Con la argumentación del activismo psicopedagógico y del pragmatismo educativo imperante se impone como dogma el principio de la adaptación a la naturaleza o a la sociedad. Históricamente en México José Vasconcelos ya había debatido con el pragmatismo de John Dewey develando las deficiencias de la pedagogía progresiva y propuso una pedagogía mexicana más allá de estos principios, con Odiseo como sujeto pedagógico.
Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Querétaro
Colegio de Bachilleres del Estado de Querétaro
El profesor se enfrenta a diversas concepciones de lo que es educar que en gran medida guían -de manera explícita o implícita- su práctica docente. Ricardo Nasiff1 afirma que los conceptos de educación son múltiples, aunque identifica dos grandes orientaciones, presentes ya en la etimología de la palabra; educación como educare cuyo significado es criar, nutrir o alimentar y remite a una acción realizada desde el exterior; y educación como educere que significa llevar, desarrollar lo que el individuo posee en su interior, o conducir desde dentro hacia fuera. La historia de la pedagogía se ha movido en estos dos grandes polos.
La controversia teórica de considerar la educación como una acción externa o un desarrollo interno fue protagonizada históricamente en México por José Vasconcelos en oposición a la “pedagogía activa” de John Dewey que predominaba en esa época. Afirmaba Vasconcelos que cuando se vio ante el reto de educar, no a un individuo, ni a un grupo, sino a un pueblo entero, la filosofía pragmática del norteamericano resultaba sumamente limitada y pobre para guiar el proyecto educativo de los mexicanos. El principio fundamental de esa pedagogía -la adaptación- era un dique para las necesarias transformaciones posrevolucionarias.
Vasconcelos generó un modelo educativo alternativo muy distante de los principios naturalistas y de la acción de la “pedagogía progresiva” norteamericana; denunció la pequeñez de la ambición de esa pedagogía que no tiene más aspiración que reproducir el status quo social2. Por el contrario, vislumbró lo pedagógico más allá de la adaptación a lo natural o a lo social al abrir las posibilidades educativas a la creación de un ser social nuevo.
Es Odiseo -y no el práctico Robinson de Dewey, o el natural Emilio de Rousseau-, quien expresa la conciencia de búsqueda de lo desconocido, exponiéndose a los peligros de encuentros súbitos y desconcertantes, transitorios y elusivos del mundo por construir. La “pedagogía estructurativa”3 de Vasconcelos se revela así contra las funciones normalizadoras o a las groseras pautas pragmáticas de la “pedagogía activa”.
Los principios psicológicos de la “necesidad natural” o el “interés espontáneo” del alumno como faros orientadores de la educación, fueron considerados por el filósofo mexicano como reduccionistas. Son las facultades superiores -la imaginación, la fantasía, la reflexión, la simbolización y la teorización producto de la ciencia, el arte y la filosofía– las que permiten liberarse de las necesidades inmediatas y compartidas con el resto del reino animal. Son estas facultades de orden superior auténticamente humanas el objeto de la educación. Como la necesidad de las mismas no es espontánea, la función de la escuela y del maestro son generarlas; enseñar el conocimiento humano históricamente acumulado, la cultura universal, tanto clásica como moderna, un humanismo trascendente, inspirado en la sabiduría.4 El perfil del maestro no es el de un simple coordinador u observador de los procesos psicológicos o sociales espontáneos, sino un actor insustituible en la labor educativa, por medio del cual se pone en contacto al alumno con el pensamiento universal.
Las medianías de la vida común las obtiene el alumno del ambiente social en que habita, afirmaba Vasconcelos, pero solo la escuela proporciona la síntesis del conocimiento humano universal.5
Vasconcelos fue más allá de los renombrados pedagogos actuales al establecer la grandeza de miras de la educación: formar en el alumno la visión de totalidad de la cultura universal. Se puede afirmar que el proyecto pedagógico cultural para el México posrevolucionario generado por Vasconcelos tiene validez actual, porque es auténticamente moderno, más aún, sigue siendo revolucionario y rebasa las propuestas pedagógicas posmodernas de la globalización cuyos objetivos son la adaptación y la difusión de conocimientos elementales, útiles para la vida cotidiana. La educación debe apuntar a la anticipación de un futuro trascendente, lo aún no ocupado por el conocimiento de hoy.
Hoy como ayer se confirma que Odiseo se yergue auténticamente moderno ante Robinson quien requiere inventar y descubrirlo todo, como afirmaba Vasconcelos, cual si no existiese la historia de la cultura humana.
Notas
*Artículo publicado en Palabra. Año 2, Número 8, enero-febrero de 2003. México, Colegio de Bachilleres del Estado de Querétaro.
1. SEP. Universidad Pedagógica Nacional. Sistema de Educación a Distancia, Optativa. México. p. 42.
2. Se pueden identificar en la actualidad las versiones contemporáneas de esta postura con las tesis pedagógicas inspiradas en la psicogénesis piagetiana, y las implícitas posiciones sociológicas de Durkheim. Por ejemplo César Coll considera a una persona educada cuando esta ha aprendido el conjunto de conceptos, explicaciones, destrezas, prácticas y valores que caracterizan una cultura determinada, de tal manera que el individuo sea capaz de interactuar de forma adaptada con el medio físico y social en el seno de la misma” en César Coll. “Desarrollo, cultura, educación y escolarización” “Consideraciones generales en torno al concepto de curriculum” y “Un modelo de currículum para la enseñanza obligatoria”en Psicología y curriculum. México, Paidós, 1992. Pp 22-29., 29-33, 131-156.
3. José Vasconcelos. De Robinsón a Odiseo. Pedagogía estructurativa. Madrid, Aguilar, 1935.
4. Ibid. P. 30.
5. En este sentido se inscribe la corriente de pensamiento de teóricos como Bereiter quien afirma que el crecimiento educativo es aquel susceptible de ser provocado o facilitado mediante una acción pedagógica directa, y que el meollo de la educación no es favorecer el desarrollo natural, sino el máximo posible de conocimientos -tanto en amplitud como en profundidad- habida cuenta de las potencialidades intelectuales del alumno, pues son estos conocimientos los que no adquirirá sin una acción pedagógica directa.
Odiseo, revista electrónica de pedagogía. Año 1, núm. 1. 1 de julio de 2003.
http://educacionypsicologia.org.mx/revistaodiseo/2003/07/03lopezflores_clasicos.htm (ISSN 1870-1477).
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