Que vivan los estudiantes: a 41 años del halconazo
Jesús Martín del Campo C.
La Jornada/120612.
A 41 años del ataque de los halcones a la manifestación estudiantil del 10 de junio de 1971, recordamos el significado y la importantísima repercusión de las movilizaciones juveniles del trienio 1968-1971 en la lucha por la transformación democrática de México. También recordamos la brutalidad del régimen para responder a la vigorosa y pacífica protesta estudiantil con sendas masacres. Y lo hacemos manteniendo la bandera de la justicia contra la impunidad.
Este aniversario sucede en el contexto del surgimiento del movimiento #YoSoy 132, movimiento esperanzador en muchos sentidos, que, aunque diferente al de aquella época, nos hace recordar con renovado aliento algunos aspectos.
Un elemento importante es el contrapunto que hubo entre la alegría, la irreverencia, el empoderamiento de los jóvenes en las asambleas, las brigadas, las manifestaciones, y la violencia extrema con la que el gobierno de entonces respondió.
Así, con todo el aparato represivo en contra y con un cerco mediático total, cada acción del estudiantado adquirió una dimensión épica. No existían las redes para comunicarse, pero sí una red de mimeógrafos en los que se producían miles de volantes.
Durante ese trienio de 1968-1971 se gestó y se desplegó entre los jóvenes un nuevo espíritu solidario. Lo que comenzó como una reacción inmediata ante los abusos de la policía y el Ejército se convirtió pronto en una protesta juvenil multitudinaria. Y eso sí que fue un verdadero desafío para el régimen autoritario.
El Zócalo se había convertido en el sitio de los actos oficiales, de los eventos con acarreados, pero a partir de entonces pasó a ser la plaza de las libertades. Ciertamente, defender las libertades democráticas ejerciéndolas, haciendo con las manos la V de la victoria, la V de venceremos, dejó su impronta en las protestas sociales posteriores.
Y cómo no recordar algunas consignas y frases de aquel movimiento:
“Nada con la fuerza, todo con la razón”,
“Libros sí, bayonetas no”,
“No somos uno, no somos cien; prensa vendida, cuéntanos bien”.
Y como un viento refrescante surgió el actual movimiento estudiantil protestando contra la desinformación de Televisa y contra la estigmatización que ese y otros medios hacen de quienes se oponen a la imposición de un candidato a la Presidencia que representa al viejo régimen autoritario, el que ha usado la violencia contra la disidencia.
Los jóvenes estudiantes son ahora, otra vez, portadores del malestar acumulado en la sociedad. Malestar contra todas las políticas neoliberales que han llevado a la pobreza, a la exclusión y a la desesperanza a muchos.
Si bien los movimientos sociales no se repiten de la misma manera, en el actual proceso electoral que se desarrolla en el país las dirigencias de PRI y PAN, con el apoyo de los principales medios, generan una especie de terrorismo de Estado informativo para producir temor hacia cualquier cambio.
Pero ante esa campaña un fantasma recorre las instalaciones de Televisa, las oficinas de campaña de Peña Nieto y de las encuestadoras: el fantasma del movimiento #YoSoy132.
El movimiento es apartidista, pero no apolítico. Por lo que se ve, influye ya en el desenvolvimiento de las campañas. Ha citado a los candidatos a la Presidencia a un diálogo o debate público y de eso no hay precedente.
El vínculo solidario entre estudiantes de instituciones educativas públicas y privadas es un rasgo muy importante del actual movimiento. Saben que a todos les afectan los resultados de las políticas neoliberales, saben que el futuro es desesperanzador tanto para los que no han podido estudiar como para los que sí lo han hecho; por eso impulsan, sabiéndolo o no, un cambio de rumbo.
Que las asambleas son largas, pues sí. Que las demandas son muchas, pues sí. Que apoyan a los maestros de la CNTE, pues también. Que piden la destitución de Elba Esther Gordillo, qué bueno. Que juicio político al Presidente… El caso es que los jóvenes de este movimiento nos alientan a no cejar en la lucha por la transformación democrática del país.
Seguir pugnando por el castigo a los responsables de la represión en 1968 y 1971 es un buen puente con el actual movimiento. No más batallones Olimpia, no más halcones.
Las investigaciones sobre el 10 de junio en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos continúan y el gobierno mexicano ha demorado información que le ha solicitado dicha instancia, tratando de que el caso se congele. La lucha por la justicia seguirá.
¡Que vivan los estudiantes de ayer y de hoy!
¡10 de junio no se olvida!
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