El despido de Carmen Aristegui de MVS no es una noticia más de la farándula mediática mexicana; esa farándula chacotera y estridente, como dice Alonso Ruizpalacios (https://t.co/psqmwj6ObQ), que prefiere detenerse en lo intrascendente para no sufrir los regaños del Estado. El despido es otro de los signos inequívocos de que el país está en plena ruta del fascismo.
No es por tanto admisible la indiferencia, ni el fingimiento del “no pasa nada”, cuando en realidad ya todo está pasando, cuando en realidad los últimos aconecimientos (un ministro de la Corte a modo…, p. ej.) hablan de un estado totalitario. Los acontecimientos que sigan en las próximas semanas no harán mas que confirmar que vivimos en un país amordazado e inmovilizado por el terror. En este sentido, Aristegui no es mas que una de esas voces que ahora son acalladas, cierto, tal vez una de las voces más notables y lúcidas.
Una oligarquía voraz que nunca ha estado dispuesta a apostar por la vida, sino por la muerte, es la que hoy nos gobierna; festeja las brabuconadas de Obama y se escandaliza ante Venezuela sin ver la viga en el propio ojo, porque lo que hoy ocurre en México corresponde justamente con su proyecto de país.
Atravesado por la muerte, la corrupción y la mentira, el pueblo mexicano es hoy el gran secuestrado de esa oligarquía.
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El despido de Carmen Aristegui, tiene la intención de callar las voces independientes que informan al pueblo de México. El gobierno federal no quiere que se le critique en la política de corrupción que caracteriza al actula partido en el gobierno.