La UABJO en su laberinto

 

La UABJO en su laberinto

Luis Hernández Navarro

La Jornada/010512.

Como en muchos estados del país, en Oaxaca se vive un deterioro significativo de la educación pública superior. El Estado mexicano ha abandonado allí su compromiso de apoyarla. Los rezagos de orden material y académico se acumulan e impiden que cumpla a plenitud su misión. Los grupos de interés sangran y manipulan el funcionamiento de la principal universidad pública.

La Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) es el más importante centro de educación superior en la entidad. Aunque en el estado existen 82 instituciones especializadas en esa actividad, ella sola absorbe 35 por ciento de la matrícula de licenciatura. De esas 82 instituciones de educación superior, 55 son universidades, 37 particulares y el resto públicas.

A pesar de ello, la UABJO sufre una persistente incapacidad financiera para hacer frente ante sus compromisos, que la tienen permanentemente al borde la insolvencia. El gobierno federal y los gobiernos estatales se han negado a apoyarla plenamente para que cumpla sus compromisos. La institución ha crecido con grandes distorsiones y los grupos de interés han medrado con su presupuesto.

Esta falta de compromiso gubernamental puede verse con claridad en un ejemplo: de las 250 mil becas de educación superior que se otorgaron en el país en el ciclo 2007-2008, la UABJO sólo obtuvo 935, es decir, 0.4 por ciento. Lo dramático de esta situación resalta si consideramos que, en la entidad, casi uno de cada tres jóvenes que cursan estudios superiores trabaja al mismo tiempo que estudia.

Que el Estado rehúya sus obligaciones educativas es particularmente grave en un estado como Oaxaca. La proporción de jóvenes de entre 19 y 23 años que han estudiado allí en los últimos 10 años sólo ha crecido 2 por ciento, mientras a escala nacional se incrementó 6 por ciento. Durante el decenio 2000-2010 la matrícula aumentó 21 por ciento, pero a escala nacional creció 47 por ciento.

En materia de educación superior la entidad tiene el último lugar nacional en la tasa de absorción. La proporción de alumnos de nuevo ingreso en universidades, tecnológicos y normales superiores respecto a los alumnos egresados de bachillerato apenas llega a 44 por ciento, mientras el promedio nacional es de 79 por ciento.

La UABJO vive una trágica ironía. Castigada presupuestalmente, condenada al ostracismo, relegada a la hora de definir las prioridades educativas nacionales, fue, en el pasado, un centro educativo de excelencia. En las aulas de su antecesor, el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, se formaron figuras claves de la política nacional. Convertida en universidad en 1955, educó durante años profesionistas notables.

Profundamente impactada por el movimiento estudiantil-popular de 1968, la UABJO vivió una profunda sacudida interna. En 1970 sus estudiantes tomaron las calles para solidarizarse con los comerciantes del mercado y en rechazo al alza en las tarifas del transporte. Un año después, conquistó la autonomía.

Desde entonces, dos grandes proyectos han atravesado la institución: el de quienes quieren una universidad crítica, democrática y popular, y el de quienes se oponen a éste. En 1977 la UABJO vivió una fuerte represión. En 2006, al calor de la lucha de la APPO, enfrentó el acoso estatal. Francisco Martínez Neri, en ese momento su rector, impidió la entrada de la Policía Federal a la universidad para detener a jóvenes estudiantes y activistas.

Pese a los intentos de diversos grupos universitarios por hacer de la UABJO un centro educativo al servicio de la sociedad y mejorar su desempeño educativo, dentro de la institución actúan porros patrocinados por importantes personajes políticos y grupos de interés estrechamente vinculados al PRI local.

Con una planta laboral de 4 unos mil trabajadores, dentro de la universidad actúan cinco sindicatos, algunos claramente espurios. Un recuento recientemente publicado en la prensa local daba cuenta de que el actual rector, Rafael Torres Valdez, enfrentó, durante el tiempo que lleva al frente de la universidad, siete huelgas, más de 10 paros laborales y alrededor de 183 manifestaciones y bloqueos. En parte, estas expresiones de inconformidad han estado alimentadas por el enorme rezago salarial que existe en la institución; otras, en cambio, han sido provocadas por la búsqueda de canonjías. Como resultado de la toma de rectoría y de diversas instalaciones universitarias la procuraduría estatal inició 35 averiguaciones.

Dentro de la UABJO existe hartazgo con la situación imperante. Hay la convicción de que es posible remontar el deterioro, promoviendo para conducir a la institución a personas comprometidas y de alto perfil académico. El próximo 14 de mayo concluirá el periodo del actual rector y se escogerá uno nuevo. Muchos universitarios ven en Josefina Aranda su mejor sucesora.

Josefina Aranda ha sido profesora e investigadora de la UABJO durante 29 años. Formada en la Universidad Iberoamericana, la ENAH y la UNAM, fundó en la Benito Juárez las carreras de antropología y arqueología. Reconocida en 2009 por el municipio de Oaxaca como ciudadana distinguida por sus méritos académicos, es especialista en estudios de género. Más allá de su trayectoria profesional, ha estado comprometida con causas populares progresistas. En la ciudad de México participó en la organización de la colonia Primera Victoria y en Oaxaca en la Coordinadora Estatal de Productores de Café del estado.

En la mejor tradición priísta, como candidata a rectora, Josefina Aranda ha sido víctima de una campaña de desprestigio llena de bajezas, calumnias e injurias. Ha sufrido veladas amenazas. Es el sello de la casa. El tamaño de los ataques en su contra es muestra de la naturaleza de los intereses que su candidatura desafía. Es, también, síntoma de las esperanzas que despierta entre muchos universitarios oaxaqueños, que ven en ella la posibilidad de dar a su universidad el lugar que merece.

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