Reinaldo Villegas Astudillo
Cuando en nuestras dos patrias republicanas, la nativa chilena y la venezolana adoptiva, se celebren próximamente elecciones para renovar alcaldes y concejales- agregándose en la nación venezolana- gobernadores y diputados provinciales, arrecian y se intensifican las campañas electorales, las cuales a veces se elevan demasiado de tono que parecieran empañar el marco republicano, quisiéramos recordar las sabias expresiones de Simón Rodríguez, pensador continental quien en vida fuera el principal artífice en la formación civilista del Libertador Simón Bolívar y de quien el venidero 28 de octubre, se está recordando el 237 aniversario del natalicio, ocurrido en Caracas en 1771, el cual en un texto titulado “Partidos”, y difundido por el diario más antiguo de Chile, como lo es “El Mercurio” de Valparaíso, el 11 de febrero de 1840, cuando concluía su gobierno el presidente José Joaquín Prieto, quien lo había contratado para que ejerciera la docencia en el Instituto Literario de Concepción, en 1831, a petición del Intendente de la región penquista, José Antonio Alemparte.
En tal publicación, están insertas las sabias palabras, aún tan vigentes, que don Simón Rodríguez dirige, fundamentalmente, a los republicanos de una América turbulenta que durante casi dos siglos ha sido asediada e invadida por sátrapas, la mayoría provenientes del sector castrense, atentadores del poder constitucional establecido por la libre voluntad de los pueblos
Veamos, lo que el maestro de América, señala en primer término:
“El sentido primitivo de la palabra PARTIDO es un todo hecho PARTES..
Es consiguiente que las partes ESTEN opuestas, porque quedan unas enfrente de otras, hasta haberse separado o apartado: pero no que SEAN opuestas: porque entre las partes que componen un todo no puede haber REPULSION, que es el sentido que comúnmente se da a la palabra OPOSICION”.
Qué excelente precisión de estos conceptos, en el sentido que el Odio y la Repulsión, jamás deben alcanzar a los demócratas de verdad en la discusión, producto de la confrontación de ideas, la cual eso sí debe ser más constante y profunda en pro siempre de los miembros de las comunidades regionales y nacionales.
Agrega, luego, el egregio pensador de nuestro continente caribe-latinoamericano:
“Signifique que la palabra PARTIDO, OPOSICION, pero no ENEMISTAD, como lo entiende el vulgo, porque sabiendo todos que en la enemistad se engendra el odio, y que el odio degenera en aborrecimiento, concluye que el que aborrece sabe ofender y que la ofensa pide venganza. Casi no hay caso en que la venganza no se considere justa – por consiguiente todo el uno que pueda hacerse al enemigo es permitido.
Se empieza minando la reputación-con esta cae el crédito, se pasa a atacar el honor y de allí, el dar con la persona cuenta poco- a este término lleva la mala interpretación de una voz”.
Lo que expresa Simón Rodríguez, en las significativas líneas de este texto, es reafirmar que por ningún motivo el ser republicano debe caer en diatribas e insultos, que se dirija a enlodar la vida privada e íntima, configuradora de la honorabilidad de la persona humana La crítica, el cuestionamiento debe centrarse, en el accionar público, denunciando por ejemplo la inescrupulosidad del manejo de los caudales públicos, – lamentablemente que en algunos casos se observa hasta en el presente- y en la corrupción manifiesta que se pueda detectar en relación con el otro En tal caso, el Poder Judicial, constituido en lo posible por tribunales integérrimos, debe actuar con una amplia libertad e independencia de otros poderes y grupos partidarios, sobre todo los que se encuentren en funciones de gobierno, a fin de imponer sanciones justas objetivas y ejemplarizadoras. Si no se actúa de esta manera, indudablemente, la República se irá demeritando en su esencia.
De igual modo, más adelante, Simón Rodríguez, precisa:
“¿Por qué será un motivo de enemistad el diferente modo de pensar?…Pensar un hombre en todo como otro, es tan raro que puede negarse que suceda – La naturaleza no hace esta especie de gemelos. Luego el no convenir en una idea no es razón para declararse enemigo”.
Como vemos, atiende aquí Simón Rodríguez al modo de pensar de cada republicano . Es imposible – que una gota de agua sea idéntica a otra- como que una persona piense, discurra, tenga una opinión igual a la de otra en una instancia republicana plena, donde se ejerzan las libertades abiertamente. Sólo, regímenes coercitivos que han asolado a las naciones como el fascismo, impuesto en Europa por Hitler y Mussolini , los gobiernos coercitivos comunistas, al estilo de Stalin, en lo que fue la llamada Unión Soviética y las incontables dictaduras militares tan comunes en nuestra historia continental, donde ya estamos cercanos a cumplir el bicentenario de nuestra independencia colonial. Sólo, en estos sistemas, es posible que el ser humano se transforme en un autómata, en un objeto, en una cifra, en un ser enajenado, sin conciencia crítica y opinión propia ante la autoridad que se le impone, la cual sólo acepta ditirambos y elogios de individuos vacíos, que por un tiempo van a disfrutar de ese periodo irregular y de facto, pero que al retornar la República quedarán enlodados para toda la vida
Consideramos, finalmente, que en ambas patrias los venideros comicios serán alentadores para el logro de una mayor profundización de la república: Que el triunfo sea el de aquéllos que obtengan el mayor respaldo de las comunidades .Que cada uno emita su preferencia electoral, sin interferencias de ningún tipo –ni de caudillos, ni de politiqueros de baja estofa- y que las autoridades electorales actúen con prestancia, con imparcialidad suma y firmeza, otorgándoles a estos comicios el carácter de un evento primordialmente diáfano y propio de repúblicas plenamente consolidadas, como las concibiera durante su existencia el maestro de América y de un Libertador, como lo fue tempranamente, Simón Rodríguez, un republicano inclaudicable, que se ha convertido en modelo de las actuales generaciones, que en décadas recientes, lo han empezado a redescubrir, después de permanecer más de un siglo olvidado por la historia oficial de nuestras naciones.
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