La rebelión tixtleca y los 43
- Imagen de archivo. Policía comunitaria de Tixtla, Gro.
- cortesía de < www.noticiascn.com>
Luis Hernández Navarro
La Jornada/110815.
El policía comunitario trepó hasta el extremo superior del asta bandera donde se encuentra el sombrerete. Colocó el cordel de un cuarto de pulgada de espesor en la driza y descendió hasta el suelo con cautela. La ceremonia de izamiento de la Bandera Nacional en la plaza central de Tixtla, para celebrar el 233 aniversario de Vicente Ramón Guerrero Saldaña, pudo comenzar.
La banda de guerra de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa interpretó el Himno Nacional y el de Guerrero. Los policías comunitarios de diversos barrios y comunidades del municipio, como Acatempa, Los Amates, San Antonio, El Troncón, El Zapote-Pinitos y El Durazno, presentaron armas. El lábaro patrio subió hasta lo más alto del asta.
Ni el cordón ni la bandera de los comunitarios eran los originales. Las autoridades municipales se los llevaron para sabotear el acto cívico-popular. Enojados porque este año el ceremonial para rendir homenaje al consumador de la Independencia no fue encabezado por el Ejército, los políticos locales procuraron entorpecerlo. Todo fue en vano. El movimiento popular, encabezado por los padres de familia de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos, superó los contratiempos que le pusieron.
La jornada arrancó a las 6 de la mañana en la casa cuna del general Vicente Guerrero, con dos homenajes distintos. El primero fue organizado por la policía comunitaria de El Fortín. El segundo, por los otros guardianes populares de Tixtla. En ambos se depositaron coronas florales en memoria del insurgente. Poco después, parte de las policías comunitarias se trasladaron a la plaza cívica José María Morelos a izar la bandera.
Las ceremonias populares de este 9 de agosto tienen un alto valor simbólico. Los padres de familia de los 43 desaparecidos hicieron a un lado al Ejército y mandaron un mensaje muy claro:
“¿No nos permiten entrar a los cuarteles? Nosotros no los vamos a dejar entrar a nuestra ciudad. O, como dijo una de las madres de familia: vamos a ser una piedra en su zapato”.
El movimiento popular de Tixtla, que boicoteó con éxito las elecciones municipales del pasado 7 de junio, se apropió del rito cívico-militar en homenaje al libertador y organizó con fortuna una celebración alternativa. En lugar de un desfile de soldados profesionales, marcharon, en dos movilizaciones diferentes, policías comunitarios armados, junto a padres de los desaparecidos, estudiantes de Ayotzinapa, maestros democráticos, familiares de presos políticos y organizaciones populares.
El gobernador del estado, Rogelio Ortega, explicó que la no participación del Ejército buscó evitar alguna confrontación. Ya el año anterior, policías comunitarios armados con machetes y normalistas de Ayotzinapa irrumpieron en el desfile para exigir la liberación de sus dirigentes presos.
Las jornadas de lucha de este 9 de agosto hicieron evidente la división del movimiento popular en el municipio. De un lado se encuentra la Asamblea Municipal Popular y del otro el Comité Promotor del Concejo Popular Municipal. Aunque ambos demandan que, en lugar de convocar a nuevas elecciones para elegir alcalde, el gobierno local, el ayuntamiento, quede en manos de un concejo popular, difieren de los tiempos y las formas de su integración, y en el trato que se debe tener con el gobierno.
La movilización cívica convocada por la asamblea tuvo un carácter mixto. De un lado, fue un acto de denuncia, protesta y dolor por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, encabezado por sus familiares y sus compañeros de escuela. Por el otro, fue un desfile popular tradicional, con carros alegóricos, princesas y tlacololeros. En cambio, la jornada del Comité Promotor, numéricamente más reducida y compacta, fue, exclusivamente, una iniciativa de condena contra el gobierno y de reivindicación del poder popular.
Manuel Olivares, viejo luchador social de la entidad, secretario técnico de la Red Guerrerense de Organismos Civiles de Derechos Humanos, resumió la paradoja de esta situación recordando la canción de Jaime López:
“Es tan poco el amor para gastarlo en celos”.
Allí, en la marcha de este 9 de agosto, se encontraba don Margarito Guerrero, a quien le dicen Benito y don Beni, de cariño. Él es papá de Jhosivani Guerrero Cruz, a quien primero llamaron Efraín y finalmente Jhosivani, uno de los 43 desaparecidos.
Muchas vidas se resumen en la de don Benito. Él es campesino en la comunidad de Omeapa, en Tixtla. Siembra milpa y, a veces, garbanzo. Tiene unos pocos animales. Emigró nueve años a Texas, donde trabajó de mojado, cuidando caballos, distribuyendo heno y pintando. Y en una ocasión fue secuestrado por un cártel al pasar del otro lado.
Ahora don Benito se ha convertido en buscador incansable de su hijo, al igual que su esposa, doña Martina, y el resto de su familia. De su comunidad, Omeapa, fueron desaparecidos otros dos muchachos, además de Jhosivani, y de Tixtla 14 en total. En los primeros días de la tragedia, en Iguala, fue de un lado a otro tratando de encontrar a su hijo, junto al líder de la Upoeg, Miguel Ángel Jiménez, asesinado apenas este sábado.
Don Benito ha tenido que dejar atrás su labor en el campo. En los hechos vive en Ayotzinapa y cada tercer día va a atender a los animales o a cuidar las siembras en su parcela. Uno de sus hijos que trabaja en Estados Unidos les manda regularmente dinero para apoyarlos.
Conforme el tiempo pasa, sus escasos bienes se esfuman al igual que su salud. Lo mismo sucede con doña Martina, quien padece del corazón y en cada ocasión que habla de su hijo se llena del dolor. Incansable, don Benito atiende todas las comisiones para las que es elegido.
Don Benito y el resto de los familiares de los desaparecidos son la fuente de autoridad que alimenta e inspira la rebelión tixtleca, que hace a un lado al Ejército en la celebración de los desfiles y busca nombrar un concejo popular. Convencidos de que en Guerrero priva un narcogobierno, han decidido tomar su destino en sus propias manos.
Ese es el mensaje profundo de las jornadas de este 9 de agosto.
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Nota mía: Respetuosamente me permití modificar levemente la estructura del artículo de Luis Hernández Navarro, con la exclusiva finalidad de facilitar su lectura en el formato de Odiseo. Alfredo Macías Narro.
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