El nuevo gobierno debe parar la era de la evaluación, coinciden especialistas

El nuevo gobierno debe parar la “Era de la evaluación”, coinciden especialistas

  • La prueba de la SEP, inútil para detectar conocimientos y competencias: Olac Fuentes
  • Sería un acto de prudencia reconsiderar esta estrategia, e incluso regresar a lo que funcionó

Imagen de archivo. Foto cortesía de Enrique Mena/SIPSE

Karina Avilés

La Jornada/051112.

El gobierno de Enrique Peña Nieto debe hacer un alto en el camino en la aplicación de lo que se ha denominado la era de la evaluación impuesta en los dos recientes sexenios del PAN, pues se trata de una política que no sólo ha traído malos resultados, sino que ha generado costos más grandes que los supuestos beneficios y, sobre todo, la imposibilidad de implementar estrategias que sí sirvan para saber lo que ocurre en la escuela, coincidieron en señalar expertos el tema.

En este contexto, los especialistas advirtieron que la evaluación universal –que tuvo un costo de 30 millones de pesos, de acuerdo con la Secretaría de Educación Pública (SEP)– es inútil para el objetivo que fue creada, esto es, para detectar las áreas del conocimiento en las que los maestros no están bien formados y, en función de ello, darles capacitación.

En entrevistas por separado, el ex subsecretario de Educación Básica y Normal Olac Fuentes Molinar, destacó;

“Mientras existe un movimiento internacional en torno a la necesidad de revisar los efectos que ha traído consigo la política evaluativa en los sistemas de enseñanza, en nuestro país se sigue aplicando a pie juntillas”.

Sin embargo, enfatizó:

“Sería un acto de prudencia y de responsabilidad del nuevo gobierno reconsiderar esta estrategia, innovar e incluso regresar a aquellas cosas que funcionaban mejor. Cuesta mucho menos hacer esto que lanzarse con la continuidad o con nuevas improvisaciones. Y lo mismo pasa con la acción de introducir a lo loco computadoras en las aulas, puesto que la investigación educativa ha evidenciado efectos muy poco positivos”.

El experto en políticas educativas destacó que evaluar el desempeño profesional a partir de un examen de opción múltiple como la evaluación universal, es partir de un error y de una simplificación absurda.

Luego de estudiar a detalle el contenido de dicha prueba, expresó:

“Una parte considerable, de alrededor de 50 por ciento, pide respuestas textuales a partir de una serie de opciones derivadas del plan 2011 y del acuerdo 592 (que establece la articulación de la educación básica), lo que implicaba aprenderse de memoria este documento como si fuera la fuente de la verdad.

Una de las preguntas fue la siguiente: Seleccione los componentes curriculares que corresponden al programa de español y las respuestas son: 1) temas de reflexión 2) ejes, temas y contenidos 3) bloques con tres ámbitos 4) bloques con tres ejes de enseñanza”.

“Lo anterior, no dice nada respecto de si un maestro trabaja bien en español; en cambio, lo que implica es acordarse de memoria de un referente confuso, difícil de manejar y con distribución muy reciente, pues el plan 2011 tenía muy escasa difusión al momento de la aplicación del examen, el 24 de junio y el 6 de julio pasados. De manera que la evaluación universal es una prueba extraordinariamente inútil para detectar conocimientos y competencias fundamentales”.

  • Urge dar un cambio de timón

La especialista del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la Universidad Nacional Autónoma de México, Catalina Inclán, coincidió en afirmar que;

“Es urgente que la siguiente administración realice un cambio de timón y se dé el tiempo para hacer una propuesta integral que reconozca las particularidades de las entidades y los problemas locales: Reconsiderar la ‘Era de la evaluación’ es lo más pertinente que puede hacer quien se siente a dirigir el sistema educativo. Es una vergüenza que cuando existe toda una discusión sobre lo delicado que es evaluar a la docencia se simplifique y remita la evaluación sólo a exámenes”.

“No obstante, dicha política ha servido para poner a los maestros como carne de cañón y decir: ‘miren, la culpa es de los individuos, no del sistema’, cuando el problema tiene que ver con las malas decisiones que se tomaron desde la SEP. A esta administración ya le gustó la exhibición pública, mientras no sea la de ella”.

La experta indicó que si lo que se quiere es mostrar que los docentes requieren apoyo en muchos de los contenidos, es muy fácil hacerlo, porque con las pruebas existentes ya se sabe qué es lo que se necesita. Por ello, no tiene caso continuar con evaluaciones que, además de generar costos más altos que sus beneficios, tienen un resultado bastante predecible.

“Y mientras hay experiencias latinoamericanas que advierten de la necesidad de implementar otras formas de evaluación pensadas en el trabajo docente, aquí, lo único que se ha hecho desde hace dos sexenios es limitar la posibilidad de incorporar otros criterios para valorar lo que sucede en el sistema.

Para la profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Claudia Santizo, la evaluación universal no toma en cuenta las especificidades de cada docente, por ello cuestionó cuánto tiempo tardará el sistema para implementar medidas que realmente pongan remedio a las deficiencias.

“Por otro lado, antes que gastar en estas pruebas, existe una lista de necesidades en las escuelas, por lo que la nueva administración tendría que replantearse las prioridades del gasto. Por ejemplo, hay planteles que con los escasos recursos que tienen apenas logran juntar para comprar cursos que no están avalados por su calidad, pero que al ser parte de esta política se ven obligados a seguir”.

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Nota mía: Respetuosamente me permití modificar levemente la estructura de la nota de Karina Avilés, con la exclusiva finalidad de facilitar su lectura en el formato de Odiseo. Alfredo Macías Narro.


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