Reynier Rodríguez González
Universidad de la Ciencia de la Cultura Física y el Deporte (Facultad de Camagüey)
Resumen: En el Renacimiento, destacados pedagogos se caracterizaron por su habilidad para enseñar basada en una concepción más humana (Le Floc´hmoan, 1975, 76) y con una mirada retrospectiva a la antigüedad clásica. Entre ellos cabe mencionar al humanista y pedagogo italiano Vittorino Rambaldoni da Feltre (1378 – 1446). Según Sandín (1967, 59) el grupo de humanistas al que pertenecía Vittorino ofrecía un estilo de vida “dedicada al estudio y a la práctica educativa. Poseen una sedimentación cultural clásica suficientemente alta, siguiendo preferentemente a Quintiliano”. Vittorino consideró esencial ofrecer a los estudiantes una formación integral con eficiencia y marcada connotación cristiana. Para este pedagogo, el camino de la educación era imposible sin la Educación Física. Da Feltre orientó todo su programa educacional al mundo moderno, mediante su famosa “Casa Giocosa”, símbolo del desarrollo educativo. Muchos de sus discípulos se convirtieron en grandes exponentes del humanismo italiano.
Palabras clave: Formación humanista, Humanismo, Pedagogía, Educación Física, Cultura Física
En el Renacimiento, destacados pedagogos se caracterizaron por su habilidad para enseñar basada en una concepción más humana (Le Floc´hmoan, 1975, 76) y con una mirada retrospectiva a la antigüedad clásica. Entre ellos cabe mencionar al humanista y pedagogo italiano Vittorino Rambaldoni da Feltre (1378 – 1446), considerado como uno de los mayores exponentes del humanismo educativo en Italia. Nació en Feltre (1378) y murió en Mantua (1446). Según Sandín (1967, 59), el grupo de humanistas al que pertenecía Vittorino ofrecía un estilo de vida “dedicada al estudio y a la práctica educativa. Poseen una sedimentación cultural clásica suficientemente alta, siguiendo preferentemente a Quintiliano”.
Vittorino cursó estudios en la Universidad de Padua y en Venecia, y a la vez, trabajaba como Magister puerorum. En 1422 obtuvo las cátedras en Filosofía y Retórica en la Universidad de Padua. Posteriormente, se desempeñó como profesor de matemáticas y lenguas clásicas (latín y griego). Influyeron en sus concepciones acerca de la educación los mentores Pier Paolo Vergerio, autor del primer tratado de pedagogía del humanismo y Guarino Guarini de Verona, con quien perfeccionó el griego, en Venecia. También tuvo como profesores a Juan de Ravena y Gasparino Barzizza en las disciplinas literarias, y a Jacobo de Forli en las ciencias físicas y astronómicas.
Vittorino consideró esencial ofrecer a los estudiantes una formación integral con eficiencia y marcada connotación cristiana, no ajena al Renacimiento que buscaba también la pureza y la simplicidad de los primeros cristianos. Aspiraba educar armónicamente a sus estudiantes, no sólo en la dimensión corporal, sino también en otras como la religiosa, la humana, la intelectual, la afectiva, la social y la moral. Consideraba que sólo era posible educar al hombre desde diferentes dimensiones y advertía que “….solamente mediante el desarrollo paralelo de las potencialidades intelectuales, físicas y morales del ser humano, podrían cubrirse los objetivos de la educación” (Álvarez del Palacio, E, 1999, 17). Vittorino fue uno de los primeros pedagogos que incluyó la Educación Física en su programa educativo para lograr una formación integral. Muchas de sus ideas acerca de esta disciplina se inspiraron en la cultura clásica; en especial en la cultura griega (Cosio Sierra, Nicolás, 1987).
Para este pedagogo, el camino de la educación era imposible sin la Educación Física. Al remitirse al mundo clásico, en especial a la cultura griega, veía el fundamento de la actividad física en los griegos en la idea de que no era posible la perfección sin la belleza del cuerpo. Como señala el ilustre profesor alemán Carl Diem, “también el ideal de la belleza humana para el Occidente nació en la palestra griega” (Diem, 1966, 118). A la cultura griega debemos la concepción de que: “no hay educación sin deporte, no hay belleza sin deporte; solo el hombre educado, solo él es en efecto hermoso” (Ibídem)
Según el criterio de Vittorino, la educación física era tan importante como cualquier otra de las disciplinas en el proceso formativo de los estudiantes, porque podía contribuir al aprendizaje de otras áreas del conocimiento humano. También era importante como una forma de disciplinar el cuerpo humano, preparar para la defensa de la patria, el descanso y la recreación física. Señalaba cómo “a través de la educación física los alumnos deberían combatir las actitudes de abandono y falta de sociabilidad, para entrenar el carácter, desarrollar los hábitos sociales y la autodisciplina” (Álvarez del Palacio, E, 1999, 17). Esta idea proviene de los griegos quienes “descubrieron en el adiestramiento del cuerpo un medio para la formación del espíritu y la moral humana” (Diem, 1966, 120)
El sistema educativo propuesto por Vittorino considera como un elemento esencial “…el conseguir que todas las actividades, y por supuesto las físicas, posibiliten la expresión de la personalidad de los alumnos a su desarrollo integral” (Álvarez del Palacio, E, 1999, 17). Su programa de formación se basa en un ideal de armonía que conjugaba la actividad física y la educación estética. Su concepción de la actividad física se orienta a todas las partes del cuerpo humano donde se respete “…el principio de la alternancia y combinación, la gimnasia, el salto y la carrera, con la natación, la esgrima, la equitación y los juegos de pelota” (Álvarez del Palacio, E, 1999, 17)
Garin (1957), en su obra La educazione in Europa (1400 – 1600), citado por Eduardo Álvarez del Palacio (1999), plantea que para Vittorino da Feltre era insostenible “dar un paso importante en las demás áreas educativas, si se descuida el fundamento físico, depósito de las energía”, porque la educación física podía contribuir no sólo al desarrollo físico sino al desarrollo de otras disciplinas. Algunos autores consideran a Vittorino como el primero en establecer un programa de educación física: “(…) la realización de dos horas de ejercicio físico al día, antes de comer y la otra al final de la jornada, antes de la cena; ejecutando movimientos sencillos y graciosos, juegos de pelota, esgrima, y diversas modalidades atléticas – carreras, saltos, lanzamientos” (Álvarez del Palacio, E, 1999, 17)
Durante el Renacimiento se crearon centros educacionales que incluían estudios sobre las ciencias, las lenguas clásicas, la historia, la geografía, la música y la educación física. Entre ellos cabe mencionar “La Casa Giocosa” (casa alegre o casa de juego), establecida por Vittorino a su regreso de Venecia y Padua lejos de la agitada y superficial vida cortesana. El príncipe Juan Francisco Gonzaga de Mantua le confió a Vittorino la educación de su prole; así, “transformó una magnifica residencia principesca de los alrededores de la cuidad, en la más célebre institución educativa del renacimiento…” (Condignola, 1969, 129). En este lugar, y posteriormente en otro edificio de la ciudad, “reunió junto con los príncipes a muchos otros jóvenes de humildísima cuna, iniciándolos a todos en una elevada y armónica cultura humana, que fue tal vez el fruto más exquisito y maduro de todo el humanismo italiano” (ibidem)
Con este centro educacional comienza la verdadera educación laica en Italia, empleando métodos totalmente opuestos a los anteriores “tanto en sus fines como en la forma de tratar a los niños” (Fernández Corujedo, 1965, 59). Es importante señalar como su modelo pedagógico ejerció gran influencia en futuros educadores.
La “Casa Giocosa” se considera la gran obra pedagógica de Vittorino al defender la idea de que la escuela no tiene que ser un lugar carente de interés, desagradable, una carga pesada o algo obligatorio, sino más bien un lugar confortable, alegre y útil para la vida. El propio nombre de la institución creada por él “sugiere ya todo un programa pedagógico y una muestra del estilo con el que Vittorino quería ambientar su enseñanza. En la fachada del edificio…figuraba esta leyenda: <<Venid, niños; aquí se instruye, no se atormenta>>” (Álvarez del Palacio, E, 1999, 17) Incorpora por primera vez el juego como una poderosa forma que puede contribuir a la educación. En un contexto grato y agradable, con una disciplina complaciente, ofrecía una educación completa a sus estudiantes.
En lo referente a la convivencia con los alumnos, es fundamental señalar que se le considera entre los primeros en establecer este tipo de escuelas, donde profesores y estudiantes convivían juntos. Señala la importancia de realizar:
“(…) actividades al aire libre, en contacto con la naturaleza; para ello creó dos centros – albergues, campamentos – a orillas del Lago Garda y en los Alpes, respectivamente; donde convivía con sus alumnos, al menos dos meses al año, y realizaba actividades de conocimiento y respeto al medio natural, de supervivencia, de resistencia a la fatiga, de intrepidez, de juegos en la naturaleza.” (Álvarez del Palacio, E, 1999, 17).
En su texto “La génesis de los deportes”, Floc´hmoan señala de forma sucinta muchas de las actividades llevadas a cabo en ese centro: “Junto con los estudios clásicos, lo paseos educativos y los ejercicios físicos (carreras, saltos, lanzamientos, juegos de pelota), formaron un sistema de enseñanza que pareció revolucionario a principios del siglo XV” (p. 47). También Martínez de Osaba y Goenaga (2006, 168) expresa cómo en esta escuela “se practicaron diversos ejercicios: lucha, carreras, saltos, arquería, caza, pesca, variedad de juegos con pelotas, así como equitación, esgrima, natación y danzas.”
En Giocosa se ofrecía una formación integral para lograr tanto el desarrollo del cuerpo como del espíritu. Para desarrollar la actividad física, contaba con profesores de natación, esgrima y equitación y también cultivaba los valores estéticos a través de la música, el canto y la pintura. Con respecto a la instrucción propiamente intelectual se inspiró “…en el estudio del Trivium y el Quatrivium; del primero, la filosofía y la retórica; del segundo las matemáticas” (Álvarez del Palacio, E, 1999, 17). El Trivium et Quatrivium es una expresión latina: tres y cuatro, el Trivium está conformado por gramática, retórica y dialéctica, y el Quadrivium por aritmética, geometría, música y astronomía (Picardo y Balmore, 2004, 348).
También ocupan un lugar importante los estudios de las lenguas clásicas. Las clases se impartían en latín, sin restar importancia al conocimiento del griego, dado que ambos idiomas se consideraban necesarios para estudiar las obras literarias de la Antigüedad. Se leía a Virgilio y Cicerón en latín, y a Homero y Demóstenes en griego.
El método de enseñanza de Vittorino, según el criterio de quienes escribieron el Diccionario de Autores, se caracterizaba por “la habilidad con que sabía simplificar y hacer agradables y comprensibles las materias, así como el frecuente método socrático de la conversación y la discusión, dieron vitalidad y fecundidad a la escuela, verdadero ejemplo de pedagogía humanística” (p. 933) Cabe destacar que fue “respetuosísimo de los gustos y de las inclinaciones de cada uno de los alumnos, dirigió todas sus cuidados a promover y disciplinar el desenvolvimiento espontáneo de sus personalidades a través del juego, los ejercicios físicos, la cultura clásica, la ciencia, y la música” (Codignola, 1969, 129) y educó el carácter, la personalidad y la sociabilidad de sus estudiantes.
Se puede concluir que la obra pedagógica de Vittorino estaba dirigida a “…formar personalidades armónicas. Armonía entre el alma y el cuerpo, entre las diversas partes del saber, entre la formación específica humana y profesional, entre el mundo clásico y el mundo cristiano; armonía social, en fin, entre la formación del rico y del pobre” (Álvarez del Palacio, E, 1999, 17). Cabe señalar que su enseñanza logró de forma admirable y espontánea entrelazar armónicamente la ética cristiana, despojada del rigor ascético, y la cultura clásica.
Por ende, su modelo pedagógico se orienta hacia la práctica educacional centrada en la formación integral de la personalidad de los estudiantes que no solo presta atención al cultivo de la dimensión intelectual de los estudiantes, sino también al de la dimensión corporal mediante la Educación Física.
Los autores del Diccionario Enciclopédico Salvat consideran que este centro de estudios “se adelantó en más de dos siglos a otras instituciones pedagógicas semejantes” (p. 849). Da Feltre orientó todo su programa educacional al mundo moderno, mediante su famosa “Casa Giocosa”, símbolo del desarrollo educativo. En su escuela se formaron niños y jóvenes de toda la estratificación social, y estudiaron notables e importantes filósofos, humanistas y hombres de ciencia. Muchos de sus discípulos se convirtieron en grandes exponentes del humanismo italiano.
Referencias bibliográficas
1. Álvarez del Palacio, Eduardo (1999) La Educación Física en la Pedagogía Humanista italiana e inglesa de los siglos XV y el XVI. Apunts Educación Física y Deportes. (58), 14 – 24.
2. Cosío Sierra, Nicolás (1987) Historia de la Cultura Física. UPMPD – INDER. Ciudad de la Habana: Unidad Impresora “José A. Huelga”
3. Codignola, Ernesto (1969) Historia de la educación y de la pedagogía. Argentina: Editorial “El Ateneo”
4. Diem, Carl (1966) Historia de los Deportes. Volumen 1. Barcelona: Luis de Caralt.
5. Fernández Corujedo, Julio (1965) Educación Física. Panorama histórico. La Habana: Escuela Superior de Educación Física “Manuel Fajardo”.
6. Le Floc´hmoan, Jean (1975) La génesis de los Deportes. España: Editorial Labor.
7. Martínez de Osaba y Goenaga, Juan Antonio (2006) Cultura Física y Deportes. Génesis, evolución y desarrollo. Ciudad de la Habana: Editorial Deportes.
8. Picardo Joao, Oscar; Escobar, Juan Carlos; Balmore Pacheco, Rolando (2004) Diccionario Enciclopédico de Ciencias de la Educación. El Salvador, S.A.: Centro de Investigación Educativa.
9. Vittorino Da Feltre (1955). En Diccionario Enciclopédico Salvat. Tomo XII. España: Salvat Editores.
10. Vittorino Da Feltre (1964). En Diccionario de Autores. Tomo III. Barcelona: Montaner y Simón, S. A.
11. Vittorino Da Feltre (1976). En American Encyclopedia. In volume 26. New York.
12. Vittorino Da Feltre (2003). En Diccionario de las Ciencias de la Educación (p. 1406). México: Editorial Santillana.
13. Sandín Conejo, Celestino (1967) Ciencias de la Educación. Historia de la Educación. España: Editorial Marfel.
Descubre más desde Odiseo Revista electrónica de pedagogía
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.