La Jornada, 28 de julio de 2009
http://www.jornada.unam.mx/2009/07/28/index.php?section=opinion&article=a03a1cie
En este anuncio hay un toque de ingenuidad del subsecretario Székely, pues quizá en algún momento se le ocurrió que la UNAM iba a ceder su autonomía a cambio de las migajas producto de una ocurrencia sexenal de reforma del bachillerato, que reúne todos los ingredientes del fracaso.
Resultado de la lucha de varias generaciones
La autonomía universitaria, conquistada en México en 1929, es el resultado de la lucha de muchas generaciones y está consagrada en la Constitución General de la República Mexicana. El principio fundamental es el autogobierno, es decir, la capacidad de dotarse a sí misma de planes y programas de estudio, al margen de disposiciones externas. La ley orgánica de la UNAM, establece la libertad de cátedra e investigación, lo que garantiza el avance del conocimiento, independientemente de los deseos o las ocurrencias del poder político.
La UNAM imparte educación a los jóvenes en el bachillerato por medio de dos modalidades: la Escuela Nacional Preparatoria y el Colegio de Ciencias y Humanidades. La RIEMS, impulsada por el gobierno panista, establece, entre otras cosas, un marco curricular común para todas las modalidades de educación media superior en el país, lo que en el caso de la Universidad Nacional Autónoma de México resulta inaceptable, pues equivale a anular su autonomía.
En esas condiciones, el doctor José Narro Robles, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, señaló en marzo de este año que la institución que encabeza no se incorporaría a esta reforma. Indicó, además, que en el país debe haber coordinación y trabajo conjunto, y que todas las iniciativas que busquen una mejora en el sistema educativo son bienvenidas.
Los tropiezos de la reforma no se hicieron esperar. La RIEMS implicaba la eliminación de la enseñanza de la filosofía en el bachillerato, algo inadmisible en muchos ámbitos, en particular en la UNAM, pues una de sus características principales es precisamente el impulso de las humanidades. Este aspecto de la reforma desató la protesta de numerosos intelectuales y de la comunidad filosófica de México, que obligó a la SEP a dar marcha atrás en este despropósito. Pero como ya es común en el subsecretario Székely, todo se reduce siempre a que hay malos entendidos.
Anuncia castigo para la UNAM
Pero ahora, el subsecretario aparece con algo completamente innecesario. Anuncia ostentosamente un castigo para la UNAM, por no plegarse a la reforma gubernamental; por negarse a renunciar a su autonomía. Es además una mensaje para todas las instituciones de educación superior y universidades autónomas en el país, que no recibirán recursos si no se pliegan a la reformas de un gobierno que ha demostrado en todo momento su desprecio por la educación, la ciencia y la cultura.
Quienes encabezan hoy a la SEP parecen desconocer que las oficinas que transitoriamente ocupan fueron habitadas en su momento por personalidades como José Vasconcelos, quien fue el primer director de la Escuela Nacional Preparatoria, luego rector de la Universidad Nacional y, al lado de otros personajes de la talla de Antonio Caso y Manuel Gómez Morín, uno de los forjadores de la autonomía.
Pero para el subsecretario Székely la RIEMS es un parteaguas, que representa el tránsito de la educación media superior hacia una nueva era. Significa para él y para el gobierno que encabeza el licenciado Felipe calderón que en la educación del siglo XXI no tiene cabida la autonomía universitaria. Es lamentable que en lugar de buscarse la colaboración con la más importante universidad del país y de Iberoamérica para mejorar la formación de los jóvenes, se le hagan chantajes, que no son sino un síntoma más del fracaso al que se dirige la reforma panista.
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