Estudio de diferentes criterios y posiciones sobre el fenómeno denominado violencia machista.

Titulo: Estudio de diferentes criterios y posiciones sobre el fenómeno denominado violencia machista.

Autores: MSc. Yisel Alonso Vila. Estudiante de Derecho Alicia Vlia Puente. MSc. Maria Rosa Nuñez Gonalez.

Centro Universitario Municipal Abreus. Universidad Carlos Rafael Rodriguez. Cienfuegos, Cuba.

Resumen

Se realizó un estudio de diferentes criterios y posiciones sobre el fenómeno denominado violencia en particular la violencia hacia la mujer o violencia machista con el objetivo de obtener información acerca del tema a partir de la valoración desde los organismos internacionales, las consideraciones históricas sobre la violencia contra la mujer en la familia, la pareja,  como arma de guerra, explotación sexual,  ablación del clítoris, feminicidios, violencia de genero, participación en las tomas de decisión y Condición jurídica, lo que posibilita un acercamiento al estudio posterior y la propuesta de intervención profesional derivada de los datos obtenidos.

Palabras claves

Violencia hacia la mujer, violencia machista, normas, valores, víctimas.

Introducción

La violencia es considerada como la transgresión de normas, valores y pautas de conducta predeterminadas a nivel social, ya sea por una aceptación de consenso mayoritario, o por la imposición de una clase social muy fuerte socioeconómicamente. La violencia se produce en situaciones conflictivas cuando el individuo, grupo o conjunto grupal entra en contradicción con esas normas, valores y pautas, o no encuentra la vía para solucionarlos.

 Existen diversas argumentaciones acerca de la violencia. En el caso de la mujer en el hogar, se manifiesta que afecta a millones de estas, considerado anteriormente como un asunto privado, ahora se ve como tragedia pública; no conoce barreras culturales, ni religiosas, e impide que la mujer ejerza su derecho a participar plenamente en la sociedad.

Esta argumentación muestra cómo la violencia contra la mujer se manifiesta desde el propio aborto, al conocerse que espera una niña en lugar del deseado varón, pues en algunas sociedades las niñas son sometidas a prácticas tradicionales como la circuncisión que las deja mutiladas o traumatizadas. Las mujeres también son víctimas del incesto, las violaciones, u obligadas a contraer matrimonios a temprana edad antes de haber alcanzado la madurez física, mental y emocional, lo cual ocasiona en muchos casos hasta la muerte2 (Fresno Chávez C. La mujer y la violencia. La Habana. Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas, 1996;1-4.).

En el mundo actual a inicios del Siglo XXI al menos una de cada tres mujeres ha padecido un acto de violencia de género condicionado por el  maltrato, violación sexual, abuso de varios tipos, entre otros golpes, chantajes, daños sicológicos,  acoso sexual.

Organismos internacionales que estudian este fenómeno social han distinguido que este tipo de violencia constituye una de  las primeras causas de muerte o invalidez para las mujeres entre 15 y 44 años.  La violencia contra la mujer es mayoritariamente ejercida por los hombres respondiendo a condicionamientos sexistas, por lo que también se usa el término violencia machista, por diferentes investigadores.

En la  sesión plenaria,  de las Naciones Unidas, efectuada el  20 de diciembre de 1993, se procedió a ratificar la declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, en la que se la reconoce como un grave atentado contra los derechos humanos y solicita se hagan todos los esfuerzos posibles para que sea la declaración]universalmente conocida y respetada.

La  sesión plenaria,  de las Naciones Unidas, define la violencia contra la mujer en su primer artículo como todo acto de violencia;  basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.

Las Naciones Unidas, en 1999, a propuesta de la República Dominicana con el apoyo de 60 países más, aprobaron declarar el 25 de noviembre día Internacional de la eliminación de la Violencia contra la Mujer, en esa fecha en diferentes partes de la tierra se realizan actividades a fin de solucionar este problema que afecta a las féminas en las direcciones de la salud, la educación, la igualdad y la equidad.

Desarrollo

La violencia hacia la mujer, denominada violencia machista, está muy arraigada en el mundo, a inicios de la presente década, más de la mitad de las mujeres viven bajo esta amenaza, provocada por la subcultura de los pueblos, la pobreza, la falta de educación para enfrentar la vida con otras ideas y perspectivas.

Para erradicar la violencia machista se necesita voluntad política y recursos económicos. Cuando un hombre le pega a una mujer está empobreciendo a toda su comunidad y dañando a varias generaciones de su familia, además de los daños sociales y socio sicológicos que provoca.

En Colombia, cada 6 días muere una mujer a manos de su compañero, mientras que en los últimos 10 años cientos de ellas han sido secuestradas violadas y asesinadas en Ciudad Juárez, en el norte de México. Otros estudios realizados en 71 naciones demuestran que un importante porcentaje de mujeres sufren agresividad física, sexual o psicológica, y la corporal resulta la más extendida.

Según el Instituto de Mujer Ibérico, entre 1999 y 2003, murieron 246 mujeres a manos de sus maridos, parejas o excompañeros, de diversos modos.

El actual gobierno español se comprometió a conferirle preponderancia a este tópico; por tanto en el Consejo de Ministro aprobó un par de años atrás 10 medidas urgentes contra esta lacra.

El mal que ha provocado bastantes muertes y estragos. En el resto de Europa el maltrato de género es un asunto que afecta a una de cada cinco mujeres europeas. En el continente americano, EE.UU, esta cuestión afecta a 32 millones de estadounidenses cada año. Cada 9 segundos una norteamericana sufre de maltrato y más de tres son asesinadas, según las referencias de los centros para control de enfermedades y del instituto nacional de justicia.

El riesgo a ser víctima de abuso es más alto en mujeres y hombres indios americanos y nativos de Alaska, mujeres afroamericanas, hispanas, mujeres jóvenes y personas que se encuentran en ambientes de total pobreza y sin acceso ala educación y a la salud como prioridades para una buena calidad de vida y desarrollo social.

Diferentes organismos internacionales valoran lo necesario que es la aplicación de medidas para reducir este fenómeno a nivel mundial. En 1993 las Naciones Unidas examinaban la  necesidad inmediata de una aplicación universal a la mujer de derechos y principios relativos a la igualdad, seguridad, libertad, integridad y dignidad de todos los seres humanos. También reconocía el papel desempeñado por las organizaciones en pro de los derechos de la mujer, las que proporcionaron dar transparencia al problema.

La violencia machista que en primer orden aflige a  la mujer, es  un problema que altera a los derechos humanos, ya que constituye una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que ha conducido a la dominación de la mujer y a la discriminación en su contra por parte del hombre e impedido el adelanto pleno de la mujer, en un mundo donde avanza la ciencia y la técnica con su participación y cooperación al nivel de los hombres.

La declaración de las Naciones Unidas incluye seis artículos en los que se define la violencia contra la mujer y las formas y ámbitos de esta violencia, al tiempo que enumera los derechos de las mujeres para alcanzar la igualdad y su pleno desarrollo e insta a los Estados y organizaciones internacionales a desarrollar estrategias y poner los medios para erradicarla.

En el mismo sentido, el 5 de marzo de 1995, se adoptó la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer: Convención de Belem Do Para.

A partir de las consideraciones históricas sobre la violencia contra la mujer se precisa que la violencia machista está ligada a la consideración de la mujer que se desprende de la familia patriarcal. La humanidad en sus orígenes pudo estar constituida por comunidades matriarcales, así lo expuso Lewis Henry Morgan, considerado uno de los fundadores de la antropología moderna, en su libro La sociedad primitiva en 1877.

La abolición del derecho materno pudo ser la gran derrota del sexo femenino. Actualmente la familia patriarcal puede aparecer desdibujada tras siglos de esfuerzos de la mujer por emanciparse; en sus orígenes, convirtió a la mujer en objeto propiedad del hombre, el patriarca. Al patriarca pertenecían los bienes materiales de la familia y sus miembros.

Así, la mujer pasaba de las manos del padre a las manos del esposo, teniendo ambos plena autoridad sobre ella, pudiendo decidir, incluso, sobre su vida, es decir excluida de la sociedad, formaba parte del patrimonio de la familia, relegada a la función reproductora y labores domesticas.

En la Roma clásica, en sus primeros tiempos, es manifiesta la dependencia de la mujer, debiendo obediencia y sumisión al padre y al marido. El paterfamilias tenía sobre sus hijos en derecho a vida y muerte; podía venderlos como esclavos en territorio extranjero, abandonarlos al nacer o entregarlos a manos de los familiares de sus víctimas si habían cometido algún delito; desposarlos y pactar o disolver sus matrimonios.

Pero así como los varones pasaban a ser paterfamilias cuando moría el padre, y adquirían todas sus atribuciones jurídicas dentro de su familia, las mujeres, por el contrario, iban a permanecer de por vida subordinadas al poder masculino, basculando entre el padre, el suegro y el esposo.

Este modelo de familia patriarcal ancestral sufrió durante la República y el Imperio numerosas modificaciones. El derecho sobre la vida de la mujer fue abolido. A ésta se le seguía reservando la pena de muerte en determinados supuestos, pero ya no era el marido el que decidía sobre ello, siendo la comunidad la encargada de juzgarla.

En determinados momentos la mujer llegó a conseguir una cierta emancipación: podía divorciarse en igualdad de condiciones con el hombre, dejó de mostrarse como la mujer abnegada, sacrificada y sumisa y en la relación entre esposos se vio matizada la autoridad del marido. Esto ocurría principalmente en las clases sociales de poder  y no evitó que la violencia siguiese dándose en el seno del matrimonio dirigido a controlar y someter a las mujeres mediante la agresión física o el asesinato.

Los avances que pudieron darse durante la República y el Imperio romanos desaparecieron en el periodo oscuro del medievo. Una sociedad que rendía culto a la violencia, la ejerció también contra las mujeres y estas se convirtieron frecuentemente en moneda de cambio para fraguar alianzas entre familias. En las clases más bajas o pobres, además de cumplir con la función reproductora, constituían mano de obra para trabajar en el hogar y en el campo.

En esta historia han jugado un papel importante las religiones, suponiendo una justificación moral del modelo patriarcal, las que tienen la condición de casadas estén sujetas a sus maridos como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia y salvador de su cuerpo.

Otra  forma de violencia ejercida contra la mujer y consecuencia del patriarcado ha sido la exclusión histórica de la mujer de la sociedad; estando excluida de todos sus ámbitos: cultural, artístico,  político, el económico y social.

No es hasta la revolución industrial en Occidente, cuando se permite a la mujer participar en la vida social, que verdaderamente comienza una trayectoria de emancipación.

La violencia contra las mujeres, en la actualidad no es excepción de ningún sistema político o económico; se da en todas las sociedades del mundo y sin distinción de posición económica, raza o cultura. Las estructuras de poder de la sociedad que la vinculan se caracterizan por su profundo arraigo y su intransigencia. En todo el mundo, la violencia o las amenazas de violencia impiden a las mujeres ejercitar sus derechos humanos y disfrutar de ellos.

Fueron las organizaciones feministas las que en la segunda mitad del siglo XX dieron visibilidad plena al problema de la violencia contra la mujer. América Latina y el Caribe es una de las regiones del mundo que mayor atención ha prestado a la lucha contra la violencia hacia la mujer, mostrándose especialmente activa en la consolidación de redes sociales, sensibilizando a los medios de comunicación, adquiriendo compromisos institucionales y legislando para erradicar un problema que afecta gran parte de la población mundial limitando y conculcando sus más elementales derechos humanos.

La violencia machista es consecuencia de los intentos de mantener la subordinación de la mujer, de la consideración ancestral como un objeto propiedad del hombre; y, por lo tanto, deberían dársele una consideración especial de menosprecio, fundamentada en la violencia, los miedos, los abusos y la obediencia al hombre.

Especial importancia tuvo la celebración del Tribunal Internacional de Crímenes contra las Mujeres en Bruselas en 1976, siendo la primera vez que se tipificaron como crímenes diferentes tipos de violencia cometidos contra las mujeres, creándose la Red Feminista Internacional con programas de apoyo y solidaridad. Consecuencia de su resonancia, en 1979, la Asamblea de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la mujer y en 1980 se celebró en México la I Conferencia Mundial de la ONU sobre la mujer, activándose al año siguiente la Convención para Erradicar la Discriminación contra la Mujer (CEDAW).

Estos acontecimientos impulsaron toda una serie de medidas legislativas y modificaciones de códigos penales que en los diferentes países se han venido produciendo desde entonces. En 1993 las Naciones Unidas ratificaba la Declaración sobre la Eliminación de la violencia Contra la Mujer y en 1995, en Belem do Para (Brasil), se adoptó la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia contra la mujer.

Actualmente numerosos países cuentan con estrategias específicas para combatir la violencia contra la mujer y han modificado su legislación incluyendo en ella leyes contra la violencia hacia la mujer, diseñan planes generales y sectoriales para combatirla y promueven campañas para interesar a los diferentes ámbitos de la sociedad en este problema.

Estas estrategias han servido a su vez para sensibilizar a Estados y Sociedad ante otras formas de violencia: contra la infancia, ancianos, minusválidos, colectivos minoritarios etc.

La violencia contra la mujer comienza en la infancia y es en la familia donde principalmente se ejerce esa violencia. La infancia es especialmente vulnerable a la violencia y la niña sufre un plus añadido por su condición femenina. A la ablación, generalizada en determinadas comunidades e ineludiblemente ligada al sexo femenino, el comercio sexual que puede arrancar ya en el seno de la familia con la venta de la niña, o el infanticidio y los abusos sexuales, más frecuentemente ligados al sexo femenino, se une una más estricta autoridad paterna, ejercida también por hermanos, y una educación discriminatoria que limita sus expectativas vitales. Más del 80% de las violaciones las perpetran miembros de la familia de la víctima, y mayoritariamente a edades muy tempranas, cuando esta no pasa de ser una niña. Padres, abuelos, tíos,… Adultos en los que ella confía pasan a ser sus agresores. Este es un problema mundial que en muchas ocasiones no trasciende más allá de los límites de la propia familia, la niña sufre la violencia en silencio, avergonzada y con sentimientos de culpa.

La venta de niñas sería otra violencia sufrida por la mujer en la infancia y en la familia. Estas ventas pueden tener diversas finalidades, pero el lucrativo negocio de la prostitución, las enfermizas inclinaciones sexuales de clientes, unido a la miseria en la que se ven sumidas muchas familias han extendido el comercio de niñas, menores de diez años en muchos casos, destinadas a la explotación sexual.

A estas violencias, aún habría que sumar otras muchas de menor carácter que irían desde un mayor autoritarismo paterno y familiar, a los matrimonios forzosos. La violencia ejercida contra la mujer, sea cual sea su naturaleza, tiene como marco preferente la familia.

La violencia contra la mujer por parte de su pareja o ex-pareja está generalizada en el mundo dándose en todos los grupos sociales independientemente de su nivel económico, cultural o cualquier otra consideración. Aun siendo de difícil cuantificación, dado que no todos los casos trascienden más allá del ámbito de la pareja, se supone que un elevado número de mujeres sufren o han sufrido este tipo de violencia.

En todas las relaciones humanas surgen conflictos y en las relaciones de pareja también. Las discusiones, incluso discusiones acaloradas, pueden formar parte de la relación de pareja. En relaciones de pareja conflictivas pueden surgir peleas y llegar a la agresión física entre ambos. Esto, que podría alcanzar cotas de violencia que serían censurables, formaría parte de las dificultades a las que se enfrentan las parejas.

En la pareja el maltrato es mayoritariamente ejercido por él contra ella. Tiene unas causas específicas: los intentos del hombre por dominar a la mujer, la baja estima que determinados hombres tienen de las mujeres; causas que conducen a procurar instaurar una relación de dominio mediante desprecios, amenazas y golpes.

Los rasgos más visibles del maltrato son las palizas y los asesinatos, son los que trascienden del ámbito de la pareja; sin embargo, los maltratos de «baja intensidad», los maltratos psíquicos que mantenidos en el tiempo socavan la autoestima de la mujer, son los que mayoritariamente se dan. Cuando trasciende un caso de maltratos, la mujer puede llevar años sufriéndolos. Y si los maltratos pueden producirse en cualquier etapa de la historia de la pareja, es en el momento de la ruptura y tras esta, si se produce, cuando llegan a exacerbarse.

Es frecuente tratar el tema de los maltratos como casos individuales, los abusadores  sufrirían una suerte de trastornos que les conducirían a maltratar a la mujer y a ésta, en su fragilidad, a recibir esos maltratos. Esta sería una visión del problema tranquilizadora que no pondría en cuestión el modelo patriarcal.

El modelo psicopatológico explica la violencia como resultado de conductas desviadas propias de ciertos individuos cuya historia personal está caracterizada por una grave perturbación. Este enfoque, al fin y al cabo tranquilizador, habla de un «otro», un «enfermo» o «delincuente», al que, después de examinarlo, se le puede castigar o tratar médicamente.

Desde el punto de vista feminista la violencia masculina se percibe como un mecanismo de control social que mantiene la subordinación de las mujeres respecto de los hombres. La violencia contra las mujeres se deriva de un sistema social cuyos valores y representaciones asignan a la mujer el status de sujeto dominado.

Las violaciones son una realidad mundial. Tanto en los países ricos como en los pobres, pese a las diferencias culturales, religiosas y sociales las mujeres siguen consideradas frecuentemente como meros objetos Sandrine Treiner: «La violación es, sin ningún género de dudas, la forma más evidente de dominación ejercida, de manera violenta, por los hombres sobre las mujeres». En ella se traslucen los iconos atávicos presentes aún en la mente del hombre, lo que se conoce como machismo: implica un menosprecio de la mujer considerándola como mero objeto destinado a satisfacer las apetencias sexuales y la convicción de que la mujer debe estar sometida al hombre.

No supone considerar a la mujer inferior al hombre en una cuestión de grado sino el considerarla un ser inferior, un ser con el que se pueden cometer todo tipo de excesos.

Más del 14% de las mujeres Estadounidenses mayores de 17 años admiten haber sido violadas. Esta cifra se podría extrapolar a otras sociedades occidentales. Y aunque en países este porcentaje puede bajar (8% en Canadá, 11,6 en Suiza, 5,9 en Finlandia ), en Sudáfrica, uno de los países en los que el problema es más preocupante, el porcentaje sube al 25% con 1.500.000 violaciones cada año. Nuevamente es el ámbito de la familiar donde se produce el mayor porcentaje de violaciones, probablemente más del 70%.

Las cifras ponen de relieve la dimensión de la violación como abuso de poder y confianza, y echan por tierra la tendencia  de tantas sociedades que consideran que las víctimas de las violaciones son unas mujeres imprudentes que tienen comportamientos arriesgados: atuendos provocativos, salidas nocturnas. Sandrine Treiner:

 Por lo que al hecho de la violación habría que sumar el de la imposición de relaciones sexuales no deseadas, forma de violación que no figuraría en las estadísticas. La sexualidad no siempre resulta una elección para la adolescente: un 15,4 por 100 de las chicas declaraban «haber sufrido una o varias relaciones sexuales bajo coerción o a la fuerza. Entre ellas, las tres cuartas partes de las relaciones impuestas lo habían sido por otros jóvenes y, con mayor frecuencia, por jóvenes conocidos.

La violación produce efectos devastadores que van más allá de los causados por la violencia ejercida. Las mujeres violadas pueden caer en profundas depresiones, pudiendo llegar a suicidarse, pueden cambiar su carácter volviéndose más retraídas, caer en el consumo de alcohol o drogas,  el sida o quedar embarazadas de su agresor son también sus posibles consecuencias. Raquel Osborne:

Las mujeres víctimas de la violación sufren una doble agresión, a la del agresor se suma la de la familia y la comunidad. La mujer violada queda estigmatizada por una familia y una sociedad que depositan su honor en su cuerpo. En según que culturas puede ser asesinada por miembros de su propia familia para lavar su honor o sufrir su rechazo y el de la comunidad.

Lo cierto es que la tradición tribal iraquí no les deja elección: cuando una mujer es mancillada por una violación o por un acto sexual extramatrimonial, está poniendo en peligro el honor de su familia y de toda la tribu. A la violación se responde con represalias, pero lo primero es eliminar la mancha, para lo que es necesario eliminar físicamente a la mujer.

La violación vista como arma de guerra;  donde las mujeres se convierten en objetivo para castigar a la comunidad enemiga. Las guerras en Bosnia y Ruanda pusieron de manifiesto la realidad de las violaciones sistemáticas en tiempos de guerra, en el presente y en la historia. Cécile Hennion:

Nunca se tendrán cifras ciertas sobre estos hechos, el sentimiento de vergüenza de las víctimas mayoritariamente las mantendrá en silencio y, también, a estas violaciones, en numerosos casos, les sigue el asesinato. Se estima que por cada denuncia se han producido cien casos no denunciados.

En el cuerpo de la mujer se escenifica el odio hacia el enemigo y las ansias de su destrucción: la violación puede ser pública, en presencia de sus familiares; a padres y familiares se les fuerza a su vez a violar a sus hijas y seres queridos. Mujeres, niñas y niños serían las victimas escogidas. Todo en un intento de anularles como personas y de perpetuar la victoria sobre la comunidad sojuzgada cargando a sus mujeres con los hijos de sus enemigos.

La violación es el crimen de profanación por excelencia contra el cuerpo femenino, y, consecuentemente, contra toda promesa de vida del conjunto de la comunidad. De ahí que pueda definirse antropológicamente como una tentativa de invadir el espacio histírico del otro insertando en su árbol genealógico al hijo del enemigo étnico. (Véronique Nahoum Grappe)

En cuanto a la explotación sexual,  según fuentes de las Naciones Unidas, durante la década 1990-2000, el tráfico de personas con destino en la prostitución se cobró 33 millones de víctimas, tres veces más que el tráfico de esclavos africanos durante cuatrocientos años calculado en 11.500.000 personas.

Este, también, es un crimen universal,  mujeres captadas con engaños o por la fuerza pueden pertenecer a cualquier país, principalmente países donde la población sufre carencias económicas o países en guerra, y el destino puede ser su propio país o cualquier otro, en este caso, principalmente países ricos. La explotación sexual convierte a las víctimas en esclavas. Los proxenetas se enriquecen manteniendo a las víctimas en condiciones infrahumanas, atemorizadas y amenazadas, obligadas a ejercer la prostitución en condiciones de explotación.

Desde el feminismo se ve como medio para combatir este tráfico el combatir la prostitución, acabar con el comercio sexual que, consideran, degrada a la mujer. El debate sobre la prostitución está abierto, existiendo grupos, entre ellos grupos de mujeres dedicadas a la prostitución, que consideran esta elección un derecho, y organizaciones feministas dispuestas a erradicarla.

La ablación del clítoris, la mutilación genital femenina, es otra forma de violencia contra la mujer. Se calcula que anualmente se le practica a dos millones de mujeres. La ablación reduce a las mujeres a una mera función reproductora,  anulando su derecho a la plena sexualidad.

Las consecuencias de la ablación comienzan en el momento de la intervención con un dolor insoportable y la posibilidad de producir la muerte de la víctima; prolongándose las secuelas durante el resto de la vida con dolores crónicos, problemas durante el parto y generando en la mujer la imposibilidad de mantener relaciones sexuales satisfactorias.

A las secuelas físicas habría que añadir las psíquicas;  la mujer a la que se le ha practicado la ablación es consciente de la mutilación a la que ha sido sometida pudiendo perder su autoestima. Es la expresión más visible de los esfuerzos del hombre por dominar a la mujer, su finalidad sería la de calmar las inclinaciones sexuales de la mujer y garantizar su fidelidad al esposo.

La ablación se practica, principalmente, en comunidades de países africanos subsaharianos y, aunque mayoritariamente es practicada por comunidades musulmanas, también se practica en comunidades animistas, cristianas y judías.

Entre los países donde se practica la ablación se encuentran: Nigeria, Senegal, Sudán, Egipto, Etiopía (de mayoría cristiana), Pakistán, Indonesia, Malasia. Es una tradición cultural y no religiosa, aunque coincida que sea en los países islámicos donde más frecuentemente se practique.

En la mayoría de las comunidades musulmanas no se aplica la ablación, pero el imaginario social y religioso la ha asociado al Islam, la ablación es, en muchos casos, llevada en secreto por las comunidades que la practican. Se trata de una tradición muy difícil de erradicar ya que puede ocurrir que padres, principalmente madres, aún mostrándose en desacuerdo, se sientan en la obligación de practicarla a sus hijas ante el temor de no poderlas casar.

El feminicidio es el homicidio de mujeres motivado por su condición de mujer. Se trata de un término más específico que el de homicidio y serviría para dar visibilidad a las motivaciones últimas de una mayoría de los homicidios de mujeres: la misoginia y el machismo; siendo la forma más extrema de violencia contra la mujer.

El feminicidio es el crimen contra las mujeres por razones de género. Es un acto que no responde a una coyuntura ni actores específicos, pues se desarrolla tanto en tiempos de paz como en tiempos de conflicto armado y las mujeres víctimas no poseen un perfil único de rango de edad ni de condición socioeconómica. Sin embargo, existe mayor incidencia de la violencia en mujeres en edad reproductiva. Los autores de los crímenes tampoco responden a una especificidad ya que estos actos pueden ser realizados por personas con quienes la víctima mantiene un vínculo afectivo, amical o social, como por ejemplo familiares, parejas, enamorados, novios, convivientes, cónyuges, exconvivientes, excónyuges o amigos.

También es realizado por personas conocidas, como vecinos, compañeros de trabajo y de estudio; de igual forma que por desconocidos para la víctima. Asimismo, puede ser perpetrado de manera individual o colectiva, e incluso por mafias organizadas.

El término violencia de género también es frecuentemente utilizado. Sería una expresión menos concreta y que en cierto modo suaviza la verdadera naturaleza de la violencia contra la mujer.

Menos concreta porque se referiría a la violencia practicada desde ambos sexos; y, en cierto modo, edulcorada, ya que obvia un factor que no es simétrico, que únicamente es causa en la violencia del hombre contra la mujer: el sentimiento de superioridad y dominación de éste sobre ella y, más extensamente, el machismo. Otro tanto ocurriría con los términos «violencia sexista» y «violencia de pareja».

La expresión violencia de género es la traducción del inglés gender-based violence o gender violence, expresión difundida a raíz del Congreso sobre la Mujer celebrado en Pekín en 1995 bajo los auspicios de la[[ONU].]

La participación de las mujeres en las tomas de decisión;  es un requisito básico para consolidar la democracia. Sin embargo, tanto en tiempos de paz como especialmente en tiempos de guerra, la presencia de las mujeres en los órganos de decisión es más bien escasa, por lo que la UNIFEM trabaja para remediar esta situación.

Según la Convención para la Eliminación de cualquier forma de discriminación contra las Mujeres, la  máxima participación de la mujer, en igualdad de condiciones con el hombre, en todos los campos, es indispensable para el desarrollo pleno y completo de un país, el bienestar del mundo y la causa de la paz.

En África, el apoyo y los esfuerzos de UNIFEM ayudaron a las activistas de la República Democrática del Congo a conseguir que la Constitución reconociese la plena participación de las mujeres en la reconstrucción de la paz.

La Comisión de la Verdad y de la Reparación de Sierra Leona incluye actualmente un programa de testigos para ayudar a las mujeres a denunciar la violencia de género.

En Afganistány Perú UNIFEM trabajó estrechamente con las delegadas de la Loya Jirga y la Comisión de la Verdad respectivamente para conseguir que la Constitución afgana garantizase la igualdad de las mujeres y la Justicia y Reparación declare la violación como arma de guerra.

 

 

Situación de la violencia en Cuba

Cuba existe en el contexto de este mundo y superviven manifestaciones de una cultura sexista a pesar de todo lo que hemos avanzado sobre todo en educación y salud.

 A esto se le añade la crisis económica en que vive el país, agravado por el bloqueo de los EE.UU. como un hecho de violencia sistemática que trasciende en lo social y lo personal de la vida cotidiana.

Conclusiones

La violencia en Cuba está condicionada por los procesos económicos, políticos y sociales ocurridos a lo largo de más de 500 años, a partir del encuentro de las culturas Europea y Americana al proceso de identidad cultural, transculturación de las culturas españolas y africanas, los prejuicios y debilidades pequeño burguesas fueron ocurriendo en el decursar de nuestro país, actos opuestos al ejercicio de la igualdad social de la mujer.

La mujer cubana de inicios del Siglo XXI,  cuenta con todas las posibilidades para lograr su máximo desarrollo y ocupar un lugar en la sociedad, en el que no depende del hombre, sino de su inteligencia, eficiencia y desempeño laboral.

A partir del estudio de  la condición jurídica de la mujer; según  los códigos penales de diferentes países;  la penalización de la violencia intrafamiliar, no es contemplada en regiones donde  su legislación no lo registra y es tolerada pasivamente por el estado.

La lentitud en la evolución de las creencias constituye uno de los hechos esenciales en la historia. La influencia ejercida por el pasado en la elaboración de los actuales modos de pensar, proporciona la resistencia de valores y costumbres de la milenaria sociedad patriarcal.

En Cuba el principio de la igualdad, la no discriminación esta incorporada a todas las leyes y políticas del país, la actual estructura de la sociedad no se caracteriza por el maltrato, sin embargo en el mundo privado de la familia existen parejas donde superviven estas manifestaciones, pero de forma general la comunidad rechaza tales conductas.

La violencia machista en estos tiempos ha adquirido resonancia social, no por que ocurra con mayor frecuencia sino por que hoy son más conocidas y estudiadas, lo que hace que en diferentes niveles se desarrollen acciones para evitar tales conductas, dada la necesidad de impedir sus fatales consecuencias.

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