Prometedor activismo filosófico
- Imagen. Archivo de You Tube; ‘Magisterio en Casa Lamm’/Manuel Perez Rocha.
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Manuel Pérez Rocha
La Jornada/281113.Un importante sector de filósofos mexicanos, animados y organizados por el ‘Observatorio Filosófico de México’, ha decidido continuar trabajando para lograr que las humanidades, entre ellas la filosofía, tengan en la enseñanza media superior de nuestro país el espacio y las condiciones apropiadas para satisfacer las necesidades educativas de los jóvenes.
Hace algunos meses la SEP concedió… pero no cedió. Como respuesta a la decidida demanda de los filósofos organizados, esta secretaría rectificó sólo en el papel la aberración que consistía en eliminar las humanidades de los planes de estudio del bachillerato, en los hechos avanza sin reparos en la imposición del llamado Sistema Nacional de Bachillerato con plan único de estudios para todas las instituciones de educación media superior, sin dar a las disciplinas humanísticas la importancia que tienen.
Una de las dificultades para dar a las humanidades el impulso necesario en la educación media superior es la falta de maestros, pero el proceder responsable ante esta situación sería poner en marcha un ambicioso programa de formación de maestros, y no simular que se atiende el problema contratando a cualquier persona para impartir cursos improvisados y que sólo simulan dar una formación humanística.
Esta desatención a un asunto de tanta trascendencia ya fue objeto de preocupación en el Senado de la República, el cual emitió, hace unos meses, un exhorto al doctor Rodolfo Tuirán Gutiérrez, subsecretario de Educación Media Superior, de la Secretaría de Educación Pública, para que impulse el Acuerdo Secretarial 656, mediante el cual se establece, en forma independiente, el área disciplinar de humanidades en la que se consideran las disciplinas de ética, lógica, estética y filosofía como básicas y obligatorias en la enseñanza de planes y programas de estudio en los sistemas tanto dependientes directamente de la Secretaría de Educación Pública, los estados o las universidades. La respuesta de la SEP a los senadores ha sido el silencio.
Las humanidades son esenciales en la educación contemporánea, la formación que proporcionan es una necesidad apremiante para los jóvenes considerados como personas que tienen la responsabilidad de formarse una cultura propia y darle sentido a sus vidas. El asunto se ha convertido en un conflicto porque en la ideología economicista ramplona que predomina en la sociedad actual los jóvenes son vistos sólo como futuros empleados competentes. El gobierno de Peña Nieto no ha significado cambio alguno con respecto a las políticas educativas impuestas por los gobiernos panistas. En el tema de la educación media superior se continúa impulsando un proyecto que se formuló en el tiempo de la secretaria Josefina Vázquez Mota y al que dieron igual impulso los secretarios Lujambio y Córdoba Villalobos y sus equipos de funcionarios y asesores, entre ellos la OCDE.
Es la continuidad de una ideología y proyecto de nación, y la permanencia de un funcionariado tecnócrata, lo que explica la prolongación e inevitabilidad del conflicto, pues los filósofos organizados entienden esta situación y están preparados para seguir la batalla.
Además de avanzar en la articulación de sus actividades, han formulado líneas de acción enriquecidas, entre otros elementos, con una autocrítica a ciertas formas y procederes que, debe reconocerse, han contribuido a crear una imagen distorsionada de lo que significan las humanidades y su enseñanza. Los maestros filósofos Gabriel Vargas y José Alfredo Torres, impulsores del ‘Observatorio Filosófico de México’, publicaron unas Reflexiones sobre la situación actual de las humanidades y la filosofía que contienen un diagnóstico de la situación y propuestas concretas muy valiosas:
“Necesitamos una filosofía que aborde temas y problemas vinculados estrechamente con las necesidades de la sociedad, incorporar la filosofía a un movimiento crítico que abogue por la justicia, por una verdadera democracia; necesitamos una filosofía que abogue por la independencia mental de los individuos, una filosofía que no sea una repetición de las grandes filosofías sino una reapropiación de ellas, que ponga el acento en el filosofar, coadyuve a la formación de la personalidad, logre una expresión en la plaza pública y oriente a los ciudadanos sobre su acción”.
A mi parecer, además de esta reorientación del quehacer filosófico, otro reto consiste en incorporar a la enseñanza de esta disciplina, y a la de las demás humanidades (incluso también en la enseñanza de las ciencias), métodos adecuados con sus fines. Ciencias y humanidades buscan desarrollar habilidades de análisis y razonamiento, capacidad crítica y el hábito de ejercerla. No es posible desarrollar estos saberes y actitudes con los métodos de enseñanza dominantes, dogmáticos, limitados a la exposición y memorización.
Una medida fructífera consiste en incorporar, como parte sustancial del trabajo escolar, la discusión (en la verdadera educación filosófica esto es esencial). En el libro ‘Discussion as a way of teaching’, que he citado en otra ocasión, los autores (S. Brookfield y S. Preskill) proporcionan una lista de 15 valiosos aportes formativos de la discusión como método de enseñanza, todos ellos componentes esenciales de una verdadera educación humanística, científica y crítica.
Un pretexto reiterado para no aplicar en el aula métodos educativos como la discusión es la supuesta imposibilidad de hacerlo por el tamaño de los grupos que deben ser atendidos. Pero hay diversas técnicas que debidamente preparadas permiten organizar discusiones productivas en circunstancias en apariencia inapropiadas. Un ejemplo, entre otros, lo da el filósofo y popular profesor de la Universidad Harvard Michael Sandel, quien ha organizado un curso de ética mediante el análisis y la crítica de las discusiones que han sostenidos diversos autores sobre tópicos actuales importantes. El logro de Sandel consiste también en demostrar que esto puede hacerse en condiciones extremas: logra incorporar en estas discusiones a un grupo de mil estudiantes (el curso está en Internet y puede obtenerse gratuitamente en la página de la Universidad Harvard).
La responsabilidad de desarrollar programas sólidos de formación en humanidades es de las instituciones –la SEP, las universidades y demás centros educativos de todos los niveles–, los recursos son abundantes.
Al compromiso asumido por los filósofos esas instituciones deben responder con prontitud y eficacia.
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Nota mía: Respetuosamente me permití modificar levemente la estructura del artículo de Manuel Pérez Rocha, con la exclusiva finalidad de facilitar su lectura en el formato de Odiseo. Alfredo Macías Narro.
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