María del Carmen Vicencio
A raíz de la solicitud de Elba Esther Gordillo al presidente de la república para que cerrara las escuelas normales y las convirtiera en centros de capacitación de técnicos en turismo o al servicio de las empresas productivas (o de policías, si atendemos a la invitación del gobernador de Aguascalientes), varios maestros normalistas (quizá menos de los esperados), intelectuales y algunos medios de difusión alternativa en todo el país han venido levantando su voz para protestar, no sólo por el desvarío de esa “lideresa”, sino también por el apoyo subordinado que ha recibido nada menos que de la Secretaria de Educación, Josefina Vázquez Mota, mostrando ambas con ello una profunda ignorancia sobre lo que implican los procesos educativos y sobre las verdaderas causas del malestar de nuestro sistema escolar, además de su pobre y perverso plan privatizador, no sólo de las instituciones sino, sobre todo, de las conciencias, para poder ponerlas al servicio del gran capital.
Ambas evaden la responsabilidad que tanto la SEP como el SNTE han tenido en el surgimiento y agravamiento de los problemas educativos que tenemos y que no se reducen a unas “malas calificaciones”.
“No nos rasguemos las vestiduras”, nos dicen los dirigentes de ambos organismos, “no hacen falta maestros, esos son los hechos”.
Si nos vamos a los datos duros, ésos que manejan las estadísticas y que apoyan los “argumentos” de quienes tienen el poder, habremos de reconocer que (de acuerdo con el INEGI, en su último censo) hay 1, 107 416 docentes de educación básica para atender a 24, 999 618 niños. Basta con hacer una simple división para ver que la relación da como resultado ¡menos de 23 alumnos por docente! Entender, de dónde salen esos 40 o 50 por grupo que los maestros vemos o atendemos en la cotidianeidad de nuestra práctica, implica adentrarnos en los terrenos oscuros de nuestro sistema. (Hay que partir de la premisa de que las estadísticas son correctas, pues tanto la SEP como el INEGI cuentan con controles metodológicos muy exigentes).
Otro de los argumentos que se esgrimen también para cerrar las escuelas es el de los “pésimos” resultados que han obtenido los estudiantes de educación básica o recién egresados de la misma, en pruebas como ENLACE o PISA, así como también algunos docentes normalistas que aspiraban a obtener una plaza pública, en ese Examen nacional de habilidades y conocimientos docentes, dictado a partir de la Alianza por la calidad de la educación.
De acuerdo con estas cifras, en efecto, no sólo no hacen falta maestros, sino que está plenamente justificado que se cierren las escuelas normales públicas (Nada se dice de las privadas). ¿Para qué mantenerlas, si sólo producen desempleados más o menos ignorantes, más o menos corruptos o más o menos irresponsables?, opinan nuestros detractores, impulsando a la sociedad a que señale con el índice a los maestros, se avergüence de ellos y se vuelva contra ellos.
Nos enfrentamos a un gran desafío, que trasciende con mucho las consideraciones meramente laborales y que tiene que ver con la defensa de la educación pública en todos sus niveles. No se trata simplemente de que, “si nos movemos” o de que “si no nos movemos” (dependiendo de quién lo diga), podemos perder el trabajo (o, en el caso de los estudiantes, nunca conseguirlo).
El desafío que se nos presenta consiste en aprender a leer nuestra realidad actual y reconocer cómo el sistema (no sólo educativo, sino económico y político) en el que vivimos está cerrando las puertas al pensamiento crítico, para convertir a la mayoría de los ciudadanos y futuros ciudadanos en mano de obra barata, al servicio de las grandes empresas trasnacionales, en un movimiento que no sólo convierte en millonarios a unos cuantos y margina a los más pobres, quitándoles su dignidad y volviéndolos objetos receptores de la caridad de los “buena gente”, sino que también destruye nuestra salud y nuestro planeta.
El desafío al que me refiero implica develar los siguientes misterios y hacer del dominio público el resultado de nuestras pesquisas:
Si no hacen falta maestros y si nuestros líderes políticos y laborales están de veras interesados por la calidad de la educación en México,
· ¿por qué gran cantidad de grupos de educación básica en todo el país tienen entre 40 y 55 alumnos, a pesar de que un acuerdo previo señalaba que el máximo sería de 30?, ¿por qué hay una “circular 16”, por la que se pide a los directores de las escuelas que inscriban hasta 50 alumnos en cada salón?, ¿por qué en tantas escuelas hay conflictos con los padres de familia porque no encontraron lugar en ellas?
· ¿por qué, si las más recientes investigaciones educativas han demostrado la gran complejidad que entraña el trabajo docente en la educación básica, no se reconoce que el sueldo que corresponde a una sola plaza es insuficiente para mantener a una familia y los maestros, en lugar de prepararse mejor o atender mejor a sus alumnos, se ven orillados a buscar otro trabajo para cubrir sus necesidades?
· ¿por qué poco más del 50% de los maestros (según estudio publicado en la Revista Mexicana de Sociología, UNAM, julio 2002) tiene que trabajar doble plaza frente a grupo, y la mayoría no puede emplear la segunda para estudiar, planear, preparar y diseñar material didáctico, trabajar colegiadamente con sus colegas, y hacer todo lo demás que se requiere para ser “un buen maestro”? (Si una plaza estuviera bien remunerada, no sólo los maestros no tendrían que buscar un segundo empleo y les quedaría tiempo para prepararse mejor, sino que quedarían alrededor de 500 000 plazas disponibles, para atender a grupos no mayores de 30 alumnos).
· ¿por qué se integra a los alumnos con ciertas discapacidades a los grupos regulares, sin garantizar el apoyo especializado que requieren, dejando que los maestros titulares, “se rasquen con sus uñas”?
· ¿por qué, si con el discurso de “mejorar la calidad educativa”, se impone el examen del CENEVAL (Centro Nacional de Evaluación) y las normales afinan sus procesos para seleccionar a los mejores aspirantes, gran cantidad de funcionarios así como de líderes sindicales de todas las esferas (gobernadores, secretarios, directores, diputados, compadres, “cuadernos”, etc.), desde hace mucho han institucionalizado la práctica corrupta de los autoritarios “tarjetazos”, dejando pasar a sus recomendados sin ningún filtro?
· ¿por qué, si hay necesidad de adquirir tantas competencias para poder enfrentar los retos del mundo contemporáneo, se trabaja en las escuelas primarias sólo cuatro horas diarias, varias de las cuales se dedican a cumplir obligatoriamente con todos los concursos y festejos que se imponen oficialmente y que restan tiempo a lo fundamental?, ¿por qué, si en el país hay alrededor de 214 394 escuelas de educación básica, sólo 1000 están inscritas en el programa Escuelas de tiempo completo y sólo 37, 897, menos del 20%, estaban inscritas en el Programa escuelas de calidad, en el 2007 (según datos de la SEP)?
· ¿por qué, si se está impulsando un nuevo curriculum –“por competencias”–, cuya evaluación implicaría (si esto fuera posible) considerar, no sólo la información que tienen los evaluados, sino también sus conocimientos, habilidades, destrezas, actitudes, aptitudes y valores, se decide, a partir de un examen de papel y lápiz, mal diseñado, de acuerdo con la opinión de los expertos (por ejemplo Educación y Cambio A.C., difusores de la revista Cero en conducta), que su nivel educativo es “deficiente” o “muy deficiente”?
· ¿por qué si aún tenemos el 9% de analfabetas en México, que corresponden a alrededor de 9 millones de personas, sólo hay 6000 plazas vacantes (según dijo Gordillo el mismo día que pidió la desaparición de las normales), con las que cada maestro tendría que atender a 1,500 alumnos? (En el programa Sectorial de educación 2007-2012 se reconoce que “Más de 30 millones de personas no concluyeron o nunca cursaron la primaria o la secundaria, es decir, un tercio de la población mexicana no ha tenido acceso a la educación básica o no ha podido concluirla”).
· ¿por qué, si tanto nos preocupan los niños de la calle y los índices de violencia entre los niños y adolescentes, existen tan pocos y tan limitados programas de formación artística, o culturales y recreativos, para atenderlos en el tiempo en que no van a la escuela con la participación de los maestros?
· ¿por qué tan reconocidos investigadores sobre la educación en México del DIE del CINVESTAV-IPN, así como los de Educación y cambio A.C., el ex secretario de educación básica y normal, Olac Fuentes Molinar, y muchos otros, están proponiendo que la reforma que ha emprendido la SEP (subordinada a los intereses del sector más corrupto del SNTE), sea suspendida, porque las principales acciones reformistas y “evaluatorias” del actual régimen “contravienen los enfoques pedagógicos propuestos y conducen, a la larga a aprendizajes deficientes”, además de que “constituyen un obstáculo a los esfuerzos individuales y colegiados de los docentes para cambiar sus modos de trabajo” (Ver: No a la reforma curricular improvisada, 22 de agosto de 2008 de los investigadores del DIE)? ¿Por qué si, tanto al gobierno como al sindicato, les preocupa la calidad de la educación, han permitido la proliferación de “escuelas privadas patito”, y marginan a centros como el DIE del CINVESTAV-IPN, reconocido por su excelencia académica en todo el mundo y que ha desempeñado un papel fundamental en la modernización de la educación en México?
Es muy lamentable que ni Elba Esther Gordillo, ni Josefina Vázquez Mota puedan responder a uno de los rasgos del perfil de egreso, en el campo de la formación cívica y ética en el que se forman los normalistas, establecido por la misma SEP (Plan de estudios 1997):
“Identifica y valora los elementos más importantes de la tradición educativa; en particular, reconoce la importancia de la educación pública como componente esencial de una política basada en la justicia, la democracia y la equidad”.
En septiembre, el mes patrio, recordamos a todos esos héroes que dieron su vida para darnos un país mejor y más justo. Ahora (y sin tener que dar la vida, sólo un poco de coraje) nos corresponde a nosotros, los maestros y a todos que se solidaricen con el pueblo, defender un proyecto social y un proyecto educativo en el que haya espacio para el pensamiento crítico; ese que nos permite reconocer que la mayor parte de nuestra población vive en la pobreza y merece una mejor calidad de vida, de educación y de acceso a la cultura. Nosotros, los maestros, tenemos la enorme responsabilidad de crear las condiciones para hacer surgir en las nuevas y viejas generaciones, en especial en el sector más marginado, la conciencia histórica y para que los sin voz aprendan a decir su palabra. Quizá eso es lo que temen los malos dirigentes y todos los que están detrás y alrededor de ellos.
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Despues de 39 años de servicios en diferentes niveles de educación, sigo entusiasmado en hacer más por ella; sin embargo es decepcionante ver cómo a los jóvenes poco les entusiasma tener más años de escolaridad mas allá de tener el documento y aprovechar las becas de oportunidades pero no para elevar su nivel académico. y también frustante ver que muchos una mayoría no consiguen trabajo en lo que estudiaron. por ello, me entusiasma leer artículos o investigaciones que dan cuenta de esta realidad de la educacion en todo el territorio nacional. hay demasisada corrupción, servilismo y otras prácticas nada éticas ni profesionales en el sector educativo que de manera endémica paraliza ciertas dinámicas que debieran ser más fluidas
hola alfredo, soy pedro ceballos, estudie la prepa en el internado del saucillo, huichapan hidalgo, y la especialidad en roque, gto. generacion 66-70, me gustaria saber si tu eres de esa generación porque estamos reuniendonos cada año en roque, la proxima reunion sera aproximadamente el 15 de julio del 2011, mi correo es huachichil50[arroba]hotmail.com saludos.
sus comentarios me parecen muy bien,. sin embargo tambièn hay que recordar que muchos de estos problemas se los han acareados lo smismos maestros al no saber hacerse valorar como profesionistahay maestros muy flojos pero tambien lo shay bastantes netregados. sin embargo la sociedad juzga parejo
obvio que no todos somos iguales pero es más difícil reconstruir que construir, pues permeas a la sociedad la consecusión de sus documentos por la vía del menor esfuerzo y eso demerita al quehacer educativa que muchos hacen con entisiasmo. y tambien hay que ver las condiciones en que trabajan muchas escuelas y profesores, y que lamentablemente se politizan demasiado las cosas, tanto por la SEP como por el SNTE