Año 2, Número 3. Julio - diciembre de 2004
Colonialismo y modernidad:
la enseñanza del español en la Nueva España
Susana López Guerra
Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Querétaro
Marcelo Flores Chávez
Colegio de Bachilleres del Estado de Querétaro
La historia de la enseñanza de la lengua española
en América se asoció indisolublemente a la imposición
de la cultura occidental como modelo de modernidad, mediante el tránsito
de lo indígena pagano a lo ibérico-católico-romano.
Las relaciones entre la economía y las políticas lingüísticas
y educativas para la Nueva España estuvieron íntimamente
entrelazadas: relacionadas fundamentalmente con la necesidad del control
militar, económico, político e ideológico sobre los
territorios conquistados, y de conformar en los pobladores una identidad
como individuos del Estado colonial y súbditos de la Corona española.
La relación entre el poder público y la
lengua implica la relación entre lingüística, historia
e historia de la lengua, por lo que la percepción de la misma,
el estudio de su evolución y su enseñanza no pueden desligarse
de la historia de las conquistas, la lucha entre los pueblos y las guerras1.
El dominio de la lengua ha servido también como indicador de supremacía
y descalificación del otro; los griegos llamaban bárbaros
a los hombres que no tenían el dominio de su lengua; para los romanos
el barbarus designaba al extranjero, al inculto, al ignorante;
en la edad media, el latín fue la única lengua aceptada
para comunicarse con Dios, era la lengua del poder y el saber.
En México, desde la Conquista hasta nuestros días se puede
identificar que la articulación del horizonte cultural y las políticas
lingüísticas -y para la enseñanza de la lengua- se
han realizado con la imposición del valor de la modernidad,
reordenado, según el momento histórico, en función
de distintas teorías culturales, sociales, económica y políticas.
La palabra modernus apareció por primera vez en el siglo
V, y se utilizó para distinguir el presente romano cristiano opuesto
al paganismo del período clásico2.
Alejandra Moreno Toscano afirma que en los primeros años del siglo
XVI, para justificar la expansión colonial europea se definieron
dos ideas fundamentales que guiaron la occidentalización de los
pueblos conquistados: todo dominio provenía fundamentalmente de
la condición religiosa de los hombres, y una civilización
era superior a otra.3
De esa manera la historia de la lengua española en América
se asoció indisolublemente a la imposición de la cultura
occidental como modelo de modernidad, mediante el tránsito de lo
indígena pagano a lo ibérico-católico-romano4.
Las relaciones entre la economía y las políticas lingüísticas
y educativas para la Nueva España estuvieron íntimamente
entrelazadas: relacionadas fundamentalmente con la necesidad del control
militar, económico, político e ideológico sobre los
territorios conquistados, y de conformar en los pobladores una identidad
como individuos del Estado colonial y súbditos de la Corona española.
Las políticas lingüísticas de la Nueva España
continuaron la filosofía y política de los reyes Isabel
y Fernando para la reconquista de España. El historiador real Elio
Antonio de Nebrija elaboró la primera gramática española
destinada a nacionalizar el castellano; su Gramática
sobre la lengua castellana recomendaba que se enseñaran las
cosas de la nación en el idioma de la nación.5
El castellano dice Shirley Brice Heath-- fue entonces la norma
en la política, la erudición y el arte, instrumento cultural
y político, lengua vigorosa de una sociedad que se afirmaba.6
La tesis de Pilar Gonzalbo que explica la política lingüista
en la Nueva España a partir de la primera impresión que
los españoles tuvieron del poderío azteca7,
o de los cambios en la vida cultural y filosófica de Europa --como
afirma Gloria Bravo Ahuja-- son poco plausibles. La difusión del
castellano como lengua imperial es expresada con toda claridad por Nebrija
quien escribía su gramática no para enseñar a los
españoles a hablar su lengua, sino para que aprendieran los pueblos
conquistados la lengua del conquistador.8
Sin embargo, en la revisión histórica de la política
lingüística y educativa de la Nueva España se observa
un aparente sentido contradictorio. El escenario se aclara cuando se contrastan
las necesidades de control militar, económico, político
e ideológico de la población con las fases de conquista
y colonización del territorio novohispano. Por ello las ordenanzas
que se emitían desde la metrópoli para la enseñanza
de la lengua seguían políticas específicas, según
se requerían. Veremos a continuación algunos casos donde
puede seguirse la posible validez de esta tesis.
En la conquista espiritual los franciscanos usaron el náhuatl
y otras lenguas nativas para el adoctrinamiento. Pero en 1550 Carlos V
promulgó la ordenanza para que todos los indios aprendieran castellano:
...sean enseñados en nuestra lengua castellana y que
tomen nuestra policía buenas costumbres, porque por esta vía
con más facilidad podrán entender y ser doctrinados en las
cosas de la religión cristiana.9
En 1559 apareció La Cartilla de Fray Pedro de Gante para
enseñar a los indios a leer en latín, castellano y su lengua
o dialecto.10
Los contenidos educativos lingüísticos --las letras del alfabeto
y las vocales y consonantes formando sílabas elementales-- eran
el vehículo para acceder al adoctrinamiento: el Padre Nuestro,
el Ave María, Credo, y los artículos de la
fe, los Mandamientos de la Ley de Dios y los Sacramentos de la
Santa Madre Iglesia. La Cartilla incluía además una
explicación de los pecados veniales y mortales; la asociación
de los sentidos corporales con los espirituales y las obras de misericordia
cristiana. Finalmente, la confesión, la bendición de la
mesa y la contrición, además de una serie de palabras abreviadas.11
Hay que mencionar que no se traducían a las lenguas indígenas
los conceptos referidos a la divinidad, (Jesús, María, Dios)
solamente los textos.
Para controlar la incipiente autonomía de los conquistadores y
colonizadores, que encabezaba Martín Cortés, Felipe II trasladó
la encomienda12
de la cristianización de los indios a los religiosos; no para evitar
los abusos de los encomenderos --por la elevada conciencia cristiana del
monarca, como se asegura--, sino para la centralización del poder
de la Corona sobre la Colonia. Es comprensible que no se favoreciera el
desarrollo de una estructura feudal-capitalista local --al considerarla
riesgosa para los intereses centralizadores del imperio-- y se continuado
con la recaudación tributaria de los pueblos tribales, como en
tiempos de la confederación azteca
El dilema de la castellanización de los indios para su completa
transculturación o de la conservación de las lenguas vernáculas
para la preservación de su identidad cultural --con el consecuente
aislamiento socioeconómico, lingüístico y el permanente
riesgo del retorno a sus prácticas paganas--, implicó la
discusión sobre el problema de su control económico, político
e ideológico. Si bien era importante imponer la lengua del imperio,
los conquistadores y colonizadores argumentaban que cuando los indios
se castellanizaban se transformaban en ladinos e igualados,
contrario a la docilidad y obediencia mostrada cuando solamente hablaban
su propia lengua, --además de que una gran mayoría los españoles
peninsulares eran analfabetas.
En 1565 (el mismo año en qué Martín Cortés
se rebela) el emperador exigió que los misioneros aprendieran la
lengua de cada grupo indígena a su cargo, pero ante la dificultad
de la empresa, y como el náhuatl era una lengua franca en la estructura
política y tributaria del imperio azteca, para 1570 emitió
la cédula real que la declaraba la lengua oficial de los indios:
...para que los indios aprendiesen todos una misma lengua y
que ésta fuese la mexicana [náhuatl] que se podría
aprender con más facilidad por ser lengua general.13
Felipe III ordenó nuevamente la evangelización en cada
una de las lenguas indígenas dejando el uso del castellano para
otros menesteres; su sucesor, Felipe IV, determinó nuevamente que
se enseñara a los indios en lengua castellana para que fuesen más
fácilmente sujetos al control gubernamental:
...que no les permitan hablar la lengua materna. ...que haya
cátedra para que los doctrineros sepan la lengua de sus feligreses
y los puedan mejor instruir en nuestra Santa Fe Católica.14
Finalmente en 1770 Carlos III emitió la ordenanza para que sólo
se hablase el castellano en la Nueva España y se desterrasen, de
manera definitiva los otros idiomas, con el fin de remover los impedimentos
de comunicación con los españoles y para el logro de la
unidad de la Nueva España:
...para que de una vez se llegue a conseguir el que se
extingan los diferentes idiomas de que se usa en los mismos dominios y
sólo se hable el castellano.15
El racismo y la estratificación de la población de la Nueva
España fueron las características de la organización
social del Virreinato, españoles e indios recibían una educación
separada16; la
educación era tan diferente para cada uno de las castas, estratos
y clases sociales, como la recibida por ciudadanos de diferentes naciones.
Para los criollos de la Colonia el ideal lingüístico era la
lengua española peninsular, la verdadera lengua castellana,
por lo cual la educación lingüística estuvo orientada
en ese sentido.17
Una vez que aceptan la evangelización, las labores educativas
para los indígenas se limitan a mantener vigentes las creencias
cristianas y los curas del clero secular son los encargados de estas tareas;
su misión es la instrucción de los jóvenes en la
fe cristiana.18
El método de enseñanza del español se realizaba
con un pequeño folleto de 8 hojas compuesto de 38 lecciones o ejercicios:
el Silabario Método de San Miguel o Silabario de San
Vicente. En la primera lección aparecían las vocales
en letra impresa, ordenadas en cinco series; en cada serie una vocal distinta
en orden de prioridad para memorizarlas en forma horizontal y vertical.
En las siguientes seis lecciones se pasaba a listas de sílabas.
De la lección 8 a la 23 el alfabeto en minúsculas, mayúsculas,
y en las demás lecciones palabras separadas por sílabas.
Los contenidos versaban sobre temas exclusivamente religiosos.19
El objetivo de la política lingüística es favorecer
la comunicación y la fluidez de los actos sociales. En los ejemplos
anteriores observamos como las contradicciones de la política lingüística
a lo largo de la conquista y de la colonización son en realidad
contradicciones aparentes, su fin último siempre fue el de mantener
el control militar, económico y político-ideológico
de la población; es comprensible si se considera que en ciento
cincuenta años de colonialismo se transfirieron desde América
a España 500 millones de pesos de oro, una cantidad equivalente
al capital invertido en la revolución industrial inglesa. 20
Notas
1 Silvio Zavala.
El castellano, ¿lengua de comunicación?", en:
Poder y lenguaje desde el siglo XVI. México, El Colegio
de México, Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios,
1996. Passim. 3 -32.
2 Según
investigaciones de Hans Robert Jauss, citado por Jürgen Habermas,
en: La posmodernidad. Barcelona, Ed. Kairós. 1988. pp. 19-20.
3 Alejandra Moreno
Toscano. El siglo de la conquista, en: Historia General
de México. Tomo I. México, El Colegio de México.
1987. p. 326.
4 Juan Casassus.
Modernidad educacional y modernización educativa. Boletín
del Proyecto Principal. ORELAC. Santiago de Chile, 1992, en: Margarita
Noriega Chávez. En: Los laberintos de la modernidad: Globalización
y sistemas educativos. México, Universidad Pedagógica
Nacional. 1996. p. 23.
5 Antonio de Nebrija.
A la mui alta y assí esclarecida princesa doña Isabel...,
en Gramática de la lengua castellana. 2ª. ed. Estudio
y edición de Antonio Quilis. Madrid. Editora Nacional. 1984. p.
101.
6 Shirley Brice
Heath. La política del lenguaje en México: de la colonia
a la nación. México, Dirección General de Publicaciones
del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes / Instituto Nacional
Indigenista. 1992. p. 24.
7 Pilar Gonzalbo
Aizpuru. Educación y colonización en la Nueva España.
1521-1821. México, Universidad Pedagógica Nacional.
Colección Historia, Ciudadanía y Magisterio, 2000. p. 22
8 Nebrija. Op.
cit . p. 101.
9 Disposiciones
complementarias de las leyes de Indias. Vol. III, citado en: Gloria
Bravo Ahuja. La enseñanza del español a los indígenas
mexicanos. México, El Colegio de México. 1977. p. 34.
10 Antonio Barbosa
Heldt. Cómo han aprendido a leer y a escribir los mexicanos.
México, Editorial Pax. 1973. p. 193.
11 Véase
el facsímil completo de La Cartilla en Gloria Bravo Ahuja.
Op. cit, pp. 36-51.
12 La encomienda
era la tributación en especie o servicio personal de los indígenas
encomendado a los españoles; los encomenderos tenían a su
vez como obligación la cristianización de los indígenas.
A excepción de los vasallos de Hernán Cortés todos
los indígenas encomendados a los conquistadores son súbditos
del emperador.
13 Cédulas
reales, Vol. XLVII, Archivo General de la Nación, en: Gloria
Bravo Ahuja. Op. ci.t, pp. 34.
14 Citado por
Velasco Caballos, La alfabetización en la Nueva España.
pp. LVI LVII, en: Gloria Bravo Ahuja, Id.
15 Id.
16 Por ejemplo
los colegios de San Pedro y San Pablo que los jesuitas instituyen para
los españoles y el de San Gregorio y San Martín para los
indígenas. Gonzalo Aguirre Beltrán. Esclavismo señorial
y despotismo ilustrado, en: Lenguas vernáculas. Su uso
y desuso en la enseñanza: la experiencia de México.
México. Ediciones de la Casa Chata. 1983. p 36
17 Shirley Brice,
op. cit. pp. 18-19.
18 Gonzalo Aguirre,
op.cit. p. 51
19 Antonio Barbosa,
op. cit. pp. 27-30.
20 Enrique Semo.
Historia del capitalismo en México. México, Ediciones
Era-Secretaría de Educación Pública. 1987. p. 101.
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