Los ‘vuelos de la muerte’ y la desaparición de los 43 normalistas.
- Otra línea de indagación hace falta.
- Imagen cortesía de <www.infojusnoticias.gov.ar>
Alfredo Macías Narro.
26 de abril de 2015.
“No es suficiente que la CNDH ‘visite’ las instalaciones del cuartel del 27 batallón militar de infantería del ejército; menos aún es siquiera relevante que Osorio Chong ‘acompañe’ a los familiares de los 43, no. Tras la abierta y mendaz declaración de la SEDENA de la inexistencia de hornos crematorios en ‘cualquier instalación militar’ (La Jornada/110115), información inmediatamente desacreditada por la valiente declaración del Gral. José Francisco Gallardo Rodríguez:
“El general José Francisco Gallardo Rodríguez afirma, en entrevista con La Jornada, que conoce perfectamente las instalaciones militares y puede afirmar de manera categórica que el Ejército sí tiene crematorios” (íbid).
Lo necesario entonces es que los padres de familia, la CNDH y los expertos forenses independientes inspeccionen los sitios en que existen hornos crematorios militares, al igual que eventuales fosas clandestinas en áreas controladas por las fuerzas armadas.
Asimismo, se deben buscar indicios de la existencia/inexistencia de ‘vuelos de la muerte’, al estilo de la ‘guerra sucia’ de la Operación Cóndor (arrojar a las víctimas al mar para asegurar su desaparición), toda vez que en la zona existen instalaciones aéreas y navales, hacia las que no se ha prestado atención en la líneas de investigación seguidas hasta ahora. Si las fuerzas armadas realmente están libres de responsabilidad, entonces es de esperarse su cooperación total, abierta y transparente; de no ser así, la sospecha, el descrédito y la decadente imagen institucional de las otrora respetadas fuerzas armadas, puestas a la defensiva, puede desembocar en una reacción extremadamente violenta, azuzada desde lo más bajo de las cloacas de un Estado probadamente fallido y del corrupto y enclenque gobierno peñista”. [1]
Para comprender mejor las implicaciones y consecuencias de esta segunda hipótesis, basta con recordar que, en la investigación abierta contra los nefastos generales Arturo Acosta Chaparro, acusado en el año 2002 del asesinato de 143 personas (señalados por el mando como presuntos guerrilleros) y Francisco Quirós Hermosillo asimismo procesado como coautor de estos actos criminales y ambos, por nexos probados con el narcotráfico. Se contó con los invaluables testimonios de tripulaciones aéreas, que declararon la realización de 33 o más ‘vuelos de la muerte’ operando desde la Base Aérea Militar No. 7 de pie de la Cuesta.
Habida cuenta de tales antecedentes, me parece lógico realizar indagaciones sobre esta línea de pensamiento, ya que:
1) Es la misma Zona Militar No. 27 la que se encuentra en el ojo del huracán; fue el centro de comando en los años 70 y todo apunta a que lo siguió siendo en el ataque y asesinato de 6 personas ese 26 de septiembre de 2014, así como en la desaparición de los 43 normalistas; sea por acción, sea por omisión.
2) Si en los años 70, con las limitaciones tecnológicas y logística de la época el ejército fue capaz de desaparecer a cerca de 200 personas, con el monstruoso recurso de arrojarlas al mar, en los atroces ‘vuelos de la muerte’ ¿Habrá algo que les impidiese volverlo a hacer, con mayor “eficiencia”, sigilo y rapidez en septiembre de 2014? La aviación militar cuenta con aeronaves que tienen la capacidad de realizar esta macabra tarea en un solo vuelo.
3) Si a esto le añadimos la desmesura del actuar de la SEMAR y su agresiva postura antipopular ¿No será válido aventurar la idea de que pudiesen haber realizado ‘navegaciones de la muerte’ también? El escenario para la indagatoria correspondiente sería este: Por la noche pudieron llevar los cadáveres y embalarlos en cajas de madera en algún oscuro y lejano punto de almacenaje de la Base Naval de Icacos, sede de la VIII Región Naval Militar en el puerto de Acapulco y zarpar en un corto viaje mar adentro y arrojar los cuerpos lastrados al mar, como se hacía antaño con la muerte de algún marino en alta mar.
Finalmente, creo firmemente que si las fuerzas armadas en su conjunto son ajenas a estos hechos criminales, debieran ser los primeros en fijar una postura clara, veraz y de cara al pueblo, aunado a la plena cooperación con los organismos y organizaciones internacionales e independientes a fin de lograr el esclarecimiento inapelable y absoluto de esta aberrante situación de degradación social y de abierto terrorismo de Estado.
[1] *Comentario mío a nota de La Jornada/Editorial del jueves 15 de enero de 2015 “Apertura de cuarteles: decisión plausible”.
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