El cuento de hadas sobre la disidencia magisterial

El cuento de hadas sobre la disidencia magisterial 

  • Imagen de archivo. Cortesía de Ortega.

Luis Hernández Navarro

La Jornada/291215.

Para explicar el origen del conflicto magisterial en curso, la fuerza de la disidencia de los docentes democráticos en el país y los problemas educativos en curso, el poder inventó un cuento de hadas. Según su relato, todo comenzó en Oaxaca en 1992, cuando el gobernador Heladio Ramírez López entregó a los maestros el control de la educación en la entidad.

De acuerdo con la fantasía oficial, una Minuta de 16 puntos, firmada por el mandatario oaxaqueño (en papel de Caperucita Roja) y el profesor Erangelio Mendoza (en función de Lobo Feroz), en nombre de la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), proporcionó a los maestros sindicalizados el control absoluto del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) y recursos ilimitados.

Este control –continúa el cuento gubernamental– es la base de poder de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), no sólo en Oaxaca sino en el resto del país. Según esta ficción, basta con derogar la Minuta de 1992 para acabar de una vez por todas con la fuerza del malvado lobo feroz y permitir al pobre Estado-caperucita roja librarse del villano y recuperar la rectoría de la educación.

Han pasado ya más de cinco meses desde que el gobierno abrogó unilateralmente la famosa Minuta y militarizó el IEEPO. No conforme con eso, metió a la cárcel a cuatro maestros y levantó denuncias penales contra muchos más; amenazó con despidos; trasladó a efectivos militares y de la Policía Federal por todo el país, y congeló ilegalmente cuentas bancarias de dirigentes, mientras en Chiapas era asesinado el profesor David Gemayel Ruiz. Pero, a pesar de ello, la quimera oficial se ha estrellado con la realidad: lejos de disminuir, la fuerza de la CNTE creció.

Y es que el cuento de hadas… es un cuento de hadas. La sección 22 nunca nombró ni a los directores ni a los principales directivos del IEEPO. Todos y cada uno fueron designados por el gobernador en turno. Tampoco controló sus recursos. Su incidencia en la institución fue mucho más limitada que lo que las mentiras oficiales han difundido. La fuerza de los maestros oaxaqueños nunca ha dependido del supuesto control que ejercen en la dependencia. De hecho, la famosa Minuta se firmó 12 años después de surgido del movimiento. Entre 1980 y 1992 los profesores democráticos fueron insistentemente acosados por el SNTE y las autoridades educativas, y a pesar de ello mostraron músculo y capacidad de convocatoria en numerosas ocasiones.

El cuento de hadas gubernamental al uso responsabilizó de la firma de la Minuta a Heladio Ramírez. Pero resulta que en aquel entonces era secretario de Gobernación Fernando Gutiérrez Barrios, y titular de Educación Pública Ernesto Zedillo Ponce de León.

  • ¿Algún analista o político en su sano juicio cree que el gobernador de Oaxaca pactó el acuerdo con el magisterio oaxaqueño sin la aprobación de estos dos funcionarios?
  • ¿Algún iluso puede afirmar que esos políticos eran blandos a la hora de negociar con la disidencia magisterial?

Como sucede ahora, la ilusión de acabar con la CNTE siempre ha estado presente en las élites gubernamentales. Pero nunca han podido desaparecerla. De distintas maneras y por diferentes vías, la Coordinadora ha terminado negociando con los gobiernos en turno a lo largo de sus 36 años de vida. La lista de los funcionarios con que ha tratado es enorme. Entre muchos otros, además de don Fernando y del ex presidente Zedillo, están Jesús Reyes Heroles, Patrocino González Garrido, Manuel Bartlett, Fernando Solana, Manuel Camacho, Patrocinio González Garrido, Jorge Carpizo, Carlos Abascal y muchos otros. Si varios de estos políticos tuvieron que tratar con la Coordinadora no fue porque quisieran; la realidad los obligó a hacerlo.

En su momento, a su manera, muchos de ellos inventaron también su cuento de hadas acerca de la naturaleza de la insurgencia magisterial y sobre cómo era posible derrotarla. Por ejemplo, en 1983, mientras los charros del SNTE gritaban a los maestros democráticos ¡Hijos de Reyes Heroles!, el entonces secretario de Educación desautorizaba a la Normal Superior de México impartir cursos foráneos, descentralizaba las especialidades hacia cuatro centros fuera del DF y destituía al cuerpo directivo de la institución. Se decía entonces que, como la Normal Superior era la base de operaciones de la CNTE, al estrangularla se iba a asfixiar a la disidencia. Pero eso no pasó. La Coordinadora asimiló el golpe y siguió adelante.

También la actual administración ha negociado con la CNTE. En su comparecencia en la cámara, el subsecretario de Gobernación Luis Enrique Miranda informó que el gobierno federal había firmado con la disidencia 19 minutas; la última el pasado 4 de junio. Se guardó de decir que el gobierno ha incumplido muchos de esos compromisos.

Ahora, a pesar de ello, el secretario de Educación, Aurelio Nuño, se niega a negociar con la CNTE. No sólo eso. Busca, a como dé lugar, la rendición de los maestros insumisos; para aplastarlos ha echado a caminar en su contra una brutal ofensiva policiaca. Y, aunque ha sido arropado por el aplauso fácil de las cámaras patronales, su esfuerzo ha sido absolutamente fallido. La fuerza de la CNTE no ha hecho más que aumentar en casi todo el país, de la mano de la inconformidad magisterial, presente en más de 28 entidades federativas.

Es hora de abandonar los cuentos de hadas. Para resolver el conflicto magisterial el gobierno federal no tiene más salida racional que sentarse a negociar.

No se trata de partir de cero. El acuerdo del 4 de junio (de 2015. Nota mía) contiene los elementos centrales para salir del embrollo.

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Nota mía: Respetuosamente me permití modificar levemente la estructura del artículo de Luis Hernández Navarro, con la exclusiva finalidad de facilitar su lectura en el formato de Odiseo. Alfredo Macías Narro.

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