Reinaldo Villegas Astudillo
De cómo se hizo desaparecer la sede de la Universidad Católica del Norte de Copiapó, por sectores de la Universidad Técnica del Estado (Ex Escuela de Minas), el 26 de mayo de 1975, en connivencia con el régimen militar dictatorial, imperante en Chile
PRELIMINARES
Motivados por una información aparecida en la prensa electrónica de Chile, hace unos días atrás, en relación con las universidades chilenas que no cumplían cabalmente como centros de educación superior, entre las que se encuentran la Universidad del Mar de Valparaíso, junto a la Universidad de Atacama dentro de tal sistema. Esta última nos sorprendió, grandemente, porque la “historia oficial” presentada, señala que a partir del régimen dictatorial en la década de 1980, “habría surgido de la Ex Escuela Normal y de la desaparecida Universidad Técnica del Estado, heredera de la Escuela de Minas”, donde fue designado como primer Rector, el docente Vicente Rodríguez Bull, quien ostentaba similar cargo en la Técnica.
Lo anterior nos impactó profundamente, porque simple y llanamente se ha “borrado de una plumada”, la presencia de la sede de la Universidad Católica del Norte de Antofagasta, la cual había reemplazado a la también antigua Escuela Normal y que funcionó normalmente entre los albores del mes de marzo de 1974 y el 26 de mayo de 1975, cuando fue intervenida por el Jefe militar de la zona regional de Atacama, Teniente Coronel Arturo Alvarez Sgolia, en connivencia con miembros masónicos copiapinos, donde destacaba relevantemente el citado Rodríguez Bull.
Dado, que fui docente-directivo, protagonista de un año, eliminado de un “plumazo” o un “sablazo”, de inmediato, me consideré como un “fantasma” al igual que todo el personal que laboró en ese ente universitario, reconocido por las autoridades de educación superior de la Junta Militar, el cual ha permanecido presente hasta el momento actual, incluyendo los cinco periodos republicanos, a partir de marzo 90, cuando se reinstaura la República.
Sobre la base de lo anterior, el objetivo de tal documento es demostrar, sobre la base de la Primera Memoria de actividades, editada en mayo 75, de la cual poseemos un ejemplar, donde se reseña la actividad de un plantel universitario, que existió realmente y que fue eliminado por la Dictadura, sin que los gobiernos democráticos hasta el presente no hayan reparado en tan malévola acción, lo cual desprestigia a la historia universitaria de nuestro lar nativo, por tan grave e intencionada omisión de un sector civil, representante de un ideario, que profesa las libertades por encima de otros aspectos como lo demuestra la participación de grandes figuras de la masonería, como lo fueron, entre otros: Francisco de Miranda, Bernardo O´Higgins, José Martí, Eugenio María de Hostos, indudablemente portadores de una mayor universalidad, dentro del continente, carente de un “aldeanismo y mediocridad”, como el que usurpó nuestra sede en tiempos opresivos para la patria terrígena.
Tal trabajo, consulta documentos de su creación, directivos de la sede y los diversos departamentos, junto a la nómina de profesores e investigadores, donde se insertan las tres funciones específicas de lo que debe ser una universidad, propiamente tal, como lo son: Docencia, Investigación y Extensión y de la exacción de los innumerables muebles e inmuebles que se adquirieron y ocuparon en tan breve periodo, especialmente textos de investigación para estudiantes y alumnos, que se incorporaron para cursar el tramo inicial en las carreras de Pedagogía Básica e Ingeniería .
Pero, quizás lo más doloroso y repudiable por los diversos sectores copiapinos, que vivían dentro de un clima de coerción, fue el asalto a la sede universitaria por militares armados, quienes por orden del Teniente Coronel Arturo Alvarez Sgolia, convertido en el criminal, en su condición de General, años después, en Santiago, de Tucapel Jiménez, el presidente del Sindicato de los Empleados Públicos de Chile .
Indudablemente, la odiosidad del sector masónico, encabezado por Rodríguez Bull, se dirigió con un objetivo esencial de no aceptar en la región atacameña un centro universitario de carácter católico, que podía poner en peligro la existencia de su plantel, dado que por esa época ya circulaban comentarios en torno a la regionalización. Además, había que “descabezar” a los directivos designados, por constituir un grupo de “afuerinos”, indudablemente con mayor desarrollo intelectual, humanista y portadores de la cruz cristiana, que se oponían al existente, un conglomerado, si bien es cierto de profesionales, pero con una visión de mundo más aldeana e intrascendente ..
Nuestro anhelo, en la actualidad, transcurridos poco más de treinta y siete años es denunciar tal atentado a la persona, por individuos antihumanos, plenos de malignidad que se sintieron sobrepasados por la acción cultural, artística, profesional y educacional, que en el día a día, durante un año proyectamos a las comunidades, las cuales empezaron a sentirse identificadas con tal quehacer permanente, que “arrinconó” en sus predios a la venerable “Escuela de Minas”, porque de ahí no pasaron como Universidad, título que se impusieron por su opacidad, portadora de escasos valores iterativos, durante casi un siglo.
Plenos de odios, tales individuos civiles y militares en “concubinato”, llegaron a promover primero y luego a concretar el objetivo de apoderarse de los bienes materiales, enviar a la cárcel a las autoridades y apropiarse de lo que no les pertenecía de una manera procaz y desconsiderada..
Con el sólo objetivo que tal aberración sea conocida por la comunidad nacional e internacional, a fin de que no vuelvan a repetirse hechos aberrantes, presididos por la barbarie castrense y sectores despreciables de la población, que canallamente actúan como seres bárbaros, ausentes de valores naturales de una sana convivencia, nos permitimos compartir con ustedes, especialmente connacionales del Chile geográfico y del Exterior, aún repartido por el mundo entero, tal ignominia a fin de que jamás vuelva a ocurrir en nuestra patria un asalto a la República, como el que se vivió entre 1973 y 1990.
INICIO
Inmediatamente de producido el Golpe Militar, el 11 de septiembre de 1973 en Chile, por sectores castrenses insubordinados ante el gobierno constitucional del presidente Salvador Allende Gossens, dentro del sector educativo, se tomaron decisiones como lo fueron:1) Eliminar las Escuelas Normales, de larga data, integrándolas a carreras pedagógicas, dentro de las Facultades de Educación de las diversas universidades existentes hasta esa época. Así, se explica que la Escuela Normal de Copiapó se incorporara a la sede que para tal efecto creó la Universidad Católica del Norte en la ciudad copiapina, disponiendo de las instalaciones de ese centro educativo, formador de docentes.
Por su parte, la antigua Escuela de Minas de la ciudad ya señalada, fue asimilada por la Universidad Técnica del Estado, la cual colindaba territorialmente con el centro educativo normalista, lo cual significó, que la Universidad del Norte de Antofagasta asumiera tales responsabilidades en Copiapó el 25 de marzo de 1974, con dependencia directa de la Facultad de Educación y Ciencias Humanas, en tanto el Ciclo Básico de Ingeniería creado, dependería de la Facultad de Ciencias e Ingeniería de la citada casa universitaria.
Las primeras autoridades educativas fueron: 1) Sede. Universidad del Norte: Coronel y Prefecto de Carabineros de Atacama, René Peri Fagestrom y 2) Universidad Técnica del Estado se ratificó como Director, al mismo de la Ex Escuela de Minas, Vicente Rodríguez Bull.
Sólo, por espacio de un mes se prolongó el periodo directivo del Coronel Peri Fagestrom, tal vez “el único humanista” del Cuerpo de Carabineros conocido, que además de notable historiador era un relevante creador poético y recientemente había organizado el Museo Histórico de Copiapó, para lo cual designó como Director al intelectual Daniel Cuadra, detenido en la Cárcel local, para quien solicitó su libertad. cuando fue informado de que era el único capaz de ponerse al frente de tal institución cultural, el cual permaneció en tales funciones, hasta el arribo del ominoso personaje castrense, al cual nos referiremos con posterioridad.
De inmediato, se nominó como Director de la nueva institución universitaria que nacía, al Profesor Luis Aguayo Badilla, quien provenía de la sede de la Universidad del Norte de Coquimbo, con quien habíamos compartido la experiencia de formar parte en el año 1973, a partir de abril, en el Post Grado organizado por la OEA y el Ministerio de Educación de Chile, integrado en un cincuenta por ciento con docentes nacionales y la otra mitad por concursantes, venidos de diversas naciones del continente, el cual con altibajos, sobre todo, con lo ocurrido el fatídico 11 de septiembre, pudo culminar en enero de 1974, ante los requerimientos de la OEA, planteados a los militares usurpadores del gobierno republicano.
En los inicios, este centro de educación superior, además de ocupar las instalaciones de la ex Escuela Normal ofreció dos Cursos Introductorios: El primero, orientado hacia la carrera de Educación Básica, con una inscripción inicial de 194 estudiantes y un Ciclo Básico de Ingeniería, con 161 inscritos, en su mayoría provenientes de la región atacameña y otro porcentaje de la zona de Coquimbo.
La mayoría de los docentes provenían en el caso de Pedagogía, de la ex Escuela Normal, quienes no habían sido encarcelados o exonerados por el nuevo régimen gubernamental. Unos cuantos, al igual que nosotros, procedíamos del reciente post grado ofrecido por la OEA, especializados en Administración y Planeamiento, en el sector de Educación Superior, Y un tercer porcentaje, lo constituían docentes, arribados de otras sedes de la U. del Norte, tanto de Coquimbo como de Antofagasta.
Durante el año académico de1974, dentro de un gobierno dictatorial, las actividades se desarrollaron en un marco de cierta normalidad, lo cual se debió a que el jefe militar de la región copiapina era el Teniente Coronel, Oscar Haag (1), quien demostró una tendencia a disminuir la coerción del hombre común y no se supo de víctimas represivas, Sabíamos que en la cárcel local aún permanecían detenidos, a partir del 11 de septiembre 73, y se mantenía el recuerdo doloroso de los ajusticiados en las cercanías desérticas de Copiapó, ordenadas por el llamado, nacionalmente, “General de la Muerte”, Sergio Arellano Stark (2) en su transitar tanto por la zona norte como la del sur, donde ordenó el fusilamiento de una lista de reos que él mismo seleccionaba para poner fin a sus vidas, dejando así una huella terrorífica y sangrienta, que por nunca jamás el pueblo chileno olvidará.
Entre marzo y diciembre del citado año, el naciente Centro Universitario con el permanente apoyo de la sede matriz antofagastina, desarrolló en profundidad las tres funciones esenciales, que configuran a una universidad propiamente tal, como lo son: Docencia, Investigación y Extensión.
Con respecto a la primera función, se llevó a cabo la facilitación de los aprendizajes con 33 profesores, en una gran proporción con post-grados y perfeccionamiento, que benefició, significativamente, a los estudiantes.
En Investigación, se orientó fundamentalmente al campo educativo, minero y agrícola con la elaboración y concreción de proyectos prominentes, vinculados con la zona. En tales funciones, además del tiempo que entregaban los docentes ordinarios, se contrataron profesionales en las áreas ya señaladas.
En relación con la Extensión, tal quehacer tuvo una proyección extraordinaria, porque se trataba de atraer y adentrarse en la comunidad copiapina, lo cual se logró en plenitud con una programación permanente, que contemplaba: Conferencias, charlas, presentaciones artísticas, vinculadas especialmente con el folclore, el teatro, la pintura, expresión coral con las respectivas agrupaciones creadas en la sede universitaria y en el caso de la Literatura e Historia con el apoyo irrestricto del Círculo Literario “Jotabeche”, en los primeros meses, presidido por el poeta, académico de la Historia y Cronista de la región copiapina, el gran colaborador, Oriel Alvarez Gómez,(3) al cual sucederíamos durante los primeros meses de 1975, en tal representativa institución cultural atacameña.
Confrontación ideológica de la Universidad Católica del Norte y la Universidad Técnica del Estado (UTE)
Es indudable, que la recepción de la Universidad Católica del Norte en Copiapó, por parte de la vecina UTE no fue nada de auspiciosa. Pensamos, que se debió, especialmente a su pensamiento y configuración ideológica, vinculados con el ideario masónico y laico.
La UTE, heredera de la antigua Escuela de Minas, fundada a comienzos del siglo XX se consideraba como la principal de la región por sus años de funcionamiento, en la cual desde sus orígenes predominó una ideología vinculada con la logia masónica de Copiapó, la cual creemos se venía perpetuando desde el siglo XIX, época de los Matta y de los Gallo, fundadores del Partido Radical, de inspiración laica. En tanto, la Universidad Católica del Norte, cuyo símbolo era la cruz cristiana, había sido fundada en Antofagasta, durante el siglo XX, por la Congregación de los Jesuitas.
Quizás, a lo anterior, a ese rechazo de las autoridades universitarias locales se agregó la idea, que a partir de la instalación de la Junta Militar de Gobierno, en 1973, se tendía a promover la regionalización de los centros de educación superior, lo cual significaba que en una ciudad, como Copiapó, debía permanecer una sola .Ya en esos años, 1974-1975, tal proyecto dictatorial rondaba en el ambiente.
El primer año de funcionamiento de la Universidad Católica en Copiapó, 1974, se laboró normalmente, dado que las autoridades militares, como era el Jefe de Zona, Teniente Coronel, Oscar Haag y el Prefecto de Carabineros, Coronel René Peri Fagestrom, indudablemente estaban situados en el sector castrense de las “palomas” (4), Por su accionar más humano, promovieron y apoyaron la creación y funcionamiento de la nueva sede universitaria, lo cual durante el decurso del citado año de 1974 se llevó a cabo una intensa actividad, sobre todo de proyección que alcanzó profundamente a la población, no solamente la copiapina, sino a toda la región atacameña, con el apoyo permanente de las autoridades universitarias antofagastinas, donde se relevó la figura egregia de Gerardo Claps Gallo, Vicerrector de Extensión y Comunicaciones. Esto significó que la UTE se arrinconara en sus espacios, colindantes con este nuevo y bullente Centro de Educación Superior, lo cual indudablemente los llevó a la “maquinación”, especialmente del sector más cercano e íntimo de su Director, Vicente Rodríguez Bull, donde excluimos a don Hugo Garrido, encargado de la Extensión, con quien en algunas ocasiones compartimos, destacándose siempre por su bonhomía, amplitud y caballerosidad.
El arribo del “carnicero” Teniente –Coronel Arturo Alvarez Sgolia, como Jefe de Zona
La oportunidad del “arrase” les llegó a los desalmados directivos de la UTE, en los inicios del año 1975, con la designación de un nuevo jefe de Zona, como lo fue el Teniente-Coronel, Arturo Alvarez Sgolia, (5) ubicado en el sector de los “halcones”, con funestos antecedentes, durante el año 1973, como comandante del Regimiento “Pudeto” de Punta Arenas.
En la primera intervención, que tuvo en enero 1975, en una conferencia de prensa con los medios de comunicación, acreditados en la región atacameña, Alvarez Sgolia “amenazó” a los sectores que según él persistían en sus afanes de insurrección, a pesar del centenar de presos políticos, que aún permanecían recluidos en el centro penitenciario copiapino. Inclusive, como una velada amenaza a miembros de nuestra universidad, donde nos encontrábamos, precisando:“Sobre todo aquéllos, que están detrás de los ya sancionados, de ideología marxista” (6).
Estimamos que a partir de este momento, a los directivos de la UTE, comandados por Rodríguez Bull les llegó el tiempo para incorporarse a los círculos más íntimos del nuevo Teniente-Coronel, sobre todo a través de civiles, admiradores del gobierno castrense “de facto” y altos sectores económicos de la ciudad, como lo era uno de los directivos más acaudalados del “Centro Libanés”, quien intimó tanto con tal individuo, que incluso se comentaba que le había ofrecido un departamento, que poseía en Santiago para que se hospedara, en los viajes que realizaba para informar de sus actos luctuosos a su “Capitán General”. (7)
En los dos primeros meses, el nuevo Teniente –Coronel, se dedicó a organizar el propio Golpe que él deseaba llevar a cabo. En relación con nuestro Centro Universitario, que continuaba realizando una actividad siempre ascendente, se limitó a designar a otro Teniente-Coronel, segundo jefe del regimiento a su cargo, como delegado y observador de nuestra sede universitaria. Si mal no recordamos era de apellido Sánchez. Lo primero que hizo, fue entrevistarnos primeramente a los directivos y docentes, que se habían incorporados y que procedíamos de otras zonas del país. Al comienzo, concurría diariamente por algunas horas, más bien en plan de “veedor”, sin que nunca nos imagináramos, lo cual supimos mucho tiempo después- que habían infiltrado a tres jóvenes oficiales militares, como estudiantes-sobre todo en el Ciclo Básico de Ingeniería- donde predominaban los varones.
De esta época, data la resolución que durante todo el periodo dictatorial, supongo, se impuso para que el lunes de cada mañana se realizara un acto patriótico, como ocurría en los planteles iniciales y medios de educación, donde se le tributaba honores a las “impolutas y sagradas autoridades militares que gobernaban el país”. Por supuesto, estuve presente en todas por obligación y para tranquilizar a mi conciencia libertaria y republicana, junto con la entonación del himno nacional, donde obligaban a cantar esa estrofa, en la cual se incluían aquellos versos: “Vuestros nombres valientes soldados/ que habéis sido de Chile el sostén/nuestros pechos los llevan grabados / lo sabrán nuestros hijos también” .Por supuesto, en mi caso, los entonaba con gran emoción, pero siempre pensando en nuestros ilustres héroes republicanos: O´Higgins, los hermanos Carrera y Manuel Rodríguez.
En una oportunidad, me correspondió hacer la alocución semanal e indudablemente me referí al único y auténtico Capitán- General de Chile, como lo fue Bernardo O´Higgins Riquelme. Luego, vino la presentación del conjunto folclórico, el cual interpretó una cueca y una de las integrantes de la agrupación me invitó a bailar, a las 8 A.M. y para defenderme, a esa hora tempranera, me acordé de mis abuelos y de mi pueblo nativo de Hualqui, cuando salíamos a la pista en las ramadas, alternando las cuecas con el rocanrol de Elvis, que causaba furor en nuestras mocedades (8)
Es indudable, que en tal periodo, los directivos de la UTE con infamias de diversa índole, fueron haciendo una campaña en contra de nuestra universidad para adentrarse en el círculo íntimo de Alvarez Sgolia. Indirectamente, tuvimos un aviso y un alerta de lo que sobrevendría, con muy buena intención del informante, pero que rechazamos de plano por algunas condiciones que nos imponían (9).
Sorpresivamente, el Teniente Coronel Delegado, Sánchez dejó de concurrir a la sede universitaria, lo cual lo interpretamos, cómo que se preparaba algo indigno. En la primera quincena del mes de mayo 75, nos llegó una orden del Jefe de Zona, en el sentido que era obligatoria nuestra presencia, como participantes en el desfile con motivo de la rememoración de la gesta naval del 21 de mayo de 1879, lo cual lo hicimos, obligadamente, pero con mucha gallardía, recordándonos de nuestras mocedades y pensando solamente en esos héroes, militares navales como Arturo Prat, que nos enorgullecerán por siempre jamás, sobre todo, cuando nos desplazamos frente a una tribuna que presidía el facineroso militar Alvarez Sgolia, remedo de gloriosas figuras castrenses, esencialmente republicanas.
De modo paralelo, intuyendo que estábamos cerca de nuestro fin por esos días. culminamos como Universidad en su vinculación con la comunidad copiapina ya configurada con una gran muestra marina, que designamos como EXPOMAR, en las instalaciones del centro Universitario de tal calidad, con el apoyo de los vecinos de la ciudad y autoridades navales del puerto cercano de Caldera, que nos facilitaron objetos y creaciones artísticas marinas para llevar a cabo esta actividad postrera, abierta por varios días, la cual fue visitada por cientos de estudiantes e integrantes de la población de la zona.(10).
Premoniciones ante la tumba de José Joaquín Vallejo (JOTABECHE)
Tal vez, sería por el pleno conocimiento que hasta por esos días, justo desde un año atrás logrado del estudio permanente y profundo, que hicimos de José Joaquín Vallejo (Jotabeche), gran figura de la Literatura Chilena del siglo XIX, discípulo de Don Andrés Bello y oriundo de la ciudad copiapina, donde había nacido y residido durante parte de su existencia y de la significativa identificación que logramos con su creación artística, especialmente en la perspectiva costumbrista, lo cierto es que el día domingo 25 de abril de 1975, después de acudir a misa con mis tres hijos, solíamos disfrutar de la hermosa plaza local, donde nos encontrábamos con amigos como Oriel Alvarez y a veces con Carlos Sepúlveda, Director del Diario “Atacama”, quien siempre andaba provisto de su máquina fotográfica, el cual nos abrió las puertas en su rotativo en la sección de “Literatura y Opinión”. En tal oportunidad, acuciado por los comentarios que ya circulaban de que algo iba a ocurrir en la incipiente Universidad, decidimos con los infantes dirigirnos con nuestro vehículo al Cementerio. Algo nos atraía, por estar junto a la tumba que habíamos remodelado de Jotabeche. Recuerdo que cercano a mediodía, nos instalamos junto al lugar del sueño eterno y mientras los muchachos se entretenían, mirando mausoleos antiguos, nosotros oramos profundamente en tal lugar sagrado. Era como una despedida y creo que la respuesta de su espíritu, la recibimos a través de una tranquilidad interior y una fuerza que se apoderaron de nosotros, ante las malignidades de otros seres civiles mal nacidos y militares desnaturalizados, cuando con seguridad a esa misma hora planificaban la acción maléfica, que desencadenarían los siguientes días del lunes 26 y martes 27 de mayo 1975.
Asalto y vejamen al Centro de la Universidad del Norte de Copiapó
Exactamente, un día después de tal reencuentro espiritual ,el lunes 26 de mayo de 1975, como a las 11 hrs. de la mañana, mientras el Centro Universitario se encontraba en bullente actividad, de improviso, aparecieron en la oficina del Director Luis Aguayo Badilla, integrantes de una patrulla con órdenes del “Jefe Supremo” militar de Copiapó, el desgraciado personaje al cual hemos aludido anteriormente, con la orden de apresar de inmediato al propio Director, que los recibió; al Director Académico Leonel Tapia González, quien se había incorporado, a la Universidad, dos meses atrás y el profesor de Historia, Juan Torres Rojas. Furiosamente, les advirtieron que cualquier movimiento extraño que hicieran: “serían castigados, utilizando el armamento del cual estaban provistos”, Ante la presencia del personal obrero, administrativo y docente, fueron conducidos a un automóvil, estacionado en las instalaciones de la Universidad. Inmediatamente de ocurrido tan maléfico acto, la Secretaria del Director, subió al segundo piso, donde se encontraba mi unidad de Extensión y Comunicaciones -y con llanto en los ojos- me comunicó sobre tal luctuoso acontecer. Muchos miembros de la comunidad universitaria no se dieron cuenta, pero poco a poco, tanto alumnos docentes, personal administrativo y trabajador se enteraron y se iniciaron los comentarios, sin poseer mayor información. De inmediato, surgieron diversas especulaciones y particularmente en el caso mío, que siempre en mi vida me he caracterizado por ser intuitivo, me asaltó de inmediato la idea, que yo sería unas de las próximas víctimas de tal ultraje anti-republicano.
Nuestros compañeros “desaparecieron” hasta que en la noche fueron ubicados en las instalaciones del Regimiento local, por un familiar del Director, dado que los otros mantenían a sus familias en La Serena y Valparaíso sin poderse contactar, porque se encontraban incomunicados. De esta suerte, de inmediato se estableció comunicación con ellos, informándoles de la situación a sus seres queridos.
Al retornar a mi residencia en la véspera, reuní a mis hijos menores con los cuales vivía en una pensión cercana a la sede universitaria, Luis, Iván y Patricio, de 11, 9 y 7 años respectivamente, a quienes les expliqué lo ocurrido y les plantée que a mi me podía ocurrir lo mismo en el siguiente día. Revisamos los teléfonos de los abuelos radicados en la localidad nativa de Hualqui (VIII Región) y otras conexiones relevantes. Mi presentimiento era tan intenso que elegí una indumentaria, que ya no usaba con unos fuertes zapatos (bototos) y después de desayunar me llevé la citroneta y la dejé estacionada, visiblemente, en los espacios universitarios. Iniciamos el trabajo con nuestro secretario, un ex sacerdote, casado, fiel y excelente colaborador,* quien el día anterior había recibido impreso un centenar de ejemplares, de la Memoria y Cuenta de nuestro accionar durante 1974 y parte de 1975, que él mismo había coordinado en su elaboración, remesa de la cual yo había retirado un ejemplar, que es el que ahora me sirve, para patentizar este centro de educación superior, borrado indignamente de la historia universitaria oficial del país y que felizmente he conservado hasta estos días, imaginándome que en un gran porcentaje fue incinerado, como ocurrió con los libros, que según el barbero y otro vecino de La Mancha, habían enloquecido al sabio “Don Quijote”.
Alrededor del mediodía, apareció en la Oficina un individuo desconocido, vestido de civil, preguntando por mí. Por el aspecto, de inmediato, percibí que se trataba de un esbirro del infame Teniente Coronel, quien me manifestó que con urgencia, junto a él, me dirigiera a las dependencias del Director de Investigación, Ernesto Torres Rojas, porque necesitaba hablar conmigo, al cual encontré instalado en su escritorio acompañado de dos oficiales, con su indumentaria militar. De los tres, me dirigió la palabra el de mayor grado, tal vez, un capitán o un mayor del “degradado” Ejército de Chile, quien con un tono amenazante manifestó: “Que a partir desde ese instante y por orden del Jefe de Zona militar, Teniente-Coronel Arturo Alvarez Sgolia, quedaba detenido, recomendándome que no podía hacer ningún intento de evasión, a fin de no lamentar trágicas consecuencias”. En seguida, con Miguel Peña, Director del Grupo de Teatro de mi dependencia, igualmente privado de su libertad, descendimos desde el segundo piso hacia el exterior, rumbo a las instalaciones del Regimiento local, con un par de soldados fuertemente armados Al bajar, nos encontramos con la presencia de una gran cantidad de alumnos, que informados de nuestras aprehensiones nos esperaban angustiados, la mayoría sin palabras y entre sollozos, sobre todo nuestras alumnas y personal femenino de la institución, aunque igualmente visualizamos a un par de docentes con cara de satisfacción, admiradores del régimen coercitivo, como lo eran la profesora de Folclore, Aída Alarcón Figueroa y Eduardo Serrano Villarroel, profesor de Física, de igual condición, que recientemente había sido contratado.
Visualización de una imagen siniestra en plena acción depredadora
Pero…esa profunda y breve mirada abarcadora me llevó, en una situación límite a visualizar, nítidamente en el edificio del frente, donde se encontraban las oficinas y dependencias de la Biblioteca, nada más y nada menos, que al Director de la Universidad Técnica del Estado y miembro relevante de la Masonería copiapina, Vicente Rodríguez Bull, (11) similar a un “ave de rapiña”, junto a un grupo facineroso de expoliadores, “saqueando” en afanes de exacción y vandalismo. Nunca se imaginó tal individuo que nuestra mirada, como una máquina fotográfica, lo retrataría en el minuto exacto, lo cual lo delató, como integrante de la civilidad, cómplice de esta acción siniestra en connivencia con el “halcón” Teniente Coronel Arturo Alvarez Sgolia, responsables ante la comunidad copiapina, ante su insigne figura literaria, como lo fue Jotabeche en el siglo XIX y ante el pueblo copiapino de bien, de tal acción ominosa, con la cual pretendieron “matar” a una institución, la cual no se consigna en el relato histórico universitario y que las autoridades actuales del Consejo de Universidades de Chile están obligadas a reparar por lo menos en este nivel para graficar que entre 1974 y parte de 1975 no fuimos “fantasmas”, sino seres de carne y hueso y por supuesto portadores de un gran espíritu, representado por la cruz de nuestra universidad, abatida por la malignidad de algunos seres indudablemente, inacabados como personas humanas.
Traslado a dependencias militares del Regimiento de Copiapó
Permanecimos con nuestro Director de Teatro, Miguel Peña, incomunicados durante el primer día y noche en las instalaciones de la guardia militar del Cuartel. Creo que esa misma noche nos ubicaron nuestros familiares y amigos, quienes fueron autorizados para hacernos llegar algunos elementos de abrigo. Ahí, solamente nos hicimos señas, lo cual nos tranquilizaba dentro de una situación angustiosa en la cual nos encontrábamos.
Pasamos esa primera instancia nocturnal, sentados y un tanto abrigados con las prendas recibidas. Al siguiente día, 28 de mayo 75, fue incorporado un nuevo detenido que no conocíamos, un hombre joven, de unos 18 ó 19 años de edad. En cuanto pudo, empezó a hablar con nosotros con mucha locuacidad y curiosamente la guardia no puso reparos en un insólito diálogo, que pretendió llevar a cabo. Contó una historia de persecución y arresto, tratando de hacerse el simpático y grato con nosotros, como dándonos confianza para que le refiriéramos datos sobre nuestra procedencia y de las actividades que habíamos realizado, que ocasionaron tal arresto. Había así transcurrido cierto tiempo, cuando de repente se nos ilumina el entendimiento al captar que era un agente militar, disfrazado de obrero. Desde ese mismo instante, intercambiamos opiniones con nuestro camarada de reclusión y decidimos solamente escucharlo, respondiéndole con monosílabos. No había transcurrido un par de horas de tal situación, cuando fue “ dejado en libertad” y en la tarde del mismo día, mientras nos trasladaban a los interrogatorios, observamos a este personaje muy alegre, realizando ejercicios con sus compañeros reclutas, como si nada.
Al concluir la tarde del segundo día, nos trasladaron a otras instalaciones para interrogarnos, ante la presencia de dos militares y un carabinero, con los grados de oficial y capitán. El primero en ingresar fue Miguel, a quien lo mantuvieron durante una hora, mientras yo esperaba mi turno en el pasillo, vigilado por una guardia armada. Cuando salió Miguel, fue algo terrible e impactante: Prácticamente, no podía caminar y con la vista extraviada se tendió en el frío pasillo, en calidad de agonizante, a pesar de su espigada figura y fuerte musculatura. Debo confesar, que aterrorizado ante tal cuadro, ingresé en la sala de los interrogadores: Ahí, por primera vez conocí al teniente del Ejército, de apellido Valderrama, a quien lo acompañaba un “hombrón”, de cabello rubio, casi cobrizo, igualmente teniente, pero de Carabineros, que había divisado en actos oficiales en alguna actividad a la cual concurrí,durante mi estadía copiapina y un tercer integrante, que permaneció en silencio.
Valderrama, quien se convertiría en un personaje y custodio permanente, supimos que con su indumentaria juvenil, jeans y camisa, se había infiltrado desde hacía tiempo, como estudiante del Ciclo Básico de Ingeniería de nuestra Universidad, quien en realidad comandaba a uno de tales grupos, destinados a los diversos sectores de la vida copiapina, los cuales constituían el “ejército otro” muy singular a los cuales habíamos visto en formación, temprano en la mañana, antes de salir a acometer sus misiones de espionajes y de control entre los distintos grupos de la ciudadanía: Ofrecían el aspecto de: Obreros, estudiantes, empleados, vendedores ambulantes y con seguridad, de mineros en Potrerillos y estibadores en Caldera y Chañaral. Así, el régimen militar y dictatorial de Pinochet, trataba de controlar a todo el país con estos tipos de observadores, verdaderos “soplones” de la comunidad civil, que en escasísima proporción. descubrió la patria aherrojada.
Tal esbirro nos acusó, igualmente, de una variedad de cargos ficticios y el “hombrón” policía, nos tildó de “demagogos”, justo en esos días, cuando el presidente Frei a nivel nacional, a raíz de alguna declaraciones fue tildado con ese epíteto por el vil general de la Fuerza Aérea, Gustavo Leigh, el cual fue puesto de moda por la prensa de aquellos años controlada y dirigida. Rápidamente, para mí, terminó el interrogatorio, porque se hacía tarde y tenían que entregar la información, a un superior castrense. Al salir, encontré a Peña, reponiéndose de la tortura a la que fue sometido con energía eléctrica, en las partes más sensibles de su cuerpo. En seguida, nos instalaron en la parte trasera de una camioneta Aún, Peña, seguía tendido, y nos condujeron por las calles principales de la ciudad, especialmente por aquélla, donde habíamos dado unas clases a un quinto año de humanidades, en el centenario y tradicional Liceo de Hombres de Copiapó. La intención fue exponernos al escarnio público y mostrarse como agentes del gobierno militar, héroes de alguna vieja película, tal vez de los tiempos hitlerianos, exhibidos de vez en cuando por el cine de la ciudad.
El transporte se dirigió, luego, a un sector que no había conocido durante mi estadía copiapina: Una granja, situada al otro lado del escuálido río Copiapó. Previamente, nos internamos por un camino solitario hasta llegar a un lugar, donde se encontraba un grupo de militares armados, lo cual nos impactó hondamente, porque pensábamos que nos iban a ajusticiar. Cuando descendimos del vehículo y miramos con mayor detenimiento, de pronto, descubrimos a nuestros tres ex compañeros, Aguayo, Tapia y Torres, que nos hacían señas apaciguadoras, porque captaron de inmediato lo que sentíamos. Ahí, nos tranquilizamos, porque luego supimos que esos militares aguardaban a un vehículo que iba a pasar por ellos, por cuanto esa granja era dedicada al entrenamiento castrense. Respiramos, profundamente. Nos abrazamos con nuestros colegas y quedamos a disposición de un cabo, quien junto a su familia residía en el sector, el que nos ubicó y nos encerró en un local antiguo para que pernoctáramos, el cual había sido anteriormente una “chanchera o cochinera”.Dispusieron de una guardia permanente de dos reclutas, a fin de impedir nuestro escape, justo en el lugar en que se iniciaba una pampa árida y desértica.
Felizmente, nuestros familiares y amigos, cuando permanecíamos en el Cuartel nos habían llevado prendas de ropa, entre las cuales se encontraban sábanas, frazadas y almohadas. Nos encerraron, poniéndole un hermético candado a la puerta vetusta, ex residencia de puercos, con la presencia durante las veinticuatro horas del día de los referidos soldados armados, que se turnaban cada seis u ocho horas. Recordamos con nitidez dos aconteceres que nos impactaron. Primero, cuando le solicité a los guardianes la autorización para dirigirme a un baño o cosa parecida: Para tal efecto, me asignaron un recluta armado para que me condujeran a una poceta aérea, que estaba situada, en el centro de un puente colgante del histórico y vecino río Copayapu. En tal transitar, observé que el conscripto me observaba con conmiseración y trataba de no dirigir el arma hacia mí, lo cual me motivó a preguntarle que de cual lugar de la ciudad copiapina procedía: Me indicó el barrio, a lo cual añadió.”Usted, no se acuerda de mí, Yo era su alumno en el curso del Liceo Nocturno, donde dictaba clases dos veces a la semana”.Tal aseveración me emocionó y le respondí, afectuosamente: “Soldado, cumpla con su deber, aunque le duela, tener a su profesor de prisionero. De no hacerlo, podría peligrar también su propia vida”.
Debemos mencionar, en estas circunstancias dolorosas de nuestra existencia, la presencia permanente en estos días de incomunicación de tres personajes siniestros, que iban y venía del cuartel militar, seguramente para informar y recibir instrucciones del maléfico jefe de zona, Alvarez Sgolia, quien cobardemente nos negó su presencia, sobre todo en una ocasión que comprobamos, estando en el Regimiento, observamos que nos cambiaban de lugar permanentemente a los cinco compañeros. De pronto, captamos el motivo: Trataban de alejarnos lo más posible, del criminal Alvarez Sgolia, que alguna aprehensión le sobrevendría, para no vernos Siempre, solamente, aparecían los esbirros en una camioneta de color oscuro que llegaron a producir desesperación en el más joven de los cinco recluidos, como era el torturado Miguel Peña. Solamente, cuando sentía que tal vehículo venía empezaba a temblar intensamente: El jefe del grupo era el ya conocido teniente Valderrama, inexpresivo e irónico, quien con escasas palabras y respondiendo con monosílabos se dirigía a nosotros: “En marcha” “Suban”.Nunca indicaron el destino, donde nos llevaban. Los otros eran, a uno que ya hemos mencionado y que lo identificamos como el “Julio Iglesias” y Lapostol, el menor, sobrino de Ariosto, el jefe militar de la zona de Coquimbo y quien había sido trasladado desde Calama, poco después del paso de Arellano Stark, en el “Pájaro de la Muerte”, donde, también ordenó varios fusilamientos, lo que fue reseñado años después en una obra descriptiva de una destacada periodista chilena, (12) en la cual proyecta el maléfico viaje de tal individuo, que no recibió mayor condena por parte de los tribunales de su propia institución.
El segundo suceso fue en esta oportunidad -de las dos que permanecimos en este lugar de reclusión en carácter de incomunicados- cuando el sábado de ese fin de semana amanecieron varios detenidos, motivados en el no respeto del “toque de queda”, capturados la noche anterior y cuál no sería nuestra sorpresa de visualizar entre ellos, nada más y nada menos que a “Jhonny White” (13) el loco del pueblo, quien entre otras acusaciones, le enrostraban que:“Dialogaba y conspiraba con los escasos pájaros de la comarca”.
Inicio de proceso militar
Cumplidos los días iniciales de incomunicación, nos condujeron ante la presencia de un Juez Militar local, pero que al parecer, dependía del Juzgado Militar de Antofagasta. Ahí, se plantearon acusaciones inocuas, sin asideros, sostenidas algunas en chismografía y de carácter irrelevante, que ni el mismo juez, íntimamente las considerara de peso y que pusieran en peligro al régimen castrense impuesto, dado que por ejemplo en mi caso y tal vez en los demás, no pasaba de haber utilizado en nuestra infancia, más allá de una honda (fonda) en mi lar nativo de Hualqui, tratando de cazar con piedrecillas zorzales o lloicas, que abundaban por aquella época. Sin embargo, el representante acusador de Alvarez Sgolia, quien era un “tenientillo” de Carabineros, adscrito a la Intendencia de Atacama, cuyo nombre no retuvimos, comenzó a vociferar como un energúmeno, aludiendo a episodios banales, vinculados con amoríos, con encuentros, donde presumiblemente complotábamos, seguramente conectadas con las reuniones que semanalmente sosteníamos, en nuestra calidad de Presidente de los escritores y poetas de la región atacameña, a través del Círculo Literario “Jotabeche” y seguramente con viajes que hacíamos frecuentemente a Antofagasta en funciones universitarias, por la dependencia que teníamos de la sede principal de la U. del Norte o el desplazamiento de dos días que con los jotabechanos hicimos hasta Vicuña y Monte Grande, lugares donde nació y duerme su sueño eterno nuestra gran Gabriela Mistral , lo cual culminó con un recital que ofrecimos en la Plaza de los Poetas de La Serena,(14) con los integrantes del Círculo poético, “Carlos Mondaca”.Creemos que contra su voluntad y ante el temor que proyectaba el criminal Alvarez Sgolia, el Juez, decidió nuestro traslado a la vieja Cárcel Pública de Copiapó.
Ingreso en la Cárcel de Copiapó
De esta suerte, al término de un día de finales de mayo de 1975, arribamos al centro penitenciario. Debemos confesar que íbamos con bastante temor, no por el furgón militar que nos conducía, sino por las historias que hasta el día de hoy se repiten en cualquier recinto carcelario, como lo es la violación física de que son objetos los presos en tales antros, sobre todo en nuestro continente por pederastas y depravados sexuales. Sin embargo, tales premoniciones no se dieron en la realidad, porque ingresamos a un gran galpón, sobre las seis de la tarde, cuando ya los reclusos se habían recogido a su gran dormitorio, que en este caso estaba constituido sólo por “presos políticos”, quienes nos esperaban, porque por los canales de información que manejaban sabían de nosotros, desde cuando habíamos sido aprehendidos. Aquí, debemos reconocer la gran solidaridad recibida, donde desaparecieron los “ismos”, que nos separaban en algunos casos en la disputa ideológica como “adversarios” y nunca “enemigos”, por nuestro carácter republicano, tal cual ya lo planteaba el pensador venezolano Simón Rodríguez y maestro de Simón Bolívar, mientras permaneció en Chile, en un artículo, publicado en “El Mercurio de Valparaíso, al final de la década de 1830
Primeramente, el “Gran Anciano”, que así se denominó por esos tiempos en todos los centros de prisioneros políticos, quien coordinaba la organización, nos recibió con ese amor humano que siempre debiera existir; Nos facilitaron elementos variados. Compartimos un taza de té, alimentos y golosinas traídos por sus familiares, artículos de aseo para que nos bañáramos y finalmente nos asignaron las literas correspondientes para descansar y dormir. (15) Así, retornábamos a ser personas humanas…
Con tanto padecer y pensando tal vez en su esposa e hijos, Leonel, el mayor de todo el grupo se anduvo “quebrando”, cuando se le asignó una litera en la parte superior. No pudo resistir y se puso a sollozar-porque “los hombres también lloramos en situaciones límites”. De inmediato, me levanté y acerqué a él y le ofrecí un cambio, a fin de que ocupara la mía, que estaba en el primer nivel. Me lo agradeció profundamente y cansados como estábamos, dormimos encerrados en el gran galpón unos 50 prisioneros políticos, que cobijaba a esta población. Al día siguiente, los gendarmes armados, nos trasladaron a otro espacio, reservado para pasar el día. Ahí, identificamos a los diversos grupos que nos acompañaban: Uno estaba integrado por miembros de las ex comunidades de la fenecida Escuela Normal y la UTE, desde el año 1973, sometidos a proceso. Otros, en similar condición procesal pertenecían a sectores públicos y privados. Ya se encontraban, ahí, los dirigentes del sindicato obrero del mineral de cobre de “Potrerillos” y curiosamente se hallaban un par de ciudadanos de origen chango, aprehendidos en el puerto de Caldera y en días posteriores a nuestro arribo, llegaron los principales dirigentes del sindicato de estibadores de Chañaral.
Difamación del Teniente- Coronel Alvarez Sgolia por la prensa regional y nacional
Completado el cuadro anterior, el malévolo Jefe de Zona Militar de la III Región el posteriormente convertido en criminal, como General años después del dirigente gremial Tucapel Jiménez, en ese entonces, Teniente Coronel, Arturo Alvarez Sgolia, convocó a todos los medios de comunicación social de la región, incluyendo a los corresponsales de los principales órganos informativos de Santiago para exponer a la nación, “cómo él había sido capaz de “desmantelar” a un grupo de facinerosos de diversos estratos, que se proponían atentar contra la ciudad copiapina y sus adyacencias con armamento, de alto poder de fuego, prácticamente para hacerla desaparecer, quienes eran asesorados por la Radio Moscú”, que por esa época trasmitía programas que clandestinamente escuchaba el pueblo. Por supuesto, que al igual que el “Plan Zeta”, lo denominó “Lobo Azul”,lo cual motivó a “El Mercurio” siempre inefable y antiguo vocero de los Edwards para publicar “un serio y meditado” editorial al respecto, en uno de los días iniciales de la primera semana de junio de 1975, con lo cual se pretendía enlodar nuestra imagen, sobre todo en nuestros familiares, amigos y conocidos de una siempre prosapia republicana, que atónitos, algunos creyeron tales falsedades y otros más profundos, jamás aceptaron tales versiones provenientes de seres desequilibrados, que por la fuerza de las armas, estamparon tal mancha en nuestra gloriosa vida civil republicana, que procedía del gobierno inicial de un verdadero capitán- general, formado dentro del iluminismo del ideario de los pensadores republicanos europeos del siglo XVIII, junto a otros próceres -Miranda y Bolívar- como lo fue Bernardo O´Higgins Riquelme.
Si mal no recordamos, tal versión apareció igualmente en el Diario “La Tercera” y otros similares de Santiago, época oscura para el periodismo nacional, censurado plenamente por la Junta Militar, encabezada por Pinochet, tiempo en que la expresión libre desapareció y era controlada no sólo por miembros del sector castrense, sino por individuos civiles, que todavía hoy se dan el lujo de aparecer en reportajes, explicándose y ufanándose de tales funciones, tanto en la dictadura pinochetista, como en el primer gobierno de transición a la democracia, que se prolongó entre 1990 y 1994, donde personajes de tal naturaleza continuaron, orondos en sus actividades, dada la salida condicionada hacia la democracia, aún no plenamente alcanzada. (16)
Ante tal embate existencial, nuestro pensamiento cristiano se profundizó aún más, lo cual se tradujo en momentos tan dolorosos buscando, refugio en la Biblia, especialmente el Nuevo Testamento, que nos reconfortó y espiritualizó, dándonos fuerzas para resistir tal martirio. Coincidencialmente, por esos días había asumido como Obispo de la Diócesis copiapina, Monseñor Fernando Ariztía, quien estuvo preocupado de nosotros y los presos políticos encarcelados, a través de un joven capellán, quien estaba autorizado para visitarnos una o dos veces a la semana, el cual, con seguridad, lo mantenía al tanto de nuestro estado. Además, personalmente, recibí la ayuda de este inolvidable prelado, quien rescató mi citroneta abandonada el día de mi aprehensión en el Centro Universitario, guardándola en las propias instalaciones del Obispado.
Durante todo el mes de junio, quedamos a la espera del proceso que se desarrollaba en el Juzgado Militar de Antofagasta. La vida, como la de todo preso, se hizo rutinaria. Ahí aprovechamos el tiempo para leer profusamente, textos que eran autorizados por las autoridades carcelarias, esperando con ansias el día domingo, cuando se autorizaba el ingreso de nuestros familiares en calidad de visitas. La primera fue impactante, porque después de unos diez días de haber perdido contacto, nos encontramos con la presencia de nuestro hijo Luis Carlos, quien se había quedado en la residencia, donde habitábamos y nos informó que en tal intertanto nuestra siempre y querida madre María Ester, hoy con 92 años a cuestas, había arribado a Copiapó desde nuestra nativa “República de Hualqui”,** para llevarse consigo a sus menores nietos Iván y Patricio y él permanecía en la ciudad, concurriendo diariamente a su centro educativo. Igualmente, recibimos a compañeras y compañeros de la Universidad más cercanos y algunos de los integrantes del Grupo Literario “Jotabeche”, extraordinariamente solidarios,(17) encabezado por nuestro siempre recordado Oriel Alvarez Gómez, minero, cronista e historiador de la III Región de Atacama.
Por supuesto, quedamos muy felices, sin embargo el diabólico Alvarez Sgolia, cuando fue informado de esta numerosa concurrencia emitió una especie de Bando, donde señalaba que los presos políticos de la Cárcel de Copiapó, sólo podían recibir visitas estrictamente de familiares consanguíneos. El malvado Teniente Coronel, por supuesto, se había informado que nuestros seres queridos residían en ciudades alejadas. Ese segundo domingo, fui llamado. porque me fue a visitar mi hijo Luis Carlos de 11 años de edad, y por obra del destino, apareció una segunda visita inesperada Se trataba de un joven universitario alumno de la UTE, quien era hijo de una prima de mi ex cónyuge, del cual yo había sabido recientemente, por la prensa, que había llegado a Copiapó, pero aún no nos habíamos visto. Se trataba de Juan Jones Araneda, cuya madre Nidia era prima de la progenitora de Luis Carlos, por el lado de las Saint-Jour. quienes eran hermanas y por lo tanto sus abuelas.
El ritmo carcelario se mantuvo inalterable, durante las tres primeras semanas de junio 75, salvo una situación que me impactó como persona humana. Un día fui seleccionado con otro compañero del penal para salir, acompañado de gendarmes armados para limpiar el frontis del vetusto edificio, que ocupaba el recinto carcelario. Empecé con ímpetu mi trabajo de barrendero, como no lo había hecho en mi vida. De improviso, el guardia se aleja con otro para dialogar, observándome desde lejos. Luego me llama, así: ¡Escoba, escoba, escoba venga para acá¡ (18).Ahí, me sentí tan minimizado y execrado, como nunca jamás me había ocurrido, al perder totalmente mi condición de persona humana.
Farsa y desobediencia de Alvarez Sgolia ante el Tribunal Militar de Antofagasta y un nuevo reencarcelamiento
Por fin, a fines del citado mes, recibimos una información a través de un camarada abogado, que nos estaba ayudando dentro de lo poco que podía hacer un civil, en relación con nuestra pronta liberación, la cual estaba por aprobar el Juzgado Militar de Antofagasta, justo en los días que vimos merodeando por la cárcel al esbirro Valderrama y uno de sus compañeros, lo cual nos provocó un mal presentimiento. Transcurrieron los días sin mayores novedades, hasta que el día 11 de junio de 1975, después del desayuno nos llamaron los guardias para conducirnos hasta el galpón-dormitorio. Nos indicaron que guardáramos todo nuestro equipaje para llevarnos a la oficina del Director, que por ese tiempo estaba a cargo de la alcaide, una señora gorda y de mediana estatura, con unos lentes muy gruesos para defenderse de una aguda miopía, que la afectaba. Muy solícita, nos hizo sentarnos a los cinco y de inmediato nos felicitó, porque tenía en sus manos la orden de libertad otorgada `por los miembros del Juzgado del Tribunal Militar antofagastino. A decir verdad, por alguna secreta intuición, no nos sentimos tan regocijados. Se despidió de nosotros, nos deseó buena suerte y los gendarmes armados nos condujeron hasta la salida de la cárcel .Y justo ahí, tuvimos la respuesta a lo que presentíamos: Nos esperaban, vestidos de civil los agentes secretos de Alvarez Sgolia, que ya conocíamos, quienes esbozando una sonrisa diabólica, nos invitaron a subir al transporte que ya conocíamos. No podíamos hablar y cada uno pensó en torno a algo incierto, que estaría por ocurrir. El vehículo se desplazó por diversas vías hasta que tomamos la que conducía hasta la granja militar, que ya conocíamos en nuestros primeros días de incomunicación en el pasado mes de abril 75. Ahí, nos dejaron sin entregarnos ninguna información al respecto.
Nuestra preocupación ahora fue de tal “libertad”, que había sido otorgada en un horario de oficina, un día cualquiera sin que tuvieran conocimiento nuestros amigos y familiares, pero he ahí que ocurre un verdadero “milagro”, del cual tenemos conciencia quienes creemos fervientemente en Dios. Sucede que no había pasado no más allá de una media hora de nuestra abrupta salida del recinto carcelario, cuando aparece mi progenitor José Villegas Jerez, miembro jubilado, hacía años, como Suboficial Mayor de la Marina de Chile, quien provenía de Hualqui a verme, después de unas 24 horas de viaje. Al entrevistarse con la “gorda” Alcaide y presentar su carnet rompe-filas, que él portaba, del cual siempre se vanagloriaba, obtenido por el grado con que había jubilado, lo atendió y engañó gratamente, la obesa y cegatona mujer. Le manifestó, que hacía poco habíamos salido de prisión y que a esa hora “ya debíamos estar disfrutando del encuentro con nuestros seres queridos”, que residían en Copiapó. Mi progenitor muy feliz, preguntando, pudo ubicar a alguno de ellos, quienes al trasmitirles la noticia a los demás, quedaron estupefactos ante tal falsedad y de inmediato se preocuparon y movilizaron para ubicarnos. Una de nuestras compañeras de trabajo, junto con el abogado que nos asistía, quienes conocían los espacios secretos de tales individuos coercitivos, pasado el mediodía, poniendo en riesgo sus existencias y con mucho valor se desplazaron en un vehículo, por el camino de tierra que conducía a la Granja. Se detuvieron al otro lado del río, frente a la casa existente y felizmente nos divisaron. Sólo bastó una seña, para saber que nos encontramos, con vida, en tal lugar.
Impelidos a renunciar a nuestros cargos universitarios en un predio militar
Otra vez volvimos a las “chancheras”, ya conocidas. Cuando quedamos solos y sin testigos empezamos a hacer un ejercicio muy “sui generis”: Nos pusimos en el caso del “bandido” Alvarez Sgolia, haciendo un esfuerzo, como si pensáramos como él: Qué salida nos tendría preparada, como jefe omnímodo de la zona militar y llegamos a estas conclusiones 1) Enviarnos fuera del país, como exiliados y 2) Trasladarnos a un centro de prisioneros políticos de Santiago y sus aledaños, como: Ritoque, Puchuncaví o la Penitenciaría santiaguina. Sin embargo, le quedaba una diligencia primera y prioritaria, la cual se dio como a las cuatro de la tarde, cuando de improviso surgió una patrulla militar armada, con uno de los esbirros conocidos. Venían con nuestras renuncias expedidas por las autoridades de la Universidad del Norte, dirigida en Antofagasta por un coronel jubilado, cuyo nombre era Hernán Danyau Quintana .
Luis Aguayo Badilla, nuestro compañero Director de la sede universitaria, cuando le pasaron el documento señalado, se rehusó en primera instancia a firmarlo, lo cual fue respondido con un encañoneo de la patrulla en posición de matar. En esas condiciones, no le quedó firmar sin más, para preservar su existencia física. Luego, con ese ejemplo y acción, los otros cuatros firmamos sin condiciones. Era el día viernes 11 de julio 75, como si fueran las cinco en punto de la tarde, como diría alguna vez el poeta español Federico García Lorca en uno de sus hermosos poemas, mucho antes de ser fusilado por los esbirros de Franco en su Granada natal, el año 1936.
Sábado y Domingo siguientes fueron días de reflexión y de nerviosa espera y sin contacto con ningún amigo o familiar, hasta el lunes 14 de julio de 1975, cuando a las 6 ó 7 de la mañana arribó a la granja una camioneta tipo station wagon con capacidad para más de cinco personas: Además del chofer, venían un teniente y tres carabineros, “armados hasta los dientes”, quienes sin decirnos donde nos trasladarían, a través de 800 kilómetros, nos advirtieron primeramente que no podíamos hablar, hacer movimientos inesperados y sospechosos, porque de lo contrario “recibiríamos todo el poder de fuego que fuera necesario”. Tampoco, podíamos hablar o comunicarnos, a través de ningún gesto entre nosotros.
Con posterioridad, reconstruiríamos lo que ocurrió en este lapso de desaparecimiento y el vejamen que recibió nuestro progenitor: Ya acompañado con nuestros colegas indagaron en las diversas instituciones militares y de carabineros, existentes en la ciudad para saber de nuestro paradero, donde les señalaban que carecían de la información al respecto. En una de estas reparticiones castrenses, mi padre presentó su carnet “rompe – filas” del cual se ufanaba, recibiendo una descortés respuesta de que habían sido suspendidos, no dándole ninguna relevancia a su trayectoria naval y militar. Creo que ese día recién, se dio cuenta que estos seres depredadores no tenían nada que ver con los miembros de las fuerzas armadas de su tiempo, eminentemente republicanas a la cual sirvió por 28 años y en la época final colaboró en un centro de comunicaciones navales de Talcahuano, con su superior, Capitán de Navío, como lo fue Ismael Huerta, quien traidoramente, en los tiempos pinochetistas integró el gabinete de la Dictadura, en su calidad de vicealmirante. Creo, que desde ese mismo día, con ese proceder de estos modernos congéneres, mi progenitor empezó a evadirse de tan cruel realidad, dentro de la enfermedad de Alzheimer que se le declaró y lo condujo a su desaparición física años después -en tiempos de la transición a la democracia- cuando por su grado lo sepultaron con honores de salva e himnos marciales, entregándole una bandera chilena a mi madre y con unos cuantos cañonazos del Regimiento de Temuco, donde por esa época residía, cuando ya la Dictadura de Pinochet había concluido, unos cinco años atrás y se reiniciaba un periodo republicano, que hasta el presente no ha llegado a un nivel de plenitud, por el condicionamiento impuesto que se manifiesta en la actualidad entre otras situaciones, de no contar con una nueva constitución promovida y ejecutada por los gobiernos electos desde 1990 al presente.
Traslado al Campamento de Detenidos de “Tres Alamos” de Santiago
La primera etapa de tal desplazamiento forzado, indudablemente para cada uno fue insufrible, sobre todo en el trayecto hasta Vallenar, donde el desierto está presente en plenitud con un camino desolado y con algunas vías menores, que se apartan hacia pequeños centros mineros y algunas viviendas escasas, tal vez cerca del mar. Posteriormente, lo comprobaríamos, que la preocupación de cada uno era que el vehículo se desviara por esas vías desoladas y en un lugar solitario, se repitiera la escena que rondaba en la población copiapina y que hicimos nuestra en el casi año y medio que permaneciéramos en la zona y que se relacionaba con el fusilamiento clandestino, realizado en los meses postreros de 1973, cuando el “General de la Muerte” ordenó tan criminal acción de un grupo de presos políticos de la propia Cárcel de donde proveníamos , justamente por esos lares, donde íbamos desplazándonos.
Respiramos, cuando arribamos a La Serena, donde ahí también hubo eliminados por el “General de la Muerte” entre los cuales se encontraba el destacado músico y director de una orquesta sinfónica infantil, Enrique Peña Hein (19). Ahí, tuvimos un pequeño percance que puso nervioso a los carabineros-esbirros. Ocurrió, justo en la parada de un semáforo. Coincidencialmente se detuvo un automóvil, conducido por un amigo de nuestro acompañante, Juan Torres Rojas, oriundo de esa ciudad, quien lo reconoció a través de las ventanas y de inmediato le hizo un gesto de amistad, lo cual perturbó a los guardianes, quienes movieron sus armas, tal vez porque pensaron que se podría tratar de un plan de escape o algo similar, surgido en sus mentes enfermizas.
Sería tal vez cerca o pasado Los Vilos, cuando el “Tenientillo” dio la orden para que nos detuviéramos en una posada para satisfacer necesidades fisiológicas que nos apremiaban, oportunidad que fuimos autorizados para tal efecto. Había entrado la noche, cuando empezábamos a acercarnos a la capital de la república. Fue así cómo nos detuvimos en un control policial, de unos de esos primeros pueblos que por el norte anuncia a Santiago. Se bajó el “Tenientillo” y solicitó un teléfono para llamar a niveles superiores de las instituciones opresivas de Pinochet. Primero, lo hizo a la “terrorífica” DINA, el servicio de inteligencia militar, que dependía directamente de Pinochet y su adláter, Manuel Contreras,jefe omnímodo de la tenebrosa organización criminal, actualmente aún vivo y preso en una cárcel-resort, para comunicarles que traía unos detenidos de Copiapó, por orden del general Arturo Alvarez Sgolia. Dicen que, para felicidad nuestra, la respuesta fue negativa. La DINA nos rechazó, porque ya habíamos sido procesados por un Tribunal Militar y ellos tenían una intensa actividad. Ahí, fue donde le sugirieron al individuo policial de marras, que nos condujera a “Tres Alamos”, lugar de residencia forzada de los detenidos políticos en la etapa final de la privación de libertades. Y fue así, como a las 10 u 11 de la noche arribamos a ese lugar, situado en la comuna La Florida.
Sería, porque los funcionarios de guardia de tal recinto se encontraban apremiados por otras solicitudes, lo cierto es que no nos reseñaron y se olvidaron de preguntarnos por nuestra posición política. Finalizadas tales actividades administrativas, pasamos directamente al recinto de la población penal, constituida en su mayoría, por ciudadanos opuestos al régimen coercitivo pinochetista. Nuevamente, al igual que en Copiapó, fuimos recibidos con tanta humanidad por estos camaradas y compañeros, que nos emocionaron. Abrazos y muestras de afecto por doquier y muy tranquilizados, porque igualmente sabían de nosotros y había mucha expectación, porque veníamos tres miembros y simpatizantes demócrata cristianos para continuar la ruta que ya había iniciado el camarada Claudio Huepe, (20) quien después de estar detenido y procesado, había salido al exilio rumbo a Inglaterra, habiendo dejado un muy grato recuerdo entre los compañeros del penal.
Primeramente nos recibió el “Gran Anciano”, junto a la directiva del recinto penal: El era un prisionero, que había alcanzado a ocupar la dirección de una última radio emisora, creada en los tiempos del presidente Allende. Nos dio una bienvenida muy fraterna y de inmediato nos asignaron las literas, donde pernoctaríamos quedando los cinco en un mismo sector, pero dentro de las actividades diarias nos distribuyeron en diversas “carretas”: A los DC, uno se integró a la del Partido Comunista, el otro a la conformada por los compañeros del PS y en el caso mío, al MIR. Fundamentalmente, tales actividades consistían en compartir la alimentación, con la entregada por el servicio del campo y las “exquisiteces” que recibiera cada uno de sus familiares en los días de visita. que se integraban un solo todo.
Por supuesto, los jóvenes del MIR y más cuando se informaron que había sido amigo desde la infancia de mi coterráneo hualquino, Maximo Neira Salas, fusilado por los tenebrosos infantes de Marina del Fuerte “Borgoño” de Talcahuano, en la primera quincena de octubre 1973. *** me recibieron con mucha complacencia y espíritu de confraternidad. A estas alturas, recuerdo de cinco, el nombre y apodo de dos: Reveco, que oficiaba de líder y un muchacho joven ex estudiante de Derecho, muy popular en el Campo, como lo era “Cupido”, apodo con el cual era conocido, siempre muy alegre. Lo único malo, al igual que yo, era que no sabía cocinar, mayormente. Y justo, integramos la dupla que una o dos veces a la semana nos correspondía “atender” a los compañeros de grupo, buscando parte del almuerzo del penal, que casi siempre era una sopa y preparar el plato de fondo por el determinado día que nos correspondía, por supuesto, elaborando el segundo plato. Por supuesto ahí “sufrieron” los compañeros, porque cuando en otros turnos les correspondía a otras parejas, “degustábamos verdaderos banquetes”.
Las visitas de los familiares eran dos a la semana, en cada tarde de los días martes y domingo. Como habíamos arribado el lunes en la noche, nos imaginamos que ninguno concurriría a vernos, porque tal vez aún no se habían enterado de nuestro destino, pero no fue así. Sólo a Leonel lo llamaron por el micrófono, anunciándole visita. Quedamos a la expectativa. Ni el mismo solicitado sabía quien podía ser. Y su sorpresa fue mayúscula, cuando se encontró con una religiosa, que era parienta de él, la cual había recibido un mensaje telefónico de nuestro destino santiaguino, y ella con mucha prontitud averiguó, cuál podía ser. El domingo venidero fue apoteósico. Además, de mi padre que se había desplazado retornando de Copiapó, se encontraba mi prima Ruth, de similar edad, con quien compartimos la existencia desde la propia infancia, en los predios de Hualqui, nacidos sólo con tres meses de diferencia. También Elizabeth, quien se convertiría, años después, en mi segunda cónyuge y Elisa vinculada, matrimonialmente, con Luis Aguayo. A Juan , lo visitó su esposa junto a sus hijos que residían en La Serena y a Miguel, su madre radicada en la misma ciudad .
Posteriormente llegaría la tía Elsa, esposa de mi tío Héctor y en una ocasión cuando aún mi padre se encontraba en Santiago, antes de trasladarse a Temuco, en el sector donde departíamos con las visitas, de improviso nos aparece un pariente que por años no habíamos visto: Era un primo en segundo grado de mi progenitor: Nabor Jofré, Vernos, reconocernos y darnos un profundo abrazo fue lo que hicimos de inmediato. igualmente ya jubilado de la Armada Nacional Supimos por él de esa familia que vivía en Valparaíso. De inmediato le pregunté por Alan, sobrino de él de mis misma edad con quien había compartido familiarmente por unos meses, cuando bordeábamos los 10 años de edad, por allá por Porvenir, en la punta de Playa Ancha, cuando mi padre fue trasbordado desde Talcahuano, llegando en el añoso trasporte Angamos, accionado aún por carbón. Con Alan, concurrimos durante unos meses a la misma escuela y competíamos, aprendiéndonos los poemas y hasta las lecturas históricas cuando imperaba el método mnemotécnico. Nabor nos refirió que andaba viendo a un amigo detenido de Alan, a quien ya habíamos visualizado en el acontecer diario. Y sobre Alan, nos refirió que se había ido fuera del país con una compañera uruguaya, todavía en los tiempos de Allende, por estar incursos en un presunto atentado de que lo acusaban.
La lección que nos dejó “Tres Alamos”, como el presidio de Copiapó, fue que el acto de visitar a un ser que ha perdido la libertad es lo más grande que puede haber para la persona humana. Uno, al salir en libertad, se siente muy agradado y comprometido con ella por el resto de la existencia.
El campo de prisioneros de “Tres Alamos” efectivamente era el lugar definitivo de los detenidos en su reencuentro con la libertad. Un gran porcentaje, semanalmente salían rumbo al exilio invitados por distintos países de la comunidad internacional, que ofrecían sus territorios para cobijar a tales seres que no eran aceptados en el lar original. Algunos días salían uno que otro, pero hubo oportunidades en que fueron llevados al aeropuerto en buses, donde los acompañaba el jefe de tales dependencias, un coronel de Carabineros, más conocido por su apodo: “El Patas Cortas”, pon su no muy bien desarrollado físico. Este ese día se vestía de civil y era tanta la familiaridad que había alcanzado con los presos, que en la despedida se “gastaba” más de algunas bromas. Nítidamente, rememoro el día en que partieron los integrantes de una nutrida delegación, como lo fue aquella que se embarcó para Panamá, en tiempos del presidente, Martín Torrijos, quien los acogió y con mucha alegría se despidieron de nosotros, a quienes les deseamos el reencuentro con una nueva existencia, donde recuperarían su sitial de seres humanos.
El citado coronel, cuyo apellido era Pacheco, contaba con una guardia de carabineros, que controlaba el campo de detenidos noche y día. Destacaba entre todos el ya citado “Cuervo”, de nariz aguileña, un tanto moreno con un rostro impenetrable. Tenía el grado de sargento y cada dos días le correspondía la guardia, desde la formación matinal de las seis de la mañana hasta la de la tarde, cuando se registraba la asistencia. Sólo una vez la fiereza de sus ojos y rostro fue superada por un teniente o capitán de carabineros de inteligencia, el cual imprevistamente, llegó buscando a un prisionero que no ubicaban en los registros, seguramente, dentro del sistema Felizmente, no lo encontró, junto con el “Cuervo” que ofició de acompañante. ( 21)
Lo que más molestaba a Pacheco y que se traducía en restricciones, que adoptaba para amargarnos la vida era cuando se imponía por la Radio Moscú, que escuchaba todas las noches el noticiero en español sobre Chile y aparecía mencionado, por su mal comportamiento con los presos. Entre los castigos, estaba barrer las dependencias del centro y limpiar un ante jardín. Lo último, me correspondió realizar con un compañero, justamente cuando transitaba por el recinto rumbo a “Cuatro Alamos”, centro de torturas que estaba al delincuente integrante relevante de la DINA, quien en más oportunidad se ufanaba de portar los lentes de Miguel Enríquez, cuando lo ametrallaron en su residencia y lo mataron alevemente. Justamente, en ese grupo de esbirros, se encontraba tal asesino.
Un día normal en “Tres Alamos” era levantarse, a las 6 de la mañana, para formar y registrar la asistencia. Luego, volvíamos a la cama y los compañeros de turno de la “carreta” se encargaban una hora después de llevarnos el desayuno a la cama. Durante el periodo matinal, cada uno hacía lo que le interesaba: Nosotros, leíamos muchísimo, por ejemplo entre Copiapó y Tres Alamos leímos dos veces la Biblia, textos de Administración Educacional, Literatura y Estética Literaria y obras narrativas como lo fueron gran parte las producidas por el escritor inglés, Oscar Wilde. Por supuesto, siempre tenían que contar con la autorización de los directivos del penal, quienes aprobaban o no los textos que solicitábamos a los familiares.
Una segunda actividad era el de recrearnos jugando al dominó .Una de las figuras que destacaba en este juego por la gracia y el entusiasmo que ponía, era “Cuevitas”,(22) el presidente de los obreros de la construcción, a quien no le gustaba perder , pero que se convirtió un apoyo de los compañeros de prisión, cuando cada cierto tiempo caíamos en la depresión natural, que causan estos calvarios. Siempre tenía el chiste a flor de labios para animar al otro.
La situación que nos llamó la atención en “Tres Alamos” fue que a pesar de constituir un campo exclusivo de detenidos políticos, sin embargo permanecían ahí unos tres o cuatro miembros de una a banda de asaltantes, que por esos tiempos había ocupado la primeras noticias de la crónica roja nacional, porque habían cometido un espectacular atraco en pleno centro de Santiago. Si no me equivoco, lo apodaban los “Chaquetas Negras” Eran tipos muy atléticos, que por las mañanas hacían ejercicios físicos a pleno frío, en espacio descubierto del Centro. Intimaron con algunos presos e incluso los invitaban a su “carreta”, porque siempre contaban con un buen aporte de los amigos y familiares visitantes, que eran portadores de verdaderos manjares y exquisiteces. Inexplicablemente, estos presos comunes por atracadores, integraron la delegación que salió al exilio con rumbo a Panamá.
Otra diversión esperada día a día era el programa “Música Libre” (23) que se proyectaba por televisión nacional , por ese tiempo como lo era al término de la tarde Justo a la hora, nos reuníamos en el patio donde estaba instalado el televisor y nos solazábamos con los integrantes del cuerpo de baile, muy especialmente con las “féminas” en ese tiempo quinceañeras, donde destacaba la más atractiva bailarina, como lo era Isabel.
Existía, de igual modo, una actividad semanal cultural, que se realizaba en un espacio donde se encontraban las literas, la cual se centraba sobre temas políticos contingentes nacionales e internacionales. Indudablemente, por ese entonces era la Guerra del Vietnam. Un par de expositores abordaban los temas y luego venía un debate. Para asegurarse, que los guardias no aparecieran, de improviso, se destacaba una guardia donde se iniciaba el campo colindante con el cuartel de carabineros. En más de una oportunidad el “Patas Cortas”, advertido por sus esbirros de esta velada quiso sorprendernos, sin embargo su desplazamiento se conocía de inmediato. Cuando llegaba al dormitorio en cuestión, la temática era literaria y ensoñadora, que versaba sobre Gabriela Mistral o el narrador criollista Mariano Latorre, entre otros. El comandante Pacheco escuchaba un breve tiempo, y en seguida, retornaba muy tranquilo hacia sus aposentos.
Tales actos, por supuesto, finalizaban con interpretaciones en la guitarra del “Pajarillo”, un joven preso santiaguino que interpretaba los mejores temas de Víctor Jara o del “Quilapayún”. Quizás la canción que más nos impactó y que siempre la solicitamos cuando surge un cantante conocedor de este neofolclore es que interprete el “Negro José”, que se le ofrecía a todos los presos, cuando salían en libertad, siempre que fuera dentro del horario administrativo del penal.
En “Tres Alamos” nos informamos de falacias creadas por la Junta Militar de Gobierno, como lo fue la masacre realizada con presos chilenos, los cuales sobre la base de una falsa declaración entregadas por las fuerzas castrenses chilenas, que habían sucumbido en un enfrentamiento en el interior de Argentina, Nunca olvidaremos más de una carcajada o sarcasmos de varios detenidos de “Tres Alamos”, que habían estado con ellos y sabían perfectamente, que nunca habían emigrado al vecino país. A lo anterior, se agrega, el relato realizado por el simpático “Cupido”, lo cual nos ratificaría el profesor Sergio Benavente del Instituto Comercial de Concepción, en el exilio, quien fue su compañero, mientras permanecieron en el centro de presos políticos de “Puchuncaví” donde habían sido compañeros de “carreta” por ese tiempo en el local señalado, sobre un acto bárbaro cometido por los guardias del presidio, que eran los infantes de marina,(24) quienes a medianoche hicieron un simulacro de evasión, lo cual se tradujo en invadir los dormitorios, mientras dormían, los detenidos, desnudarlos en pleno invierno, sacarlos al patio para lacerarlos. Tal hecho conmocionó a la comunidad civil chilena, dado que trascendió a través de la Iglesia, lo cual fue denunciado públicamente, sin recibir ningún castigo de los superiores.
Asimismo, nos enteramos, fehacientemente, de lo que estaba ocurriendo en la Colonia “Dignidad”,cercana a la localidad de Parral, cuando en uno de esos largos días de cautiverio, entrada la tarde, llegó a “Tres Alamos” un detenido que procedía de ese lugar igualmente siniestro por esos años, siempre dirigido por el malvado alemán Paul Schaefer. Nos narró que ahí mantenían presos políticos, provenientes de la región, a los cuales igualmente de les torturaba: Una mayor información sobre tales sucesos los hemos dejado registrado con mayor amplitud en el artículo, que se puede encontrar en Google, publicado el 09-05-06, cuyo título es: “La indignidad de la colonia Dignidad”.
En esta prisión, conocimos igualmente el significado de la palabra “porotear”, que utilizaban los miembros de la DINA, cuando torturaban a un detenido y les prometían el término angustioso de tal práctica indigna, si se comprometían a señalar posibles víctimas en un recorrido por las principales calles de Santiago, llevados en un trasporte junto a ellos, para que desde la distancia les indicaran sobre alguna persona que conocieran, con inclinaciones guerrilleras o simplemente partidarios del presidente Allende. Era tal la presión que ejercían sobre ellos, que al final sin haber reconocido a ninguno de los peatones que transitaban, diariamente por las aceras, se veían obligados a señalar a cualquiera.¿Cuántas inocentes personas habrán sido apresadas por tales aberrantes prácticas dictatoriales?
Otro acontecer, que es digo de mencionar, es cuando llegaron los representantes de Estados Unidos, para seleccionar a 200 presos para llevárselos como exiliados a USA. Ese día, todo el mundo se presentó, produciéndose unas grandes “colas”.Empezaron las entrevistas y cada candidato se identificaba como un ser “puro e incontaminado” con el alevoso acontecer político. Los norteamericanos los escuchaban, atentamente, tomaban notas y al final a muchos los rechazaban, porque lo declarado no coincidía con lo estampado en los informes de inteligencia de los cuales ellos eran portadores. De nuestro grupo, el único postulante que tuvo éxito, por esta vía, fue Juan Torres Rojas, fraterno amigo y compañero, originario de La Serena, padre de dos hijos y una esposa amada. Confidencialmente, él me había comentado, que había sido simpatizante del Partido Comunista, pero nunca militante activo. Y, efectivamente, aquí se comprobó y fue seleccionado para viajar y radicarse en una ciudad norteamericana con el grupo familiar: Primero, contaron con una beca para aprender y dominar el inglés. Posteriormente, Juan, por lo que supimos, hizo un post grado y se convirtió en un Doctor en Historia, dictando así clases en centros de educación superior.
Hubo un suceso que nos impactó en “Tres Alamos”, como lo fue la llegada de profesores, empleados y obreros de la Universidad de Chile. Su situación inicial fue muy calamitosa y nos correspondió, especialmente, a nosotros darles la bienvenida y levantarles el ánimo. Nunca olvidaré al eminente filólogo, Carrillo, a quien había conocido cuando en mi época de estudiante fue a dar una conferencia a la Universidad de Concepción, donde yo estudiaba. Quizás era el más debilitado del grupo, así es que con otros colegas nos acercamos a él, lo tranquilizamos y animamos a salir airoso de ese vejamen, Con la llegada de estos colegas, surgió una nueva “carreta”, como era la “universitaria”, en la cual nos mantuvimos hasta nuestra salida en libertad.
Nosotros, los vinculados con la DC, recibimos el apoyo pleno de los camaradas: Patricio Aylwin y Andrés Zaldívar, en las diligencias para nuestras libertades, quienes se mantuvieron a cargo de las actividades en sus respectivos oficinas jurídicas del ex Hotel Carlos V, después que la organización política fue declarada por la Junta Militar en receso. Y Miguel Peña, el más joven, logró posteriormente su libertad y se trasladó a su natal La Serena, donde continuó sobreviviendo.
Libertad y Exoneración
Cuando salimos en libertad con Luis y Leonel fue en una hora angustiosa. Aprovecharon de ficharnos, lo cual no lo habían realizado, cuando se produjo nuestro ingreso, dada la hora tardía, cercana a la medianoche del 14 de julio de 1975. Curiosamente, a cada uno de nosotros nos asignaron una filiación que no correspondía a la verdadera: A Luis Aguayo Badilla, lo identificaron como miembro del PC, a Leonel Tapia González, como adherente al Partido Socialista y a mí del Movimiento Revolucionario de Izquierda, MIR. No se les avisó a los familiares y nos abrieron las puertas para que nos dirigiéramos, transitando unas dos o tres cuadras solos hasta la Avenida cercana. Caminamos, nerviosos y muy rápidamente, porque en “Tres Alamos” nos habían referido historias de prisioneros, salidos en libertad en horas de la tarde o del mediodía y se habían encontrado en las afueras con individuos, integrantes de esos grupos de extrema derecha, como “Patria y Libertad”, los cuales los había apresado nuevamente y los habían hecho desaparecer. Y cuando los familiares, vinieron a visitarlos, al no encontrarlos, aparecían oficialmente como que habían salido libres en los registros administrativos del Campo. Dada la hora imprevista, tampoco recibimos la despedida del “Pajarillo”, entonando el “Negro José”. Lo más grato y gratificante fue haber quedado en libertad, justo el 17 de septiembre, víspera de nuestro aniversario patrio cuando nuestros antepasados iniciaron el proceso libertario, en 1810 con Mateo de Toro Zambrano y Juan Martínez de Rozas entre otros y culminar la liberación el 5 de abril de 1818, al lograr la victoria final de una campaña, donde destacaron militares pundonorosos y portadores de un pensamiento republicano, como lo fueron: El único y verdadero Capitán General, Bernardo O´Higgins Riquelme, los hermanos Carrera, Manuel Rodríguez, guerrillero inmortal y el Libertador argentino, José de San Martín.
Llegados a la calle principal con nuestros bultos, de inmediato, hicimos detener al primer taxi que se asomó y en cuanto se internó en la gran ciudad, respiramos profundamente y felices, especialmente en nuestros hogares, donde quedaron sorprendidos por nuestra inusitada liberación, De inmediato, iniciamos los trámites para recuperar la condición de persona humana, dado que fuimos exonerados del sistema educativo dictatorial, lo cual significaba que no podíamos aspirar a ningún centro educativo para laborar. Sólo nos quedaba el logro de los meses impagos desde mayo y del desahucio por parte de la Universidad del Norte, hasta el mes de julio 75, cuando como lo hemos señalado, nos hicieron firmar la renuncia por una patrulla armada del Regimiento de Copiapó.
Rumbo al Exilio
Tomamos, por fin, conciencia que nos habíamos convertido en seres marginados del campo laboral educativo, lo cual nos hizo meditar que como fuera debíamos abandonar la tierra nativa-que como diría Neruda- se nos transformó en madrastra y buscar una “mamadre” en el exterior. En tales momentos, angustiosos estuvo siempre al lado de nosotros el ex jesuita, relevante docente universitario y fundador de la U, Católica del Norte, Gerardo Claps Gallo,(25)la única autoridad que nunca dudó de nosotros, participando de nuestro dolor, muy distinto a la mayoría de la comunidad universitaria de las diversas sedes, los cuales hicieron “mutis por el foro” -y cobardemente- nunca siquiera nos hicieron llegar una nota de saludo, como ocurrió en todo el país, cuando se popularizó la expresión para quedar tranquilos con su conciencia, comentando: ”Algo, habrán hecho…”
El más urgido en partir al exterior era yo, dado que mi situación era muy precaria, con cinco hijos menores, de los cuales los tres mayores, que ya vivían conmigo en Copiapó, después de una separación matrimonial, ocurrida a fines de 1973 me acompañarían en tal éxodo y los dos menores permanecerían con su progenitora, que residía en la ciudad de Los Angeles.
En fecha posterior, se trasladarían a EE.UU Leonel Tapia y Luis Aguayo, donde permanecieron hasta los inicios de la década de 1990,cuando empezó el periodo de transición de la tan anhelada Democracia, la cual hasta el presente no se ha logrado plenamente, al no contar con una Constitución renovada y plenamente republicana
NOTAS
1.- Un militar, que venía desempeñando el cargo de comandante del Regimiento de Copiapó desde antes del 11 de septiembre de 1973, el cual asumió el cargo de Jefe de Zona y se mantuvo hasta fines de 1974.Por supuesto, que los fusilamientos de civiles en los últimos meses del primer año de nominado, fueron de responsabilidad del “General de la Muerte”,Sergio Arellano Stark, quien por donde pasó daba las órdenes a los subalternos regionales para los ajusticiamientos.
2.- Sergio Arellano Stark, General que fue procesado por sus crímenes, permaneció muy poco encarcelado y creemos que aún vive, porque no hemos sabido que haya desaparecido físicamente.
3.- Oriel Alvarez Gómez, relevante intelectual copiapino del siglo XX. Gran colaborador y promotor del Centro de la Universidad del Norte, con quien entre otros quehaceres promovimos la remodelación de la tumba de “Jotabeche”, eminente escritor nacional copiapino del siglo XIX, discípulo de Andrés Bello, en un gran acto en el Cementerio local, teniendo como invitado al distinguido narrador del Norte Grande, como lo fue el antofagastino Andrés Sabella. Ver en la Web nuestro artículo:”Recordando a Oriel Alvarez Gómez, minero y cronista de Atacama” y “El comandante de ensueños se marchó hacia el infinito”
4,- “Palomas”: Con tal denominación la población civil, aherrojada por Pinochet, denominó a los militares con una tradición republicana, que dentro de lo que pudieron, tuvieron un trato humano con los perseguidos y encarcelados.
5.- Arturo Alvarez Sgolia: Teniente-Coronel que asumió la Jefatura de Zona de Atacama, junto a la comandancia del Regimiento militar de Copiapó, en enero de 1975, para reemplazar al Teniente Coronel, Oscar Haag, trasladado a Calama.
Por esas coincidencias del destino, arribado recientemente al exilio venezolano. específicamente en Caracas, conocimos a una dama chilena, casada con un médico de la misma nacionalidad, provenientes de “Potrerillos”, el mineral de cobre, cercano a Copiapó- quien nos refirió después de informarse de nuestra procedencia copiapina, que tal fulano castrense, era primo de ella, la cual nos aseguró que tal “halcón”, cuando era esperado por su progenitora antes de que naciera, ella, se imaginó siempre que sería del sexo femenino, porque sus otros descendientes eran varones. Sin embargo, ocurrió lo opuesto, que contrarió a la madre y decidió en su primera infancia vestirlo, como si fuera una niña. Sin embargo, “Arturito” se rebeló siempre, comportándose, violentamente, con quienes lo rodeaban, especialmente otros infantes y animales domésticos, en diversas acciones cotidianas, hasta que tardíamente, la madre se convenció que su hijo no era una niña y lo empezó a vestir como le correspondía a su sexo. Sin embargo, el carácter violento lo siguió manifestando, siempre, especialmente en la Escuela Militar, cuando ingresó y convertido en alférez castigaba, intensamente, a los estudiantes menores en escalafón.
La carrera posterior de tal indigno individuo fue meteórica. Ascendió hasta culminar la carrera con el grado de General, siempre en acciones ominosas que culminaron , como jefe de Inteligencia Militar, con participación activa en el crimen de Tucapel Jiménez y otros compañeros, lo cual en el periodo de la transición a la Democracia, le significó una condena a varios años de encierro en una Cárcel-Resort, construida especialmente para tales especímenes, con condenas no muy largas, que le ha permitido existir en “Santa Paz”, como su congénere Sergio Arellano Stark, que aún viven, a pesar del daño que le causaron a sus semejantes.
6.- Las primeras declaraciones amenazantes que hizo Alvarez Sgolia fue a su arribo a Copiapó en enero de 1975: Aseguró,“que todavía existían enemigos del sistema, detrás de los marxistas”.
7,- Capitán General fue el grado que se asignó a sí mismo Pinochet, para igualarse a la única figura histórica chilena, que ha detentado tal grado,como lo ha sido nuestro Libertador Bernardo O´Higgins Riquelme.
8.- Las reminiscencias de la Cueca se encuentran en el artículo: “La cueca de mi abuelo”, escrita, en el primer año de 1974 de residenciado en Copiapó, justo en el mes de septiembre, el cual fue publicado, por primera vez, en esa fecha por el Diario “Atacama” de la ciudad copiapina, reproducido en tiempos post-modernistas en P.W. que pueden ubicar, a través de Google.com. Y del Rock, sólo nos queda el recuerdo de la instancia juvenil y su principal exponente, Elvis Presley.
9.- Ernesto Torres Rojas, docente incorporado en los inicio de 1975, además de la docencia en el Ciclo Básico de Ingeniería ocupó el cargo de Director de Investigación. Recientemente, había contraído enlace con la hija de un millonario libanés. Lo recordamos por su carácter afable. Poco antes, de que ocurriera el asalto a la Universidad por los esbirros militares de Alvarez Sgolia y mientras reemplazaba al Director del Centro, que se había desplazado a Antofagasta, me invitó a dialogar y me pidió, quizás por la empatía que se había producido entre nosotros por valorar la actividad que desarrollábamos, “que me alejara de mis amigos y compañeros, con quienes había llegado a laborar en este centro de estudios superiores, porque se producirían situaciones funestas que me podrían afectar”.Le agradecí su gesto, pero enfáticamente, le respondí “que jamás traicionaría a mis camaradas y amigos, con quienes nos conocíamos desde hacía un par de años”.
10.- EXPOMAR fue el último proyecto cultural, desarrollado en Copiapó, en los días anteriores a nuestro encarcelamiento, con el apoyo de las comunidades de Copiapó y Caldera, la cual fue visitada por cientos de visitantes en las instalaciones del Centro de la Universidad del Norte, copiapina, motivada en los productos del mar y sus proyecciones en el arte. Se organizó, en homenaje a la gesta naval de 1879 y la celebración de la Semana del Mar.
. * Examinar nuestro Discurso ante la tumba restaurada de José Joaquín Vallejo, difundido por: Memoria de la Biblioteca Nacional de Chile, incorporada en Google.com
11.- Vicente Rodríguez Bull, ex Director de la Escuela de Minas y similar cargo en la sede de la creada Universidad Técnica del Estado de Copiapó. Integrante de la Logía masónica de la ciudad fue el civil, que invadió nuestro Centro Universitario con las huestes castrenses del tenebroso de Alvarez Sgolia. Consumado tan vil acto del cual fui testigo, como lo he señalado en tal relato, retornó a la dirección de la sede regional, como Director omnímodo, reincorporando todas las instalaciones que habíamos ocupado. Con los libros, que obtuvo en esta invasión enriqueció una sola, la cual fue bautizada con su nombre. En los inicios de1980, por la información que hemos recogido en Internet y P.W. con la creación de la “presa” obtenida se creó oficialmente, por el régimen dictatorial de Pinochet, la Universidad de Atacama, cuya comunidad debe desconocer tales aconteceres de este “universitario” tan particular, que aplastando víctimas se remontó a tales niveles universitarios, los cuales son tan opuestos a tales antivalores.
Quizás, la vileza mayor cometida y que debe reparar el Consejo de Universidades y el Gobierno republicano de Chile, reiniciado en 1990, es patentizar que, durante el año 1974, hasta el 26 de mayo de 1975, desaparecida la Escuela Normal, fundada en 1905, tuvo una existencia real a través de la Universidad Católica del Norte, con todo el personal y actividades que hemos consignado, con lo cual se desmiente parte de la historia recreada por facinerosos, que textualmente se consigna: “En 1974 el gobierno militar disolvió las Escuelas Normales y la de Copiapó, fundada en 1905 pasó a depender de la sede Copiapó de la Universidad Técnica del Estado (UTE).La Escuela Normal sirvió para que la Universidad de Atacama pudiera crear carreras pedagógicas”.
Para reafirmar lo que hemos señalado, citamos la Página Web, Fénix News:El Semanario de noticias masónicas en el mundo de Enero 2011 en los 149 Años de la Respetable Logia “Orden y Libertad”, donde se indica: “Se realiza un intenso trabajo por parte de los hermanos: Vicente Rodríguez Bull, Luis Cabello, Rudecindo Silo y otros que aún viven por crear la Universidad de Atacama”.
Debemos patentizar, que durante nuestra existencia hasta esa época, con representantes de la Masonería había sido significativa. El primer masón más cercano que conocimos fue don José Osores, casado con una de mis primas mayores: Era Rector del Liceo Coeducacional de Rengo: Un hombre íntegro y jovial, sin sectarismos y con muchos amigos. Había otro, llamado Carlos, Inspector en el Liceo diurno y Rector del Liceo Nocturno, que por esos años, era privado y estaba bajo la orientación y dirección de la logia local: Muy afable, quien motivado por nuestro profesor de Historia y Geografía, el joven de aquellos años, Mario Leyton Soto, gran camarada mucho tiempo después, quien fue un gran colaborador educativo en el gobierno del presidente Frei Montalva, juntos con él nos integramos como docentes al plantel de adultos. Ahí, fui donde me inicié con un curso al cual le daba clases de Inglés, a los dieciséis años de edad
Posteriormente, conocí a ilustres masones en la Universidad de Concepción, donde se sitúan eminencias como su Rector fundador, Enrique Molina. Luego, vendrían David Stitchkin Branover e Ignacio González Ginouves, sin olvidar a nuestros más cercanos, como el Decano René Cánovas y el Vice-Decano de la Escuela de Educación, Rodolfo Zañartu, donde realizamos los estudios de Pedagogía de Castellano, entre los años 1959 y 1963. La única excepción fue con una docente, con la cual nuestro curso tuvo problemas en los inicios de la carrera, por su bajo nivel tanto en los contenidos como la didáctica. Organizamos un movimiento de protesta para que la sustituyeran, pero fue imposible. El motivo: Era la cónyuge de un connotado masón y miembro de la Universidad. .Al final de la carrera, integró el Jurado en mi examen de grado, junto a mi tutor, el relevante exégeta literario, Jaime Giordano y en aquellos tiempos el representante de la U. de Chile y evaluador del trabajo, distinguido ensayista, Mario Rodríguez y la “señora masona” en cuestión, la cual no había olvidado nuestra acción de rechazo. Fue la única que lanzó una consulta “a matar”, tomada de los extensos programas literarios, que por gracia de Dios, coincidieron con un ensayo que había examinado, por esos días, en torno a Calderón de la Barca, que nada tenía que ver con el tema tratado, como lo era : “El Indigenismo en El mundo es ancho y ajeno” del escritor peruano, del siglo XX, Ciro Alegría”. Fue así, como obtuve la calificación máxima, con apoyo de Aquél que nunca nos ha abandonado, en los momentos más cruciales, de nuestra existencia
En el exilio venezolano, me encontré con masones cabales como, el Prof Universitario, Leopoldo De los Ríos Ibáñez, de Valparaíso, el médico Hugo Guerrero de Santiago.,Bernardo Araya Abraham, ex Director de Educación de la ciudad de Ovalle por supuesto admiradores del Presidente Allende, igualmente masón relevante. En más de una ocasión, me invitaron a algunos de sus actos, donde compartimos posteriormente en reuniones sociales y siempre predominó el respeto por las creencias de uno y del otro.
12. Un reportaje detenido realizado por la periodista chilena Patricia Verdugo, donde denuncia la gira terrorífica, del llamado “General de la Muerte”, Sergio Arellano Stark por los diversos centros de detenidos en instalaciones militares del norte y sur de Chile con instrucciones de Pinochet, de seleccionar en cada cuartel un número determinado de presos para ajusticiarlos, de inmediato.
13- “Jhonny White” era un personaje de la ciudad copiapina: Una especie de mendigo que se desplazaba por las calles y no le hacía mal a nadie, a pesar de sus extravíos mentales. Todo el mundo lo quería y reconocía. Se contaba que era descendiente de una familia libanesa. Ver en P.W.:”Jhonny White, el conspirador de los pájaros”
14.- Gira del Grupo Literario “Jotabeche” a la IV Región de Coquimbo, que culminó, en la segunda quincena de enero 1975, con un recital realizado junto a los integrantes del Círculo Literario de “Carlos Mondaca” en la Plaza de los Poetas serenense, reseñado por el Diario “El Día” en enero 1975
15- Leonel tuvo tal crisis, porque nunca en su vida había pasado por tal situación. Era extremadamente riguroso en su comportamiento y su grupo familiar. Nunca parece que había tenido la experiencia de dormir en una cama distinta a la tradicional. En cambio nosotros, cuando mozalbetes en mi Hualqui originario, salíamos en verano a amenizar las fiestas en las trillas y en varias oportunidades tuvimos que dormir, como lo hizo alguna vez Neruda. en una era, hundido en la paja y mirando hacia el cielo.
16.-Federico Willougby, justo en estos días que escribíamos este texto hizo declaraciones en La Nación de Santiago de Chile, muy orondo:”Que había sido vocero de Pinochet y que después se “cambió de ropa” y se integró al primer gobierno de la transición a la democracia, logrado en 1990”.
** “República de Hualqui”,denominación dentro de la tradición oral de nuestro lar nativo hualquino, fundado en 1757,situado a 23 kilómetros de la industrial ciudad de Concepción, en una de las riberas del igualmente histórico río Bío-Bío, que por siglos marcó el límite entre el Reino de España y el pueblo Mapuche: Nuestra formación citadina fue eminentemente republicana, a partir de los albores de 1940, década de 1950 e inicios de 1960 de representantes de organizaciones políticas de diversas agrupaciones, que dominicalmente acudían -y después de la misa- nos ofrecían sus disertaciones en un hermoso y amplio kiosco de la Plaza de Armas: Por ahí pasaron, entre muchos: Ibáñez, Allende, Neruda, Frei, Bossay, Jerez, Montes, Barra y nuestro coterráneo, Donosor Quevedo, un patriarca hualquino de una gran oratoria, cuyo sobrino Clímaco fue electo en más de una oportunidad, Alcalde de la comuna.
17.- Oriel Alvarez, Nalky Pessenti, Carlos García, Tussel Caballero, Carlos Durán, Danilo Jorqui, Julio Adrián Cortés, entre otros, conformábamos el Grupo Literario “Jotabeche” que hasta antes de caer detenido, yo presidía. Ver en P.W.: “Con Jotabeche en Jotabeche”
18.- Tal episodio que me impactó profundamente desde el punto existencial, motivó mi artículo, que años después elaboré, titulado:¿Quién es el Roto Chileno?, el cual se encuentra inserto en Google.com.
19.- Enrique Peña Hein, afamado Director de Música de la Serena, quien fue fusilado junto a otros detenidos, presos en la cárcel local, por orden del llamado “General de la Muerte” , Sergio Arellano Stark en su desplazamiento por la región, en los meses finales de 1973.
20.- Claudio Huepe, joven dirigente del Partido Demócrata Cristiano de Chile, quien fue el primero de esta organización política, que estuvo encarcelado en “Tres Alamos” en 1974, quien salió exiliado a Inglaterra y con el cual compartiríamos, posteriormente, el arduo trabajo del exilio, él en Caracas y en mi caso, en Valencia. Después de retornar a la patria nativa y en tiempos recientes, nos reencontramos, nuevamente, él, como Embajador de Chile en Venezuela y en mi caso como Cónsul en Valencia, ciudad en la cual me visitó en tal condición. Sentimos, profundamente su desaparición física, hace unos años atrás, justamente, en la capital venezolana en tránsito hacia Santiago, a raíz de un accidente cardio-vascular.
*** Buscar en Google .com: “Réquiem por dos víctimas de Pinochet”
21.- Buscar nuestro artículo “Ruiz Tagle entre la claridad y la penumbra” en Google. com, donde más detenidamente se hace alusión a este individuo policial, que visitara Tres Alamos, antes del 17de septiembre 1975, fecha de nuestra liberación.
22.- Héctor Cuevas, sindicalista , vinculado con el Partido Comunista y con el sector de la construcción., siempre muy optimista , que animaba a los detenidos angustiados y les levantaba el ánimo, sin excepción. Ver “El regreso de Cuevitas” en www.chilenosenlinea.net. Sección: Crónicas del Ayer.
23.- Programa de la TV nacional, que captábamos a través de un receptor instalado en el patio central del campo de detenidos. Era de carácter musical y de un cuerpo de bailes, donde destacaban , adolescentes bailarinas que atraían a la población en prisión., donde destacaba la bella Isabel
24.- Episodio dramático padecido por presos políticos en el recinto de Puchuncaví, cuando en las primeras horas de la madrugada de un día, los carceleros, Infantes de Marina, sin aviso previo asaltaron las habitaciones de los detenidos, como un simulacro, golpeando y destruyendo los escasos enseres con que contaban sus propios encarcelados. Tal atentado, ocultado por la Junta Militar, trascendió nacionalmente, a través de la Iglesia y Vicaría de la Solidaridad, que denunciaron tan inusual acto demencial.
25.- Don Gerardo Claps Gallo una extraordinaria persona humana, que ocupaba el cargo de Vicerrector de Comunicaciones de la Universidad del Norte de Antofagasta, de la cual fue uno de sus fundadores. Con él, trabajamos directamente desde Copiapó , organizando eventos culturales, artísticos y de reflexión universitaria.
Fue el único. tal vez. de las autoridades de la institución de educación superior , que estuvo junto a nosotros, directa o indirectamente, en momentos tan difíciles para nuestras vidas. Figura, identificada con el Bien cristiano, muy opuestas a esos individuos, representantes del Mal, que asaltaron a nuestra República, a partir del 11 de septiembre de 1973, los cuales consumaron nuestra desaparición definitivamente, hasta el extremo de no aparecer ni siquiera consignados en la historia de la universidad chilena.
ANEXOS
Antecedentes de su creación
Este Centro de Educación Superior surge en Copiapó, a raíz de las disposiciones contenidas en el Decreto N* 15 de Rectoría de la Universidad del Norte, de fecha 16 de mayo de 1974 en que se señala:
La creación del Centro Universitario, dependiente de la Rectoría de la Universidad del Norte, a contar del 25 de marzo de 1974.
El surgimiento de la carrera de Profesores de Enseñanza Básica, dependiente de la Facultad de Arte, Educación y Ciencias Humanas de la Sede Antofagasta.
Creación del Ciclo Básico, dependiente de la Facultad de Ciencias e Ingeniería de la Sede Antofagasta.
Designación de Don René Peri Fargestrom en el cargo de Director del Centro Universitario.
El primer Director nombrado por la autoridad superior universitaria para desempeñar estas funciones directivas permanece en su cargo hasta junio de 1974, fecha en que presenta su renuncia, pasando a dirigir los destinos de este nuevo Centro de Estudios Superiores, Don Luis Aguayo Badilla, a partir del 8 de julio de 1974.
Estructura del Centro Universitario
1) Dirección del Centro
2) Jefatura Administrativa
3) Encargado de Profesores de Educación Básica.
4) Encargado del Ciclo Básico de Ingeniería
5) Bienestar
6) Extensión y Comunicaciones
Autoridades del Centro Universitario de Copiapó Año 1974 hasta Mayo 1975
Rector Delegado U. del Norte Antofagasta Coronel (R) Hernán Danyau Quintana
Director del Centro Universitario de Copiapó: Luis Aguayo Badilla
Secretaria General: Marta Alvarado Agurto
Director Académico de Docencia: Leonel Tapia González
Director de Investigaciones: Ernesto Torres Rojas
Director de Extensión y Comunicaciones: Reinaldo Villegas Astudillo
Director Administrativo y de Finanzas: César Olivares Leiva
Director de Bienestar y Asuntos Estudiantiles: Elba Araya Carrero
Coordinador Carrera de Educación Básica: Mario Ardiles Valderrama
Coordinador Carrera Ciclo Básico de Ingeniería: María Eugenia Ruz Laferte
Conservador: Alberto Bichara Nacuse
Ciclo Básico de Ingeniería
Curso A: 83 alumnos
Curso B: 80 alumnos
Nómina de docentes
1) Silvia Correa Farías
2) María E. Ruz Laferte
3) María Pérez Sotomayor
4) Olga Orchard Harmer
5) Juan Garrido Zúñiga
6) Julio Mena Soto
7) Héctor Cáceres Vicencio
8) Magaly Segovia Ahumada
9) Carlos Soto Romero
10) Aldo Páez Acuña
11) Marcelino Escalera C
12) Sergio Arenas Polanco
13) Aldo Casas Fritis
14) Leonel Tapia González
15) César Olivares Leiva
16) Samuel Astudillo Rojas
17) Eduardo Serrano Villarroel
18) Mario Ibarra Maripangue
PEDAGOGÍA BÁSICA
En la primera quincena de abril de 1974 se procedió a instalar.como ya lo hemos reseñado el Centro Universitario de la Universidad del Norte en Copiapó, a raíz de haberse integrado a tal plantel superior la Ex – Escuela Normal. La primera inscripción fue de 197 educandos.
DOCENTES INICIALES EN EL AÑO 1974
1) Luis Aguayo Badilla
2) Aída Alarcón Figueroa
3) Raquel Ampuero Ampuero
4) Mario Ardiles Valderrama
5) Antonio Díaz Vergara
6) Juan Guirao Massif
7) Ana Moglia Picart
8) América Muñoz Galleguillos
9) Lucía R. Pérez Sotomayor
10) María I. Pérez Sotomayor
11) Germán Pinto Rojas
12) Eliana Romero García
13) Jesús Rojas Venegas
14) Elizabeth Ruiz Muñoz
15) Nelson Sills Aguirre
16) Juan Torres Rojas
17) Héctor Veas Veas
18) Reinaldo Villegas Astudillo
19) Gloria Basaure A.
20) Patricio Castillo
21) Rodrigo Mellado
22) José Ossandón E.
23) Magali Segovia Ahumada
24) Manuel Gutiérrez J.
25) Mónica Soto Muñoz
26) Humberto Dorador Albornoz
27) Julián Herrera
28) Hugo Riffo
29) Carlos Bravo
30) Carlos Gómez Macker
Reflexiones en torno a este personal académico
Consideramos que en un gran porcentaje los integrantes del personal académico eran de excelencia, con cierta heterogeneidad donde se situaban antiguos profesores de la Escuela Normal íntimamente vinculados con la UTE, Ex Escuela de Minas, quienes añoraban el pasado y mantenían vínculos estrechos con el siniestro Vicente Rodríguez Bull, indudablemente “hermanos” en el pensamiento e ideología. Otros, mucho más jóvenes eran más abiertos y muy calificados. Y en tercer término nos situábamos nosotros, que proveníamos de un Curso Internacional, con antecedentes en la educación media y universitaria, que nunca nos miraron bien por su mentalidad provinciana y el afecto que mantenían por un pasado secular.
Indudablemente, la Universidad del Norte era mucho más abierta, con mucha más creatividad y proyección, lo cual nos hizo ganar muchos amigos y seguidores en la población copiapina, porque nunca nos encerramos en los espacios del centro universitario. Tal acción en gran medida la asumí, además de mis horas de clases, cuando fui designado Director de Extensión y Comunicaciones y logramos la confianza de la ciudadanía, desarrollando una permanente acción cultural, que en seguida pasamos a describir.
Dirección de Extensión y Comunicaciones
Tal función como lo es la proyección de una Universidad que se considere como tal es la Extensión, la cual debe correr a pareja con la Docencia e Investigación. Si no se desarrollan estas tres áreas el centro de educación deja de ser universitario, convirtiéndose en un ente educativo escolarizado de cualquier nivel, pero nunca universitario. Así lo comprendimos, cuando nos designaron en tal calidad, en los primeros meses de 1974. El desafío era relevante y de significativas proporciones, por cuanto teníamos que proyectar a una institución nueva en una ciudad con algunos siglos de existencia con una tradición eminentemente laica, donde en el siglo XIX. muy tempranamente se había fundado una organización política como lo fue el Partido Radical, por excelsas figuras histórica como los Gallo y los Matta, dentro de cuya orientación ideológica nacieron las dos instituciones superiores educativas como lo fueron la Escuela de Minas y la Escuela Normal.
En un periodo justo de un año de funcionamiento, entre el 23 de mayo de 1974 y el 27de mayo de 1975 en que fuimos violentamente vejados por el poder militar imperante, a partir del arribo del Teniente Coronel Arturo Alvarez Sgolia, en connivencia con sectores masónicos de la existente Universidad Técnica del Estado, heredera de la antigua Escuela de Minas, logramos incorporar al pueblo copiapino en disímiles actividades que programamos, a través de una estructura administrativa , como lo es la que se señala:
Director de Extensión y Comunicaciones: Reinaldo Villegas Astudillo
Director de Teatro: Miguel Peña Carreño
Director de Coro; Humberto Mauna Rojas
Director del Grupo Folclórico: Hugo Riffo Avalos
Periodista; Luis Peñailillo Olivares
Publicista: Patricio Castillo Castillo
Director de Deportes: Humberto Dorador Albornoz
Secretario: Carlos Gómez Macker
Entre un sinnúmero de actividades desarrolladas en tal periodo, relevamos:
1974
1.- Variadas presentaciones del Coro en s distintos escenarios de la ciudad.
2.- Primera Exposición pictórica, con creadores de Copiapó y Antofagasta:19-08-74
3.- Restauración de la tumba en el Cementerio local, del eminente escritor
del siglo XIX: José Joaquín Vallejo (Jotabeche), con la presencia de autoridades
y del escritor más prominente del siglo XX, como lo fue Andrés Sabella.
De tal evento, se registra en Google .com, sección Memoria Biblioteca Nacional
nuestro Discurso ante tumba restaurada, el 26 de agosto de 1974.
4.- Permanente impulso al Grupo Literario “Jotabeche”.
5.- Presencia, entre otros, de grande figuras culturales nacionales, como Roque
Esteban Scarpa y Arturo Pacheco Altamirano.
6.- Exposiciones pictóricas: Profesionales y artistas de la U.del Norte Antofagasta.
Concurso Pictórico Infantil, Plaza de Armas Copiapó. Exposiciones de pintores:
Jorge Ossandón y Alberto Uranga.
7.- Participación en el Segundo seminario de Comunicaciones de la U. del Norte,
celebrado en la ciudad de Coquimbo.
8.- Inauguración de cinco cursos destinados a la comunidad universitaria:
Castellano Instrumental, Inglés, Geografía Económica de Atacama y
Coquimbo y Literatura Chilena.
1975 (Desde el 1 de enero al fatídico 27 de mayo)
1.- Promoción de la gira realizada por el Grupo Literario “JOTABECHE” de
Copiapó, que presidíamos, con recitales en Vallenar, Vicuña, ante
la Tumba de Gabriela Mistral en Monte Grande, para concluir con el ofrecido
con los integrantes del Cículo de Poetas de La Serena “Carlos Mondaca”, en la
Avenida de los Poetas”, en la ciudad de La Serena.
2.- Colaborador permanente con artículos literarios y costumbristas en el Diario
“Atacama” de Copiapó.
3.- Talleres de teatro, charlas, folclore, concursos, críticas de cine,etc.
4.- Culminación de nuestro quehacer: Montaje de “EXPOMAR”, con una gran
cantidad de elementos, objetos, artesanía, obras pictóricas, productos relacionados con el Mar, en homenaje a las Glorias de Iquique: Desde el 19 al 25 de mayo de 1975.
5.- Actividad interrumpida con el arrase ordenado por el Teniente Coronel
Arturo Alvarez Sgolia, individuo maléfico, para destruir a este naciente centro
universitario pujante y creativo, el aciago día lunes 25 de mayo de 1975.
Una Palabra Final
Estimamos que tal relato con las observaciones descritas y aconteceres incorporados, al igual que otros numerosos surgidos de las víctimas de estas instancias, que indudablemente, nos han afectado temprano y tarde nuestra siquis y el propio organismo, no hayan sido en vano. Lamentablemente, les correspondió a nuestras generaciones. Anhelamos, que por nunca jamás vuelvan a repetirse, para lo cual se hace necesario acrecentar profundamente el sentido republicano de nuestro accionar cotidiano, donde los valores sean preservados cotidianamente y nunca traspasemos los límites del adversario, sobre todo en el accionar político para que por nunca jamás nos transformemos en enemigos, donde se degrade y menoscabe a la persona humana,
FUENTES CONSULTADAS
1.- Primera Memoria Anual: Abril 1974-Abril 1975.Universidad del Norte Centro Universitario Copiapó. Impresa en el Taller de Apuntes del Centro Universitario de Copiapó, 24 de Mayo de 1975. ( 95 Paginas)
2.- Recortes del Diario “ATACAMA”: Abril 1974- Mayo 1975
3,- Diario EL DIA de La Serena, enero 1975
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