Cuba y su capital humano
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Tatiana Coll Lebedeff
La Jornada/190914.
En estos días han aparecido dos noticias sobre Cuba bastante significativas. La primera se refiere al informe del Banco Mundial (BM); ‘Profesores excelentes, cómo mejorar el aprendizaje en América Latina y el Caribe’, el cual señala textualmente que ningún sistema escolar latinoamericano, con la excepción de Cuba, tiene parámetros mundiales. Lo sorprendente de esta noticia no es el hecho en sí, pues organismos como la UNESCO lo han establecido claramente, sino que esto sea reconocido abiertamente por el BM.
La segunda información reporta que la Organización Mundial de la Salud (OMS), en relación con la espantosa situación de la población africana infectada con el ébola, informó que el apoyo más importante realizado hasta ahora es el de Cuba, que enviará un equipo de 165 especialistas –médicos y personal sanitario–.
“Cuba es conocida en el mundo por su capacidad para formar médicos y enfermeras destacados, así como por su generosidad en ayudar”.
Tres días después de este anuncio, Barack Obama se apresuró a enviar 3 mil soldados para apoyar el control de la situación.
“Aquí no es sorprendente ni que Cuba envíe ayuda especializada solidaria, ni que Estados Unidos envíe soldados; son dos visiones del mundo antagónicas que sellan su quehacer”.
BM y OMS señalan la excelente calidad en la formación de los profesionales cubanos, lo que hoy día se ha dado en llamar capital humano, término que los cubanos han adoptado, gracias a su herética vocación capaz de resignificar todo concepto, a pesar de su neoliberal implicación. Ideado por Theodore Schultz para subrayar el valor de la inversión individual en la compra de una educación que permita maximizar su rendimiento en el mercado, para los cubanos tiene un significado diametralmente opuesto, ya que todos tienen acceso gratuito a la educación en todos sus niveles y el sistema en su conjunto sostiene el mismo nivel de formación, lo que permite preparar excelentes profesionales que, además, están dispuestos a acudir a cualquier país, en acción solidaria.
Para Cuba su capital humano significa desarrollar integralmente al máximo posible a todos sus ciudadanos como una responsabilidad principal, lograr una formación de parámetros mundiales pero con profundo sentido social.
Wikipedia señala;
“Para Cuba el capital humano es el otro pilar fundamental del sector económico de la nación que cuenta con la mayor tasa de alfabetismo y profesionalización de toda Latinoamérica y aporta, según el cálculo de la exportación de servicios calificados muy diversos, como médicos, entrenadores, maestros, así como de medicamentos, biotecnología, vacunas polivalentes, PPG, entre muchos otros aportes científicos, alrededor de 7 mil 350 millones de dólares, de un PIB aproximadamente de 19 mil millones”.
Según el BM ningún cuerpo docente de la región puede considerarse de alta calidad, pues su formación se da mediante contenidos académicos inadecuados y una práctica ineficiente, con la notable excepción de Cuba, que desde 1959 con el triunfo de la revolución y el subsecuente establecimiento de un gobierno comunista con partido único ¡¿Pese a lo cual?! puso en marcha un modelo de gran eficiencia y calidad. Para el BM sólo Cuba podría mostrar un fuerte talento académico.
Lo que no considera el BM es que el principal problema en América Latina es la profunda desigualdad educativa, en infraestructura, acceso y formación (agudizada muchas veces por los graves problemas de endeudamiento regional con el mismo BM), mientras que en Cuba las condiciones de todas las escuelas son iguales y, además, en el medio rural son aún mejores, para compensar ciertas carencias, y aunque Cuba reporta uno de los menores números de computadoras por escuela, éstas se distribuyen equitativamente y sus resultados y aprendizajes son muy superiores, probando que la educación no descansa centralmente en los instrumentos tecnológicos. También es el único país latinoamericano donde no hay trabajo y explotación infantil.
En Cuba se ha desarrollado una concepción integral de la educación con un alto valor social, con una red consistente de participación e intercambio entre escuelas, padres y alumnos, bajo una alta responsabilidad del Estado, que invierte 13 por ciento del PIB en educación.
La formación de los maestros es muy sólida, exigente y rigurosa, basada sobre todo en procesos constantes de práctica docente y mucho menos teórica, como en el resto de la región latinoamericana.
Una fuerte cultura de la evaluación colectiva y formativa a partir de la constante supervisión y responsabilidad de los equipos docentes, que analizan sistemáticamente los problemas y aciertos, una evaluación no basada en pruebas estandarizadas instrumentalistas.
Docentes que saben organizar los tiempos de trabajo en el aula, dando importancia al trabajo individual creativo y la elaboración de problemas por cada niño. Maestros altamente valorados y con reconocimiento social como profesionistas.
“En realidad, Cuba ha logrado todo esto al seguir su propia visión y no las recomendaciones y exigencias del BM impuestas al resto de los gobiernos latinoamericanos”.
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Nota mía: Respetuosamente me permití modificar levemente la estructura del artículo de Tatiana Coll Lebedeff, con la exclusiva finalidad de facilitar su lectura en el formato de Odiseo. Alfredo Macías Narro.
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