Ni porros ni acarreados
Carlos Martínez García
La Jornada/160512.
Contundente respuesta dieron los estudiantes de la Universidad Iberoamericana a quienes los tildaron de porros y acarreados. Muy rápido reaccionaron ante las acusaciones de líderes priístas, que vieron en el grupo que se organizó para hacerle reclamos a Enrique Peña Nieto personas manipuladas y, acaso, hasta contratadas para reventar el acto del candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Maestros en las malas artes de acarrear contingentes a sus mítines, ya sea con promesas de prebendas o amenazas de perder programas asistenciales, los del PRI vieron, en automático, en los estudiantes de la Ibero que le recordaron a Peña Nieto varias de sus tropelías, piquetes de vociferantes pagados. Detenidos en el tiempo, a los ideólogos priístas se les hace en extremo difícil aceptar que la sociedad civil mexicana es más exigente y crítica.
Tal vez la novedad en la Iberoamericana fue que un sector de quienes acudieron a la conferencia/acto de campaña de Enrique Peña Nieto se manifestó de forma inesperada para quienes los califican de niños/niñas bien, o como ‘pirrurris’. No lo dijeron así, pero en las acusaciones del equipo peñatiesta en contra de los abucheadores del ex gobernador del estado de México estaba latente el sentir de que expresiones como las articuladas en la Ibero son comprensibles en la UNAM, pero no donde se forman los hijos e hijas de personas de altos ingresos económicos.
Tal vez, en mi opinión, quienes han lanzado a la red el video en el cual se identifican por nombre, credencial y número de cuenta de la Ibero, para desmentir a sus causadores de extraños a la comunidad de esa casa de estudios, pudieron usar su creatividad para hacer que uno de ellos hiciera sus cuestionamientos de viva voz a Peña Nieto. ¿Qué tal haber comisionado a una estudiante de cara angelical, y sin nexos evidentes con la prole, para solicitar el micrófono y con lindas maneras lanzarle contundentes señalamientos a Enrique Peña?
La defensa cibernética de los y las estudiantes de la Ibero, donde reivindican su pleno derecho a disentir, ha dejado plenamente demostrado que ejercieron su capacidad crítica. Varios de ellos, que dieron la cara y datos acerca de su pertenencia a esa universidad, han comenzado a recibir, desde el anonimato, amenazas en su cuenta de Twitter. No hay que tomar esto como exabruptos sin posibles consecuencias, porque son expresión preocupante en un contexto nacional en el cual los intolerantes pasan de lo verbal a las agresiones físicas.
Ante la cruda experiencia en la Iberoamericana, Peña Nieto y sus protectores han fortalecido su decisión de blindarse. No nada más evaden acudir a debates en distintos medios de comunicación (sólo aceptaron participar en los seudo debates organizados por el IFE), ya anunciaron que “para no distraer a las comunidades universitarias en las semanas finales de terminación del año escolar prefieren no hacerse presentes en los centros de educación superior”. Conmueve tanta amabilidad y preocupación por el rendimiento estudiantil.
El descontento con la cultura priísta, que no nada más es distintiva del PRI, sino que se ha filtrado a otras fuerzas políticas, se manifiesta en prácticamente todos los sectores de la sociedad mexicana. Una de las premisas de esa cultura es tener por incapaces de juicios críticos a los ciudadanos. De hecho, el modelo paternalista, tan cuidadosamente construido por el priísmo, basa su existencia en la negación de la creación de personalidad democrática (ciudadanos conscientes de sus derechos y también sujetos de responsabilidades). Lo suyo es la antípoda de lo anterior: el corporativismo verticalista, el que, por desgracia, tiene presencia en algunas partes del PAN, el PRD y es evidente en el partido de Elba Esther Gordillo.
La clase política gobernante, ya sea federal, estatal o municipal, así como los integrantes del Poder Legislativo (en todos estos niveles ejercen el poder, o la representación popular, políticos de todos los partidos), debe estar a la altura de la ciudadanía que tiene memoria y descree de la verborrea que se desborda en las campañas electorales. Además de la pirotecnia verbal de Peña Nieto, el caso de Josefina Vázquez Mota es exasperante porque se presenta sin ligas con los regímenes de Fox y Calderón. Como una ciudadana independiente y diferente, cuando es parte de la clase gobernante panista que tiene en crisis a la nación mexicana.
Nota bene: Es de agradecer el artículo de Tanalís Padilla publicado ayer en estas páginas (‘Rubén Jaramillo: a 50 años de su muerte’). Un dato fundamental que no se consigna en el escrito es que Jaramillo[1] fue pastor metodista. En el compromiso de Rubén Jaramillo por luchar contra las injusticias existentes en México estuvo, de forma destacada, su entendimiento de la Biblia. La lectura de tal libro influyó preponderantemente en el personaje para luchar por que en el país corriera el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo (Amós 5:24).
[1] Líder campesino asesinado en Xochicalco, Morelos junto con su espósa y 3 hijos por órdenes del presidente Adolfo López Mateos en 1959.
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