destinadas a formar maestros rurales y cuadros para la agricultura, al tiempo que se establecieron escuelas vocacionales y centros de educación indígena. Al mismo tiempo, se introdujo en algunos centros educativos ya consolidados, como la Escuela Nacional de Agricultura o la Escuela Nacional de Maestros, el espíritu de la reforma socialista.

Expresado en otras palabras, el gobierno cardenista trató de forjar, en la práctica, un sistema educativo popular, con un carácter autogestionario enclavado en las comunidades.

A mediados de la década de 1940 se estableció la tendencia que se conoce con la expresión de “Escuela de la Unidad Nacional”[5], promovida por Jaime Torres Bodet, lo que supuso el abandono del proyecto de educación socialista.

 


[1] En filosofía, el Racionalismo se configura como un sistema de pensamiento que acentúa el papel de la razón en la adquisición del conocimiento, en contraste con el empirismo, que resalta el papel de la experiencia, sobre todo el sentido de la percepción. Diccionario Actual de la Lengua Española. Ed. Biblograf, S.A., Esp. 1995.

[2] Guevara Niebla, Gilberto en “La Educación Socialista en México (1934-1945)”. Ed. El Caballito y SEP. Méx. 1985.

[3] Ibíd.

[4] Fundado en 1929, mantuvo esa denominación hasta 1938, en que cambió a Partido de la Revolución Mexicana (PRM), misma que tuvo hasta 1946, en que adquirió la actual de Partido Revolucionario Institucional (PRI). Enciclopedia Temática. Ed. Grijalbo. Méx. 1987.

[5] A partir de entonces comenzó a desarrollarse lo que llegaría a ser la política de modernización educativa de fines del siglo; podemos rastrear los antecedentes de esos elementos repasando las políticas educativas de los sexenios gubernamentales de la segunda mitad del siglo XX (cfr. Latapí (coord.), 1998; Meneses, 1984, 1991, 1996).

 

 

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