La orientación educativa para el desarrollo humano y los jóvenes: una aproximación a sus retos actuales

Julio Israel Flores González

Universidad Nacional Autónoma de México-Facultad de Estudios Superiores Iztacala

Resumen

Este artículo presenta una exposición teórica en torno a la orientación educativa para el desarrollo humano y las respuestas que puede brindar a los jóvenes. Para ello se inicia con una exposición sobre la situación de los jóvenes en México a partir de datos estadísticos como respuesta a los cambios socio-culturales en los últimos años. Se señala la importancia de comprender la construcción de respuestas juveniles ante las exigencias externas y a las cuales puede contribuir la práctica de la orientación como una actividad profesional propia del pedagogo. Para ello se hace una descripción del modelo de orientación propuesto por Rafael Bisquerra recuperando la especificidad que demanda la población juvenil. Se concluye sobre la importancia de realizar una práctica de orientación contextualizada y recuperando las voces de los actores.

Palabras clave: Orientación, Jóvenes, Desarrollo humano, Práctica pedagógica

Recibido el 6 de agosto de 2013; aceptado para su publicación en julio de 2015

Hablar de jóvenes supone referirse a una pluralidad de identidades que se enfrentan a las demandas sociales de maneras peculiares y, en ocasiones cayendo en conductas de riesgo para sí mismos como para el grupo social más amplio. Sin embargo, también hay respuestas que buscan un cambio más positivo para sí mismos como en su entorno. Movilizar al joven no es un hecho per se de los profesionales pero éstos si pueden coadyuvar a ese dinamismo que forma parte de la juventud. Un camino de ello lo representa la acción pedagógica que sirve para vehiculizar y potencializar las respuestas ya dadas o promoviendo otras. Ante este panorama, el objetivo del presente texto es describir las respuestas de los jóvenes mexicanos a las exigencias sociales y exponer los posibles apoyos que se pueden brindar desde la pedagogía a través de la práctica de la orientación educativa para el desarrollo humano, señalando las demandas a las que se enfrenta esta labor.

a) Jóvenes y contexto actual

Con el advenimiento de la llamada posmodernidad se han suscitado una serie de cambios socioculturales, políticos, económicos e institucionales tales como: relatividad y desfondamiento de la racionalidad, pérdida de fe en el progreso, énfasis en lo errático, lo discontinuo y lo pragmático, la búsqueda de placer inmediato, énfasis en la ética de lo personal, complejidad social, incertidumbre y aceleración del cambio tecnológico, énfasis en el intercambio mercantil y monetario, imposición sutil de patrones culturales con poder económico y una difusión light de otras culturas, resurgimiento del fundamentalismo y nacionalismo, cambio de las instituciones encargadas de la socialización (Pérez Gómez, 2004).

Este panorama plantea nuevas demandas a los individuos porque los afecta en su existencia inmediata, por ello deben de responder desde distintos lugares: optando por una asimilación pasiva a lo que se dicte en el devenir social sin cuestionarlo, si es que esto es posible, dejándose llevar por las tendencias; o bien, como agentes de cambio que procuran encontrar caminos alternativos; o en su defecto, intentar excluirse de ese dinamismo social como puede ser el caso de la enfermedad mental.

Cada sector poblacional construye diferentes respuestas dependiendo de las características socioculturales y económicas del contexto en el que se desarrolla, su capital cultural, su condición psicológica, económica, física y las diferentes instituciones a las que tiene acceso. Sean zonas rurales o urbanas, las macro tendencias socio-políticas-económicas hacen resonancia en ellas aunque de manera distinta dependiendo tanto de su cultura crítica como de su cultura social, entendidas en el sentido de Pérez Gómez (2004). También las diferencias individuales a partir de los saberes que poseen las personas, su propia personalidad y condición física hasta su poder adquisitivo, contribuyen a configurar su respuesta. Por otro lado, los espacios institucionales llámense escuelas, hospitales, casas de cultura, iglesias,  son otro elemento más a considerar en la forma en que una persona se enfrenta a las demandas sociales.

Los jóvenes son uno de tantos grupos poblacionales que se encuentran en la encrucijada social actual (por ejemplo, el acceso al mercado de trabajo como lo señala el estudio de Jacinto y Millenaar, 2012). Su heterogeneidad de formas de vida a partir de su condición de construcción socio-histórica hace imposible pensar en un modelo estándar de respuesta de los jóvenes a las exigencias sociales (Esteinu, 2005; Estrada y Stella, 2008; Tenti, 2000). Los múltiples aprendizajes que van teniendo en su cotidianeidad y las respuestas que van configurando constituyen una serie de aprendizajes biográficos que, siguiendo a Jacinto y Millenaar (2012), van configurando su trayectoria de vida.

En el año 2012, el INEGI presentó una serie de datos sobre los jóvenes a propósito del Día Internacional de la Juventud y el panorama, con sus respectivas reservas, permite entrever algunas de las respuestas que la juventud está teniendo en México:

·    61.8% de las adolescentes de 15 a 19 años, sexualmente activas, declaró no haber usado un método anticonceptivo durante su primera relación sexual.

·    En 2010, tres de cada diez jóvenes de 15 a 29 años alguna vez han fumado o tomado bebidas alcohólicas.

  • Las infecciones de trasmisión sexual más frecuentes entre los jóvenes son la candidiasis urogenital y el virus de papiloma humano.
  • las tres principales causas de muerte en los varones son provocadas por: agresiones (32.3%), accidentes de transporte (16%) y por lesiones autoinfligidas intencionalmente (5.6%)…Las mujeres jóvenes… fallecen principalmente por accidentes de transporte (11.3%), agresiones (10.6%) y lesiones autoinfligidas intencionalmente (5.1%)…
  • De las defunciones violentas ocurridas en la población joven, 43.6% ocurren por homicidio y la mayor parte de éstas se dan por lesiones con arma de fuego (74.6%), seguidas por armas corto-punzantes (9.9%) y sofocación (5.5 por ciento)…
  • La segunda causa de muertes violentas en los jóvenes se da por accidentes (42.9%), de éstas más de la mitad son ocasionadas por accidentes de transporte (56.1 por ciento); en ocasiones las conductas de riesgo que tienen los jóvenes como manejar en estado de ebriedad, conductas temerarias, entre otras, provocan que algunos de ellos queden con secuelas de accidentes, mientras que otros terminan por perder la vida…
  • Casi uno de cada diez (8.8%) de las muertes violentas ocurridas en los jóvenes se dan por suicidios… Entre algunas de las características sociodemográficas de la población joven que se suicidó destaca que 63.2% son solteros, 33.7% no tenía trabajo, 80.5% empleó el ahorcamiento como medio para quitarse la vida y 74.1% se suicidó en una vivienda particular.
  • Para el periodo 2005-2010, 57.1% del total de emigrantes internacionales… tenía entre 15 y 29 años de edad en su salida más reciente del país, de éstos tres de cada cuatro son hombres. Los principales lugares de destino son Estados Unidos de América (91.4%), Canadá (2.7%) y España (1.1 por ciento).
  • …56.9% de los adolescentes de 15 a 19 años asisten a la escuela, proporción que disminuye conforme avanza la edad…
  • La tasa de ocupación entre los jóvenes es de 91.3% respecto a la población económicamente activa (PEA) de 15 a 29 años, lo que significa que 8.7% de la PEA se encuentra desocupada; 13% de los jóvenes buscadores de empleo no cuentan con experiencia laboral, 47.3% declararon haber perdido su empleo, 34.5% renunció o dejó su empleo y 1.7% dejó o cerró un negocio propio…
  • Entre los temas que más preocupan a la población joven de nuestro país (18 a 29 años), se encuentran principalmente la inseguridad y el desempleo con 58.1 y 51.7%, respectivamente; seguidas por otros temas como la pobreza (28.6%), el narcotráfico (27.5%), y la corrupción (27 por ciento)…
  • Son objeto de violencia emocional 41.1% de las mujeres jóvenes casadas o unidas (este tipo de violencia incluye menosprecios, amenazas, y prohibiciones, entre otros); 31.5% sufre violencia económica (aquí la pareja le reclama cómo gasta el dinero, no le da gasto, se gasta lo que se necesita para la casa o le prohíbe trabajar o estudiar); 20.6% fue víctima de algún tipo de violencia física (empujones, patadas, golpes con las manos o con objetos, agresiones con armas, entre otros) y 5.6% tuvo algún incidente de violencia sexual por parte de su pareja…
  • 26.3% del total de jóvenes de 15 a 29 años se encontraba en una relación de noviazgo al momento de la entrevista y no vive con una pareja, de éstos, 41.9% declararon que tuvieron al menos un episodio de violencia por insultos, burlas o críticas en su noviazgo actual; 27.3% fueron transgredidos por su novio(a) por agresiones físicas como empujones, patadas, bofetadas, entre otras; 23.8% experimentó amenazas y 20.7% se les obligó a tener relaciones sexuales o a hacer cosas que no les gustan en la intimidad…
  • más del 40% del tiempo de los hombres y mujeres jóvenes lo dedican a necesidades y cuidados personales. Entre la población masculina joven, 9.2% de su tiempo lo dedican al trabajo doméstico y al cuidado especial de algún miembro del hogar; en la población femenina, 24.3% de su tiempo la dedica a estas actividades. Al trabajo para el mercado, los hombres dedican 18.3% del tiempo y las mujeres 8.1 por ciento; a las actividades de estudio, esparcimiento, cultura y convivencia, los varones dedican 27.3% y las mujeres 23.5% de su tiempo (INEGI, 2012)

Entonces, la forma en que responden los jóvenes es diversa sin embargo, algunos trayectos mejoran su calidad de vida y otros la empeoran cayendo en situaciones que la ponen en riesgo.

Ahora bien, en este proceso existen diferentes mediaciones que sirven de puente entre las condiciones sociales y sus demandas y la capacidad de las personas para hacerles frente (González, Valdéz y Zavala, 2008). Dentro de este papel de mediadores se encuentran diferentes instancias como son las instituciones educativas, los grupos informales de socialización (grupo de amigos, pareja), el grupo formal de la familia, los medios de comunicación, entre otros.

Las formas en que estos lugares contribuyen a configurar cierto tipo de respuestas en los jóvenes va a depender de varios factores como son: el grado de estructuración en la formación para dar determinada respuesta, el interés y obligación por apropiarse de los aprendizajes proporcionados en estas instancias, el tiempo en que se participa y se entra en contacto con ellas, el espacio donde se realiza este encuentro y los saberes de los actores intermediadores presentes en estos espacios.

Por ejemplo, no es lo mismo la institución educativa con su curriculum formal sobre un saber y hacer que se considera valioso socialmente y que debe poseer el joven, a la forma en que un grupo de amigos contribuye a que sus integrantes aprendan ciertos comportamientos. En ambos casos el joven se apropia de algo para usarlo y hacerse visible en la sociedad. Por su parte, el interés y obligación de apropiación de ciertos saberes impactará en la forma de ser joven ante el mundo, tal vez la escuela no tenga sentido y los conocimientos y habilidades que en ella se gestan no sean primordiales desde la óptica juvenil pero sí desde lo social por lo que se dé una contradicción y conflicto (Tenti, 2000), en contra parte, los saberes del grupo de amigos o medios de comunicación pueden tener mayor relevancia para los jóvenes, lo cual impactará en su forma de enfrentarse a las demandas sociales.

El tiempo y espacio en que se está en los lugares de formación también contribuye: no es lo mismo pasar 8 horas en la escuela que 8 horas con los amigos, y no es lo mismo estar en una escuela para gente con mayor ingreso económico que en otro con menor ingreso. Por último, los agentes mismos que son encargados formal o informalmente de la formación influirán distintamente en los jóvenes, por ejemplo: el consejo de un amigo al consejo de un padre o de un pedagogo.

Esa multiplicidad de mediaciones entre el joven – contexto social, cultural, político, económico constituye un punto de interés para el profesional de la pedagogía quien problematiza sobre lo educativo como proceso que coadyuva a la formación humana de manera integral y que no sólo se limita al ámbito de la escuela. Sin embargo, este profesional no sólo interroga, indaga y explica esos fenómenos sino que puede intervenir a partir de un saber científico que le permite configurar ciertos dispositivos para la formación. Se puede decir que tienen la obligación ética de contribuir a la construcción de respuestas en los jóvenes para con las demandas sociales. Es por ello que en el siguiente apartado se describe un posible lugar desde donde construir alternativas pedagógicas para los jóvenes.

b) El pedagogo y su lugar de intervención profesional con los jóvenes

Los jóvenes al trazar sus trayectorias de vida pueden tener o no presente un proyecto de vida. Al respecto, Estrada y Stella (2008) comenta:

el proyecto de vida constituye el momento de impulso entre la hora y el pensarse a futuro. Es un acontecimiento reflexivo en el que el sujeto se proyecta más allá del hoy, avanza hacia el porvenir y posibilita, para quien lo realiza, un ejercicio en cierto modo auto formativo, por las operaciones que desarrolla sobre sí mismo. Repercute en su manera de ubicarse en el mundo por vía del descubrimiento de sus condiciones de posibilidad como sujeto en cierto contexto. Es también parte de los actos que permiten construir el sentido de la vida (p. 105)

Sin embargo, los mismos autores sugieren que el proyecto de vida debe de ser flexible principalmente por la incertidumbre e imprevisibilidad de todos los acontecimientos que pueden atravesar la vida alterando dicho proyecto. Esto es, los jóvenes tendrían que tener las habilidades para responder a la contingencia sin que por ello se arruine totalmente su plan trazado. En este sentido, la labor de la orientación como uno de los campos de ejercicio profesional del pedagogo (Colegio de Pedagogía, 2012; Facultad de Estudios Superiores Acatlán, 2005; Facultad de Estudios Superiores Aragón, s.f), toma relevancia.

La orientación, usualmente adjetivada como educativa, puede ser definida como:

un proceso de ayuda y acompañamiento continuo a todas las personas, en todos sus aspectos, con objeto de potenciar la prevención y el desarrollo humano a lo largo de toda la vida. Esta ayuda se realiza mediante una intervención profesionalizada, basada en principios científicos y filosóficos. (Bisquerra, 2005, p. 2)

Es decir, la orientación es ante todo intervención que no se limita al campo escolar. Para Martínez (2002) la acción orientadora implica “un proceso de ayuda (de mediación y facilitación) que debe llegar a todas las personas sin limitación de espacio (distintos contextos y áreas de intervención) y de tiempo (a lo largo de la vida)” (p. 23).

Para algunos autores (Bisquerra, 2005; Velaz, 2002), la denominación de Orientación Educativa puede ser cambiada por el término de Orientación Psicopedagógica que “puede ser un término apropiado, para incluir lo que en otras épocas se ha denominado orientación escolar y profesional, orientación educativa, orientación profesional, orientación vocacional, guidance, couseling, asesoramiento, etcétera.” (Bisquerra, 2005, p.2). Velaz (2002) señala que no existe un inconveniente por abordar ambos adjetivos de la orientación como sinónimos pero siempre considerando la amplitud del término y de la acción orientadora donde, por su naturaleza misma, existe una confluencia de distintos saberes con el objeto de realizar intervenciones que coadyuven a la superación de dificultades de distinto orden (Henao, Ramírez y Ramírez, 2006)

Para entender la amplitud de la acción orientadora Bisquerra (2005) y Martínez (2002) proponen identificar cuatro aspectos básicos: el área de intervención, los agentes de la orientación, el contexto de intervención, los destinatarios de la orientación y el modelo de  orientación.

Entonces, con base en esta estructura, la actividad orientadora dirigida a los jóvenes podría conceptualizarse de la siguiente manera:

– en el área de intervención se tendría: orientación para el desarrollo de carrera, esto es la elección de una profesión o bien, en un sentido más amplio la búsqueda y reflexión de caminos no necesariamente profesionales pero que permiten generar ingresos (por ejemplo, aspectos técnicos, de servicios, etc.); en el área de orientación a la diversidad se podría incentivar a aquellos jóvenes, que por uno u otro motivo no han finalizado sus estudios básicos, a que los concluyan, abrir espacios para la atención a la diversidad juvenil y fomentar su expresión constructiva (tal como lo realiza el Instituto Mexicano de la Juventud con múltiples actividades), y en el área de prevención y el desarrollo humano promover ciertas habilidades generales así como información para que el joven haga frente a ciertas situaciones y disminuyan los comportamientos de riesgo para sí mismos.

– respecto a los agentes de la orientación estos pueden ser profesionistas de pedagogía pero también los jóvenes líderes de la comunidad para que las actividades de promoción social no sean externas sino desde y para ellos.

– en cuanto al contexto de intervención se podría pensar en una orientación no escolarizada, ya que no todos los jóvenes se encuentran en situación escolar y, como se ha mencionado, la actividad misma de orientación se vicia convirtiéndose en un requisito académico y deja de ser formador en su más amplia expresión. Casas de cultura, iglesias, parques, entre otros, pueden servir de pretexto para abrir un espacio a la juventud.

– los destinatarios de la orientación serían los jóvenes pero en su diversidad, no sólo aquellos que acuden a las escuelas, sino en la generalidad, aquellos que tengan motivación o inquietud de acercarse a los servicios de orientación.

– por último, el modelo de  orientación tendría que ser diverso y dependerá de dónde se ubique la actividad así como su objetivo. Las problemáticas juveniles pueden verse beneficiadas tanto por la intervención a través de programas como de counseling.

Sin embargo, en la actividad orientadora hay que tener presente los tres problemas planteados Tenti (2000) sobre la escolarización pero que son válidos también para la orientación educativa tanto en el ámbito formal como en el no formal. El primero de ellos se refiere a la identidad y cultura de los jóvenes, esto es a la diversidad que representa ser joven poseyendo una cultura social que puede no coincidir con el programa institucional en este caso el de orientación, de ahí que esta actividad tendría que evitar la verticalidad y homogeneización de saberes.

El segundo problema se refiere a un nuevo equilibrio de poder entre las generaciones que si bien Tenti (2000) hace alusión al profesor, lo mismo le sucede al orientador quien funge en el dispositivo pedagógico formal o no formal como una autoridad, sin embargo, no la tiene garantizada por lo que, siguiendo a nuestro autor, debe reconstruir su propia legitimidad ante los jóvenes para poder impactar en la labor orientadora.

El último problema es el referido al sentido de la escuela pero también aplica a la práctica de orientación en tanto que ésta puede carecer de sentido para los jóvenes, principalmente cuando se constituye, en el ámbito formal, en una asignatura más, lo cual deriva en ser una obligación académica más que en un acto auto formativo por lo que muchos jóvenes pueden presentar resistencia a esta actividad (Estrada y Stella, 2008).

Pero a pesar de estos posibles obstáculos, la orientación es una mediación para la construcción de un proyecto de vida de los jóvenes en tanto actividad que está en consonancia con los pilares de la educación propuestos por la UNESCO las cuales son: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser además de la visión de la educación a lo largo de la vida.

Bisquerra (2006) y Montanero (2002) señala que la acción orientadora esta engarzada, es decir, el hecho de trabajar en un área puede llevar implícito el trabajar con otras. Pero una de ellas sobresaldrá dependiendo de la demanda de intervención que se realice. Una de ellas es la demanda de aprender a ser y convivir la cual es abordada por el área de orientación para la prevención y el desarrollo humano.

La relevancia de esta área de orientación está dada por la existencia de una serie de comportamientos de riesgo como la violencia, depresión, consumo de drogas, suicidio. Todos ellos son problemas que reflejan déficits en las formas de enfrentar la vida. (Bisquerra, 2003). Como se ha enunciado, estos comportamientos se reflejan en las estadísticas de la juventud mexicana (INEGI, 2012), de ahí que la orientación para la prevención y desarrollo humano tenga importancia como labor profesional del pedagogo y el trabajo con jóvenes.

Esta área incluye una diversidad de temáticas que, de acuerdo a Martínez (2002) y Montanero (2002) pueden agruparse en dos grandes rubros: por un lado, aquellas temáticas que tienen que ver con lo emocional y por otro, las de carácter social o sociomorales. Para Bisquerra (2006) también se pueden abordar temáticas transversales como la educación sexual, de la salud, etc.

Dentro de los saberes que se ha buscado promover en esta área está la propuesta de Bisquerra (2003) la cual incluye la conciencia emocional, regulación emocional, autonomía personal, inteligencia interpersonal y habilidades de vida y bienestar como es la resolución de problemas. Este autor los engloba en el término de competencia emocional.

Otra propuesta es la de la Organización Mundial de la Salud (World Health Organization, 1994) quien menciona una serie de saberes psicosociales como parte de las habilidades para la vida: toma de decisiones, resolución de problemas, autoconocimiento, empatía, comunicación asertiva, relaciones interpersonales, pensamiento crítico y creativo, manejo de emociones y manejo del estrés.

Esta serie de saberes y habilidades buscarían hacer del joven un protagonista de su vida, que se haga cargo de su propia formación (Estrada y Stella, 2008) asumiendo un compromiso ético antes sus acciones, esto es de responsabilidad, previniendo el riesgo y la inmovilidad ante los avatares de la vida:

hay un momento de crisis disposicional o identitaria en los jóvenes, al enfrentarse la situación no prevista y no pensada, por no haber visto objetivamente el contexto en que están inmersos. La tensión se resuelve con la inmovilidad, en el no hacer nada, en quedar a merced del  azar. Esta solución a la crisis, lejos de favorecer al joven o la joven, opere en su contra, pues con la inmovilidad se suspende el trabajo sobre sí y se queda prácticamente a merced del medio. Lo que haría falta, entonces, es la capacidad para lidiar con lo contingente, tomar en cuenta las posibilidades en posibilidades de realización del proyecto, y plantear alternativas. Esto es algo que los jóvenes no suelen problematizar consciente y explícitamente; cuando descubren la imposibilidad de realizar el proyecto no ven otra vía posible, no perciben lo factible del proyecto pese a lo adverso del medio. Una vez que aceptan que el proyecto no se cumplirá, parecen no contar con la capacidad y autonomía para evitar quedar totalmente a merced de las condicionantes estructurales, para encontrar algún intersticio que posibilite la elaboración de un proyecto emergente en el marco de lo que es actualmente posible.” (Estrada y Stella, 2008, p. 123)

Saber responder a lo imprevisto pero con comportamientos que no deterioren su propia existencia o la pongan en situación de riesgo (robo, violencia, infecciones de transmisión sexual, accidentes, desempleo) esa es la labor de la orientación para la prevención y el desarrollo humano que busca facilitar lo que son características resilientes en los jóvenes: visión positiva en el futuro, pero realista, confianza en sí mismos, control interno, autonomía, etc. (González, Valdéz y Zavala, 2008).

Conclusión:

La tarea de la orientación educativa para el desarrollo humano puede tomar distintos rumbos en la práctica, algunos de estos posibles caminos serían:

  1. La orientación ni encaja con la cultura social ni con la especificidad de la cultura juvenil, esto implica una orientación descontextualizada y que se reduce a temas puramente psicológicos sin recuperar a los receptores de la orientación ni el marco sociocultural, político y económico en el cual se desarrolla.
  2. La orientación recupera con el contexto sociocultural, político y económico pero no con la especificidad de la cultura juvenil por lo que las respuestas que promueve no son adecuadas para el joven. Será un saber “desde arriba” pensando al orientador como el que tiene las respuestas para las dificultades del entorno. En el peor de los casos se trataría de una orientación que pretende homogeneizar las respuestas de los orientados, adecuándolas a los requerimientos de ese contexto.

  1. La orientación recupera el contexto sociocultural, político y económico así como la especificidad de la cultura juvenil en su diversidad. Además se convierte en una práctica orientadora horizontal donde las preocupaciones el joven así como las respuestas de éste son tan válidas como el conocimiento científico del cual parte el orientador.

Pero además, la práctica de la orientación dentro del ámbito escolar estaría limitada por la cultura institucional la cual muchas veces silencia aquello que pretende salirse de lo instituido. Por ello, la práctica de una orientación comunitaria implicaría abrir espacios fuera de lo escolar para promover el desarrollo humano pero no desde un saber centralizado en la figura del orientador sino que recupere a los actores propios de la comunidad y sus saberes.

Por otra parte, se requiere que el profesional de la pedagogía en orientación, con o sin posgrado, teorice desde el campo, no sólo en las cuatro paredes de un aula o frente a un escritorio sin entrar en contacto real con las demandas tanto de la práctica profesional como de los actores involucrados. De otra forma, las reflexiones quedan en puras especulaciones que seducen al oído pero se quedan en la seudo-concreción. En el caso específico de los jóvenes, estos no son una entidad abstracta sobre la que hay que pensar, sino son entes concretos e históricos. No acudir a su voz en los contextos adecuados lleva a plantear directrices en el aire, cosa común en la academia.

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