Acerca de la Reforma del Nivel Medio Superior

Alfredo Macías Narro

Marzo 24 del 2003

Revisado en marzo del 2012.

En fechas recientes, se ha tratado de emprender un proceso más de reforma del nivel medio superior educativo, en especial aunque no sólo, referido al sector tecnológico. Este nuevo intento de Reforma, está corriendo con una fortuna heterogénea, por decir lo menos.

Es indudable que, con base en las experiencias del pasado, este proceso de reforma curricular, debe enfocarse no solamente desde la óptica de una adecuación de asignaturas (y de sus respectivos contenidos, desde luego ), sino plantearse desde una perspectiva más amplia, de acuerdo con el contexto global actual y de cara a la construcción de un mejor futuro para nuestro país.

Las vertientes que estarán determinando las opciones viables de reforma para el nivel medio superior, abarcan las dimensiones política, económica y social, en los tres órdenes de gobierno: federal, estatal y municipal.

En el aspecto político, no sólo hace falta forjar acuerdos (hoy inexistentes) entre las dependencias e instituciones educativas, acerca del proceso de reforma requerido o deseado, sino que es imprescindible renovar el marco de referencia general en que deberá acotarse la amplitud y flexibilidad de los límites que requerirá un nuevo sistema educativo nacional; en la actualidad, nada más lejos de la realidad, que pensar en algo semejante a un verdadero sistema educativo nacional, es decir, más allá de la retórica oficial, el maquillaje de cifras o las buenas intenciones de algunas personas (morales y físicas). En esta dirección, se hace necesario analizar con verdadera objetividad las posibilidades y las intenciones reales de cambio de todos y cada uno de los componentes, hoy dispersos, de los actores involucrados en el proceso educativo.

En la cuestión económica, es indudable que debe analizarse a fondo y con mucha seriedad, las posibilidades de absorción de egresados del nivel medio superior profesional y tecnológico por parte del sector productivo. En este hilo de ideas, es de llamar la atención la marcada “terciarización”[1] de la economía, coincidente en la actualidad, con la PEA (Población Económicamente Activa) y el PIB (Producto Interno Bruto). Expresado en otros términos, es necesario establecer nuevos indicadores de demanda de egresados del nivel medio superior,  así como ampliar los existentes, con el fin de precisar con mayor exactitud la relación Currículo–Demanda, por ejemplo, definiendo desde y para cada entidad federativa, la prospectiva de su sectorización económica y el grado de participación e impacto de su respectivo sector productivo en los tres órdenes de gobierno, definiendo, obviamente, el nivel de corresponsabilidad de cada uno en la creación y/o redefinición de la orientación académica y curricular de las opciones educativas pertinentes, suficientes y adecuadas para ellas.

En este sentido, se hace imprescindible comenzar a aterrizar no solamente el proceso descentralizador de la educación y, desde luego, de los recursos económicos que por ley les corresponde, hacia los estados y de estos a los municipios. Es un hecho que, en la actualidad, la federación se arroga una desproporcionada parte de los ingresos que, por concepto de impuestos, colectan los municipios y las entidades federativas y les devuelve una proporción injusta, a destiempo y, por si esto fuera poco, llena de “candados” para su aplicación. Es indudable que si esta situación no cambia en muy corto plazo, no estará lejano el día en que las entidades federativas comiencen a rechazar la “federalización” de los niveles educativos superiores al básico; en este nivel educativo, ya se tiene el ejemplo del “regreso a la federación” de la responsabilidad de la educación básica y normal de los estados de Oaxaca y Tlaxcala. 

En el ámbito social, el panorama de la educación media superior y, en especial la tecnológica, es más incierto aún. Las cifras indican una marcada preferencia de los jóvenes hacia el bachillerato con finalidad fundamentalmente propedéutica, es decir, como un paso hacia el nivel educativo superior, independientemente del tipo o modalidad educativa en que esté inscrito.

Aunado a lo anterior, la demanda educativa superior por parte de los egresados del nivel medio superior, se centra acusadamente en cuatro carreras profesionales tradicionales (Contabilidad, Medicina, Derecho y Administración). Lo anterior, es un problema añejo y de una enorme complejidad cultural, ya que se relaciona profundamente con cuestiones que son, en realidad, ajenos al sistema educativo; a manera de ejemplo, podemos mencionar la tan  arraigada como equivocada creencia  en la educación como un factor de movilidad social. Este factor, es decir, la movilidad social, tiene más que ver con las cuestiones económicas, en tanto posibilitadores de la adquisición de “posición” social a través de símbolos físicos de “estatus” y, en este sentido material y utilitario, el poseer un título universitario (entre más “clásico” mejor), entra de manera obvia en la categoría de adquisición de un símbolo.

La cuestión de la elección de una opción educativa, en el nivel medio – superior, se refleja de modo evidente en las siguientes cifras:

82% de la matrícula de la educación media superior está inscrita en modalidades propedéuticas y sólo el 18% cursa alguna opción vocacional o técnica.

De las cifras anteriores, no se sabe a ciencia cierta qué proporción de estudiantes inscritos en una opción técnica, la usa con fines propedéuticos, es decir, para continuar con una opción educativa superior convencional.

Por otra parte, de acuerdo con las necesidades del desarrollo tecnológico de nuestro país, se hace necesario reformular y definir las características necesarias (el perfil deseado) del capital intelectual nacional y conciliarlo, tanto con las posibilidades (de toda índole) de desarrollo educativo institucional, como con las legítimas aspiraciones sociales y culturales de una nación pluriétnica, subdesarrollada y sumida en una cada vez más profunda crisis económica.

En la esfera de lo técnico, pedagógico y administrativo, se hace necesario incorporar en el proceso de reforma del nivel medio superior, una reorientación de la demanda por áreas del conocimiento y por carreras profesionales, en busca del fortalecimiento del área académica de Ingeniería y Tecnología y que esta se adecue a las necesidades y posibilidades de los municipios y los estados.

Amén de lo anterior, entre los cambios sustantivos que se hace necesario propiciar y apuntalar, se destacan de manera sobresaliente la revolución del espacio académico, así como del tiempo académico; esto deberá dar lugar a la gestación de un proceso innovador en el que se proyecten nuevas modalidades de atención a los jóvenes y los adultos, en forma de maneras diferentes de organización y gestión escolar, entre las que destaca la flexibilidad administrativa institucional, para generar y desarrollar nuevas modalidades de atención (abierta, a distancia y mixtas), a fin de que pueda modificarse de fondo la oferta correspondiente al sistema escolarizado tradicional.

En el ámbito pedagógico, es impostergable enfocar el problema de la demanda educativa del nivel medio superior de manera integral, es decir,  no sólo debe buscarse la mejora de la matrícula de primer ingreso, sino debe también ponerse atención en la disminución de las tasas actuales de deserción, así como el acortamiento de la duración promedio de los estudios en el sistema escolarizado; lo anterior sin detrimento de la calidad académica. Al mismo tiempo, debe procurarse la flexibilización de los tiempos académicos necesarios para la conclusión de sus estudios en los sistemas semiescolarizados, abiertos y a distancia. Será conveniente, diseñar y establecer cursos remediales, tutorías flexibles, seminarios autogestivos y otros medios de seguimiento académico para todos los ingresantes (en cualquiera de las modalidades).

Finalmente, se hace necesario redefinir la pertinencia y relevancia de los aspectos vocacionales y laborales del servicio social, así como de las estancias académicas y profesionales, tanto para estudiantes (de todos los niveles académicos), como para los profesores (de todas las áreas del conocimiento); en este sentido, la orientación que deberá privar en todas las opciones, tipos y modalidades educativas del nivel medio superior, deberá estructurarse de acuerdo con el grado de integración de cada plantel individual con su entorno social, político, cultural y económico.

Hoy, a casi una década de distancia, la RIEMS ha demostrado fehacientemente su estrepitoso fracaso, así como el criminal despilfarro de recursos que ha implicado durante este periodo de aplicación forzosa, unilateral y discriminando de manera insensible a los profesores que se han atrevido a manifestar una postura disidente con la misma. Los planteles siguen siendo feudos cerrados y ajenos a la realidad social, política y económica que les circunda.

Ahora se habla pomposamente de un “esquema nacional de vinculación”, es decir, entendiendo esto bajo una óptica de subordinación a los intereses del capital, se prefigura como un programa irrelevante en el que, más supuesta que realmente, se pretende lograr que la iniciativa privada se preocupe por atraer mano de obra barata o incluso gratuita (caso de las estancias profesionales y el servicio social, por ejemplo), semicalificada sin más sentido que el cubrir un mero requisito administrativo y mejorar la paupérrima estadística. Este esquema, como todos los semejantes que le han antecedido, está irremisiblemente destinado al fracaso y al olvido en pocos meses.

Cabe aquí, hacer un recordatorio de las palabras del maestro Julio Boltvinik:

“Una comunidad es pobre, en la medida que pierde el control sobre sus procesos vitales” y la educación es un proceso social vital para cualquier comunidad, sin duda alguna.  

      

          


[1] Incremento de las actividades comerciales y de servicios de una sociedad..

 


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