Las Escuelas de Padres; más allá del enfoque transmisivo

José Jesús Trujillo Vargas

Resumen: Las escuelas de padres han sido un instrumento de ayuda para la redefinición social, sin embargo los cambios sociales actuales obligan a las mismas a redefinir su papel. A través de las mismas es posible sensibilizar a las familias y a la sociedad en general, por eso convendría replantearse su obligatoriedad.

Palabras clave: escuela, padres, redefinición, socialización, familia

Abstract: School parents have been an important tool for social redefinition; nevertheless, the current social changes are forcing them to reconsider their role. Through these schools it is possible to make families, and society in general, raise awareness. For this reason, we should reconsider whether they must be obligatory or not.

Key words: school, parents, redefinition, socialization, family.

Introducción – Justificación

La transformación social que la sociedad ha experimentado, ha afectado profundamente a los modelos familiares, cuya institución se ha visto en la tesitura de avanzar en aras de fomentar una “democratización” o quedarse en un tiempo pasado donde las coordenadas de convivencia y socialización eran más directivas y menos cuestionables por la realidad existente en aquella época.

La familia como entidad educativa se ha ido redefiniendo a medida que hemos ido progresando a nivel social, sin embargo nos encontramos en un proceso convulso en donde padres y madres sienten dudas de diversa índole en torno a cómo educar a sus hijos y qué pueden hacer para que estos sigan el ejemplo que ellos quieren inculcarles.

En parte, las escuelas de padres han ayudado a hacer comprender a estos las vicisitudes que son necesarias a la hora de abordar la educación de sus hijos, e incluso ha fomentado que los mismos comprendan el momento evolutivo en el que se encuentran sus hijos, para así dar una mayor respuesta que favorezca un desarrollo integral de los menores.

Sin embargo, y a pesar de reconocer la labor de ayuda que ha desempeñado este tipo de “instituciones” a lo largo de la historia para padres e hijos, conviene recordar que el enfoque que se ha utilizado, no siempre ha sido o está siendo el más propiciador para el encuentro intergeneracional entre padres e hijos.

 

Momento sociohistórico en el que nos encontramos

Vivimos en unas condiciones en la que se asiste al debilitamiento de los sistemas referenciales y donde se ponen en cuestión ciertas verdades asumidas como tales, en donde se diluye y reconstituye cada vez en más instancias legitimadas (familia, escuela, grupos de pertenencia y referencia, medios de comunicación, etc.) el poder socializador/normalizador y en las que se siguen necesitando certidumbres y apoyos en un sistema y entorno referencial en aparente agudización de sus crisis.

(Moral y Ovejero, 2004).

 

Actualmente existen unas condiciones, que “de partida” podrían ser propiciadoras para el ejercicio de una educación consistente y rica en valores, con la que poder abastecer a nuestros hijos y ayudar a construir ciudadanos solventes, humanitariamente hablando. Entre esas condiciones tenemos: modelos políticos basados en la democracia, la libertad y la justicia, mayor concienciación de los padres y madres en torno a los temas educativos, mas y mejores servicios de ayuda a las familias: tanto a nivel terapéutico como a nivel económico, padres mas informados sobre las necesidades de sus hijos, etc.

Sin embargo nos encontramos en uno de los momentos sociohistórico más contradictorio y convulso, en tanto en cuanto existen más factores externos a la institución familiar que directa o indirectamente atañen y repercuten en dicha institución como tal.

Prueba de esta contradicción la componen los mensajes implícitos que existen en el sistema postmoderno en el que nos movemos, tales como: “educa mejor, pero sé más eficiente en tu trabajo”, “ahorra para poder vivir, pero gasta para poder tener mayor calidad de vida”, “reivindica tus derechos cuando no estés de acuerdo, pero ten en cuenta que podrías estar peor de lo que estás”, “expresa tu opinión pero de una manera sumisa”, “trabaja porque el trabajo dignifica, pero intenta que sean entre 8 y diez horas diarias”…

Así pues, nos encontramos, en términos generales, con padres trabajadores, con poco tiempo para dedicar diariamente a la educación de sus hijos, y alienados de manera acrítica por un modelo socio-capitalista que lo impregna todo y que parece transmitir que no existen vías alternativas.

De tal guisa, el cuidado y la educación de los menores queda en muchas ocasiones en manos de instituciones igualmente alienadas y sumidas en una deriva permanente. Consiguiendo de tal manera, construir ciudadanos a través de moldes similares, a modo y semejanza de las exigencias para la reproducción del sistema.

Nos encontramos con padres que critican los modelos educativos de sus padres, pero que se ven impotentes a la hora de dar una alternativa que case con las nuevas necesidades de sus hijos, las cuales ni ellos mismos saben definir debido al marco social en el que se desenvuelven.

Todos los atenuantes del sistema en el que estamos sumidos, llevan consigo un componente de duda, miedo y a veces desazón, en aquellos adultos que han conocido otro prototipo familiar y, con sus matices, social, en donde el “camino” hacia la inserción comunitaria y social poseía unas “directrices” más o menos orientativas (Trujillo, 2011)

Lo intergeneracional es un concepto que depende del reconocimiento del pacto histórico entre generaciones, sostenido jurídicamente en relación a la obligatoriedad del cuidado de los padres hacia los hijos; la genealogía marca un eje de poder representado por la Ley Mosaica.

¿Cómo se lee actualmente este pacto?: los jóvenes y los padres han “corrido”, o modificado, o deslizado los ejes del pacto (que se refieren al vínculo impregnado por las señales del respeto entre ambas generaciones), lo que significa que el cuarto mandamiento de la Ley Mosaica (“Honrarás a tu padre y a tu madre”) no necesariamente es entendida por los padres como podría haberlo sido en el siglo XIX, ni es acatada por los jóvenes como lo fue siglos atrás.

La nueva realidad social, ha provocado una extensa tipología con nuevos modelos familiares, pudiendo diferenciar entre: familia extensa o tradicional, familia troncal, familia nuclear, familia monoparental, familia de tejido secundario, abuelos acogedores… que nos obliga a repensar la educación de los menores en contextos con características muy diversas.

Con lo cual, se plantean preguntas tales como: ¿es lo mismo proponer una escuela de padres para una familia nuclear que para una familia monoparental?, ¿cómo se debe entender la escuela de padres en los tiempos actuales, como una guía o como una posibilidad para la intervención educativa en un contexto determinado?, ¿existe otro modelo alternativo a las escuelas de padres actuales?

Reconceptualización de las escuelas de padres

Los consejos que escuchan los padres de forma habitual no suelen referirse a las emociones. A los padres se les dan, generalmente, normas para corregir el comportamiento del niño, pero se ignoran los sentimientos y las emociones que causan y subyacen tras ese comportamiento

(Punset, 2010).

A principios del Siglo XX, la sociedad preocupada por las condiciones de la infancia, asume la educación como un aspecto formativo sumamente importante para los escolares, orientándola a la articulación permanente entre la escuela y las familias. En consecuencia, surgen las escuelas de padres en Estados Unidos y Francia simultáneamente como respuesta a estas necesidades. En 1929 Madame Vérine, crea en París la primera escuela de padres, usando como emblema: “Unirse, instruirse y servir”, que asume como finalidad la interacción entre personas interesadas en la educación de la infancia. De esta manera vienen a conformar la escuela creada por Madame Vérine, padres, educadores y especialistas en educación e infancia.

Mucho han cambiado las demandas sociales a lo largo y ancho de la historia de la humanidad, de tal modo que la función que cumplían en aquel momento las escuelas de padres no tiene mucho que ver con la función que cumplen o debieran cumplir en la actualidad.

Si las escuelas de padres se entienden como espacios de información, formación y reflexión dirigidos a padres y madres, sobre aspectos relacionados con las funciones parentales. Se presentan como recursos de apoyo a las familias con menores para que puedan desarrollar adecuadamente sus funciones educativas y socializadoras, y superar situaciones de necesidad y riesgo social; es uno de los programas de carácter preventivo que contribuyen a modificaciones de conductas y a la adquisición de pautas saludables de dinámica familiar (AAVV, 2000), habría que preguntarse por qué se desarrollan en un momento determinado de la vida de estas familias y no en otros, por qué son optativas y no obligatorias, por qué en la mayoría de los casos se interviene con los padres y no acuden los hijos, por qué son gestionadas por diferentes entidades con diferentes fines socioeconómicos…

En esta definición existen varias cuestiones a tener en cuenta:

  • Si las escuelas de padres se presentan como recursos de apoyo a las familias, no sería conveniente que los menores también disfrutaran de este servicio.

  • Si las escuelas de padres ayudan a desarrollar adecuadamente funciones educativas y socializadoras en las familias, el perfil del profesional a impartir las mismas debería ser el de psicólogo, el de maestro, el de educador social…

  • Si las escuelas de padres tienen un carácter preventivo, por qué no se ponen en marcha en la etapa donde los padres están decidiendo sobre su próxima paternidad y las motivaciones que les impulsan a ello.

La socialización es el proceso por el que el ser que nace con unas capacidades, unas características biológicas, psicológicas individuales y diferenciadoras se desarrolla y convierte en un ser social.

La socialización aporta dos aspectos fundamentales para la vida humana (AAVV, 2002):

1. Facilita las bases y estructuras actitudinales para la participación adecuada y eficaz en la sociedad en la que vive. El sujeto necesita ser adaptado y adaptarse (en sus aspectos básicos) a su medio social.

2. Hace posible la sociedad. A través de la transmisión de valores y principios éticos de convivencia de generación en generación se construye y mantiene la sociedad.

Cuando el proceso de socialización en el sistema familiar es desvirtuado por cualquier motivo: personal, psicológico, económico…, esto posee una repercusión directa sobre todos los miembros, especialmente sobre los más vulnerables, en este caso los menores.

Así pues, el ámbito familiar se presenta como el microsistema social cuya finalidad está orientada hacia el desarrollo de sus miembros en el macrosistema social, con lo cual, las escuelas de padres podrían erigirse como el espacio propicio para que las familias analizaran todas aquellas situaciones pasadas o presentes que están intercediendo en la práctica educativa.

El papel del psicólogo en las escuelas de padres

El psicólogo, como activista social, y más allá del paradigma científico que acoja su manera de proceder, tiene el compromiso ético y social, de estudiar, reconocer, analizar y reflexionar sobre el momento histórico en el que se encuentra la sociedad de nuestros días, para poder ayudar a las familias de manera integral.

Más allá de las conductas desadaptativas de uno u otro miembro familiar como ser individual, el psicólogo es o debiera ser un analítico social, que ayude a esclarecer la génesis y el mantenimiento de determinadas conductas sociales y cómo esas conductas sociales repercuten en el individuo, máxime cuando ese individuo está conformando su personalidad, en un mundo donde nada parece ser permanente.

Como nos comenta Jaume Garau (1995) el objeto de intervención social del psicólogo puede observarse desde múltiples niveles:

  1. Nivel Estructural: grandes orientaciones sociopolíticas que se concretan en leyes, planes, redes de recursos, etc.

  2. Nivel Comunitario: las diferentes instituciones, organizaciones y grupos, de carácter público o privado, así como, las redes de relaciones e intercambios que se dan entre grupos y colectivos.

  3. Nivel Individual: los comportamientos, emociones, actitudes de las relaciones interpersonales en su grupo de convivencia y su entorno inmediato.

El trabajo interventivo del psicólogo, lejos de ampararse en un conjunto de técnicas que a modo de receta facilite las claves que reestructuren un determinado ámbito familiar, debe configurarse en una investigación activa del núcleo familiar que aborde tanto los ciclos recurrentes deficitarios como los modelos educativos que imperan y que fomentan la aparición y el crecimiento de la semilla patológica.

El psicólogo de la educación tiene como objeto la intervención en el comportamiento humano en situaciones educativas. El objetivo de este trabajo es el desarrollo de las capacidades educativas en las personas, grupos, instituciones y comunidades sociales, entendiéndose educación en el sentido más amplio de formación y desarrollo personal, colectivo y social (AAVV, 1991). Y no hay que olvidar, que las interacciones que se dan en el ámbito familiar son ante todo procesos educativos.

Consideraciones finales

A tenor de los cambios sociales existentes, convendría replantearse el papel de las escuelas de padres y la función que las mismas cumplen en la sociedad en general, a fin de que se constituyan en un instrumento redefinido y regenerador de nuevas posibilidades para las familias actuales.

Para ello es necesario abordar las siguientes cuestiones:

¿Qué objetivos implícitos existen en las mismas, más allá del de la resolución de conflictos?

¿Hacia qué miembros familiares va a ir dirigido?

¿Sería posible la obligatoriedad de las mismas en las sociedades industrializadas?

¿Quiénes van a desempeñar las funciones de formadores de dichas escuelas?

¿Qué institución o instituciones y con qué intereses van a ser las encargadas de ofrecer este servicio?

¿De qué manera pueden provocar una transformación social?

Estas y otras cuestiones nos darán las claves para constituir un nuevo modelo de escuelas de padres, aprovechando todo el trabajo que se ha ido realizando hasta la fecha y generando nuevas respuestas ante las nuevas demandas sociales.

Bibliografía:

  • AAVV (1991): “El rol del psicólogo educativo”. Papeles del Psicólogo nº 51.

  • AAVV (2000): Escuela de Padres. Área de Servicios Sociales. Ayuntamiento de Madrid.

  • AAVV (2002): Manual didáctico para la escuela de padres. Concejalía de Sanidad y Consumo. Ayuntamiento de Valencia.

  • Garau, J. (1995): “El rol del psicólogo de la intervención social”. Papeles del Psicólogo nº 63.

  • Moral, M. V. y Ovejero, B. (2004): “Jóvenes, globalización y postmodernidad: crisis de la adolescencia social en una sociedad adolescente en crisis”. Papeles del Psicólogo nº 87.

  • Punset, E. (2010) Brújula para navegantes emocionales. Madrid: Santillana.

  • Trujillo Vargas, J. J. (2011): “Menores adolescentes y presión mediática en un mundo postmoderno”. Revista electrónica Andaluciaeduca, Año III número 53.

 

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