Psicología social de la represión: Miedo, silencio y olvido

Psicología social de la represión: Miedo, silencio y olvido

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Por Miguel Angel Pichardo Reyes*

La lógica de la impunidad consiste en el acto perverso y psicopático de acusar y criminalizar a las víctimas.

Esta lógica responde a un patrón que se despliega desde una lógica de poder, la cual tiene como máxima la no sanción del acto, bajo el supuesto de tener la razón o la verdad, sino es que el amparo del derecho. Lo cierto es que en los campos de luchas sociales, de adversarios y contrincantes, quienes detentan el poder buscan justificar sus acciones aduciendo la culpabilidad a la víctima.

Esto es posible observarlo cotidianamente en los casos de abuso sexual infantil y de violencia familiar hacia las mujeres. El agresor, en más de un 95% hombre, se escuda bajo el pretexto de que el niño o la niña “quería”, “lo buscaba”, “lo seducía”, “lo propiciaba”. Se señala a la adolescente como víctima propiciatoria por el hecho de vestir “provocadoramente”, y “pues uno es hombre y uno tiene sus necesidades”. De esta forma el agresor pasa a ser una víctima de sus impulsos irrefrenables, de una pulsión natural ante la cual no puede sustraerse, y que tiene “derecho” a abusar de la menor por existir “necesidad” y “provocación”.

El caso de la violencia familiar es una lógica similar, se acusa a las mujeres de “provocar la ira”, pues “parece que les gusta que las golpeen”, con este sofisticado argumento es como se evita el castigo y el señalamiento social. Es ella la culpable, es ella quién no obedece, quién no cumple, quién no satisface, son las mujeres maltratadas las culpables de su propio maltrato.

El discurso mediático, presidencial, oficial, gubernamental es el mismo.

El 1º de diciembre (de 2012 en la capital del país) se acusa a los manifestantes de ser quienes provocaron, son ellos y ellas quienes se lo buscaron. Testimonios de quienes fueron detenidos confirman este discurso, pues los policías les argumentaban lo mismo:

  • “Así no se resuelven las cosas”;
  • “Ustedes se lo buscaron”.

El discurso perverso y criminalizador de la protesta social, de la expresión de la disidencia, atraviesa todos los órdenes sociales del poder, desde el presidente, su vocero, las editoriales del telenoticiero, los secretarios de seguridad, los mandos medios, el policía de la calle, el ministerio público.

Este discurso es la semilla de la impunidad, la cual tiene el siguiente procedimiento: violencia política represiva-justificación-criminalización-olvido.

El primer momento consiste en reprimir bajo justificaciones racionales que apuntan a criminalizar la disidencia; acto seguido, viene el olvido, la impunidad histórica. Se trata de una vieja y mezquina forma de imponer la mentira institucionalizada, lógica que puede y que es impuesta cotidianamente en el sistema de justicia mexicano.

El impacto psicosocial de este discurso es el miedo y el silencio.

La sombra de la amenaza constante de la represión despliega una atmósfera afectiva colectiva que induce al miedo paralizador, a la evasión hacia la trivialidad, una forma sofisticada de ideologización de la percepción y memoria colectiva.

El miedo paralizador es el organizador subjetivo del silencio, aquella incapacidad de darle palabra, nombre, voz y expresión a la impotencia.

El silencio que ahoga, el silencio que borra la huella en la subjetividad traumada.

Poco a poco se rompe la confianza, el tejido social hecho de vínculos afectivos se va resquebrajando, imponiéndose la desconfianza, silenciando la protesta, denigrando todo aquello que suponga una potencial amenaza a la esfera de confort social.

Miedo, silencio y olvido son los pilares que a partir del 1º de diciembre se despliega como una política subjetiva colectiva, expresión recrudecida de los traumas históricos no sanados de nuestra nación:

1968, 1971, ‘Aguas Blancas’, ‘El Charco’, ‘Acteal’, UNAM, Atenco… 

Las fechas, los lugares, la memoria se junta, se acumula como un altero de libros en desequilibrio.

*Psicólogo social, psicoterapeuta corporal, víctimólogo y psicotraumatólogo.

Director de ‘Curar el Trauma’ y de ‘AlterSoma’.

Escuela Libre de Psicoterapia Corporal. https://twitter.com/curareltrauma

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Nota mía: Respetuosamente me permití modificar levemente la estructura del artículo de Miguel Angel Pichardo Reyes, con la exclusiva finalidad de facilitar su lectura en el formato de Odiseo. Alfredo Macías Narro.


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