Pedagogía mexicana y la modernidad de los clásicos*
Con la argumentación del activismo psicopedagógico
y del pragmatismo educativo imperante se impone como dogma el principio
de la adaptación a la naturaleza o a la sociedad. Históricamente
en México José Vasconcelos ya había debatido
con el pragmatismo de John Dewey develando las deficiencias de la
pedagogía progresiva y propuso una pedagogía mexicana
más allá de estos principios, con Odiseo como sujeto
pedagógico.
Susana López
Guerra
Universidad Pedagógica Nacional, Unidad
Querétaro
Marcelo Flores
Chávez
Colegio de Bachilleres del Estado de Querétaro
l
profesor se enfrenta a diversas concepciones de lo que es educar
que en gran medida guían -de manera explícita o implícita-
su práctica docente. Ricardo Nasiff1
afirma que los conceptos de educación son múltiples,
aunque identifica dos grandes orientaciones, presentes ya en la
etimología de la palabra; educación como educare
cuyo significado es criar, nutrir o alimentar y remite a una acción
realizada desde el exterior; y educación como educere
que significa llevar, desarrollar lo que el individuo posee en su
interior, o conducir desde dentro hacia fuera. La historia de la
pedagogía se ha movido en estos dos grandes polos.
La controversia teórica de considerar la educación
como una acción externa o un desarrollo interno fue
protagonizada históricamente en México por José
Vasconcelos en oposición a la "pedagogía
activa" de John Dewey que predominaba en esa época.
Afirmaba Vasconcelos que cuando se vio ante el reto de educar,
no a un individuo, ni a un grupo, sino a un pueblo entero,
la filosofía pragmática del norteamericano resultaba
sumamente limitada y pobre para guiar el proyecto educativo
de los mexicanos. El principio fundamental de esa pedagogía
-la adaptación- era un dique para las necesarias transformaciones
posrevolucionarias.
Vasconcelos generó un modelo educativo alternativo muy distante
de los principios naturalistas y de la acción de la "pedagogía
progresiva" norteamericana; denunció la pequeñez
de la ambición de esa pedagogía que no tiene más
aspiración que reproducir el status quo social2.
Por el contrario, vislumbró lo pedagógico más
allá de la adaptación a lo natural o a lo social al
abrir las posibilidades educativas a la creación de un ser
social nuevo.
Es Odiseo -y no el práctico Robinson de Dewey, o el natural
Emilio de Rousseau-, quien expresa la conciencia de búsqueda
de lo desconocido, exponiéndose a los peligros de encuentros
súbitos y desconcertantes, transitorios y elusivos del mundo
por construir. La "pedagogía estructurativa"3
de Vasconcelos se revela así contra las funciones normalizadoras
o a las groseras pautas pragmáticas de la "pedagogía
activa".
Los principios psicológicos de la "necesidad natural"
o el "interés espontáneo" del alumno como
faros orientadores de la educación, fueron considerados por
el filósofo mexicano como reduccionistas. Son las facultades
superiores -la imaginación, la fantasía, la reflexión,
la simbolización y la teorización producto de la ciencia,
el arte y la filosofía-- las que permiten liberarse de las
necesidades inmediatas y compartidas con el resto del reino animal.
Son estas facultades de orden superior auténticamente humanas
el objeto de la educación. Como la necesidad de las mismas
no es espontánea, la función de la escuela y del maestro
son generarlas; enseñar el conocimiento humano históricamente
acumulado, la cultura universal, tanto clásica como moderna,
un humanismo trascendente, inspirado en la sabiduría.4
El perfil del maestro no es el de un simple coordinador u observador
de los procesos psicológicos o sociales espontáneos,
sino un actor insustituible en la labor educativa, por medio del
cual se pone en contacto al alumno con el pensamiento universal.
Las medianías de la vida común las obtiene el alumno
del ambiente social en que habita, afirmaba Vasconcelos, pero solo
la escuela proporciona la síntesis del conocimiento humano
universal.5
Vasconcelos fue más allá de los renombrados pedagogos
actuales al establecer la grandeza de miras de la educación:
formar en el alumno la visión de totalidad de la cultura
universal. Se puede afirmar que el proyecto pedagógico cultural
para el México posrevolucionario generado por Vasconcelos
tiene validez actual, porque es auténticamente moderno, más
aún, sigue siendo revolucionario y rebasa las propuestas
pedagógicas posmodernas de la globalización cuyos
objetivos son la adaptación y la difusión de conocimientos
elementales, útiles para la vida cotidiana. La educación
debe apuntar a la anticipación de un futuro trascendente,
lo aún no ocupado por el conocimiento de hoy.
Hoy como ayer se confirma que Odiseo se yergue auténticamente
moderno ante Robinson quien requiere inventar y descubrirlo todo,
como afirmaba Vasconcelos, cual si no existiese la historia de la
cultura humana.
Notas
*Artículo publicado en Palabra.
Año 2, Número 8, enero-febrero de 2003. México,
Colegio de Bachilleres del Estado de Querétaro.
1. SEP. Universidad
Pedagógica Nacional. Sistema de Educación a Distancia,
Optativa. México. p. 42.
2. Se pueden
identificar en la actualidad las versiones contemporáneas
de esta postura con las tesis pedagógicas inspiradas en la
psicogénesis piagetiana, y las implícitas posiciones
sociológicas de Durkheim. Por ejemplo César Coll considera
a una persona educada cuando esta ha aprendido el conjunto de conceptos,
explicaciones, destrezas, prácticas y valores que caracterizan
una cultura determinada, de tal manera que el individuo sea capaz
de interactuar de forma adaptada con el medio físico y social
en el seno de la misma" en César Coll. "Desarrollo,
cultura, educación y escolarización" "Consideraciones
generales en torno al concepto de curriculum" y "Un modelo
de currículum para la enseñanza obligatoria"en
Psicología y curriculum. México, Paidós,
1992. Pp 22-29., 29-33, 131-156.
3. José
Vasconcelos. De Robinsón a Odiseo. Pedagogía estructurativa.
Madrid, Aguilar, 1935.
4. Ibid.
P. 30.
5. En este
sentido se inscribe la corriente de pensamiento de teóricos
como Bereiter quien afirma que el crecimiento educativo es aquel
susceptible de ser provocado o facilitado mediante una acción
pedagógica directa, y que el meollo de la educación
no es favorecer el desarrollo natural, sino el máximo posible
de conocimientos -tanto en amplitud como en profundidad- habida
cuenta de las potencialidades intelectuales del alumno, pues son
estos conocimientos los que no adquirirá sin una acción
pedagógica directa.
Odiseo, revista electrónica
de pedagogía. Año 1, núm. 1. 1 de
julio de 2003.
http://www.odiseo.com.mx/2003/07/03lopezflores_clasicos.htm
(ISSN 1870-1477).
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