Reynier Rodríguez González
Resumen: El renacimiento muestra una imagen compleja sobre la cultura y una nueva concepción del hombre. Merecen atención especial varios movimientos de reforma científica y pedagógica que inciden en la transformación de la intelectualidad europea y sus presupuestos pedagógicos desde finales de la segunda mitad del siglo XVI y durante todo el siglo XVII. Numerosos teólogos, filósofos y pedagogos formularon diferentes programas de renovación científico – pedagógica cuyas influencias se encuentran en el Renacimiento. Uno de estos pedagogos humanistas fue el incomparable Juan Amós Comenius, su legado resultó muy importante para la pedagogía y la didáctica, al escribir la Didáctica Magna, considerada obra paradigmática sobre esta ciencia. En relación con la Cultura Física señaló la importancia de la Educación Física en el proceso de la educación integral. Hizo énfasis en los juegos al aire libre y en la práctica de ejercicios físicos en los centros educativos como una forma de contribuir al desarrollo completo de los educandos. Es conveniente significar en este sentido que Comenius sentó las bases científicas de la Educación Física Moderna.
El renacimiento muestra una imagen compleja sobre la cultura y una nueva concepción del hombre. Merecen atención especial varios movimientos de reforma científica y pedagógica que inciden en la transformación de la intelectualidad europea y sus presupuestos pedagógicos desde finales de la segunda mitad del siglo XVI y durante todo el siglo XVII. Numerosos teólogos, filósofos y pedagogos formularon diferentes programas de renovación científico – pedagógica cuyas influencias se encuentran en el Renacimiento; como asegura Scheuerl (1985, 104 – 105), estos pensadores “no sólo sistematizaron conceptualmente las cuestiones básicas de la conducta humana sino que además las vincularon a las raíces de la época y de sus tradiciones, vuelve a ocupar un sitio importante la idea de la naturaleza incorrupta, originalmente buena y restaurable mediante el esfuerzo humano”.
Fernández Enguita, M (1986) en su introducción a la Didáctica Magna de Comenius, expone cómo la enseñanza en los inicios de la Edad Moderna recibe tres influencias: en un primer momento, el Renacimiento al cual se ha hecho alusión; en segundo lugar, la reforma protestante y, en tercero, la contrarreforma católica.
La reforma religiosa acaecida en este período supuso importantes transformaciones en la enseñanza tradicional en materia de educación. Al referirse a este período histórico, Abbagnano y Visalberghi (1992, 202) refieren:
(…) determinó la aparición de las primeras escuelas populares y dio nuevo y mayor incremento a las escuelas medias de tipo humanístico (gimnasios) sin conectar por otra parte los dos órdenes de instituciones. Aún no existían escuelas profesionales. Si bien Lutero había puesto de relieve la importancia y dignidad del trabajo y la necesidad de que los muchachos de origen modesto aprendieran un oficio, consideraba suficiente para tal fin el aprendizaje familiar y de taller.
Martín Lutero enseñaba a los cristianos que debían entregarse con asiduidad a la lectura de las Sagradas Escrituras, de las que la interpretación privada y libre y la doctrina de “sola Scriptura”, constituyen principios fundamentales del protestantismo. Estas enseñazas implican la imperiosa necesidad de las escuelas, así como maestros laicos competentes en materia de educación. Comenius valoró los consejos de Lutero sobre la educación de extremadamente sabios y dignos, pero no será el único reformador interesado en el tema de la educación del pueblo de Dios, también se destacan Melanchton, Zwinglio, Calvino y Knox.
En lo referido a la labor educativa se destaca Melanchton. Este reformador no solo fue profesor de la Universidad de Wittenberg sino también de una escuela privada que tenía en su residencia. Como indica Fernández Enguita (1986, 10) en su introducción a la Didáctica Magna de Comenius, Melanchton tuvo tal influencia en la educación que:
(…) reorganiza la [universidad] de Heildelberd, organiza las nuevas de Margburg, Könisberg y Jena, escribe numerosos libros de texto que continuarán utilizándose a lo largo de dos siglos, organiza el sistema escolar sajón, pone en pie los cimientos de un sistema de enseñanza secundaria, mantiene correspondencia sobre la organización de la educación con cincuenta y seis ciudades e inspira en su conjunto el posterior sistema escolar alemán; labor toda ella que le valió el título de Praeceptor Germaniae, <<educador de Alemania>>.
Los otros reformadores se destacaron en menor medida. Zwinglio escribe La educación cristiana de los jóvenes; Calvino fundó el Collége de la Riva con el objetivo de impartir una enseñanza con un carácter eclesiástico – humanístico y, durante su estancia en Ginebra, organiza la instrucción pública y crea escuelas elementales. De los reformadores antes mencionados, John Knox presenta un proyecto educativo más acabado. En su texto First Book of Discipline, propone “erigir un sistema escolar enteramente universal en su base, garantizando el acceso de los hijos de los pobres y la continuidad en él de los más capacitados mediante ayudas económicas, estando el sistema todo bajo el control eclesiástico” (Fernández, 1986, 11).
Entre los pensadores de la reforma de mayor relevancia en lo referido a la labor educativa se destaca el teólogo y pedagogo checo Jan Amós Komensky (1592 – 1670). Fue bautizado con el nombre de Juan Amós Comenius (forma latinizada) en reconocimiento al reformador Jan (Juan) de Huss del cual sus padres aspiraban fuera imitador, Amós hace referencia al profeta de Judá que en hebreo significa “una carga” y el cognomento (renombre – calificativo) Komensky por ser Komma el lugar originario de su familia paterna. Desde el siglo XVII se le conoce por su nombre latino Juan Amós Comenius. Nació el 28 de marzo en Uherský Brod, en Moravia (actualmente República Checa). La familia de Comenius pertenecía a la Unidad de Hermanos Moravos, secta religiosa inspirada en las enseñanzas reformistas del ministro religioso y teólogo Jan de Huss. Este movimiento reformista predicaba una doctrina de radicalismo evangélico con el objetivo de recuperar la sencillez de la iglesia primitiva de los primeros cristianos. La Hermandad fue perseguida desde el comienzo. Muchos de sus miembros murieron por sus ideales, otros tuvieron que emigrar como consecuencia de la intolerancia religiosa. Los Hermanos Moravos no solo tenían en sus orígenes las enseñanzas husitas sino también estaban conformadas por tradiciones valdenses y de otros reformadores.
Según Abbagnano y Visalberghi (1966, 205), Comenius “fue discípulo de Alsted en Herborn, admirador de Ratke y amigo de Andrëa, esto es, del más avanzado luteranismo alemán, absorbió la conciencia de la necesidad de reformar a fondo la enseñanza”. Es importante señalar que no era luterano, a pesar de la influencia anterior y de citar varias veces a Lutero en su obra. Aunque el hermano Lucas tuvo una notable influencia sobre la comunidad al comienzo del siglo XVI, y tenía contacto con Martín Lutero, y comulgaba con gran parte de los principios teológicos del luteranismo, no compartía sus soluciones políticas, (entiéndase que nos referimos a Comenius) y aún menos el pesimismo antropológico respecto a la naturaleza del hombre.
No es fácil escribir sobre la vida de Comenius porque su actividad como pedagogo, párroco y obispo de los Hermanos Moravos, junto a las persecuciones sufridas por razones religiosas, lo convirtieron en exiliado. Sobre este aspecto Abbagnano y Visalberghi (1992, 205) señalan que su vida fue “una sucesión casi ininterrumpida de catástrofes nacionales e incluso familiares, peregrinaciones, fugas, desastres e incendios en los que a menudo perdió manuscritos y apuntes que representaban decenios de trabajo”.
Comenius ocupa un lugar importante en la Historia de la teología y de la pedagogía. A continuación se expondrán algunas de sus ideas teológicas por la importancia que revisten para exponer su pedagogía, pero el mayor énfasis se encontrará en sus aportes pedagógicos y su relación con la Cultura Física.
Comenius realiza sus primeros estudios en Straznice y Presov (Moravia). Estudió latín, se deleitaba leyendo a Virgilio, Ovidio, Cicerón, y con el mismo deleite leía las Sagradas Escrituras. En 1611 ingresa al instituto de estudios superiores de Herborn en Nassau (Alemania), donde continuará estudios de filosofía y teología. Con el apoyo de Carlos Zerotin cursó sus estudios superiores en la Universidad de Heidelberg. Allí inició los estudios de las ciencias naturales que se enseñaban en relación con la teología y por medio de la influencia de Ratke comenzó la sistematización de la pedagogía como saber autónomo.
En 1614 regresa a Prerov y escribe sus Gramaticae facilioris praecepta, este texto expone un importante método para el estudio de la gramática latina. En ese año fue nombrado rector de la escuela de Presov.
Por el prestigio alcanzado por su integridad, celo evangélico, cultura pedagógica e investigativa fue reconocido como líder del grupo religioso Hermanos Moravos. Todo parece indicar que en 1616 fue ordenado ministro a la edad de 24 años, aunque algunos biógrafos señalan el año 1618 relacionando este hecho con el inicio de su trabajo pastoral y en la escuela de Fulnek. Casualmente, al asumir estas responsabilidades comenzó la Guerra de los Treinta Años (1618 -1648) que nunca fue puramente religiosa, pero si devino en una cuestión netamente política.
El dato religioso aunque parezca secundario es de vital importancia no solo para comprender a Comenius sino también su obra pedagógica. Tomando en consideración lo anterior, los autores de la Gran Enciclopedia del Mundo expresan como: “todas sus teorías vinieron a coincidir en la formulación de su tesis a favor de una iglesia ecuménica o unificada, ya que, si se había ocupado de su reforma educativa, fue impulsado por motivos religiosos” (p. 491). También los autores Abbagnano y Visalberghi (1992, 205) coinciden en este sentido al afirmar: “El fundamento de la pedagogía comeniana es esencialmente religioso, de una religiosidad fervorosa y abierta que recoge y funde en sí los más fecundos motivos humanístico – renacentistas y la nueva mentalidad baconiana.”
Concebía la piedad y la formación moral como dos aspectos esenciales en la educación. Según los autores del Diccionario de las Ciencias de la Educación, el objetivo y fin del programa educativo propuesto por él era “hacer que los seres humanos se parezcan a Cristo, lo que implica una preparación para la vida, y no sólo para una profesión” (p. 276). Su gran preocupación estaba en si la acción pedagógica podía mejorar a las personas y la paz universal. Su obra supuso la necesidad de perfección del ser humano para construir relaciones personales donde se respete al prójimo. Este ideal tiene su origen en las incomprensiones y la falta de libertad religiosa que experimentó.
En el período comprendido entre los años 1620 a 1623, cambia innumerables veces su residencia como consecuencia de la persecución religiosa ocurrida por la Guerra de los Treinta Años. En este período escribe sus Contemplaciones sobre la perfección cristiana. En 1623 reside en Brandys, en la casa de Carlos de Zerotin, allí recibe la triste noticia de la muerte de su esposa Fulkeña Magdanela y sus dos hijos, víctimas de la peste.
En 1625 continúa El laberinto del mundo con la composición del Centrum securitatis. Durante su estancia en Bohemia concluye El laberinto del mundo. Esta obra constituye una síntesis de su pensamiento humanista de inspiración cristiana. Fernando II dicta en 1627 un decreto donde declara la expulsión de las personas no católicas resistentes en Bohemia. En 1628 se marcha junto con algunos compañeros a Leszno, Polonia. Allí por petición del Conde Rafael Leszczynsky ocupó el cargo de co – rector de la escuela superior de Leszno. Por esa época se casó con Dorotea.
En 1631 se edita por vez primera su texto El laberinto del mundo, así como la Janua linguarum reserata (La puerta de las lenguas o Puerta abierta de las lenguas). En este último texto propone un método nuevo para el aprendizaje de la lengua latina de forma ordenada a partir de 8000 palabras escogidas y construcciones gramaticales de progresiva complejidad; en 1632 incorpora a este texto un refranero checo con el nombre de Sabiduría de los checos antiguos. Según Nicola Abbagnano y Visalberghi (1992, 205) la Janua linguarum reserata “se tradujo a casi todos los idiomas europeos e incluso al árabe y al persa. Contiene una presentación gradual de vocablos y construcciones gramaticales en latín y en una lengua vulgar”.
Su texto Janua Rerum (Puerta de las cosas) constituyó un intento de englobar el saber general pero no pudo completarlo. También en este período comienza a escribir su Didáctica Magna, y escribe su Informatorio de la escuela maternal (texto de enseñanza para el parvulario) y su Núcleo de la física.
El legado de Comenius como escritor de libros didácticos y religiosos tiene una repercusión tanto para la pedagogía como para la teología. Escribió varios libros de texto en los que expresa su concepción teórica sobre la educación. Entre sus libros se pueden mencionar el ya citado Janua linguarum reserata, su Vestibulum y su Orbis sensualium pictus o simplemente Orbis pictus (el mundo de las imágenes); este último es el primer libro con grabados de connotada circulación. La concepción teórica asumida en esta obra es la misma que asumió en la Janua linguarum reserata, pero las palabras y las frases empleadas están acompañadas por ilustraciones. Es importante señalar que sus obras Janua linguarum reserata y Orbis sensualium pictus estuvieron vigentes hasta el siglo XIX. Este último texto se fundamenta en el principio de la visualización en la enseñanza, muy novedoso en su tiempo, basado en cómo acceder a la realidad por medio de las imágenes. Tenía como objetivo que los estudiantes adquirieran los conocimientos transitando de la contemplación viva de los objetos o de sus representaciones, (de lo general a lo particular) hacia lo concreto pensado. Aguirre Lora (2001) en su excelente artículo “Enseñar con textos e imágenes. Una de las aportaciones de Juan Amós Comenio” expone:
El mundo en imágenes, obra escasamente conocida en los países de lengua española, gozó de merecida fama en otras muchas regiones del mundo: a un año escaso de haberse publicado en Nuremberg, en versión latino-alemán, se tradujo al inglés; a partir de ahí las traducciones -inclusive al japonés y al ruso- y las ediciones se multiplicaron hasta registrarse doscientas. Autores como Goethe lo recuerdan con agrado, evocándolo como uno de los libros en los que aprendieran a leer. ¡Bien valieron la pena los veinticinco años (1631 – 1658) que el autor invirtió en su producción!”
Esta obra es un excelente medio para la enseñanza a través de las imágenes. Toda ella está llena de símbolos y mensajes incalculables. Sin lugar a dudas, la genialidad de Comenius supo articular las ilustraciones del texto con la enseñanza. Aguirre Lora (2001) sintetiza la importancia y la utilidad de esta obra al decir:
(…) las ilustraciones que se insertan en esta obra manifiestan una gran experiencia en la docencia y un conocimiento muy amplio – como era propio de las sociedades de aquellos años – en diversos campos: obedecen a un programa claramente elaborado en relación con la enseñanza del latín en lengua vernácula, a la manera de una lengua viva que retoma contenidos de la realidad circundante; se organizan a partir de cuadros temáticos que actúan como núcleos generadores; el texto aparece en tantas columnas cuantas sean las lenguas de referencia – por ejemplo, latín, checo y alemán – y algunas de las palabras se relacionan a través de un número con algún objeto particular de la imagen en su conjunto. La intervención del maestro, se dirige a orientar al alumno para que logre unir el signo visual con el auditivo.
Es importante también referirse a su texto en siete volúmenes De rerum humanarum emendatione consultatio catholica. Esta obra no fue publicada personalmente por Comenius, hasta que en 1935 Dmitrij Tschizewskij encontró un manuscrito en el fondo bibliográfico de la biblioteca principal de la fundación de Francke en Halle. En el tercer libro de la obra citada con anterioridad aparece la Pampaedia donde se expone una teoría educativa global que acompaña el ser humano en su tránsito por cada una de las etapas de la vida.
Pampaedia está orientada hacia la perfección de la esencia del hombre. Tiene como objetivo la “reparación” y “conservación” de la naturaleza humana que ha sido resquebrajada por el pecado. Es importante señalar que Comenius reconoce que el ser humano se debe guiar a su plena realización en correspondencia con el plan de Dios al crearlo. Los libros que deben utilizarse para lograrlo son los del mundo (la experiencia natural), los del espíritu (tradición) y los de la revelación (Sagradas Escrituras). Comenius concibe su plan formativo en correspondencia con las fases de la vida establecidas por Dios. Según (Scheuerl, 1985, 108) son:
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Schola geniturae (escuela del desarrollo previo al nacimiento)
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Schola infantiae (escuela de la primera infancia )
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Schola pueritiae (escuela de la niñez)
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Schola adolescentiae (escuela de la adolescencia)
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Schola iuventutis (escuela de la edad juvenil)
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Schola virilitatis (escuela de la edad viril)
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Schola senii (escuela de la ancianidad)
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Schola morvis (escuela de la muerte)
Cada una de estas fases cronológicas responde a desarrollos propios del ser humano que se deben respetar porque son queridos por Dios y racionalmente correctos; todo indica que Comenius no sintió dudas en cuanto a la concepción sistémica de su plan educativo, al parecer su obra está más cerca de las grandes <<sumas>> medievales que del “dinamismo abierto y analítico de la antropología moderna, tal como se hizo patente en algunos pensadores del Renacimiento” (Scheuerl, 1985, 109).
Su obra más conocida es Didáctica Magna (1632, publicada en checo; en 1638 ó 1640 publicada en latín). La misma no solo se considera el inicio de la teoría de la enseñanza sino también asentó la fama de Comenius como Humanista en toda Europa. Ha tenido tal relevancia que por ella se le considera universalmente como el “Padre de la Didáctica”. Según Hernández (1986, 13), esta obra lo hace “merecedor de un lugar en la historia del pensamiento educativo y pedagógico (…) en ella se destila y se hace explícita una verdadera filosofía o concepción general de la educación”.
Según el criterio de Scheuerl (1985, 105), en esta obra se “ordena sistemáticamente el conjunto de criterios teológicos, antropológicos, políticos, de organización de escuela, didácticos y metódicos, integrados en un amplio arco y concretados hasta incluir instrucciones detalladas destinadas a la práctica de la enseñanza”
Los autores de la Gran Enciclopedia del Mundo hacen referencia a cómo en esta obra se expone “un programa educativo <<desde la cuna al sepulcro>>, que abarcaba desde las escuelas de párvulos a los estudios subsiguientes a la gradación superior” (p. 491).
Fernández (1986, 13) al referirse a la influencia que recibió Comenius lo resume en un párrafo:
En su pensamiento se resumen influencias bastante diversas que van desde los elementos más avanzados del luteranismo alemán hasta el humanismo renacentista, y, en particular, Bacon (a quien debe la importancia dada a la <<experiencia>>, Bruno y Campanella (que ya habían intentado conciliar el idealismo místicos con el realismo científico). En el plano más estrictamente pedagógico debe mucho al citado Ratke (Ratichius, Ratichio), a Lubin, Bodin, Vogel, Frey, de Andera, etc., y a la otra fuente patente, pero, sin embargo, nada confesable: los jesuitas.
Sin desatender lo anterior es importante señalar lo expuesto por Scheuerl (1985, 110) de cómo en el primer momento de la obra comeniana sus concepciones religiosas estaban en armonía con las ideas universales del cristianismo y no contradecían esencialmente lo enseñado por católicos y luteranos, calvinistas o los Doctores de la Iglesia anteriores a la Reforma, pero con posterioridad se puede observar cómo imprime un sello particular a su obra en consonancia con la concepción milenarista de marcada influencia profético – escatológica del abad cisterciense italiano Joaquín de Fiore (1130 – 1202). Esta nueva concepción de Comenius aparece con la idea de una nueva época donde no prevalezcan las diferencias ideológicas y reine la armonía en colaboración con Dios. Esta época requiere una labor pedagógica incesante, sobre esto refiere Scheuerl (1985, 117) lo siguiente:
Las esperanzas milenaristas de una nueva era, de progreso, de un nuevo hombre son el motivo claramente postmedieval que transciende las ideas cosmológicas en las que Comenius se encuentra tan estrechamente implicado y que, quiérase o no, abre una puerta a la moderna fe en el progreso en medio de ideas teológicas globales.
En Comenius existe un paralelismo con el pensamiento de San Agustín y Santo Tomás referido al “Maestro Interior”. Según Fernández (1986, 13 – 14) para Comenius el hombre es:
Un <<compendió del universo>>, un <<microcosmos>>, un mundo en miniatura. Luego, si el ser humano <<encierra dentro de sí cuanto por el mundo aparece esparcido>> si tan fielmente lo reproduce y si el conocimiento, siendo Dios incognoscible, ha de ser conocimiento de ese universo, nada hay de extraño en que de ahí se pase a la afirmación de que aquel lleva en su interior todas las potencialidades del saber (…) El hombre no solamente trae ya consigo los principios, sino, igualmente el deseo inmanente de saber y trabajar.
Hay una concepción antropológica en la obra de Comenius que coincide con una posterior formulada por Karl Marx en sus textos juveniles, la idea del hombre completo o del hombre total. Comenius dice: “en la escuela deberán enseñarse a todos cuantas cosas hacen referencia al hombre completo, aunque unas hayan de ser después de mayor uso para unos que para otros.” (Comenius, 1998, 18, 26). En este sentido Marx, 1844, citado por Cazeneuve y Victoroff (1975, 295 – 296) expone en su obra “Manuscritos de 1844” la concepción del hombre total siguiente:
El hombre – en cualquier grado que esté, y por tanto en cuanto individuo particular y aunque sea precisamente su particularidad la que haga de él un individuo y el ser real, común e individual – es en no menos grado la totalidad, la totalidad ideal, la existencia subjetiva de la sociedad pensada y resentida para sí, con independencia del hecho de que existe también una realidad como institución y espíritu humano de la existencia social.
Como aseguran Abbagnano y Visalberghi (1992, 206), Comenius, “parte del concepto del hombre como un microcosmos, especialmente caro al pensamiento humanístico, a ejemplo del cual, aunque en manera más evidente y declarada, concilia la actitud religiosa con la actitud naturalista.” Comenius tienen una concepción mística del universo y del hombre junto a un marcado sensualismo. De la primera concepción se revela en su obra su percepción del universo como un todo. Esto implica su énfasis en el orden del mundo. Es por esta razón que la ordenación emerge constantemente en sus exposiciones sobre el método. Este principio didáctico designado del orden y la sucesión, también se refiere a la actividad necesaria de los maestros de planificar la asignatura a partir de la relación ordenada de sus contenidos por medio del método natural.
Es importante la influencia de la doctrina del pecado original en Comenius. Este pecado priva al ser humano de la facultad de conocer de forma espontánea. Como consecuencia del pecado la naturaleza humana ha sido resquebrajada de tal forma que para conocerse debe aprender. En Comenius, el concepto de naturaleza según Scheuerl (1984, 118) tiene un doble significado; en primer lugar, la entiende como “la totalidad ordenada de la creación en la que todo debe integrarse y cuyas leyes deben obedecer todas las cosas” y, en segundo lugar, como “la disposición asignada a toda cosa, a todo ser, el natum que le ha sido asignado por el Creador, su modo de ser propio y peculiar. Para nosotros los hombres, ésta es la <<naturaleza humana>> prevista en el plan de la creación, a la que debemos corresponder” (Ibidem)
Sobre la idea comeniana de la relación entre la naturaleza humana y las estructuras del cosmos, Scheuerl (1984, 111 – 112) expone:
(…) existen correspondencias que para Comenius tienen valor de pruebas, incluso en las argumentaciones científicas: el hecho de que corresponde alguna cosa por analogía a la naturaleza (por ejemplo, el crecimiento o desarrollo del niño a la maduración del grano, el desarrollo de una hora clase a la construcción del nido por parte de un pájaro), constituye suficiente demostración. Puesto que no puede ser mala la naturaleza tal como ha salido de las manos de Dios, lo que con ella guarda corresponde a lo bueno.
Para Comenius la naturaleza “da al hombre las semillas de la ciencia, la honestidad o la religión (fines de la educación), pero no la ciencia, la virtud y la religión mismas (…) La educación convierte en acto lo que el pecado de Adán dejo reducido a potencia.” (Hernández, 1986, 14). Por el pecado original el hombre necesita un auxilio para desarrollarse de forma plena. Este auxilio está en la gracia de Dios, pero como Dios la da libremente, es importante entonces la educación para la formación de un hombre bueno. Sobre esto comentan Abbagnano y Visalberghi (1992, 206), Comenius indicó: “lo que el hombre necesita es la educación, lo que ciertamente, no significa negar la gracia divina sino más bien afirmar que nos llega a través de la educación, o sea, a través de oportunas experiencias (…)”
La pedagogía de Comenius asume el sensualismo como criterio de la verdad. Su teoría del conocimiento del aprendizaje transita de lo sensible a lo razonado, de lo particular a lo general. En el Capitulo XX de Didáctica Magna, cuando se refiere al método de las ciencias en particular, expone como debe ser la regla de oro “para los que enseñan que todo se presente a cuantos sentidos sea posible.” (Comenius, 1998, 6, 75).
Sobre esto expone en su obra la necesidad de que “el conocimiento empiece siempre por los sentidos (cierto es que nada hay en el entendimiento que antes no haya estado en el sentido) ¿Por qué, pues, ha de darse comienzo a la enseñanza por la narración verbal y no mediante la inspección de la cosa? Después, una vez presentada la cosa, venga la narración para explicar más profundamente lo expuesto.” (Comenius, 1998, 7, 75) Argumenta como la verdad y la certeza de la ciencia “no estriban más que en el testimonio de los sentidos. Efectivamente; las cosas se impresionan en primer lugar e inmediatamente en los sentidos y después por medio de ellos en el entendimiento. Prueba de esto es que el conocimiento sensual hace fe por sí mismo; pero en el raciocinio o testimonio ajeno debe recurrirse a los sentidos para mayor certeza.” (Comenius, 1998, 8, 76). El pensamiento anterior demuestra la influencia del pensamiento sensualista en su obra pedagógica que se resume en la siguiente máxima: “Si se quiere engendrar en los discípulos verdadero y exacto conocimiento de las cosas hay que procurar que la enseñanza toda sea por medio de la propia intuición y de la demostración sensual.” (Comenius, 1998, 8, 76).
Se constata una contradicción entre la cosmovisión mística y su marcado sensualismo. Según Hernández (1986, 14 – 15) en tanto de la “concepción mística derivan de modo espontáneo el inmanentismo, el esencialismo, la visión de la educación como desarrollo de potencialidades interiores preexistentes (…) del sensualismo podría e incluso debería derivar la afirmación del carácter de acción externa de la educación, su función de inculcación”. Al parecer existe cierta incongruencia en la exposición de su método. En el capítulo XI de su obra se refiere en su epígrafe Hasta ahora hemos carecido de escuelas que respondan perfectamente a su fin, a un mayor favor hacia la concepción totalizadora construida a partir de su cosmovisión religiosa y un menor favor al sensualismo. Por este carácter totalizador de la enseñanza se le considera su precursor. Comenius propone con respecto a esa concepción totalizadora que “se enseñe todo a todos y totalmente.” (Comenius, 1998, 1, 27).
Comenius aboga por la necesidad de una coeducación de pobres y ricos. Ante criterios contrarios a este pensamiento señala:
Dirás: Es que hay entendimientos tan obtusos que no es posible inculcarles nada. Y yo te contesto: No existe espejo, por muy estropeado que esté, que no reciba las imágenes de alguna manera; no hay tabla en la que de cualquier manera no pueda dibujarse absolutamente nada, por muy áspera y desigual que tenga su superficie. A más de esto, si el espejo se encuentra cubierto de polvo o manchas, límpiese antes; si la tabla es áspera y desigual, puede ser cepillada; de este modo ya no habrá dificultad para su uso. (Comenius, 1998, 16, 27).
Luego expone el criterio de la mutua educación a partir de la convivencia común de los estudiantes. Señala lo provechoso y estimulante para el aprendizaje a través del siguiente juicio:
Igual razonamiento es aplicable a la juventud: si se pule y estimula antes, unos serán pulidos y estimulados por los otros para que todos aprendan todas las cosas. (Sigo firme en mi aserción porque firme sigue el fundamento.) En esto estará la diferencia que los más tardos se darán cuenta de algunos Conocimientos, y los de ingenio más vivo, extendiendo su inclinación de unas cosas a otras, penetraran más y más en ellas y deducirán nuevas y utilísimas observaciones. (Comenius, 1998, 16, 27).
Es importante el criterio que expone sobre mezclar los alumnos y hacer que los más dotados enseñen a los más tardos, y así estimulen una mutua educación.
Comenius plantea como “donde existen escuelas no son juntamente para todos, sino para algunos pocos, los más ricos, en realidad; porque siendo caras, los pobres no son admitidos en ella, a no ser en algún caso, por la compasión de alguno. Y en ellas es fácil que pasen y se pierdan algunos excelentes ingenios con daño de la Iglesia y de los Estados.” (Comenius, 1998, 6, 27). Es curioso cómo no señala de dónde se proveerán los medios para la escolarización de los niños pobres. Es importante señalar que con anterioridad Comenius se había referido en su capítulo a este aspecto cuando dice: “no sólo deben admitirse en las escuelas de las ciudades, plazas, aldeas y villas a los hijos de los ricos o de los primates, sino a todos por igual, nobles y plebeyos, ricos y pobres, niños y niñas.” (Comenius, 1998, 1, 22). Aquí no solo expone su idea de la coeducación de pobres y ricos sino también la igualdad de derechos tanto de los varones como de las mujeres para acceder a la educación.
Sobre la idea anteriormente expresada, Hernández (1986, 17 – 18) expone la insistencia de Comenius en la accesibilidad educativa y cómo “deben ser educados ricos y pobres, señores y súbditos, hombres y mujeres, inteligentes y estúpidos”. Esto convierte a este pedagogo en un exponente de la necesidad de generar una elevación de los conocimientos en toda la población sin diferenciación de clases; también coloca su pensamiento en sintonía con el principio educativo de los reformadores de al menos brindar una educación en los primeros niveles de la enseñanza.
En cuanto al acceso de las mujeres a la enseñanza, ya era algo sugerido por Lutero, pero las enseñanzas de Comenius con respecto a Lutero estriban en que este último tenía una visión menos general y profunda que el primero. Lutero propone que ambos sexos asistieran diariamente a la escuela durante dos horas. Comenius expone:
No existe ninguna razón por la que el sexo femenino (y de esto diré algo en especial) deba ser excluido en absoluto de los estudios científicos (ya se den en lengua latina, ya en idioma patrio). Es también imagen de Dios, partícipe de su gracia y heredero de su gloria; está igualmente dotado de entendimiento ágil y capaz de la ciencia (a veces superiores a nuestro sexo) y lo mismo destinado a elevadas misiones, puesto que muchas veces han sido las mujeres elegidas por Dios para el gobierno de los pueblos, para dar saludables consejos a los Reyes y los Príncipes, para la ciencia de la Medicina y otras cosas saludables para el humano linaje, le encomendó la profecía y se sirvió de ellas para increpar a los Sacerdotes y Obispos. (Comenius, 1998, 5, 22)
También señala:
(…) las escuelas inferiores, la maternal y la común, educarán a la juventud de uno y otro sexo: la latina, principalmente, a aquellos adolescentes que aspiran a algo más que a los oficios; y las Academias formarán a los Doctores y futuros formadores y guías de otros, para que no falten nunca rectores aptos en las Iglesias, Escuelas y Negocios públicos. (Comenius, 1998, 8, 110)
Obsérvese como el acento en los dos sexos no se percibe después de los niveles inferiores, lo cual muestra un cierto rechazo a la mujer con respecto a niveles superiores. Incluso su obra revela ciertas contradicciones cuando emite el siguiente juicio:
(…) nosotros pretendemos educar a la mujer, no para la curiosidad, sino para la honestidad y santidad. Y de todo esto lo que más necesario les sea conocer y poder, ya para proveer dignamente al cuidado familiar, como para promover la salvación propia, del marido, de los hijos y de la familia.” (Comenius, 1998, 7, 23)
A pesar de lo anteriormente expuesto, no cabe dudas que también confiere a las mujeres “una mente ágil y apta para comprender la sabiduría como nosotros (y a menudo más que nosotros)”, que es quizá la afirmación más tajante en pro de la mujer que haya salido jamás de la pluma de un gran pedagogo” (Abbagnano y Visalberghi, 1992, 206)
Hernández (1986, 16) se refiere como aportes de Comenius a la pedagogía su “insistencia en una enseñanza ordenada gradualmente de la fácil a lo difícil, el énfasis en la utilización de la lengua materna, la eliminación de los castigos físicos de la enseñanza propiamente dicha y su circunscripción al área de la conducta, la importancia dada a mostrar a los alumnos la utilidad práctica de lo enseñado, la propuesta de un sistema de enseñanza mutua, la idea de autonomía y suficiencia de cada nivel de instrucción y el espacio abierto para cierto reconocimiento de la especificidad de la infancia”.
Según el criterio de los autores de la Gran Enciclopedia del Mundo los dos principios básicos del método de enseñanza de Comenius fueron que “todos los conocimientos habían de graduarse cuidadosamente según su comprensibilidad y que los profesores habían de utilizar todas las facultades sensoriales y pasadas experiencias de los alumnos” (p. 491)
Comenius insistió en la importancia de las instituciones educativas en la formación del hombre. Según los autores del Diccionario de las Ciencias de la Educación propuso cuatro tipos de instituciones educativas:
1. La escuela materna, que representaba la educación que el niño recibe en el hogar. 2. La escuela vernácula, que debía dar mayor importancia al estudio de la lengua materna que a las lenguas clásicas. 3. La escuela latina, para los alumnos más aventajados, en la que se enseñaría latín y hebreo, así como los elementos de la ciencia, la literatura y las artes. 4. La academia y los viajes, que serían para los mejores estudiantes y crearía los conductores de la sociedad. (p. 276)
Respecto a la escuela maternal Comenius expone:
El árbol hace brotar de su tronco en los primeros años aquellas ramas principales que ha de tener, y así no tiene después sino irlas desarrollando. De igual manera deberán inculcarse al hombre en la escuela primaria los rudimentos de todo aquello en que queremos instruirle para el uso de su vida entera. Si repasamos las materias que deben ser conocidas, veremos claramente cómo puede realizarse. En pocas palabras lo reseñaremos reduciendo todo ello a veinte grupos. (Comenius, 1998, 1, 23)
Cuando uno analiza las asignaturas concebidas por Comenius para la escuela maternal percibe un plan de estudios un tanto ambicioso. Dentro de las asignaturas se encuentran: metafísica, física, óptica, astronomía, geografía, cronología, historia, aritmética, geometría, estática, mecánica, dialéctica, gramática, retórica, poesía, música, economía, política, ética (se formaría templanza, limpieza, veneración, obediencia, veracidad, justicia, caridad, trabajo, silencio, paciencia, cortesía, urbanidad), religión y piedad. (Comenius, 1998, 112 – 113)
Con respecto a la escuela común, Comenius expone: el fin y objeto de la escuela común “es que toda la juventud entre los seis y los doce años (o trece), se instruya en todo aquello cuya utilidad abarca la vida entera. ” (Comenius, 1998, 6, 115). A continuación se muestra una cita que, aunque extensa, expresa los objetivos de esta escuela:
I. Leer con facilidad y expedición el idioma propio, ya impreso, ya manuscrito. II. Escribir, primero despacio; luego más deprisa, y, por último, con propiedad, conforme a las leyes de la gramática propia, que deberán ser expuestas de modo claro y con arreglo a las cuales se dispondrán los ejercicios. III. Numerar cifras y operaciones para las necesidades comunes. IV. Medir, con arreglo al arte, longitudes, latitudes, distancias, etc. V. Cantar melodías muy conocidas, y aquellos que tuviesen mayor aptitud comenzarán los rudimentos de la música figurada. VI. Saber de memoria la mayor parte de las salmodias e himnos sagrados que use con más frecuencia la Iglesia de cada lugar, a fin de que, nutridos con las alabanzas de Dios, sepan (como dice el Apóstol) enseñar y estimularse a sí propios con los salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando con fervor a Dios en sus corazones. VII. Además del Catecismo sepan al dedillo las historias y principales frases de toda la Sagrada Escritura de modo que puedan recitarlos de memoria. VIII. Retengan, comprendan y empiecen a practicar la doctrina moral encerrada en reglas e ilustrada con ejemplos al alcance de su inteligencia. IX. Respecto al orden económico y político sólo deben conocer lo suficiente para darse cuenta de lo que ven hacer diariamente en la casa y en la ciudad. X. No deben ignorar las generalidades de la historia de la creación del mundo, su pérdida y su restitución y el sabio gobierno de Dios en él hasta el día. XI. Aprenderán lo principal de la Cosmografía, la redondez del Cielo, el globo de la tierra pendiente en medio, la extensión del Océano, la diversa situación de los mares y ríos, con las mayores partes de la Tierra y los principales Reinos de Europa y especialmente las ciudades, montes, ríos, etc., de su patria y lo que haya de notable. XII. Por último, deben conocer lo más general de las artes mecánicas, con el solo fin de no ignorar, aunque sea muy por encima, lo que ocurre en las cosas humanas, y de esta manera podrá después manifestarse con mayor facilidad la inclinación natural de cada uno. (Comenius, 1998, 6, 115 – 116)
Como se puede apreciar se minimiza el plan de estudio en comparación con el plan de la escuela maternal donde se compilaba con gran amplitud todo el saber de la época. Al reflexionar en este sentido pudiera surgir la siguiente pregunta, ¿no estará invertido el plan de estudio? Lo cierto es que el objetivo del plan de la escuela maternal era crear bases en los estudiantes que luego fueran profundizándose con el desarrollo de los posteriores ciclos de la enseñanza.
Comenius expone sobre la escuela latina: “Aquí hemos dispuesto un plan que (…) nos permitirá abarcar toda la enciclopedia de las artes. Esto es, que si los adolescentes pasan con eficacia por todas estas clases, llegarán a ser” (Comenius, 1998, 1, 119). Su objetivo es formar según las llamadas artes liberales. Por tanto, deseaba formar gramáticos, dialécticos, retóricos u oradores, matemáticos, músicos y astrónomos, pero no solo se conformó con una formación a este nivel también pretendía que los estudiantes no solo llegasen más arriba y fuesen: físicos, geógrafos, cronólogos, historiadores y éticos sino también fueran teólogos “que no solamente comprendan los fundamentos de la fe, sino que sepan defenderlos por medio de las Sagradas Escrituras.” (Comenius, 1998, 2, 119)
En cuanto a la escuela academia y los viajes expone: “debía reservarse a las Academias el más elevado conocimiento y desarrollo de todas las ciencias y todas las superiores enseñanzas.” (Comenius, 1998, 1, 123). Por lo cual la academia es, según su parecer donde:
I. Deben hacerse los estudios verdaderamente universales, de manera que no haya nada en las Letras y Ciencias Humanas que no sea oportunamente tratado aquí. II. Deben seguirse los procedimientos más fáciles y seguros para dotar de sólida erudición a todos los que hasta aquí llegan. III. No hay que conceder los honores públicos sino a los que llegaron con éxito a la meta de sus trabajos y son aptos y dignos de ello, y a quienes puede encomendarse con seguridad la dirección y gobierno de las cosas humanas. (Comenius, 1998, 2, 123)
Plantea cómo en la academia deben utilizarse varios autores. Entre los nombrados se encuentran Cicerón, Livio, Platón, Aristóteles, Plutarco, Tácito, Gelio, Hipócrates, Galeno, Celso, Agustín y Jerónimo. Con respecto al conocimiento de estos autores expone tres criterios. El primer criterio está orientado al conocimiento general de los autores a partir del poco tiempo para conocerlos todos. El segundo criterio se asume de la enseña de Séneca que plantea el conocer bien o especializase en un autor determinado. El tercero criterio expone la posibilidad de manejar todos los autores con lo que se alcanzaría un conocimiento notable en este sentido.
Otra obra de igual importancia es Clamores Eliae. Este manuscrito se descubrió hace más de un siglo en Leszno, el último lugar donde estuvieron exiliados los Hermanos Moravos. Aquí se expresa “la función política de toda pansofía, la impaciencia de un Comenius ya de edad avanzada por saber si la acción pedagógica podría por sí sola mejorar oportunamente el mundo, o si la erudición y los libros bastarían para llevar a cabo la obra de perfección, atribuyéndose una importancia especial a los esfuerzos activos para lograr una paz universal” (Scheuerl, 1985, 106)
En su obra Conatuum comenianorum praeludia establece su plan “pansófico” con el objetivo de “universalizar” el conocimiento y eliminar las contradicciones religiosas y políticas.
Un importante elemento de su obra es su el ideal “pansófico”, como aseguran Nicola Abbagnano y Visalberghi (1992, 206), “es a un tiempo formal y realista: quiere promover el desarrollo armonioso del hombre microcosmos familiarizándolo suficientemente con el cosmos (…) quiere “servir a Dios, al prójimo y a nosotros mismos” y es en el fondo un ideal eudemonístico o de alegría evangélica sin un ápice de rigorismo y tanto menos de ascetismo.”
El prestigio alcanzado por Comenius lo convierten en un pensador de fama internacional. Sobre este aspecto Abbagnano y Visalberghi (1992, 205) exponen como tuvo una vida agitada que lo llevó de “un extremo al otro de Europa; de Polonia a Inglaterra, de Suecia a Hungría y a Transilvania, a donde se le llamó en 1641, 1645 y 1650, respectivamente, para que estudiase o efectuase reformas escolásticas. Recibió invitaciones análogas también de Francia e incluso de la universidad americana de Harvard”.
En 1641 se dirige a Londres con la finalidad de reformar la práctica de la enseñanza de las ciencias, con anuencia del Parlamento Inglés. Su objetivo fue aplicar su sistema, pero se vio forzado a renunciar a esta idea por la Guerra Civil. Lo impidió la guerra con Irlanda. Está plasmado en su opúsculo Vía lucis (Camino de la luz); en este texto habla a favor de la utilización de un solo idioma docto. En esta época empieza a escribir su utopía pacifista sustentada en un concierto de naciones.
Como señala Scheuerl (1985, 105), su consejo y servicios fueron solicitados por “príncipes y magistrados, el Harvard College y el parlamento inglés, el Cardenal Richelieu y el canciller sueco Oxenstierna”. El Cardenal Richelieu le invitó a Francia para que comenzara una escuela Pansófica, pero no accedió a esta invitación por una posible represalia de los católicos franceses. En Suecia comprueba cómo se utilizaban sus libros de textos y se empleaban sus métodos de enseñanza, pero era insuficientemente utilizado su pansofismo. Su pensamiento pansófico influyó en la corte, allí tuvo como primera discípula a la Reina Cristina. Comenius, que proponía una educación paidocéntrica, sostuvo una relación de diálogo académico con René Descartes (1596-1650), que absolutizó el pensamiento frente a la existencia. Ambos contribuyeron a lograr una articulación entre la pedagogía y la filosofía así como la razón y la práctica, como criterios de la verdad.
Con posteridad fue obispo de Leszno, pero tuvo que exiliarse por la persecución religiosa. Todos sus escritos inéditos fueron destruidos.
Señala Hernández (1986, 21) al referirse a la diferencia entre los sucesivos ciclos de la enseñanza, cómo no está “en las materias que en ellos se traten, que serán todas en todos, sino en la intensidad y el detalle con que se traten. Esto se justifica también por otras razones pedagógicas: de este modo, en cada grado posterior, todo les será familiar por haber recibido ya los rudimentos en otro anterior”. Esto en buena medida justifica la gran cantidad de asignaturas que se pueden encontrar en la escuela maternal.
En relación con la Cultura Física señaló la importancia de la Educación Física en el proceso de la educación integral. Hizo énfasis en los juegos al aire libre y en la práctica de ejercicios físicos en los centros educativos como una forma de contribuir al desarrollo completo de los educandos, es conveniente significar en este sentido que Comenius sentó las bases científicas de la Educación Física Moderna. Según Rosental (1964, 71), Comenius sistematizó “por primera vez en la historia de la pedagogía, la didáctica como una ciencia especial. Sus principios didácticos (enseñanza viva, graduación, imitación, ejercitación) exigían la aprehensión consciente de las leyes de la naturaleza y una consolidación de los conocimientos racionalmente proyectada”
Apunta Alfonso Chacón (2009, 95) cómo “constantemente estuvo preocupado por la Educación Física, abogando por su participación en el proceso de la educación integral, pues decía que el desarrollo debe ser completo y recomendó los ejercicios corporales en los cursos escolares, insistiendo en la necesidad de una nueva educación”. Comenius expuso la importancia de concebir la Educación Física en el sistema de enseñanza por ser un medio fundamental para el lograr un correcto desarrollo y equilibrio del ser humano.
Según Martínez de Osada y Cruz Blanco (2008, 39), “prestó especial atención a la Educación Física, abogando por su participación en el proceso de la educación integral, sobre todo con juegos al aire libre. Concebía el fin de la educación como un desarrollo completo y recomendaba los ejercicios corporales en las escuelas.” Para Comenius los juegos al aire libre tenían gran importancia. Sobre este aspecto exponía el principio de conformidad con la naturaleza sustentando el aprendizaje a través del método natural. Según Martínez de Osada (2006, 172 – 173), “no desdeñó la educación física y mostró preocupación por ella. Recomendó ejercicios físicos en los cursos escolares dentro de la educación integral”.
En su obra Orbis Sensualium Pictus (1658) aparecen grabados con fines didácticos entre los que se perciben a varios hombres jugando tenis. Sobre el juego, de forma general considera su carácter recreativo a partir de la distracción de los sentidos externos e internos.
La obra pedagógica de Comenius tiene tal importancia que sus aportes sentaron las bases científicas de la Educación Física Moderna posteriormente desarrolladas por sus cuatro fundadores: Federico Ludovico Jahn (1778 – 1852), Pedro Enrique Ling (1776 – 1839), Francisco de Amorós y Ondeano (1770 – 1848) y Tomas Arnold (1795 – 1842).
Entre los años 1642 al 1648 reside en Suecia. En Elbing se publica su obra Pansophiae diatyposis. También escribe nuevos textos para la enseñanza – aprendizaje del latín y otros textos escolares. En 1648 regresa a Leszno donde reside hasta 1650, con posteridad viaja a Hungría para trabajar en la reforma pedagógica de las escuelas de Transilvania, allí escribe su texto Gentis felicitas referente al buen gobierno.
En 1656 cambia su residencia a Ámsterdam. Allí recibe protección oficial del gobierno después de perder todos sus bienes en el incendio de Leszno. En 1657 se edita su Opera didáctica omnia a cargo del Senado de Ámsterdam. Este texto compila sus obras pedagógicas hasta el momento escritas. En 1658 se publica su texto Orbis pictus en Nüremberg. La concepción de la enseñanza a través de imágenes es recurrente en su pensamiento pedagógico. En su obra Didáctica Magna, en el capítulo XVIII, “Fundamento de la solidez para aprender y enseñar”, expone en el Fundamento V:
En esto estriba todo; hay que enseñar a los hombres, en cuanto sea posible, a que sepan, no por los libros, sino por el cielo y la tierra, las encinas y las hayas, esto es: conocer e investigar las cosas mismas no las observaciones y testimonios ajenos acerca de ellas. Así seguiremos las huellas de los sabios antiguos al tomar nuestro conocimiento del modelo mismo de las cosas. (Comenius, 1998, 28, 60)
A continuación expone como regla los siguientes tres juicios:
I. Todo debe deducirse de los principios inmutables de las cosas. II. No se debe enseñar nada por la mera autoridad, sino que todo debe exponerse mediante la demostración sensual y racional. III. En nada se empleará únicamente el método analítico, la síntesis con preferencia en todas las cosas. (Comenius, 1998, 28, 60)
Al final de su vida se estableció en Ámsterdam. Gracias a la invitación del holandés Lorenzo de Geer quien le ofreció amparo y protección. En 1666 se publica su texto De rerum humanarum emendatione en Ámsterdam que constituye su gran tratado politíco. En 1668 publica Unum necesartum. En 1670, el 15 de noviembre, fallece en Ámsterdam. Fue enterrado en la iglesia Naarden en Holanda. En 1670, Leibniz, citado por Abbagnano y Visalberghi (1992, 205) en el elogio fúnebre, pronunció: “Quien quiera contarse entre los buenos, te honrará, Comenius, y honrará a tus esperanzas y sueños”
Muchos pensadores han abordado en diferentes épocas la importancia del legado de Comenius. Hernández (1986, 23) expone:
“(…) Boyd y King [lo] califican como <<un gran educador en una época de pequeños maestros>>, Compayré como <<Bacón de la pedagogía>>, Michelet como <<El Galileo de la educación>>, René como <<el primer gran pedagogo de los tiempos modernos>>, Luzuriaga como <<el creador de la didáctica en su sentido realista>>, Mantovani como <<el precursor de la educación del pueblo>>, Caló como <<el primero en haber querido dar a la pedagogía las características de una verdadera ciencia>>, Leibiniz como <<ciudadano del mundo>> al que <<vendrá el tiempo en que una multitud de hombres de bien le honrará y honrará, no solamente sus obras, sino también sus esperanzas y sus deseos>>”
Uno de sus grandes aportes a la pedagogía es su concepción pansófica de la educación. Esta concepción no sólo constituía las bases epistemológicas de su teoría del conocimiento, sino también una vía para alcanzar la sabiduría del buen vivir; en ella se incluyen no solo una cosmovisión del mundo en cuanto a lo macro, sino también el conocimiento de una parte de ese mundo en cuando a lo micro, esto es, el conocimiento holístico del ser humano. También en esta concepción se pueden encontrar elementos éticos, sociales, religiosos y principios para reformar la sociedad desde una cultura de la paz y el respeto a la diversidad en el mundo.
Se puede concluir que los aportes realizados a la pedagogía por Comenius eran muy adelantados para su tiempo en diferentes aspectos como: la insistencia en la “universalidad” y su teoría de que si una idea o método son buenos para un grupo o determinado contexto, puede ser de igual manera valioso para otros grupos y contextos. Abogó por una educación que defendiera no solo la igualdad entre hombres y mujeres, sino también la coeducación de pobres y ricos. Según Savin (1981, 4), planteó: “la cuestión de la enseñanza general, elaboró un sistema de educación y fundamentó con profundidad la estructuración del proceso docente en la escuela. Su trabajo, la Didáctica Magna, fue una de las primeras obras sobre la teoría de la pedagogía”
Fue el primero en concebir una pedagogía (sobre todo didáctica) como un saber independiente del conocimiento teórico de la época. Demostró la importancia de la enseñanza relacionada con la naturaleza para lograr una adecuada educación integral. Se remitió frecuentemente a muchos elementos naturales para defender este pensamiento. Sobre la importancia conferida por Comenius a la naturaleza en el proceso educativo, refiere Alfonso Chacón (2009, 95): “el principio de conformidad con la naturaleza significaba que la educación debía relacionarse con el mundo exterior y la naturaleza de los niños, ya que el pedagogo debía tomar como punto de partida la unidad del hombre y tomar en cuenta las particularidades de las edades de los alumnos”
Su obra constituye un esfuerzo notable por su amplitud y profundidad del pensamiento pedagógico. La misma expone “las tesis teóricas fundamentales de los <<principios de la enseñanza>>, síntesis de carácter metodológico (reglas didácticas), elaboración de las normas organizativas del proceso de instrucción (…) para aquellos tiempos del sistema de clases en grupo” (Gmurman, V. E y Korelev, F. F, 1967, 32). También se puede afirmar que su obra es el inicio de la pedagogía como disciplina autónoma. Muchos de los problemas analizados por Comenius no se han resuelto o se han resuelto parcialmente. La sistematización en los métodos, los medios y las técnicas educativas no tuvo precedentes y demoró en encontrar una continuidad.
Aunque el tema de la universalización de la enseñanza, la preocupación por la lengua materna, la gradación y ordenación de los estudios fueron promovidas por pensadores anteriores a él, no alcanzaron la magnitud desarrollada por Comenius. No así otras como la importancia de promover un aprendizaje más ameno para el estudiante y tener en cuenta la revalorización de la experiencia.
Su labor pedagógica se caracterizó por la defensa de la igualdad en la educación. Consideraba que el pueblo sencillo también tenía derecho a la educación, luchó porque el niño con bajos recursos económicos tuviera igualdad de condiciones con respecto a los niños con una alta solvencia económica, criticó la disciplina mecánica y los métodos utilizados en la enseñanza para la mera memorización. Propuso la necesidad de transformar estos métodos, y encontrar nuevos sistemas de enseñanza que no sólo posibilitaran aprender mucho mejor y más vivadamente lo que ya se enseñaba, sino también permitieran al estudiante ampliar su espectro de conocimientos a un universo más rico y complejo del heredado por la tradición clásica.
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