Titulo: Una mirada a la dimensión psicodinámica y los estados emocionales.
Autores: Lic. María Elena Reina Suárez, Lic. Silvia Maria Padrón Álvarez, Msc Marianela Fonseca Fernández.
Resumen
Las tendencias dinámicas marcan los modos basales en que se retienen las experiencias con los objetos (y sujetos) asociados a la realización de esas carencias y esos deseos, fijan intentos, a veces desesperados, irracionales de dar cobertura a las exigencias que suponen las necesidades. Son las necesidades las generatrices de la dinámica instituyente del aparato psíquico. La necesidad existe en sus ciclos de realización- desarrollo- adaptación, mantenimiento. Ellas construyen dos tipologías básicas con significados funcionales comporta mentales distintos; las de défictis y las de desarrollo, aunque se prefiere decir carencia y deseo. La carencia es la dependencia y por tanto la involución, el deseo es la independencia, el desarrollo y la creatividad
Palabras Claves
Dimensión psicodinámica, estados emocionales, necesidad, independencia, desarrollo, creatividad.
Desarrollo
Las tendencias dinámicas marcan los modos basales en que se retienen las experiencias con los objetos (y sujetos) asociados a la realización de esas carencias y esos deseos, fijan intentos, a veces desesperados, irracionales de dar cobertura a las exigencias que suponen las necesidades. Precisamente ellas (las necesidades), constituyen el núcleo constructivo de la dimensión psicodinámica y de sus derivaciones propias o transactivas en el comportamiento, en esta dimensión él es, siguiendo una expresión bastante conocida, “sujeto sujetado a sus necesidades”, a sus carencias y deseos, a la exigente demanda que resulta ser la experiencia de satisfacción ( satisfacción, evitación de la insatisfacción, postergación de la insatisfacción, todas difieren en cuanto a su significado comportamental y su sentido psicológico, pero todas son referidas a la satisfacción).(16)
Esta dimensión se expresa en los estilos productivos de realización que expresan una relación específica entre el contenido de la necesidad y el comportamiento en que se instituye. Conforman los elementos esenciales de las formas conscientes de regulación comportamental. Es ella del nivel teórico- conceptual, es decir que demarca los ejes conceptuales en que se piensa el funcionamiento psicológico del sujeto. (16)
Son las necesidades las generatrices de la dinámica instituyente del aparato psíquico. A ellas se asocian las experiencias de satisfacción e insatisfacción, experiencias basales e instituyente de los dinamismos psicológicos fundamentales, y consecuentemente de los procesos dinámicos de mantenimiento (repetición), desplazamiento (compensación y equilibrio), reelaboración (superación, creación). Pues ellas indican lo causal, lo inevitable, lo que impulsa, la demanda, lo que se pretende, al fin y al cabo lo que da sentido al comportamiento. (16)
La necesidad existe en sus ciclos de realización- desarrollo- adaptación, mantenimiento. Ellas construyen dos tipologías básicas con significados funcionales comporta mentales distintos; las de défictis y las de desarrollo, aunque se prefiere decir carencia y deseo. La carencia es la dependencia y por tanto la involución, el deseo es la independencia, el desarrollo y la creatividad. (16)
Las necesidades específicamente humanas.
La ciencias sociales han puesto en evidencia que el hombre refleja a su modo, en su pensar y actuar, el medio sociocultural que le ha tocado vivir, de manera que se parece más a su tiempo que a sus padres. Pero este reflejo no es mecánico, especular, directo. Sociedad y cultura son organizadores de los múltiples motivos que impulsan y orientan la conducta. (17)
Si pensamos que solo la necesidad mueve la conducta, hacemos reduccionismo. Pero negar que la necesidad impulse a los hombres, las familias y los pueblos, a pugnar por su satisfacción, sería desconocer la historia de la humanidad y la propia naturaleza humana. Las necesidades no son sólo instintos, privaciones materiales o exigencias económicas. El hombre tiene necesidades sociales, espirituales, culturales, tan importantes como el más imperioso de sus impulsos biológicos. (17)
Necesidad es algo importante que nos falta o interesa tener; es un deseo que nos compulsa o la relación a un estímulo que nos impele a obtener lo que de este modo se nos induce. Puede ser el resultado de una agresión que requiere de una respuesta condigna; un desequilibrio biológico o social que demanda restituir su relativa estabilidad; un motivo que nos subyuga, un impulso innato o adquirido por influencias socioculturales que mueve nuestro comportamiento a lograr su satisfacción. (17)
La necesidad tiene una vertiente biológica, material, de cambios en el organismo que no se estabilizan hasta que se logre la debida satisfacción; una vertiente psicológica, dada por lo que se siente, se evidencia o se desea y una vertiente sociocultural: la forma en que se expresa la necesidad, lo que se hace y como se hace para satisfacerla en un medio determinado, en un momento determinado y con personas determinadas. Por demás, en el mundo civilizado hasta la más biológica de las necesidades, como el comer o procrear, está medida por variantes socioculturales, que definen los gustos, límites, modalidades, hábitos y costumbres, entre otros valores intrínsecos a la necesidad y su caracterización. Ella estimula y motiva el comportamiento, imprimiéndole direccionalidad y sentido. (17)
Símonov, en un trabajo monumental de obligada revisión, profundiza en el problema metodológico que implica la categoría necesidad para la psicología. Junto a Yershov, clasifica las necesidades en vitales (biológicas), sociales e ideales y, a su vez, en necesidades de conservación y desarrollo. Trabajando la interrelación entre ellas, plantea una interesante concepción acerca de la personalidad que no por polémica deja de concitar atención. A estas cinco categorías añade dos suplementarias, que relaciona con el concepto de voluntad y con la dureza y tenacidad del carácter: necesidades de pertrechamiento y de superación de los obstáculos. De estas primarias o básicas que no son reductibles u homologables a otras, pueden derivarse muchas más. Otros autores las clasifican en materiales y espirituales, en naturales (biológicas) y culturales (históricas); de existencia física y de existencia social (Diliguenski). (17)
Resulta de especial valor hacer referencia a las necesidades sociales, ideales y espirituales del hombre y a las que llamaremos, con Macias y Fromm, necesidades específicamente humanas. Todas ellas son organizadores de la conducta en la medida en que pugnan, cada una a su modo, por su satisfacción en la existencia humana, aunque no negamos, por obvias, aquellas biológicas que compartimos con nuestros antepasados del reino animal; o las materiales o económicas propiamente dichas. (17)
Dar valor a unas sobre otras en un momento determinado, depende de muchas cosas: las circunstancias, los intereses, la presión del grupo, el medio sociocultural; las características individuales, la personalidad, la urgencia de su satisfacción para la vida o la integralidad personal; las influencias de familiares y amigos, la educación, los deberes, convicciones, gustos; la probabilidad real o imaginaria de sus satisfacción, la competencia o conflicto entre ellas. (17)
En Psicología y en Psiquiatría, como nos movemos en un mundo de emociones y sentimientos, de relaciones interpersonales, de conductas significativas en microgrupos con una dinámica interna cargada de valores y afectos, cobran especial vigencia aquellas que nos distinguen del resto del mundo animal, que son consustanciales a la esencia humana. (17)
Categorías de las necesidades:
• Necesidades de relación – vinculación.
El hombre necesita relacionarse y vincularse con sus congéneres para vivir y ser tal. Sin relación social no hay pensamiento, ni conciencia lúcida, ni palabra, ni personalidad; ni siquiera supervivencia.
El aislamiento, la soledad, el abandono y la incomunicación constituyen amenazas a esta necesidad, que colocan al individuo en estrés y le pueden llevar a situaciones de conflicto y a coyunturas de enfermedad, cuando rebasan el equilibrio y la resistencia de los sistemas defensivos del organismo, para manejarse satisfactoriamente con ellos en salud. Destaquemos que no hay vínculo más importante para el ser humano que aquel que necesita y adquiere precozmente en su medio familiar y que mantiene con este a lo largo de toda su vida.(17)
• Necesidades de aceptación – pertenencia.
¿Puede alguien cuestionar la importancia de ser aceptado por sus padres y otros seres queridos, por su grupo de amigos, en su medio laboral y sociocultural? ¿No se paga un alto precio psicológico y moral cuando no se tiene, o se pierde, el sentido de pertenencia? ¿Y sus necesidades derivadas: de afecto, atención, apoyo, seguridad personal, confianza, protección, aprobación y simpatía? En un mundo de violencia y competitividad, de indeferencia e inseguridad, múltiples son los factores estresantes que pueden ponernos en crisis y que se hacen más graves cuando provienen directa e indirectamente del medio familiar. (17)
• Necesidades de identidad – individualidad.
Todos queremos ocupar nuestro espacio en sociedad, tener lo nuestro y que, como sujetos individuales y con intereses propios, se nos identifique y respete, sin negar el valor de la solidaridad y los sentimientos colectivos, pero con la necesaria fortaleza e independencia del yo. Esto surge en el medio familiar y se afinca como parte esencial de la imagen de sí mismo. De esta necesidad se derivan las de autonomía, independencia, libertad, autoridad, propiedad personal entre otras, y son muy caras a la persona por ser consustanciales al surgimiento mismo de la personalidad. (17)
Una creencia, o conjunto de creencias, agrupa de alguna manera a un conjunto de individuos los cuales idealizan una proposición que plantea la propia creencia y surge como potencial verdad (ya que solo es una creencia) y acumulando en su saber lo que se ajusta a la misma, constituyendo un entramado cultural y social que forma una potencial identidad de agrupación de individuos que compartan creencias similares. En las creencias, las fuentes de las que provienen son variadas: externas, cuando se originan en explicaciones dadas por la gente para la comprensión de ciertos fenómenos e internas, cuando surgen del propio pensamiento y convicciones. (18)Las creencias son una de las bases de la tradición. Una creencia es una valoración subjetiva que uno hace de sí mismo, de los otros y del mundo que le envuelve. Las creencias más importantes son las convicciones y los prejuicios, cuando no están contrastados con los principios y métodos de la ciencia. (18)
El filósofo mexicano Luis Villoro utiliza el término creencia como “un concepto epistémico” que define como “un estado disposicional adquirido, que causa un conjunto coherente de respuestas y que está determinado por un objeto y situación objetiva aprehendidos”. Villoro distingue dos tipos de creencias: las “creencias básicas” que conforman el trasfondo y el supuesto de nuestro entendimiento del mundo y las creencias de las que damos razones y que se adquieren por otras creencias o por nuestra experiencia en el mundo. Define a la creencia como “un estado disposicional adquirido, que causa un conjunto coherente de respuestas y que está determinado por un objeto o situación objetiva aprehendidos” (19)
Según Manuel Calviño las creencias constituyen proposiciones emocionalmente aceptadas que suponen una referencia explicativa y que en intersección con los saberes y las experiencias conforman los argumentos, que permiten explicar los comportamientos. Ellas se conforman desde tres núcleos de determinación: sociohistórico o cultural, grupales y comunitarios particulares, individual, que incluye lo psicodinámico (16)
Dice Norman que los seres humanos somos seres explicativos. Las personas vienen en busca de ayuda profesional no sólo con sus problemas, sino también con sus explicaciones, incluso por la carencia de una explicación. Justamente lo que quieren es o tener explicaciones, o confirmar las que ya tienen, o en el mejor de los casos contrarrestarlo, enfrentarlas a otras para modificarlas.(16)
Cuando hablamos de explicaciones estamos de hecho favoreciendo una comprensión sobre todo de la Conducta racional, y efectivamente es así. Esta racionalidad de la conducta no significa ausencia de lo psicodinámico, de lo emocional. Muy por el contrario. Se trata, sencillamente de lo que “nos da” el sujeto, una estructura racional en el sentido de ser una “armazón desde su lógica personal”. Claro está que una vez que se dice “desde su lógica personal” ya estamos involucrando a sus necesidades, su psicodinámica particular, la intencionalidad.(16)
Se plantea que la racionalidad del sujeto está en el conjunto de sus explicaciones. Pero ¿de qué se construyen nuestras explicaciones?, ¿qué es lo que da cuerpo y realidad a nuestras explicaciones personales? La respuesta es sencilla: sus argumentos. (16)
Los argumentos son aquellos ideas, representaciones, enunciados que hacen veraz, cierta, para el sujeto una explicación. Los argumentos son utilizados entonces para la toma de decisiones. Pueden ser favorecedores, entorpecedores o neutros. Pero ¿de qué están compuestos nuestros argumentos? La base argumental de un sujeto está justamente en la intersección de sus: saberes, creencias y experiencias. Especial y particular interés tiene para la investigación las creencias. (16)
Dicho muy sintéticamente, estas constituyen ciertas proposiciones emocionalmente aceptadas y que suponen una referencia explicativa. Cada ser humano tiene creencias acerca de la realidad, de sí mismo y de los demás. Ellas se conforman desde tres núcleos de determinación: sociohistórico o cultural, grupales y comunitario a particulares, individual- que incluye lo psicodinámico.(16)
Las creencias han sido estudiadas desde la perspectiva del cuidado de la salud, así Rosentock (1974) aplica los principios de la psicología social cognitiva a la explicación de las conductas que han de producirse para la prevención de la salud y la adopción de las necesarias medidas protectoras, a partir de que individuo perciba la conducta como una necesidad o un bien, o perciba que su omisión puede perjudicarlo, perciba, además de la amenaza, que es susceptible a la enfermedad y que esta pude ser grave, unido al hecho de que el individuo juzgará si tiene posibilidades y condiciones para llevar a cabo esta conducta. Otros autores (Bcejker y Maiman, 1975) adaptan a la situación el modelo de valor/expectativa y Rotter (1966 y 1982) añade para al producción de las conductas esperadas la presencia de una acontecimiento clave, por ejemplo, el hecho de que alguien próximo haya contraído una enfermedad. (20)
Si bien el modelo anterior está centrado en los comportamientos ante la salud, es indudable que las creencias por su componente afectivo, en tanto son emocionalmente aceptadas como ciertas por el individuo tienen un papel regulador del comportamiento y se integran a la dinámica comportamental en todas las esferas de la vida del sujeto.
Estados emocionales: ansiedad y depresión
El estudio y comprensión de las emociones debe efectuarse en el marco general del individuo humano, por tanto cualquier definición debe contemplar el papel que desempeña y los que significan las emociones en la dimensión íntegra y sistémica del individuo. (20)
Fernández- Abascal y Palmero proponen la emoción como procesos adaptativos que ponen en marcha programas de acción genéticamente determinados que se activan súbitamente y movilizan una importante cantidad de recursos psicológicos.(20)
Las emociones desempeñan un papel importante en la estabilidad psicológica de la persona, su función es alertar y proteger a la totalidad el sistema humano. (20)
Tradicionalmente se ha distinguido entre emociones buenas y malas, hoy se siguen distinguiendo unas emociones positivas (según Lazarus, amor, compasión, esperanza, felicidad) de otras negativas como ansiedad, culpabilidad, tristeza, miedo e ira. (20)
El hombre en su devenir ha afrontado difíciles situaciones. Múltiples son los agentes estresantes que lo rodean y acompañan a lo largo de su existencia, de modo que, los estados de ansiedad resultan muy comunes y frecuentes en la actualidad, por lo que es considerada la más común y universal de las emociones. Estudios recientes indican que los trastornos por ansiedad son los que se dan con más frecuencia entre la población general.
Esta, debe entenderse como una emoción básica del organismo que constituye una reacción adaptativa ante una situación de tensión, peligro o amenaza. Se manifiesta como una actividad predominante del sistema nervioso simpático que permite afrontar al sujeto situaciones de riesgo y poner en alerta ante una posible amenaza; (21),sin embargo, a veces se vive como una experiencia desagradable (emoción negativa), especialmente cuando alcanza una elevada intensidad,(22) siendo el desasosiego, la expectativa de desastres, así como la actividad motora aumentada, sobre todo en pequeños movimientos sus más relevantes expresiones, que se refleja en fuertes cambios somáticos,(23) aunque, cuando la reacción es en extremo excesiva, el sujeto carece de eficacia adaptativa y es necesario pensar en la presencia de patologías. Cuando ésta se transforma en el centro del cuadro o constituye un desorden mental podemos hablar de síndromes o trastornos ansiosos específicos: trastorno de ansiedad generalizada y trastorno de angustia o ataques de pánico, entre otros. (21)
Todo el mundo atraviesa períodos de tristeza, de soledad o de infelicidad. Los acontecimientos cotidianos, y nuestras reacciones ante ellos, afectan a veces nuestra paz interior. Pero cuando estos sentimientos duran semanas o incluso meses, impidiendo que volvamos a adoptar una visión sana de la realidad, es posible que nos hallemos ante una depresión.(24)
La depresión constituye un síndrome o conjunto de manifestaciones caracterizadas por la tristeza, el abatimiento, las deas de autorreproche y la disminución o pérdida de los hábitos.
Esta puede estar asociada a factores desencadenantes, tales como el estrés y sentimientos (derivados de una decepción sentimental, la contemplación o vivencia de un accidente, asesinato o tragedia, el trastorno por malas noticias, pena, y el haber atravesado una experiencia cercana a la muerte).(25)
La depresión mantenida afecta el organismo, el ánimo, y la manera de pensar. Afecta la forma en que una persona come y duerme. Afecta cómo uno se valora a sí mismo (autoestima) y la forma en que uno piensa. No es lo mismo que un estado pasajero de tristeza. (24)
La depresión tiene importante connotación a nivel social y personal. Desde la incapacidad laboral hasta el suicidio. Conocida en sus inicios con el nombre de melancolía , constituyendo su consecuencia más grave.(25)
Puede estar asociada a la herencia, respondiendo a una predisposición biológica, aunque puede afectar a personas que no tienen una historia familiar de depresión. Lo cierto es que sea hereditario o no, ella representa consecuencias desfavorables tanto para el individuo que la vivencia como para la familia y la comunidad. (25)
En los últimos años, la investigación científica ha demostrado que algunas enfermedades físicas pueden acarrear problemas mentales. Enfermedades tales como los accidentes cerebro-vasculares, los ataques del corazón, el cáncer, la enfermedad de Parkinson y los trastornos hormonales pueden llevar a una enfermedad depresiva. La persona enferma y deprimida se siente apática y sin deseos de atender sus propias necesidades físicas, lo cual prolonga el periodo de recuperación. La pérdida de un ser querido, los problemas en una o en muchas de sus relaciones interpersonales, los problemas económicos o cualquier situación estresante en la vida (situaciones deseadas o no deseadas) también pueden precipitar un episodio depresivo. (25)
Los pacientes que sufren episodios depresivos presentan diversos síntomas que se mantienen durante un período de 2 semanas aproximadamente, y representan un cambio respecto a la actividad previa. El paciente presenta un estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, según lo indica el propio sujeto (se siente triste o vacío) o la observación realizada por otros (llanto). Aparece una disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades, pérdida importante de peso sin hacer régimen, o pérdida del apetito, insomnio o hipersomnia; agitación o enlentecimiento psicomotores; fatiga o pérdida de energía; sentimientos de inutilidad o de culpa excesiva o inapropiada; disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión. Pensamientos recurrentes de muerte, ideación suicida recurrente sin un plan específico o una tentativa de suicidio o un plan específico para suicidarse. Estos síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. (26)
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