México… Al filo de la navaja

México… Al filo de la navaja

México... al filo de la navaja; caricatura de Bertelli

*Imagen cortesía del compañero caricaturista Bertelli.

Alfredo Macías Narro

Febrero del 2017.

A manera de introducción

Las relaciones entre México y los Estados Unidos de América históricamente han sido de toda índole, menos tersas o amistosas.

En el siglo XIX, desde sus inicios, los Estados Unidos habían construido su visión de política de seguridad nacional, mediante la implantación forzada en toda América de su hegemonía militar, política y comercial, a través de la expansión territorial, económica e ideológica:

“Ya desde 1823 el Presidente de los Estados Unidos, James Monroe había enunciado la ahora famosa doctrina que lleva su nombre y que se resume en la frase “América para los americanos” que entrañaba una clara advertencia a las potencias europeas para que no se entrometieran en los asuntos internos de América Latina.  Más tarde, con la teoría del ‘Destino Manifiesto’ (1845) de John L. O’ Sullivan, los Estados Unidos enfatizarían su “destino revelador” de paladines y defensores de los derechos de los países latinoamericanos ante los gobiernos tiranos de Europa. Estados Unidos, había establecido como estrategia la compra y conquista de nuevas tierras. Pasando por tres etapas claramente diferenciadas en el siglo XIX: 

1. Primera etapa:(1800 a 1819).- Busca la anexión ya sea por compra o por cesión de territorios que aún controlan Francia y España en Norteamérica. De esta forma, se anexan la Louisiana, Indiana, Illinois, Mississippi, Alabama y Florida, tierras de gran importancia desde el punto de vista agrícola y comercial. En el caso de la Louisiana fue comprada a Francia por once millones de dólares obteniendo con ella una salida al Golfo de México a través del puerto privilegiado de Nueva Orleáns que les serviría para sus avances comerciales  y territoriales.  

2. Segunda etapa:(1835 a 1848).- Pretenden extender su frontera hasta el Océano Pacífico. El hecho más importante de este período es la separación (1836) y la anexión de Texas (1845) y la guerra con México (1846-1848) a través de la cual adquirían los estados de Nuevo México, California y Arizona. En California se podía contar con el Puerto de San Francisco para comerciar con Asia. 

3. Tercera etapa:(1860 a 1890).-Se define como un desplazamiento hacia el oeste y exterminio de tribus indias, impulsada por la búsqueda de oro y tierras”. [1]

El expansionismo estadounidense tuvo dos marcados rumbos; la expansión al oeste, en busca de unir el atlántico con el pacífico y adueñarse de las extensas praderas del medio y bajo oeste y el extensionismo territorial hacia el sur.

No nos vamos s detener en el análisis de las causas de la guerra contra México, excepción hecha quizá del paralelismo causal de la política en nuestro país, entonces y ahora, así como las personalidades presidenciales gringas, concomitantemente dignas de consultorio psiquiátrico, del James K. Polk de entonces y el Donald Trump de ahora.

Los antecedentes inmediatos a la intervención norteamericana

“En 1845, Polk envió a John Slidell[2] a la Ciudad de México con la encomienda de imponer cuatro puntos de importancia estratégica para los EUA, a saber:

1. Negociar la frontera del Río Grande (conocido como Río Bravo del Norte en México).

2. Llegar a algún acuerdo respecto de las demandas del dinero que México debía a los ciudadanos estadounidenses.

3. Polk pensó que podría vincular ambas cosas y perdonar esa deuda a cambio de que México reconociera la frontera del Río Grande.

4. Sondear el posible interés del gobierno mexicano en vender la alta California y Nuevo México.

Luego, casi como idea tardía, Polk le pidió a Slidell que tanteara el interés del gobierno mexicano en vender California y Nuevo México. Entonces esos eran los cuatro objetivos de Slidell: establecer la frontera del Río Grande, resolver la cuestión de las demandas, y la posible compra de California y Nuevo México”.[3]

De acuerdo con Sam W. Haynes, historiador de la Universidad de Texas en Arlington:

James Knox Polk era un abogado de pueblo, un hombre provinciano tanto en su perspectiva como en sus gustos (…) Dentro de lo que sabemos, sus únicos materiales de lectura eran documentos gubernamentales y las Escrituras. Era un hombre cuya mente estaba cerrada a las abstracciones y a las nuevas ideas (…) A Polk no le gustaba delegar autoridad, y por lo tanto se involucró en los asuntos cotidianos de los miembros de su gabinete (…) Las sutilezas de las negociaciones diplomáticas entre las naciones eran algo incomprensible para una persona como James K. Polk. Él practicaba una política en la cuerda floja. En realidad, no importaba que el país fuera México o La Gran Bretaña: Su posición para negociar era la misma. Polk realmente creía que podía presionar a ambas naciones y lograr que se rindieran a las exigencias estadounidenses”.[4]

“A Polk no le importaba la reacción mexicana. Cuando envió a Slidell a la Ciudad de México, aparentemente nunca consideró que esto tendría un impacto desastroso en las relaciones entre Estados Unidos y México. Algunas personas son de la opinión que esto sugiere cierto desdén de Polk hacia el pueblo mexicano, y creo que es un argumento válido. Polk estaba completamente inconsciente de la posición y el temperamento mexicanos. Simplemente no le importaba”.[5]

“Así, el gobierno de Valentín Gómez Farías, hacía uso de sus facultades cuando el 11 de enero de 1847 decreta la ocupación de los bienes de manos muertas, para destinarlas al auxilio de las tropas que defendían el territorio nacional. Las corporaciones eclesiásticas se resisten a entregar al gobierno los títulos de las fincas; el gobierno encarga al gobernador del Distrito que adquiera los títulos, Juan José Baz procedió incontinenti a ejecutar lo mandado; en respuesta, el clero se propuso quitar a Gómez Farías del poder”.[6]

 La traición de los ‘polkos’; la Iglesia y la derecha reaccionaria

“Los “Polkos” se pronuncian en contra del gobierno de Valentín Gómez Farías, presidente sustituto de Antonio López de Santa Anna. El hecho ocurre mientras el país está siendo invadido por los Estados Unidos. Matías de la Peña Barragán, se subleva en protesta por el decreto de ocupación de los bienes de la iglesia para obtener recursos para sostener la guerra contra los invasores norteamericanos. La Iglesia había colaborado antes con el gobierno porque temía que los norteamericanos impusieran la libertad de cultos.”[7]

“El ‘Plan para la Restauración de los Verdaderos Principios Federativos’, exige la derogación de dicha ley y el regreso de Santa Anna a la presidencia. Los batallones de “polkos” son comandados por oficiales surgidos de las clases acomodadas y se les llama así, porque sus jefes son aficionados a bailar polkas, baile de moda; pero también, por su actitud ante la invasión, ya que son partidarios del presidente Polk de los Estados Unidos, de quien se dice recibieron no menos de cincuenta mil dólares para estallar su movimiento. Tiene éxito la recomendación del presidente Polk a sus jefes militares en campaña contra México, de alentar sublevaciones militares e indígenas (como sucedió en Xichú y otros pueblos), de promover el alejamiento de la población de su gobierno y de incitar a la gente a adoptar una actitud neutral ante la invasión norteamericana.”[8]

“Mientras tanto, en el Congreso dividido, de inmediato los diputados se entramparán en violentas discusiones: se apodarán con epítetos de traidores, perversos, corrompidos y otros… El clero financia la guerra civil de modo que los pronunciados están bien pertrechados mientras que los han ido a Veracruz a combatir a los ejércitos invasores de Estados Unidos, padecen por falta de provisiones….”[9]

 El cónsul norteamericano Black John escribe acerca del suceso:

“¿Qué pueden pensar las naciones extranjeras de esta gente, que bajo ninguna circunstancia deja de entregarse a luchas civiles para aniquilarse recíprocamente, no obstante que más de la mitad de su país se encuentra ocupado por fuerzas extranjeras, y la otra en peligro de correr la misma suerte? Su conducta los exhibe como incapaces, tanto para gobernarse por sí mismos, como para ser gobernados por los demás, aunque su proceder los arrastra a este último destino, hasta el grado de que, si persisten un poco más, no dejaran otra alternativa a nuestro país que someterlos a su protección paternal.”

Pese a la oposición formal de muchos congresistas y algunos gobernadores, en general los estadounidenses aceptan como un mal necesario la invasión a México y concretar sus ambiciones territoriales, en pos de la materialización de su ‘Destino Manifiesto’ [10]

Esto es cierto, sin embargo la centenaria relación entre los territorios de América del Norte y sus pueblos, antes de la impostura hegemónica de los nuevos amos blancos, inmigrantes en su inmensa mayoría por cierto, generaron una añeja y sólida tradición cultural que pervive hasta nuestros días. La cultura chicana es una clara muestra de ello.

Ante la denodada, pero débil y dispersa resistencia mexicana, Polk no lograba comprender por qué México seguía luchando. A medida que la guerra se prolongaba, el movimiento antibélico en Estados Unidos seguía creciendo; y tal como sucedió contra la guerra contra Vietnam en los años 60 y 70 del S. XX o la resistencia contra Trump en este 2017, Estados Unidos comenzó a encontrarse en un callejón del que no parece haber una salida diplomática a la vista.

De qué son capaces los gringos

En los turbulentos días de psicosis bélica que corren, sería un craso y tendencioso error, falto de visión histórica, el pretender que la historia moderna del terrorismo comenzó el 11 de septiembre, con el autoataque contra las torres gemelas del Centro Mundial de Comercio (WTC, por sus siglas en inglés) de la ciudad de Nueva York y contra el Centro Estratégico del Comando Militar estadounidense, mejor conocido como “El Pentágono”. Es menester detenerse a reflexionar profundamente en las causas, añejas y complicadas que han desembocado en esta situación.

No, la historia moderna del terrorismo, en que se ha involucrado el gobierno norteamericano, comenzó la noche del 15 de febrero de 1898, en que el buque de guerra norteamericano “Maine” voló en pedazos en el puerto de La Habana y sirvió como pretexto para que los Estados Unidos declarase la guerra en contra de España, a quién le atribuyeron dicho acto de “sabotaje terrorista” y que tuvo como desenlace, que los norteamericanos se apoderaran de Cuba y de Filipinas.

La verdad se supo no mucho después de eso. Fueron los propios norteamericanos quiénes realizaron el atentado, sin importar que asesinasen con ello a sus propios marinos. El objetivo era construir un “casus belli” contra España, que tuviese la legitimidad suficiente ante los ojos del pueblo de los E.U.A. y que enfocara hacia un enemigo visible y bien identificable, sus entendib1es sentimientos de revancha.

Las razones económicas por las que los gringos desplazaron a España del dominio político, administrativo de Cuba y Filipinas fue, en el primer caso, de establecer una ‘puerta de entrada’ a tierras mexicanas mediante el dominio de la isla caribeña, a la sazón la mayor y más importante y, desde luego, apoderarse de la producción y comercio del azúcar, por entonces uno de los más grandes del mundo.

En el caso de las Filipinas, era estratégico para los EUA apoderarse de la Alta California para, por un lado, consolidar una etapa vital de su ‘Destino Manifiesto’ o sea su movimiento expansionista hacia el sur y el suroeste.

Recordemos que la antigua Nueva España mantenía la principal ruta comercial marítima con el lejano oriente (China y Japón, principalmente) de todo el continente americano (la añeja y legendaria ‘Nao de China’) y, con el despojo a México de Sn. Francisco, podían ahora desplazar la ruta comercial de Acapulco hacia el norte. El voluminoso tráfico humano de personas desde china, para la construcción de la red ferroviaria norteamericana fue uno de los ‘logros’ que obtuvieron.

La historia se vuelve a repetir la noche del 6 al 7 de diciembre de 1941, cuando, a pesar de que el código secreto japonés, el famoso “Código Púrpura” ya había sido descifrado por la inteligencia militar norteamericana y se sabía con suficiente anticipación del ataque nipón a las islas Hawaii.

Resulta curioso, por decir lo menos, que presentaran a su Flota del Pacífico inerme, como un apetitoso cebo, para la armada japonesa (trampa en la que ingenuamente cayeron éstos) y, sin embargo, la flotilla de sus valiosos portaaviones había salido, con sospechosa oportunidad, de maniobras en la víspera del ataque aéreo. El gobierno de los E.U.A. guardó silencio, a fin de que ocurriese el ataque y se pudiese empujar al pueblo norteamericano a una guerra que no quería.

En Europa, los norteamericanos (de día) y los ingleses (de noche), comenzaron los eufemísticamente llamados “ataques estratégicos”, que no eran otra cosa que el bombardeo indiscriminado contra la población civil alemana; ¿El saldo? Más de medio millón de civiles alemanes muertos y poco menos de setecientos mil gravemente heridos (tan sólo en la ciudad alemana de Dresden, hubo más de cien mil civiles muertos, la mayor parte abrasados por las llamas o asfixiados por la falta de oxígeno y los gases venenosos en los bombardeos incendiarios nocturnos de los días 13 y 14 de febrero de 1944).

El único (hasta ahora) bombardeo nuclear genocida fue cometido por los gringos

Al otro lado del mundo, las cosas fueron igualmente dramáticas. Antes del ataque nuclear contra las ciudades japonesas de Hiroshima (el 6 de agosto) y Nagasaki (el 9 de agosto) de 1945, los norteamericanos repitieron la trágicamente probada fórmula de bombardeos masivos de terror en contra de la población civil en varias ciudades japonesas, como Kobe, Kyoto, Nagoya, Osaka y, principalmente, contra Tokio, con bombas incendiarias y latas de fósforo líquido (para avivar los incendios en las construcciones civiles, mayoritariamente hechas de madera). Destaca el ataque contra la capital japonesa, efectuado la noche del 24 de noviembre de 1944, que causó un incendio de enormes proporciones y causó más de diez mil muertos. El resultado del empleo de bombas nucleares, causó en ambas ciudades japonesas, cerca de ciento treinta mil muertes (tan sólo en el primer contacto); las muertes posteriores por exposición a la radiación y por quemaduras, se estima en al menos cerca de cien mil personas más.

Y, a propósito de México, casi nadie recuerda el controvertido motivo de la entrada de nuestro país en la segunda guerra mundial: El hundimiento de los buques mexicanos “Potrero del Llano” y “Faja de Oro”, acaecido los días 13 y 20 de mayo de 1942 en aguas del Golfo de México, presuntamente a manos de submarinos alemanes. Sin embargo, en diversos círculos nacionales, incluyendo a militares de alto rango,[11] se ha sospechado siempre que tales acciones corrieron a cargo de sumergibles y/o barcos de superficie norteamericanos.

El ‘Casus Belli’ ¿mexicano?

Para ser más precisos, es menester recordar los poco claros acontecimientos relacionados que precipitaron la entrada de México en la Segunda Guerra Mundial.

El ataque al “Potrero del Llano”. En torno a las causas propiciatorias de la entrada de México a la contienda, probablemente la más conocida (y tal vez insuficientemente discutida y estudiada) es el ataque al buque tanque “Potrero del Llano”, ocurrido hacia la media noche del día  13 de mayo de 1942, a corta distancia de la ciudad de Miami. No hay rastro de tal sumergible; solamente el guardacostas[12] norteamericano “Némesis” aparece de la nada para rescatar a los sobrevivientes.

El ataque al “Faja de Oro”. El día 20 de mayo de 1942, un segundo buque tanque de Pemex es atacado y hundido, cerca de las costas de “Key West” (“Cayo Hueso”), Fla. USA, y al igual que en el caso del hundimiento del “Potrero del Llano”, acaecido el día 13 de ese mismo mes y año, hay múltiples contradicciones e inconsistencias en las condiciones en que ocurrió.

De acuerdo con los datos históricos conocidos, el “Faja de Oro” viajaba en lastre, es decir vacío; provenía del pequeño puerto industrial de Marcus Hook, Del. USA, tras haber descargado 56 mil barriles de crudo, con rumbo a su fondeadero habitual en el puerto de Tampico, Tamps. Méx. Las versiones de los sobrevivientes son, al igual que en el caso del hundimiento del “Potrero del llano”, muy contradictorias; las versiones van desde la afirmación que el buque había embestido y echado a pique al submarino, hasta la discrepancia en el método de ataque sufrido pues, en tanto unos afirman que fue por fuego de cañón, otros afirman que fueron torpedeados. La discrepancia en la hora del ataque es notable; hay quien asegura que fue a las 20:15 hrs. Del 20 de mayo, en tanto que otros consignan que acaeció a las 4:21 hrs. del día 21[13].

Finalmente, los sobrevivientes fueron rescatados por el omnipresente guardacostas norteamericano “Némesis”, mismo que participó en el rescate de los náufragos del “Potrero del Llano” apenas un par de semanas antes.[14]

Los países occidentales en  general y los Estados Unidos en particular, se suelen presentar a sí mismos como una especie de paladines de la libertad y la democracia. La mezcolanza de artimañas, engaños y cinismo con que aquéllos han sojuzgado por la fuerza a muchas naciones y sociedades enteras, aún a costa de sacrificar, en muchas ocasiones, a sus propios conciudadanos.

Es aterrador y aberrante conocer como los gobiernos inescrupulosos y sanguinarios de los Estados Unidos de América, han empujado a la guerra a naciones enteras bajo el influjo de la propaganda tendenciosa, la mentira abierta y la fuerza bruta.

Con base en estos hechos, el día 28 de mayo de 1942, México declara la guerra a los países del Eje.[15]

El ulterior desarrollo de la escalada de violencia, desatada por los Estados Unidos, la Gran Bretaña y sus “aliados”, (eufemísticamente llamada en los medios, desde “guerra contra el terrorismo”, hasta “acciones de respuesta”), ha alentado que algunas voces, incluso dentro de los propios Estados Unidos, se hayan empezado a dejar oír, no sólo para llamar urgentemente a la paz mundial o hacer una moción de cordura a los dirigentes del mal llamado “mundo libre”, sino para hurgar en la casi perdida memoria histórica y encontrar los, ahora censurados, casos de injerencia terrorista de los norteamericanos en otros lados del mundo.

Entre tantos, encontramos una nota periodística[16] relativa a la entrevista concedida al diario “Jornal do Brasil” por el ingeniero químico estadounidense Robert Muller Hayes, de la que cito textualmente:

“Hayes trabajó para la Agencia Central de Inteligencia (CIA) entre 1972 – 1976, cuando el país era gobernado por una dictadura militar apoyada por Washington. En ese periodo se dedicó a cosechar informaciones comprometedoras sobre políticos, sindicalistas y militares brasileños, y también fue encargado de asesinar a militantes de izquierda latinoamericanos que estaban en Brasil. Hayes afirma que organizó el asesinato de un grupo de chilenos y cubanos que estaban refugiados en la casa de un sacerdote en Sao Paulo, pero no reveló sus nombres. Su colaboración habría cesado en 1976, cuando se negó a aceptar una <propuesta indecorosa> que recibió de la CIA: preparar un atentado terrorista en Sao Paulo, contra el propio consulado estadounidense, un teatro vecino a la representación diplomática o la Catedral Metropolitana. Según el ex agente, los actos serían atribuidos a organizaciones de lucha armada de izquierda, que en ese entonces combatían la dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985″.

En ese punto, refiere Hayes: “…ellos superaron el límite. Yo seguía una regla sencilla: sólo mataba a personas malas,(sic) nada de inocentes, mujeres y niños. Es necesario mantener ciertos principios y cuando me negué a participar en ese plan, pasé a ser perseguido y amenazado de muerte”. 

Como puede desprenderse de las declaraciones de Hayes, el gobierno de los Estados Unidos ha estado más que dispuesto a reeditar el episodio del hundimiento del “Maine” cuantas veces lo considere conveniente y en los lugares que, a sus intereses económicos, políticos y militares, les resulta redituable.

¡Cuidado, mucho cuidado! con cualquier provocación contra la embajada y/o algunos consulados gringos… Mucho cuidado con que incendien el WTC de la Cd. de México o que secuestren y linchen a algunos turistas estadounidenses los auténticos terroristas de la CIA.

Impidamos a toda costa que Trump y sus halcones puedan edificar un Casus Belli contra México. El siguiente paso sería una intervención armada directa. Igual de Polk en 1845, ya lo dijo Trump en 2017: “Si no saben gobernarse solos, hay que darles una ayudadita”.

El nacionalismo patriótico; allá y aquí

La encarnación de la resistencia a la transculturación de los chicanos en territorio estadounidense, lo representan los ‘Boinas cafés’ (‘Brown berrets’), cuyo movimiento, aunque disminuido y soterrado, todo apunta a su resurgimiento. Su objetivo principal en sus inicios, fue concretar la ideología chicana, establecida en ‘El Plan Espiritual de Aztlán’[17], que implicaba intervenir en las políticas de las instituciones que involucraban a chicanos: Educación, policía, seguridad social, e inmigración. Como organización, los ‘Boinas cafés’ han realizado nutridas manifestaciones, así como otras acciones locales en el sur de California, convocadas para mostrarle al público en general la opresión y el racismo que prevalecían sobre los chicanos.

La resistencia antitrumpista hará resurgir con una gran fuerza y vitalidad a esos dignos descendientes de mexicanos, en los antiguos terruños, otrora nuestros por ley, pero que siguen siendo fieles a la ancestral raigambre, basada en los usos, costumbres, lenguaje y orgullo por su raza; La Raza, así con mayúsculas, como le denominan desde California hasta Texas y de Chicago a Nueva York.

La ascensión imparable de la derecha más primitiva y estólida en los EUA, se configura como un extraordinario peligro para el mundo entero. Numerosos analistas, periodistas, economistas e investigadores sociales dan cuenta de ello en diferentes foros y en diversos tonos. Por ejemplo, Adolfo Gilly dice:

“En una carta de septiembre pasado (2016) Marshall Sahlins, admirable antropólogo nacido en Chicago en 1930, escribió:

‘Los mexicanos son para Trump lo que los judíos eran para Hitler: violadores, traficantes de drogas, asesinos, una degenerada raza criminal que debe ser arrestada y deportada para preservar la pureza de los estadunidenses y la mera existencia de la patria’.[18] 

En el sentido de resistencia ante las autoritarias iniciativas trumpistas, son notables los comunicados de los alcaldes de N. York, Bill de Blasio y de Los Angeles Eric Garcetti:

“Nueva York y Los Angeles, las dos mayores “ciudades santuario” de Estados Unidos, prometieron resistir al castigo de Donald Trump y seguir protegiendo a sus inmigrantes sin papeles”.

“Protegeremos a toda nuestra gente sin importar de dónde vienen y sin importar su estatus migratorio”, dijo el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, en una conferencia de prensa convocada a las prisas luego de que el flamante presidente Trump firmara decretos contra los inmigrantes”.

“La decisión de Trump de cortar fondos federales a la policía de las cerca de 300 “ciudades santuario” del país será “contraproducente” y las tornará menos seguras, añadió”.

“Separar a las familias y cortar financiación a cualquier ciudad -especialmente a Los Angeles, por donde entra el 40% de las mercaderías estadunidenses, y por cuyo aeropuerto viajaron más de 80 millones de pasajeros el año pasado- pone la seguridad personal y la salud económica de toda nuestra nación en riesgo”, advirtió asimismo el alcalde Eric Garcetti en un comunicado”.

“El alcalde de Los Angeles aseguró que su ciudad seguirá siendo tolerante y dará la bienvenida a todas las personas “sin importar lo que suceda en Washington DC”.

“Los alcaldes de otras cuatro ciudades californianas, San Francisco, Oakland, San José y Berkeley, también denunciaron el decreto de Trump en un comunicado conjunto”.

Justamente a contrapelo de estas medidas de protección, el gobierno del estado de Texas (pero como no) está a punto de declarar ilegales las ciudades santuario en su territorio. De prosperar esta propuesta, tal vez Arizona y Nuevo México le sigan a continuación.

A diferencia de lo que está ocurriendo en la Unión Americana, en México el endeble e ilegítimo gobierno de Peña Nieto trata formar, al lado de la Iglesia y de la derecha más recalcitrante una especie de ‘Unidad Nacional’ que, al menos en la parte formal es una cosa de risa.

Es una postura rayana en la esquizofrenia que los convocantes a marchas y manifestaciones callejeras de la ‘Unidad Nacional’ de marras sean, justamente, los procuradores de la represión y la mano dura; figuras deleznables como la de la Sra. Isabel Miranda de Wallace (eterna vividora de la manipulación de la figura del hijo secuestrado/asesinado) o la ominosa cuan caricaturesca facha de Claudio ‘X’ González (presidente de la fascista organización ‘Mexicanos Primero’), entre otros igualmente nefastos.

Estos nuevos ‘Polkos’, buscan simple y llanamente defender sus intereses particulares, como permanecer en el TLCAN o seguir medrando en el último lugar de la OCDE, a cambio de jugosos cuan turbios negocios.

El gobierno peñista, tal como ocurrió con el gabinete mexicano de 1845, se apresta a declarar más titubeantes mentiras, en busca de una fortaleza que nunca ha tenido y de la legitimidad que jamás ha gozado.

A manera de conclusiones

Han comenzado a dividirse las voces en torno a estos falaces llamados a una ‘Unidad Nacional’ que simple y llanamente no existe, porque no puede existir.

Algunas opiniones de respetables compañeros analistas dicen, a la manera de la famosa tesis de Mao-Tse-Tung: ‘Primero el enemigo de afuera… Después el enemigo de adentro’, en referencia a enfrentar en alianza temporal a los japoneses con los nacionalistas encabezados por Chiang-Kay-Chek, durante la invasión a China de 1939.

Otras visiones, nos hablan de dar la espalda al oportunismo de la derecha y el gobierno y comenzar a erigir un Frente Amplio Democrático y Popular.

¿Quiénes deberán encabezar este movimiento de abajo? La respuesta no es sencilla, pero es de suma urgencia formularla. La primera respuesta, a botepronto, es obvia; Andrés Manuel López Obrador… Quizá. Si se quita de la cabeza esas tonterías de la república amorosa y demás, al tratar por tercera vez acceder al poder a través de las urnas. No. Sabemos que nuevamente le cerrarán el paso, mediante un nuevo fraude o por medidas más extremas y, en todo caso ¿realmente intentaría un cambio de fondo, pacífico y no claudicante? Lo dudo mucho.

Creo que estamos ante el descarnado fin de una democracia que sólo existió por breves instantes en 1999-2000. Es tiempo de una dirigencia fuerte, independiente y No partidista, que conduzca con honestidad y claridad los designios del pueblo ¿Marcos o como sea que se haga llamar ahora? No, no ha abierto la boca. ¿Mireles? No, tampoco; está encarcelado y muy enfermo.

Creo que este nuevo liderazgo, individual quizá, deberá surgir y abrirse paso a golpes de popularidad y honestidad política directamente desde abajo y rindiendo cuentas a las masas, en una marea que, o es ascendente y en crecimiento o no será.

Finalmente, manifiesto que al igual que muchos compatriotas hombres y mujeres con vergüenza y dignidad, estoy dispuesto a defender a mi país contra ese invasor yanqui del nuevo siglo, que asoma su colmillo inmundo tras la sombra ignominiosa de un muro; sólo lamento no tener esa misma certeza acerca de las ‘armas nacionales’, pues no sé a quién le dispararán, llegado el caso.  


[1] “México y la primera intervención norteamericana”. Tte. Navío SDN. Prof. Leticia Rivera Cabrieles Mtra. en Historia. Documento en PDF.

[2] Ex senador,  fue delegado en México en los meses que precedieron al estallido de la guerra entre ese país y Estados Unidos.

[3] http://www.pbs.org/kera/usmexicanwar/prelude/jp_bluffs_and_boundaries_esp.html

[4] Íbid.

[5] Íbid.

[6] Doralicia Carmona Dávila. http://www.memoriapoliticademexico.org/Efemerides/2/26021847.html

[7] Íbid.

[8] Íbid.

[9] Íbid.

 [10] La doctrina del ‘Destino Manifiesto’ (en inglés, ‘Manifest Destiny’) es una frase e idea que expresa la creencia en que Estados Unidos de América es una nación destinada a expandirse desde las costas del Atlántico hasta el Pacífico. Esta idea es también usada por los partidarios para justificar otras adquisiciones territoriales. Los partidarios de esta ideología creen que la expansión no solo es buena, sino también obvia (manifiesta) y certera (destino). Esta ideología podría resumirse en la frase: «Por la Autoridad Divina o de Dios». https://es.wikipedia.org/wiki/Doctrina_del_destino_manifiesto La frase pasó a convertirse con el tiempo en una doctrina.

[11] Omito dar sus nombres, excepto el de mi propio padre; el Teniente Coronel Piloto Aviador, Alfredo Macías Jaime, veterano del Escuadrón Aéreo de Pelea 201, de la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana, (unidad de caza-bombardeo, que entró en acción del lado de los aliados contra los japoneses en el teatro del pacífico) y con una distinguida carrera militar de treinta años en la Fuerza Aérea Mexicana. Estoy cierto de que esto no obra en contra de su honor y su memoria, sino por el contrario, lo enaltece y lo ennoblece aún más.

[12] Cabe la aclaración que estos pequeños y veloces buques van armados con cañones y tubos lanzatorpedos.

[13] N del A. Cabe hacer mención que en los pocos datos oficiales que encontramos del “Némesis”, no se hace menión de ninguno de estos hechos.

[14] Testimonio de Ricardo Gallardo Figueroa, conocido popularmente como “El Negro Gallardo”, fue un tripulante sobreviviente del buque petrolero “Potrero del Llano”. http://www.noroeste.com.mx/pub/139294

[15] Ver del autor la obra  “Fuerza Aérea Mexicana; una travesía histórica”, Pp. 19-22.               http://educacionypsicologia.org.mx/revistaodiseo/category/autor/alfredo-macias-narro  

[16] En páginas interiores del diario mexicano La Jornada. Octubre del 2001.

16 El Grito del Norte (Alburquerque, New Mexico). — Vol. 2,  no. 9 (Jul. 6, 1969). Autoría de Alurista. Registro ICAA 803398. Investigación de Tere Romero.

[18] Adolfo Gilly. ‘El presidente Trump y la República Mexicana’. La Jornada. 151116.


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