Educador y escritor chileno, radicado en Venezuela
En 1922, Gabriela Mistral viaja a México invitada por José Vasconcelos y durante dos años participa de la revolución educativa mexicana. Se integra a las misiones rurales donde participa instalando bibliotecas y con talleres de lectura comentada. “México es la única nación del continente que le ofrece a la educadora chilena la posibilidad de plasmar ideas y proyectos, que mínimamente realizó en Chile en una época de ausencias y abandonos…” En 1923, año en que partió de México con destino a Estados Unidos, apareció su libro Lecturas para mujeres De este libro se imprimieron 20.000 ejemplares. Fue un libro destinado a la educación y a la enseñanza del lenguaje.
Preliminares
Gabriela Mistral ofrece una faceta desconocida para el lector de América latina, por cuanto el genio poético que la consagró como una gran escritora, a partir de 1945, al obtener por primera vez para esta América nuestra, el Premio Nóbel de Literatura, opacó el quehacer educativo que realizara en Chile; primero, como maestra rural en el Valle del Elqui, el lar nativo y posteriormente en condición de docente y directora de varios centros de enseñanza media en distintos puntos geográficos del país natal, hasta arribar al año 1922, cuando recibe la invitación personal del ministro de educación de México, José Vasconcelos para ir a integrarse con otras personalidades del continente en el proceso revolucionario educativo, iniciado por la nación del norte.
En México
Al arribar al país azteca, Gabriela se encuentra con un pueblo y el gobierno del presidente Alvaro Obregón, alborozados, por cuanto se hayan lanzados en una tarea revolucionaria, centrada especialmente en el sector agrario en esa época cuando América, al sur del Río Grande está todavía sumida en una larga siesta semicolonial, con un elevadísimo porcentaje de analfabetismo y la presencia de una oligarquía, que en la práctica sucedió omnímodamente a los colonizadores españoles, súbditos de un imperio real. Es por ejemplo, el caso de Venezuela, que duerme bajo la férula de un dictador semianalfabeto, más preocupado de sus vacas y pertenencias agrícolas que mantiene en sus extensas haciendas que de las cuestiones de gobierno, encaminadas a la preservación de sus connacionales, como lo fue Juan Vicente Gómez; o el enseñoramiento de una oligarquía en Chile, que mantiene excluidos de la educación a incipientes sectores de trabajadores, que han logrado desprenderse de latifundios para incursionar mayoritariamente, a una edad temprana, en los centros mineros salitreros o carboníferos del país austral. Qué decir de Ecuador, Perú y Bolivia con una gran masa indígena proscrita a los contrafuertes cordilleranos, subsistiendo en condiciones misérrimas de esclavitud, mientras una minoría que no traspasa el 25 por ciento de la población, residen en la capital, en el litoral o en Europa disfrutan de los bienes que les proporcionan sus extensas tierras, a cargo de caporales o mestizos arribistas, cancerberos de sus propios hermanos de raza, junto a las venales autoridades gubernamentales, al servicio de los latifundistas que aherrojan al ser indígena.
Revolución educativa mexicana
Será en México, donde Gabriela desarrolle en plenitud un pensamiento y quehacer educativos, que impulsó solitariamente, como una figura quijotesca, en las escuelas rurales donde se inició como maestra en Chile, y careció siempre del apoyo necesario para llevar a cabo proyectos, que iban mucho más allá de modalidades pedagógicas asfixiantes, imperantes en aquella época.. La realidad que le ofrece México es extraordinaria sobre todo con, un jefe de estado, a quien la escritora lo califica como un “mestizo ilustrado”, nacido en Oaxaca, la misma tierra originaria de Benito Juárez. A esto se agrega, el contar con un ministro-filósofo, José Vasconcelos, quien se convertirá en un eminente pensador latinoamericano, portador de ideas muy opuestas al positivismo, esa tendencia filosófica que surgió en el siglo XIX en Europa y que hicieran suya los gobernantes de los diversos países latinoamericanos también “ilustrados”, durante más de una centuria. Pensamiento éste, que abogaba por un desarrollo eficiente, y aséptico, donde predominará el orden, la disciplina, producto de tesis europeas, no importando tanto el hombre originario de estas latitudes, por considerarlo proveniente de una raza inferior, sin una mayor evolución intelectual. Contradiciendo a un educador, precursor en el continente de esta línea vinculada con un profundo latinoamericanismo, surgido en las últimas décadas del siglo XVIII, compartida por Gabriela Mistral, una centuria después. Nos referimos al venezolano Simón Rodríguez. Lamentablemente, como siempre, como antes y como en el presente se cayó en una servil imitación, lo cual significó dejar de lado al indígena y a los descendientes de esclavos provenientes de Africa por considerarlos igualmente de una etnia decadente, carentes de la inteligencia que podían poseer un alemán o italiano, tal cual ocurrió por ejemplo en Argentina y Chile, donde en el devenir del siglo XIX se procedió al arrinconamiento y al exterminio de las etnias aborígenes para dejarles el campo libre a los foráneos procedentes de Europa, a través de la”Guerra del Desierto” y la mal llamada “Pacificación de la Araucanía”.
México es la única nación del continente que le ofrece a la educadora chilena la posibilidad de plasmar ideas y proyectos, que mínimamente realizó en Chile en una época de ausencias y abandonos, especialmente en el valle nativo, instalado en el denominado Norte Chico, donde comenzara en calidad de maestra rural y constatara la presencia: “de los piececitos de niños campesinos, azulosos de frío” y en centros de enseñanza media; algunos, recientemente creados, situados algunos muy alejados de la ciudad-capital , ya fuera en Antofagasta Punta Arenas o Temuco. En México, renace y se integra de lleno a las acciones que se llevan a cabo para adentrase en las barriadas de las ciudades o en la sierra mexicana, en las cuales residen los seres más abandonados , en una gran proporción indígenas, muy venidos a menos por mestizos republicanos que expropiaron las tierras que les pertenecieron por años de años. Ella misma lo señala: “Se empapa de las personas, de la Naturaleza vegetal. La transita en trenes de locomotora a vapor, entre revolucionarios, en carreta tirada por caballos o bueyes. Peregrina en las comunidades altas de Oaxaca. No le tenía miedo al vértigo y cruza el país en los primeros aeroplanos”.
Las estrategias utilizadas para abordar el subdesarrollo secular de México, el cual se repite en todo el continente en las primeras décadas del siglo XX. se plantean, así: Se pretende primero formar un educador creativo, identificado con las necesidades de su pueblo y carente de esa vanidad que embarga a los graduados, que cuando ostentan un título, aspiran a trabajar dentro de un aula de clases, sentados en un escritorio, desvinculados de la realidad circundante, situación de la cual Gabriela señala que: “Los trabajadores no creen ya en aquella escuela que les enseñó todas las inutilidades y los lanzó a la vida con las manos torpes para todos los oficios. Ellos no aman, no pueden amar al maestro sin sentido de la vida que les robó la riqueza de la sangre en un aula de clase oscura y que les mató la alegría de vivir al no ponerlos en contacto con la tierra-madre de la cual emanaron el vigor y todas las excelencias más que de sus lecciones sin entusiasmo”.
Considera la Mistral, que los futuros educadores no deben abotagarse con tantas teorías elaboradas para educandos de otras realidades, como ocurre hasta los tiempos nuestros – agregamos nosotros-. De esa época cita a las figuras europeas de Froebel y Pestalozzi, que orientan los procesos educativos en tierras de ultramar. Estima que lo más importante de los planteamientos de estos docentes es recoger sus testimonios de vida, el apostolado que ejercieron, modelo por seguir en una realidad otra, donde tantos seres necesitan un apoyo concreto y vertiginoso para salir de esa etapa de postración endémica.
Creemos que la labor realizada en la Escuela Francisco I Madero, cuando concurre Gabriela como invitada para observar el proceso educativo y ella decide quedarse, impresionada por la acción que se lleva a cabo, ilustra la esencia de esta reforma educativa que tan hondo cala en el pueblo mexicano, y luego, en diversos puntos de la geografía caribe-latinoamericana. Es el modelo de la Escuela-Granja, que surge en los arrabales de la gran ciudad, en espacios ociosos y abandonados, donde por la iniciativa de un normalista se logra la cesión de una par de hectáreas de terreno para iniciar un nuevo modelo educativo en aquella época, destinada a una sociedad agraria. Se reúne a los infantes del sector y se empieza con actividades vivenciales, antes de ingresar al aula. Junto a los maestros se limpia el terreno, se prepara la tierra para la siembra, el cultivo y otras actividades similares que se adquieren en ese laboratorio natural. Con el estímulo de Gabriela, obtienen del ministro Vasconcelos el apoyo en elementos técnicos y pedagógicos para crear una verdadera comunidad educativa, integrada por padres, representantes y vecinos del sector. A la primera cosecha de remolachas, concurre el Ministro, los alienta y los estimula sobre todo cuando le informan que estos productos se mercadean y que con los ingresos proyectan crear una cooperativa para la adquisición de la semilla y encargada de la venta. Posteriormente, vendrá la creación de un pequeño Banco y de una Caja de Ahorros.
De la práctica pasan a la teoría, con la donación de libros para la creación de una biblioteca, conformada por títulos de las principales obras de la creación universal. Se crea asimismo un vehículo de comunicación con la comunidad, como lo es el periódico “El Agricultor”. Por otro lado, los estudiantes participan en trabajos comunitarios al servicio del villorio en labores de aseo y de limpieza. Tal modelo que se multiplicó en distintos lugares de México, contó siempre con la colaboración activa y permanente de los ministerios de Educación, Agricultura y del Trabajo en textos, programas, maquinarias, semillas, animales, etc. Después, de tal resonante éxito Gabriela Mistral se pregunta: ¿Qué serán estos niños en diez años más? ¿Qué los diferenciará de los otros formados en escuelas primarias? La respuesta se la da ella misma: “No serán por cierto aspirantes a bachilleres, postulantes eternos a empleos, que llenan pasillos de ministerios, pidiendo con un montón de recomendaciones el puestecito fiscal más mezquinamente remunerado, con tal de ser miseria dorada, pobreza decente. Ni serán hombres unilaterales, sin la visión de unidad de la vida que caracteriza a los intelectuales, ni pesimistas que se han hinchado de odio y desaliento por un pequeño fracaso, del cual no tienen la culpa sino sus manos torpes y su mente amodorrada…Serán hombres de la tierra, sensatos, sobrios y serenos por el contacto con aquélla que es la perenne verdad. Harán una democracia menos convulsionada y menos discurseadora que la que nos ha nacido en América Latina, porque la pequeña propiedad (que ellos exigirán y que conseguirán en México) aplaca rebeldías, da dignidad a la vida humana y hace el corazón del hombre propicio a las maravillas del espíritu”. Agrega, la educadora chilena participante en la Reforma Educativa de México:”La pequeña república agraria que estos niños han creado les irá revelando el régimen económico y los caminos por donde se busca prosperidad de un país: No tendrán el odio de la riqueza, que sólo cuaja cuando el hombre no tiene nada que defender ni amar bajo el sol porque sea suyo”.
En México, Gabriela Mistral se dedicó plenamente al trabajo educacional. A ella, se debe el sistema básico de enseñanza de las primeras letras en comunidades de campo y marginales, hoy extendido a toda América, así como la creación de la Escuela Nocturna para los trabajadores, que había experimentado en la austral ciudad chilena de Punta Arenas, entre los años 1918 y 1920, cuando ejercía el cargo de Directora del Liceo de Niñas y en las noches “parteaba” el conocimiento con innumerables trabajadores que acudían a su escuela en busca de las luces. A esto, se añaden las escuelas ambulatorias que ideara el propio José Vasconcelos con tan exitosos resultados.
Gabriela Mistral integrada a las Misiones
Gabriela Mistral, igualmente, se integra a las misiones rurales, implementadas por el gobierno mexicano para adentrarse en los sectores más abandonadas de la república. Las integran, por equipo: Un director, una enfermera, tres maestros primarios, cuatro carpinteros, algunos albañiles, un agrónomo, una modista, una profesora de economía doméstica y el especialista de una pequeña industria. El objetivo es el indígena, el ser más abandonado a su suerte. La labor se extiende por dos meses. Primero, enseñan a los indios a construir sus casas con procedimientos modernos y en seguida el cultivo de los suelos. Conviven durante ese periodo con las familias indígenas, a quienes instruyen sobre comidas españolas, medicinas casera y les enseñan a leer en breve plazo. Cuando se internan en la sierra, los acompañan ingenieros para delinear vías y dirigentes agrarios, quienes explican la política educacional y agrícola del ente gubernamental. Todo se configura en la participación comunitaria: vialidad, escuelas, huertos, talleres artesanales. Instalación de bibliotecas y talleres de lectura comentada, en los cuales participa activamente la Mistral. Todo este quehacer magnífico hace exclamar a la educadora y creadora poética continental: “Mi México. El único que está en mi corazón”.
Consideraciones finales
A modo de conclusión, diremos que tardíamente hemos ido descubriendo las genialidades de Gabriela Mistral tanto en la creación poética como en el campo educativo, quehaceres que se insertan dentro de la tendencia histórica en que siempre se situó, y que como ya lo hemos manifestado, se inscribe en esa visión de nuestra realidad latinoamericana, eminentemente mirando hacia nuestras propias entrañas y raíces, no dejándose embeber por las luces de los imperios de uno y otro siglo, que siempre han pretendido imponer un modelo cultural, científico y tecnológico que corresponde a otras realidades, a otros seres diametralmente opuestos a nosotros. Gabriela es continuadora de un pensamiento forjado por pensadores como: Simón Rodríguez, Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Andrés Bello, Francisco Bilbao, José Martí, Eugenio María de Hostos, José Enrique Rodó, José Vasconcelos, José Carlos Mariátegui y tantos otros más que siempre extendieron sus miradas hacia nuestras tierras en búsqueda de nuestras propias creatividades.
Muchos de aquellos que tildaron a Gabriela de “señorona” “profesorcilla rural” y sustentadora de posiciones conservadoras han tenido que variar drásticamente la apreciación de la Mistral, cuando en estas últimas décadas empezamos a conocer sus trabajos difundidos, sin “apellidismos”, quien sin temores de ninguna especie se proyectó con valentía por ejemplo, denunciando el asedio que el imperio le hizo a Sandino hasta provocar su muerte, o escribiendo “La Palabra Maldita”, refiriéndose a la Paz, en épocas de distorsiones, asedios, amenazas y alineamientos ideológicos. En el plano educativo, conocemos, ahora, en el resto de América la gran labor educativa desarrollada en México y en el plano poético, la aparición de su obra Tala, en 1938 y que fue tardíamente conocida por cierto infortunio en su primera edición, se nos aparece como un elemento más de esta grandiosa naturaleza americana, con sus seres aborígenes y los entornos, a quienes tanto amó y continúa conviviendo con ellos allá, soñando eternamente en su tumba de Montegrande, al pie de de esos murallones pétreos de la Cordillera- Madre y donde ella suele responder a los peregrinos y admiradores que la visitan con el silbido del viento cordillerano, así como nos ocurrió a nosotros, poetas y soñadores del Círculo Literario Jotabeche de Copiapó, cuando nos fuimos a despedir de ella, poco antes de transitar por los infiernos de la dictadura y salir al exilio durante el año 1975.
Odiseo, revista electrónica de pedagogía. Año 2, núm. 3. 1 de octubre de 2004.
http://educacionypsicologia.org.mx/revistaodiseo/2004/07/01villegas_mistral.htm (ISSN 1870-1477).
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