Año 5, núm. 10. enero-junio 2008. ISSN 1870-1477

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PARA CITAR este artículo:
Morán, Lourdes.  (2008). La educación escolar en perspectiva humanística y pedagógica.Odiseo, revista electrónica de pedagogía, 5, (10). Recuperado el {día, mes y año} de: http://www.odiseo.com.mx/2008/5-10/moran-discurso.html

La educación a distancia desde el análisis del discurso

Lourdes Morán
Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras

Resumen: Las experiencias de educación a distancia, son instancias formativas analizadas por diferentes pedagogos y didactas, interesados en comprender estos nuevos espacios educativos y en mejorar las propuestas. En este trabajo se propone un acercamiento a las propuestas desde una herramienta que puede ofrecer perspectivas nuevas: el análisis del discurso. Se aborda este estudio desde tres dimensiones diferentes que enriquecen el análisis: el análisis del discurso desde la lingüística funcional, el análisis del discurso desde una perspectivo cognitivo-constructivista y finalmente el análisis del discurso desde una mirada pedagógica. Estas tres perspectivas permiten interpretar y comprender los intercambios que se dan en las experiencias de formación a distancia, en este caso de e-learning, cuyo principal vehículo para la comunicación es el lenguaje escrito..

Palabras clave: Análisis del discurso, lingüística, e-learning, habilidades cognitivo discursivas, discurso didáctico electrónico

Recibido:  mayo de 2008; aceptado para su publicación: julio de 2008

Introducción.

El presente trabajo aborda diversos temas que refieren a cuestiones fundamentales de mi trabajo de investigación. Centrado en la Educación a Distancia el tema de tesis que me encuentro desarrollando se titula de la siguiente manera: “Modulación cognitiva y estrategias comunicativo-discursivas en comunidades de aprendizaje virtual. Transposiciones entre la interacción didáctica del aula y la comunicación en redes”. El objetivo central de mi trabajo se orienta a identificar y contrastar los procedimientos y estrategias cognitivo-discursivas que los docentes ponen en juego en las diferentes situaciones de interacción didáctica en contextos de formación presencial y virtual, para hacer evidentes las transposiciones, -desde una didáctica presencial a una didáctica online-, y dar cuenta de sus efectos, poniendo de manifiesto las características propias o idiosincrásicas de la enseñanza en los ambientes virtuales de aprendizaje que pueden generar nuevas perspectivas de análisis, interpretación y aplicación a los procesos análogos en la práctica didáctica presencial.

Teniendo este objetivo presente, mi interés se orienta a descubrir y elaborar principios generales que puedan emplearse para comprender fenómenos específicos, como los que se presentan en la educación a distancia mediada por la Red (Internet). La posición asumida se orienta a integrar los análisis teóricos con la práctica investigada. Con un interés teórico definido, el estudio que me encuentro desarrollando no se limita a argumentar sobre la práctica humana en cuestión, sino más bien, propone iniciar con conceptos referidos a un marco teórico y describir la práctica investigada en relación con esos conceptos, permitiendo ampliar el marco teórico cuanto resulte necesario. Pretendo así alejarme de los debates sobre los aportes psicológicos y didácticos polarizados en dos extremos; por un lado, los análisis teóricos muy alejados de la realidad del aula, con énfasis en la erudición, y, por el otro, análisis tan apegados a los problemas de la práctica que no es posible producir conceptualizaciones. Es por ello, que me ha resultado muy interesante la propuesta de una investigación centrada en las prácticas societalmente significativas. A partir de esta perspectiva considero que se ofrecen elementos nuevos de análisis, que permiten abordar las experiencias formativas que se realizan en estos espacios, con una mirada renovada y compleja, abordando cada uno de los elementos que forman parte de esta realidad que muchos de nosotros transitamos cotidianamente. Los hechos educativos a los que nos acercamos son complejos y están sujetos a múltiples factores que no pueden ser dejados de lado al momento de analizarlos. Los hechos particulares de la educación a distancia poseen a su vez, dimensiones específicas de análisis que le confieren características particulares. (Litwin, 1995). No abordarlas sería apartarnos de una comprensión lo más acabada y real posible de estas experiencias, lo cual nos llevaría, a su vez, a no poder realizar conceptualizaciones adecuadas o a tener visiones fragmentarias sobre los hechos analizados.

Estas prácticas novedosas de la educación nos ponen a los profesionales del campo educativo en la necesidad de revisar nuestras prácticas a la luz de las transformaciones que, como desafío, nos imponen los cambios sociales. Frente a ello se me ha hecho presente, como a muchos de mis colegas, la necesidad de incorporar nuevas variables que ayuden a repensar los diversos fenómenos educativos a los cuales nos enfrentamos, y a comprender a sus protagonistas insertos en todos ellos. (Litwin, 2007).

Toda situación educativa es, en primera instancia un acto comunicativo, una experiencia de intercambio y de construcción conjunta entre docentes, alumnos, contenidos. La educación como proceso de comunicación asume en las experiencias de e-learning (formación en Red) una impronta particular, diferente a la que se desarrolla en experiencias de educación presencial. Los intercambios se realizan en Plataformas de intercambio, en dónde el discurso escrito asume un valor fundamental. La comunicación se vehiculiza principalmente por intercambios en foros, chats, mensajes instantáneos, etc. Así, los docentes, tutores y alumnos interactúan por medio del lenguaje escrito, mientras que en situaciones presenciales, dichos intercambios, caracterizado como el diálogo en el aula, se realizan principalmente en forma oral. El discurso vehiculizado por los mensajes o contribuciones escritas en foros y conversaciones electrónicas, conservan ciertos rasgos de la oralidad combinados con los propios de la escritura (Olson & Torrance, 1995).

Frente a esta situación, y para realizar un abordaje serio y comprometido de los intercambios que entre los participantes se llevan a cabo, resulta necesario un análisis del contenido y de la forma de estos intercambios, que permita acompañar las construcciones del conocimiento y el aprendizaje que se realizan en las diversas experiencias formativas. En este punto, resulta un aporte interesante el realizado por el análisis del discurso, desarrollado por la semiótica social y la lingüística funcionalista.

Desde una perspectiva didáctica, para abordar las diversas experiencias formativas que se llevan a cabo en estos espacios me preocupan tres aspectos fundamentales. En primer lugar el discurso en sí, su forma, las secuencias del discurso, los turnos en el habla, la estructuración de los intercambios, etc., aspectos analizados desde un enfoque lingüístico. En segundo lugar, la construcción de significados, lo que se podría llamar el contenido, lo que las personas se dicen unos a otros, de qué hablan, qué palabras utilizan, qué dan a entender, que habilidades cognitivas se ponen en juego, cómo construyen el significado de sus expresiones, etc., elementos que refieren a un abordaje cognitivo. En tercer lugar, el marco en el cual se desarrollan las experiencias educativas que se analizan cuyos aspectos coinciden con un análisis sociológico y didáctico de las situaciones de enseñanza-aprendizaje que se desarrollan.

De estos tres aspectos enunciados, el análisis del discurso es uno de los estudios que más recientemente se ha incorporado a la investigación de la formación en Red. De aquí, que el interés de mi trabajo se orienta a esbozar en tres apartados la profundización del discurso desde una perspectiva lingüística, cognitivo-constructivista y didáctica. El objetivo se dirige a presentar algunos lineamientos sobre el discurso como modo de vehiculizar la comunicación en dichas experiencias formativas. El desarrollo no pretende ser conclusivo, pero si se propone trazar algunas ideas que permitan pensar sobre las prácticas desarrolladas que se multiplican día a día.

1. Abordaje del discurso desde la lingüística

Jay L. Lemke comienza su texto“Aprender a hablar ciencia”con una pregunta que deseo retomar para iniciar este aparatado: “¿Por qué el énfasis en el lenguaje?” (Lemke, 1997). Esta pregunta nos ayudará a esbozar algunos elementos que permiten profundizar el análisis del discurso desde la lingüística. El lenguaje, según el autor, no es sólo vocabulario y gramática: el lenguaje es un sistema de recursos para construir significado. Nuestro lenguaje nos proporciona una semántica una forma particular de crear similitudes y diferencias en los significados. De este modo un concepto o idea particular tiene sentido en función de las relaciones que tiene con otros conceptos e ideas. Es decir, la semántica es el estudio del significado tal como éste se expresa a través del lenguaje. Todo contenido e idea se puede expresar de muchas manera posibles y mantener el mismo significado, puesto que la semántica nos permite emplear la gramática y el vocabulario de diferentes maneras para expresar el mismo significado. Cuando mantenemos diversos intercambios, ya sea en el aula o en cualquier otra experiencia comunicativa, combinamos los significados de todo lo que vamos escuchando. Para entender el significado de una expresión realizada, es necesario conocer algo más que el significado de las palabras que empleamos, necesitamos reconocer las relaciones de significado que existen entre las palabras. Por ello, sostenemos que alguien puede conocer el significado de diversos términos, pero ello no significa que sea capaz de emplearlas dentro de una oración o expresar cómo pueden relacionarse con otros términos.

La semiótica, también llamada semiología, fue desarrollada como parte de los esfuerzos por sentar las bases científicas de la lingüística y es la disciplina que comenzó abordando las relaciones entre significados y la semántica. La semiótica se refiere al estudio de todos los sistemas de símbolos y signos, y de cómo éstos son empleados para comunicar y expresar significados. La lingüística, a su vez, abarca el campo específico del lenguaje y también es parte de la semiótica, en cuanto se preocupa por la significación del lenguaje.

En este punto me interesa centrar los esfuerzos y referirme a las aproximaciones que se han realizado al estudio del lenguaje, considerándolo desde una dimensión social, vinculada a la práctica en el contexto. Resulta interesante para analizar el discurso de los hablantes, la suposición básica de la semiótica social, que se interroga sobre cómo la gente elabora y utiliza los signos para construir la vida de una comunidad. (Lemke, 1997). Y como parte de esta orientación de la semiótica, la lingüística funcional también aporta elementos interesantes para el estudio del lenguaje como acción social. El análisis del discurso, uno de sus aportes más notables, desde una perspectiva metodológica, como análisis de la lengua en su uso, permite analizar los intercambios sin limitarse a la descripción de formas lingüísticas con independencia de los propósitos y funciones a las cuales están destinadas esas formas. (Brown, G., Yule, 1993). Comprendiendo el lenguaje como un sistema múltiple (por la cantidad de elementos que lo componen) y dinámico (porque varía en las diferentes situaciones comunicativas y porque cumple diferentes funciones), el análisis del discurso, no puede dejar de relacionar el lenguaje con los diversos contextos en los cuales se desarrolla. Por lo cual el lenguaje no se comprende desconectado del discurso. Su estructura está íntimamente ligada a las funciones que cumple. Este abordaje resulta interesante en la medida en que nos proporciona elementos para comprender los intercambios que se llevan a cabo. Sólo a modo de ejemplo de las teorías que forman parte del análisis el discurso, menciono a dos de ellas: El Análisis Conversacional desarrollado por Sacks, H., Schegloff, E. y Jefferson, G. (1974), que postula una teoría acerca del desarrollo de los turnos del habla como una forma “básica” de organización del habla. Y La Teoría de la Cortesía, desarrollada por Brown y Levinson (1987), que sostiene como premisa esencial que todo individuo que vive en una sociedad hace uso constante de una serie de estrategias, que facilitan la interacción entre dos o más personas y que, en ocasiones sirven de atenuantes para el logro de objetivos determinados. Estas teorías pueden ofrecer perspectivas nuevas para el análisis del discurso en los intercambios en medios formativos.

En todos los intercambios que mantenemos, creamos sentido sobre el mundo, construimos significados. Creamos sentido con palabras y gestos para crear significados socialmente reconocidos y ejecutar acciones significativas. Este significado es creado en un contexto particular. Las personas de distintas comunidades, incluyendo a los diferentes grupos dentro de una gran comunidad, tienden a tener diferentes maneras de elaborar significados. De hecho, el grado en que compartimos significados nos hace ser miembros de un mismo grupo social, o al menos parcialmente. En este sentido, la pertenencia a una comunidad y la participación social en ella se transforman en elementos primordiales. La participación en las prácticas de las comunidades sociales, nos permiten elaborar significados y construir identidades en relación con estas comunidades. Desde esta perspectiva la participación no sólo da forma a lo que hacemos, sino también conforma quiénes somos y cómo interpretamos lo que hacemos. Conformamos a menudo comunidades de práctica en nuestra vida cotidiana, en el trabajo, con nuestra familia, con los amigos, con los compañeros de la universidad, etc. Las prácticas que se dan en cada una de estas comunidades son propiedad de dicha comunidad creada, que posee la intención sostenida de lograr algo compartido. Este es el sentido de la comunidad de práctica (Wenger, 1998). La importancia del contexto y de la práctica, desde esta perspectiva social, se remite tanto a aspectos implícitos como explícitos. Abarca el lenguaje, los instrumentos, los documentos, las imágenes, los símbolos, los roles definidos, los contratos las regulaciones, etc. Pero también abarca las relaciones implícitas entre los miembros, las convenciones tácitas, las señales sutiles, las normas no escritas, las intuiciones, las percepciones, las sensibilidades, las comprensiones encarnadas, los supuestos subyacentes, las nociones compartidas acerca de la realidad, etc. El proceso de participar de una práctica implica siempre a toda la persona, actuando y conociendo a través de todos y cada uno de los aspectos explícitos e implícitos señalados, construyendo significados en función de ellos (Chaiklin, 2001).

En la educación a distancia, como en el resto de las experiencias formativas, también se conforma una comunidad particular. En el caso de la educación mediada por computadoras, muchos referentes del área denominaron a estas colectividades “comunidades virtuales”. (Litwin, 2005). Estas comunidades, como comunidades de práctica comparten entre otros aspectos: una historia acerca de su experiencia de participación, una identidad colectiva, obligaciones recíprocas que regulan los intercambios y las conductas entre los que participan, un discurso o lenguaje especializado de esta comunidad generado por la comunidad para responder a sus intereses o necesidades, que puede resultar incomprensible a los extraños, y otros más (Litwin, 2000). Algunos autores avanzaron aún más en la conceptualización de las “comunidades virtuales” argumentando que son un tipo de comunidad discursiva, en la que sus interacciones se realizan a través de textos producidos por las personas en una instancia particular de producción y recepción. A diferencia de las comunicaciones cara a cara, que cuentan con indicadores no verbales en estos espacios de formación, los participantes utilizan una serie de indicadores denominados “emoticons” (iconos que intentan reproducir sentimientos, emociones, risas, etc. por medio de la combinación de símbolos). (Mercer, 2000; Noblia, 2000). El discurso es la principal herramienta de intercambio y participación de estas comunidades, y tal vez es el aspecto que llame más la atención de estas comunidades de práctica, el punto de análisis de mayor interés. Al participar de estas comunidades y comprometerse con ellas se observan una serie de habilidades acerca del discurso que se despliegan en estos espacios casi en forma exclusiva de esa colectividad. Cada comunidad tiene sus propias prácticas de elaborar significados, y las prácticas semióticas de las comunidades virtuales, son un ejemplo de ello. Analizarlas desde la perspectiva de lingüística funcional, tomando en cuenta cada uno de los elementos que nos provee el análisis del discurso, nos abre a los investigadores en educación una perspectiva nueva y complementaria de nuestra mirada pedagógica.

2. Abordaje del discurso desde una perspectiva cognitivo-constructivista.

Para afrontar el discurso desde una perspectiva cognitivo-constructivista, deseo primero, expresar mi posición alejada de lo que se denomina el mentalismo, expandido como ciencia cognitiva, y caracterizado primordialmente, por los modelos computacionales. Mi oposición hacia el mentalismo se fundamenta en que los modelos mentales que sostienen describen los procesos cognitivos desvinculados de los procesos, dado que se considera que ocurren dentro de una mente aislada. Estos modelos se basan en la suposición de que todas las mentes humanas procesan la información de la misma forma, sin considerar las diferencias entre grupos e individuos. Desde esta perspectiva, la mayoría de los cognitivos describen el uso del lenguaje poniendo poca o nula atención en la semántica de la lingüística funcional, proponiendo en su lugar, la invención de una lógica cognitiva autónoma. Una lógica que posee una estructura que es reconocida en todas y en cada una de las personas, una lógica universal.

Desde la psicología cognitiva (perspectiva desde la cual abordo este apartado), el interés es otro. Alejada del lenguaje de la mente universalizada, su interés se centra en describir las prácticas semióticas, las cuales son diferentes en diversas culturas y/o grupos sociales. Este conjunto de prácticas semióticas son sistemas posibles de crear significados, sistemas posibles de construir significados íntimamente vinculados con la pertenencia cultural y social. (Lemke, 1997).

Si queremos captar el sentido de lo que ocurre en cualquier conversación, nos es preciso tener cierta idea de lo que las personas están intentando conseguir. Esto incluye no sólo los resultados en concreto que esperan se consigan mediante la interacción concreta, sino también el modo en que se interpreta la actividad en la que toman parte y cómo creen que debería llevarse a cabo tales actividades. Una importante fuente de referencia para el significado de toda actividad social es la cultura, y la cultura proporciona también pautas sobre cómo comportarse adecuadamente en contextos determinados; la actividad, o conversación, se define como un tipo de acontecimiento en especial, por ejemplo: “comprar y vender”, “hacer amigos”, etc. y se lleva a cabo de acuerdo con ello. (Edwards, D., Mercer, N., 1988). Me refiero con ello, a que la apropiación cultural consiste en la adquisición, por parte del individuo, no sólo del objeto cultural, sino también de las operaciones psíquicas implicadas en su uso en el contexto de actividades sociales específicas definidas y guiadas por diferentes motivos.

En las teorías socioculturales la relación entre las personas y el mundo exterior no es una relación directa, sino que está mediada por los instrumentos y por los signos. El uso y el dominio y el dominio progresivo de los signos o de los códigos y lenguajes humanos permiten la transformación del mundo interno, es decir la formación y el desarrollo de los procesos psicológicos superiores, a la vez que permite operar con los datos de la realidad y sus representaciones para hacer construcciones nuevas de pensamiento. Más concretamente, el uso del lenguaje permite controlar y regular el propio comportamiento y realizarlo de forma consciente y adecuada, reaccionando no tanto a los estímulos externos como a los significados contenidos en estos instrumentos mediadores. El uso del lenguaje verbal permite planificar, es decir, decidir la secuencia de acciones a seguir para alcanzar un determinado objetivo. Así el lenguaje se convierte en una forma social del pensamiento. (Mercer, N. 1997). Describiendo el lenguaje de esta manera dos caminos importantes en los que el lenguaje se relaciona con el pensamiento. Uno de esos es que el lenguaje es un medio vital por el cual nos representamos a nosotros mismos, nuestros propios pensamientos. Vigotsky (2007) describió el lenguaje como una herramienta psicológica, algo que cada uno de nosotros utiliza para darle sentido a la experiencia. El lenguaje es también nuestra herramienta cultural esencial: la utilizamos para compartir la experiencia y, por lo tanto, para darle sentido colectiva y conjuntamente. El lenguaje es un medio para transformar la experiencia en conocimiento y comprensión culturales. Las generaciones sucesivas de una sociedad se benefician de la experiencia del pasado sobre todo a través del lenguaje hablado y escrito, y cada nueva generación utiliza también el lenguaje para compartir, discutir y definir su nueva experiencia. El lenguaje es, por lo tanto, no sólo un medio por el cual los individuos pueden formular ideas y comunicarlas, sino también un medio para que la gente piense y aprenda conjuntamente. Con ello mi interés es expresar dos funciones del lenguaje: la función cultural (comunicar) y la función psicológica (pensar), que no están separadas, sino íntimamente ligadas.

Así, al abordar el análisis del discurso, desde una perspectiva cognitivo-constructivista, varios son los elementos que podemos analizar, teniendo en cuenta los procesos psicológicos y culturales que ocurren en estas experiencias. En las instancias de e-learning, el material concreto de análisis con el cual nos enfrentamos los investigadores, es el discurso, esencialmente el discurso escrito, descripto por varios autores como discurso electrónico, que se plasma en foros y chats, abiertos para el intercambio de ideas con tutores, alumnos y profesores. No es tarea sencilla, elucidar en las conversaciones que se realizan, cuáles son los procesos de construcción de significados y de pensamiento que se están desarrollando, sin embargo al considerar las propuestas de intercambio en el contexto de actividades sociales y considerando las motivaciones presentes, creo que se abre un camino interesante. Al analizar el discurso de los que participan de dichas experiencias podemos observar, también como elemento de análisis, en qué medida se van construyendo los significados en forma conjunta. En esta elaboración conjunta los participantes emplean y desarrollan habilidades cognitivas y comunicativas que les permiten comprender explicaciones sobre diferentes fenómenos, construir las propias interpretaciones y explicaciones a diferentes hechos y situarse en realidades concretas de manera activa y personal. En mi experiencia, analizando extensas conversaciones desarrolladas en foros y chats, pude apreciar en los discursos de los participantes, habilidades de describir, argumentar, justificar, explicar, que facilitan la apropiación de instrumentos y contenidos culturales. Esta apropiación está vehiculizada, sobre todo, por el lenguaje escrito: el discurso y algunos elementos de paralenguaje electrónico que le proveen los emoticons y que buscan hacer frente a la ausencia de indicadores no verbales (gestos, expresiones, miradas, entonación, acento, etc.) que se encuentran en las comunicaciones cara a cara de los participantes. Tomar en cuenta todos estos elementos de análisis, ofrecen un acercamiento interesante a las propuestas de e-learning desde una perspectiva diferente.

3. Abordaje didáctico del discurso.

En este tercer apartado mi interés se centra en ofrecer herramientas de análisis que nos permitan realizar una aproximación didáctica al discurso que se realiza en toda experiencia comunicativa del aula y otros entornos de aprendizaje.

La interacción verbal en el aula representada por el discurso didáctico o de clase es un área de estudio que ha ido creciendo constantemente, desde los primeros estudios cuantitativos de la tradición investigativa de proceso-producto, como el sistema de categorías de la interacción didáctica de Ned Flanders (1977) que dominó la década de los '70, pasando por los planteos sociolingüísticos (Cazden 1986,1988) y sociopolíticos (Bernstein, 1994, 1998; Young, 1993) de los '80, hasta el surgimiento de nuevas perspectivas en los '90 que reflejan el impacto de los desarrollos teóricos y metodológicos de la lingüística de raíz semántica (Olson & Torrance, 1995).

Por otro lado, el avance y afianzamiento del paradigma cualitativo y las investigaciones de carácter etnográfico por parte de los neo-positivistas (Phillips y Burbules, 2000), promovió en la investigación educativa una revalorización de los datos cualitativos, de los discursos especializados, recolectados a través de los diferentes tipos de observación y registro, de entrevistas abiertas e historias de vida, de micro etnografía y etnografía pura.

El estudio del discurso del aula es el estudio de ese sistema de comunicación. El lenguaje es el medio a través del cual se produce gran parte de la enseñanza y por el cual los alumnos demuestran al docente gran parte de lo que han aprendido. El proceso de aprendizaje se concibe como una construcción personal mediada por los signos y el proceso de enseñanza-aprendizaje, como un proceso comunicativo, una construcción conjunta que implica la negociación de significados. De aquí proviene la importancia otorgada al discurso didáctico. Naturalmente, los docentes no sólo dan a sus alumnos oportunidades de participar en actividades, sino que también les ofrecen deliberadamente información y explicaciones que les permiten actuar en dichas propuestas. El lenguaje es utilizado por los profesores para explicitar sus intenciones y objetivos, para provocar y guiar las discusiones, para relacionar el pensamiento con la acción, para consolidad experiencias compartidas, para resolver malentendidos, para clarificar las reglas de participación, etc. Pero esto no debe concebirse como un proceso de transmisión unidireccional, estamos sosteniendo que el proceso de enseñanza-aprendizaje es un proceso comunicativo, de intercambio. Los alumnos desempeñan papeles activos solicitando ayuda, obteniendo información, transformando lo que se les da en una nueva información, contradiciendo lo que se les dice, discutiendo, debatiendo, etc., todo ello a través del lenguaje. Por lo tanto podemos afirmar que la educación es una actividad social y socializadora que se produce gracias a la comunicación, por medio del uso de signos, entre ellos el lenguaje. El discurso de los docentes facilita la construcción de los conocimientos y los alumnos adquieren estos conocimientos junto con las formas de comunicarlos.

Quienes son los responsables de guiar la construcción del conocimiento, generalmente lo hacen utilizando ciertos tipos de estrategias guías, y éstas incluyen ciertas técnicas de lenguaje que los profesores utilizan comúnmente para desarrollar una versión compartida de conocimiento educativo con sus alumnos. (Mercer, N. 1997). Estas técnicas dependen en gran medida del modelo de enseñanza desde el cual los profesores fundamenten sus prácticas, y el contexto real en el que ellas se desarrollen. Si bien, no siempre son exitosas, son la base de la comunicación entre docentes y alumnos.

Al abordar el discurso en las diversas experiencias de formación frente a las cuales nos encontramos, es fundamental analizar diferentes elementos que se refieren a cuestiones didácticas. Qué expresan las palabras que se suceden en los intercambios entre docentes y alumnos, que se proponen, cuál es el estilo de enseñanza y aprendizaje que se lleva a cabo, cuál es la concepción de aprendizaje que se sostiene, cuáles son las interpretaciones que se realizan, qué grado de participación permiten, cuáles son las reglas que guían los intercambios, etc. El lenguaje es su medio primordial de expresión.

En las experiencias de e-learning, como en las experiencias presenciales, los tutores y profesores vehiculizan sus estrategias docentes a través del discurso. Utilizan el lenguaje para guiar la construcción del conocimiento y generar conocimiento compartido. Un educador con habilidades cognitivo-comunicativas y lingüísticas ampliamente desarrolladas, no garantiza el aprendizaje en sus alumnos, pero permite una guía más clara para la elaboración del conocimiento compartido. Un alumno que incremente estas mismas habilidades verá facilitado su proceso de apropiación de instrumentos y contenidos culturales. Estos elementos resultan esenciales para pensar estrategias que nos permitan favorecer y mejorar el uso de la lengua en situaciones de comunicación en el aula, en definitiva, para facilitar el aprendizaje, dado que la lengua es el instrumento esencial para ello.

4. Conclusiones y futuras cuestiones.

El interés de este trabajo fue recuperar la centralidad del lenguaje como sistema de recursos que nos permiten crear significados acerca de lo que sucede en experiencias concretas. El análisis del discurso nos ofrece una perspectiva desde la cual abordar los intercambios como modo de acción social, no sólo lenguaje, sino lenguaje en uso dentro de una comunidad específica, reunida con fines definidos, intereses particular, modos diversos de relacionarse, etc. Al analizar el discurso desde una perspectiva lingüística, cognitivo-constructivista y didáctica, mi interés fue ofrecer nuevas herramientas de análisis que nos permitan una comprensión, lo más acabada posible, aunque no conclusiva, de estos nuevos fenómenos educativos frente a los cuales nos encontramos los educadores e investigadores. Estas dimensiones de análisis se entrecruzan y se nutren mutuamente en cada una de los fenómenos educativos de manera particular. Al analizar los actos comunicativos desde múltiples miradas nos compromete a la tarea de trabajar en equipos con especialistas de las diferentes disciplinas que abordamos.

Por último, probablemente esbozando lo que podría ser un trabajo posterior enlazado con este, quiero expresar un aspecto que no nombré, pero que me resulta de interés fundamental: el uso ideológico del lenguaje dentro de dichas experiencias. Una voz discursiva no sólo habla en una forma particular acerca de un tema, también lo hace con una orientación valorativa respecto a las otras voces. El uso de una forma particular de hablar, tiende a promover ciertos intereses sociales en detrimento de otros, ya sea porque no seamos conscientes de ello, o porque lo reconozcamos conscientemente sin querer hacerlo así. Plantear esta cuestión nos permitirá comprender que existen ciertos discursos que se privilegian por sobre otros y que buscan establecer diferentes escalas valorativas no sólo del lenguaje, sino de las identidades mismas de aquellos que participan de estas experiencias.

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