¿Qué esperar de la educación en este Milenio?
Para nadie debería ser un secreto que tanto
la calidad educativa como la propia administración educativa
están en franco deterioro (...) La perspectiva para la educación
bajo el actual esquema, simple y sencillamente nos va a llevar a
más crisis, mayor conflictividad, y a un mayor deterioro
educativo.(...) La vida docente debe trascender de manera definitiva
lo meramente técnico e instrumental, y constituirse en esa
fuerza social capaz de impulsar una perspectiva diferente de sociedad.
Oscar Wingartz
Plata
Universidad Autónoma de Querétaro
La falta de respeto hacia la profesión
docente por parte del gobierno y de las fuerzas dirigentes de la
sociedad, especialmente en relación a la educación
primaria queda materializado, en la insignificante remuneración
que perciben los maestros en comparación con lo que recibe
la burocracia estatal u otras profesiones.
Miguel Ángel Escotet
1
I.- Algunas consideraciones.
l
epígrafe de este trabajo es sumamente pertinente, además
de sugerente. Porque a pesar de la obviedad, la situación
educativa en nuestro medio es una de esas realidades que se han
constituido en clamor de sordos o como diría Juan el Bautista:
"voz que clama en el desierto". No es que uno se quiera
convertir en profeta, predicador o redentor de causas difícil,
desesperadas o perdidas, pero la reiterada realidad nos ubica en
esa tesitura, y nos coloca por la fuerza de los hechos ante un panorama
nada sencillo, y sí muy complejo. En función de este
planteamiento es que se hace necesario y obligado el plantear y
proponer una serie de consideraciones que nos permitan asumir con
la mayor precisión posible el punto a discutir. Decía
que la cita propuesta es suavemente reveladora en razón de
que las diversas instancias de gobierno, no sólo en nuestro
país, sino en toda la América Latina caminan por el
mismo sendero. Este es, ante la compleja y aguda situación
que a traviesan nuestros países, el sector educativo es uno
de los más expuestos y abandonados. Muchos podrán
decir que eso es falso, pero nuestra cotidianeidad lo reafirma,
y nos trae de regreso a lo concreto. Este concreto lo podemos enunciar
como zona de guerra, donde los diversos niveles y subniveles educativos
cada vez se han visto más avasallados, confrontados; y en
determinados casos, dejados a su propia suerte. Como se afirmaba
más arriba, muchos pueden ver o considerar estos puntos como
extremistas, alarmistas o apocalípticos, pero sólo
es cuestión de ir corroborando algunos datos y referencias
de orden estadísticos para confirmar que la situación
educativa en lugar de mejorar, efectivamente ha empeorado; y en
algunos casos se vuelto una realidad explosiva y francamente devastadora,
hasta el punto de constituirse en una realidad irreversible. Algunos
elementos.
Comento esto, porque al menos en nuestro medio, ha habido una actitud
recurrente y remanida de "querer ver moros con tranchete".
Dicho de otra manera, ante la evidencia se contraataca o se niega
aquello que se muestra, o en el peor de los casos se es acusado
de estar actuando de mala fe, de ser un mal intencionado, de ser
un confabulado, de estar conspirando contra las autoridades o pretender
poner en descrédito la labor educativa de 'x' o 'y' gobierno.
Un ejemplo de ello, es el sainete político que se ha desatado
por parte de algunos actores políticos en torno a la errática
e inconsistente actuación del Presidente, tanto en el orden
local como internacional. Donde las descalificaciones, la falta
de respeto, la difamación y el denuesto son la nota predominante.
Se puso este ejemplo, porque en efecto, todavía nos hace
falta crear una verdadera cultura del respeto, la tolerancia, la
veracidad y la congruencia entre el decir y el hacer; y de esa manera
dejar atrás, la simulación, la apariencia, las verdades
a medias, la mentira como recurso central y como norma de conducta.
Crear una cultura de civilidad, sin estridencias ni exageraciones.
Esto también significa ser moderado y respetuoso con uno
mismo y con los otros.
¿Por qué un excurso tan prolongado? Porque
al igual que en materia política, en materia educativa enfrentarnos
con nuestra realidad se nos hace anatema o tabú. Afirmar
o decir que nuestra situación es difícil, pareciera
que estamos adelantando el fin del mundo, y en consecuencia, es
mejor no decir nada, maquillarla, evadirla, negarla o simularla.
Esto que estoy diciendo de ninguna forma se quiere constituir en
aquello que se está afirmando, sino pretende ser un llamado
a la serenidad, a la cordura y la honestidad. Para de ahí
avanzar hacia las soluciones o al menos intentarlas. En este sentido,
retomaría una afirmación de uno de los teóricos
más brillantes del marxismo, el italiano Antonio Gramsci
que decía: "Es necesario llamar poderosamente la
atención sobre el presente tal como es, si se quiere transformarlo".2
Sobre los puntos propuestos, uno de ellos, y que con más
insistencia se reitera, es el relacionado con estado que guarda
la educación pública y privada en nuestro medio. Para
nadie debería ser un secreto que tanto la calidad educativa
como la propia administración educativa están en franco
deterioro. Es más, estos puntos mencionados, en sí
mismos han sido materia de debate. No es necesario remontarnos muy
atrás. Hace un par de semanas a nivel público se estuvo
ventilando 'la calidad académica' de muchas escuelas privadas
en sus diversos niveles, donde la nota predominante fue que muchas
de éstas, no cubrían ni el mínimo exigido para
funcionar como tales. No es ni prejuicio, ni mala voluntad, ni estridencia.
Eso se puede comprobar de manera fehaciente. Otro punto neurálgico
de esta discusión es el estado mismo de la cuestión
educativa. Esto quiere decir, ¿cómo estrictamente
se entiende y se asume la situación educativa en nuestro
medio? En este punto hay que diferenciar los planos. Porque una
cosa es, la enseñanza, es decir, la actividad docente propiamente
dicha, el quehacer en el aula, la actividad didáctica y pedagógica;
y otra muy distinta, las políticas y administraciones educativas.
Que están íntimamente ligadas estas instancias es
cierto, pero que se quieran identificar hasta el punto de no diferenciarse
entre sí, es otro asunto. Así como lo dice Miguel
Ángel Escotet, "…no se puede confundir educación
con escuela y escolaridad con educación".3
Esta ha sido de una de las cuestiones más debatidas, no tanto
por los teóricos y estudiosos del fenómeno educativo,
sino por los políticos y todos aquellos que por una razón
u otra se han visto involucrados es estas discusiones. No son reiteraciones,
sino lo que se pretende es dejar asentado el 'estado de la cuestión'.
Para ser sinceros hay un desconocimiento impresionante sobre el
peso que cobra esta realidad entre nosotros ya para propios y extraños.
II.- Desafíos.
Para entrar en materia me voy a permitir hacer
una afirmación que cobra el peso de una ley o puede tener
el peso de una sentencia lapidaria, y es la siguiente: "México
es un país de reprobados". Empezando por nuestros propios
profesores. Con esta afirmación se abren una serie de consideraciones
y planteamientos de primera magnitud. En un trabajo colectivo, coordinado
por uno de los teóricos más agudos y más penetrantes
en materia educativa en nuestro país, Gilberto Guevara Niebla
expone que la situación educativa en nuestro momento tiene
ante sí cinco grandes desafíos que enfrentar y son:
- La equidad
- La calidad
- El financiamiento
- La productividad, el empleo y la revolución científico-tecnológica
- La participación social.4
Esto quiere decir que desde la perspectiva del autor y sus colaboradores,
son los rubros más álgidos y problemáticos
los que se tienen que afrontar en el sector educativo, aquí
y ahora. Es obvio que, son más los puntos a atacar o los
elementos a enfrentar pero estos son los más problemáticos
y contundentes, y que deben ser analizados, discutidos y resueltos
con todo rigor y vigor. Por otra parte, es un hecho que la realidad
educativa se ha convertido en una auténtica arena de combate.
Donde se han dado todo tipo de incidencias y contradicciones que
ha afectado desde los directamente involucrados (autoridades-docentes-estudiantes)
hasta una gama muy amplia de sujetos, sectores y organizaciones
de toda índole y color. Lo que hace ver a la educación
como un campo minado y en extremadamente proclive a la confrontación.
Vayamos por partes, y tratando de explicitar los puntos ya presentados.
a.- Se afirmaba al inicio de este inciso
que "México es un país de reprobados". Se
pueden preguntar ¿por qué iniciar con una afirmación
de este calibre? Por una razón muy sencilla. Desde hace por
lo menos dos décadas, el país se ha visto inmerso
en una serie de fenómenos, avatares, cambios, 'transformaciones'
y penurias de diversa magnitud y grado, que de forma inexorable
han impactado al campo educativo. Esto quiere decir que, por más
que queramos aislar a la educación de su entorno histórico-social,
eso será una ilusión y una mistificación más.
Esto es, la educación misma se visto envuelta en un vaivén
político, social e ideológico que la ha mellado significativamente.
Sólo es cuestión de ver como han cambiando los marcos
referenciales. Es decir, como se concebía y como se concibe
a la educación y al quehacer educativo.
No es una casualidad, ni una actitud confabulatoria el afirmar
que, la baja calidad del servicio educativo, de los procesos de
enseñanza-aprendizaje se han visto afectados seriamente por
estas y otras realidades; y de ahí la cantidad de carencias
y necesidades que venimos acarreando. Sería una inconsecuencia
y una inconsciencia el afirmar que lo contrario, el decir: "vamos
bien". Hay que aceptarlo con toda seriedad y serenidad: la
educación en nuestro país es deficiente, y cada vez
se está deteriorando más; lo que se refleja en todos
los niveles. Por otro lado, las transformaciones que a nivel global
se han venido sucediendo han dejado como saldo una cauda de rezagos
e indefiniciones que en esta coyuntura se ve difícil de remontar,
corregir o al menos pretender darles otra dirección en el
mediano plazo. Sobre todo, si lo vemos al interior del esquema en
que nos movemos. Con esto, no se pretende mostrar una realidad catastrófica
o apocalíptica de la cual no hay redención posible.
Simplemente se está mostrando el panorama.
En este sentido, se han levantando voces tratando de alertar y
prevenir sobre un posible escenario más caótico y
conflictivo. Que no se haya agudizado la situación y con
ella los conflictos y las contradicciones, es otro punto. Como muestra
de lo que se viene exponiendo se propone lo siguiente; y que en
su momento ya se había planteado. Es una cita de Cuauhtémoc
Cárdenas:
...las críticas del desastre provocado por tres
sexenios de recortes al gasto […] Los presupuestos de las universidades
y demás centros de educación superior se han reducido
en términos reales y la pretensión del gobierno de
trasladar los costos de la educación a los estudiantes y
a sus familiares, 'han dado lugar a conflictos dolorosos como los
que afectan a la UNAM o a las Normales Rurales.5
Más adelante afirmaba, y era contundente al decir:
…el abandono y la desatención que el gobierno
ha tenido con los profesores durante muchos años, ha provocado
que más de la mitad de los maestros tengan dobles plazas
para completar un ingreso que apenas permite la supervivencia familiar[…]
el ingreso familiar de más del 20% del magisterio no alcanza
los tres salarios mínimos, y más del 25% de los profesores
son interinos, el 35% carece de los servicios habitacionales más
elementales. Todo esto producto del abando no oficial y de la fiebre
privatizadora de los últimos años.6
Con los elementos vertidos se puede dejar establecido que, la
perspectiva para la educación bajo el actual esquema, simple
y sencillamente nos va a llevar a más crisis, mayor conflictividad,
y a un mayor deterioro educativo. Los desafíos y los retos
son evidentes están aquí y ahora. El escenario se
muestra perturbador y azaroso. Por ello, la urgente necesidad de
caminar en una dirección totalmente diferente, y sobre todo,
con rumbo claro y definido. Además, porque parece ser que
la tendencia en materia educativa de seguir en esta ruta: es la
de ser unos eternos reprobados, unos eternos dependientes, y con
ello ahondar nuestras limitaciones y carencias.
b.- Sobre los retos que tiene que enfrentar
la educación, los cuales ya son evidentes desafíos,
tanto en equidad, calidad, financiamiento, etc., se debe decir lo
siguiente: cada uno de los rubros citados, en sí mismos conllevan
una carga y un contenido muy concretos y específicos. Pero
lo que se desea resaltar es que se irán obteniendo mayores
respuestas a este caótico panorama en la medida en que los
enfrentemos con lucidez, objetividad y rigor. ¿Qué
se quiere decir? Que tenemos que actuar en consecuencia con la realidad
que estamos viviendo y estar a la altura del tiempo histórico
que nos ha tocado vivir. Esto también implica de nuestra
parte que, la educación como campo privilegiado o determinante
en cierta medida del nuestro desarrollo ocupe efectivamente ese
espacio que tanto se pregona del mismo; y no hacer lo que se ha
venido haciendo, predicar una cosa y hacer exactamente lo contrario.
Dejar la demagogia para los actos de campaña, para los 'turiferarios'
del sistema, para los 'paleros' y los 'acólitos' de la simulación.
Tampoco decir de manera estridente, que la educación es prioritaria,
y ver que se está desmoronando y cayendo a pedazos.
Esto de ninguna manera quiere decir o significar que sean exageraciones
o estridencias los planteamientos propuestos, ni tampoco que sean
considerados como simples deseos o actos de buena voluntad, ni mucho
menos simular. Esto quiere decir, actuar efectivamente a favor de
la educación de forma comprometida, decidida. Porque de lo
contrario, y como se ha venido afirmando su deterioro será
ahora sí, irreversible. Podemos plantear el punto de otra
manera. ¿Qué pasaría con el sistema educativo
nacional, si efectivamente nos ubicamos ante el umbral irreversibilidad?
¿Hasta dónde hemos hecho conciencia de una situación
así? Pero lo más complejo ¿estamos preparados
para encarar un escenario de esa magnitud?
c.- Ahora bien, ¿Qué debe
ser la educación? Considero que debe ser una parte vital
del proyecto de nación que se desea. En este orden, deberíamos
estar en sintonía con lo expresado por Cuauhtémoc
Cárdenas en una reunión que tuvo con 'la plana mayor'
de la ANUIES al decir que: "La educación debe ser el
sustento de un proyecto de nación democrática, justa,
equitativa y soberana".7
Con lo que daríamos paso a una realidad histórico-social,
y en consecuencia educativa cualitativamente diferente. No es suficiente
decir que todos los escolares van a tener condiciones de primer
mundo, cuando sobre los hechos es falso, y más bien suena
a chiste de mal gusto, carente de sustento y en extremo descontextualizado,
sobre todo, cuando vemos que nuestras necesidades más apremiantes
son otras, y que requieren una respuesta inmediata. O incluso con
ofrecimientos que más bien parece salidos de una mente calenturienta,
febril y ensoberbecida al afirmar que: "los maestros van a
recibir salarios de tiempo completo". Lo cual es una insensatez
y una desproporción monumental.
El punto al que se pretende arribar es que, si efectivamente deseamos
reorientar el quehacer educativo, debemos abocarnos a los problemas
más inmediatos, acuciantes, álgidos, además
de los ya mencionados. Entre otros, el preocuparnos por una verdadera
reestructuración de la vida académica, en todos los
niveles. Dar una respuesta sólida y seria a la condición
magisterial. Dignificar la figura, la labor y la vida del docente;
y entrar en un real y efectivo compromiso con nuestro quehacer.
Todo esto lo vamos a lograr, partiendo de un proyecto claro, juicioso,
consensando, con sentido común y haciendo de la educación
uno de los pilares de ese proyecto de nación.
Para que el maestro se sienta identificado con esas ideas y principios,
que en sentido estricto, sería un proyecto de todos, seamos
docentes o no. Por ello se requiere del concurso efectivo y decidido
de todos, para que se pueda hacer efectivo, concreto, real el ver
que la educación tome el lugar que le debe corresponder,
y que no sea sólo demagogia. Que su inicio puede ser difícil
y con traspiés, pues sí. ¿Pero que inicio no
es así? Lo que en el fondo se está solicitando es,
una actitud seria, lúcida, comprometida y consecuente. Asumir
de manera cabal y consecuente la parte que nos corresponde en esta
actividad. Redoblar el paso y los esfuerzos para que se materialicen
los anhelos y los deseos que todos aquellos que han trabajado por
ver a la educación en otra situación histórica.
En este sentido, todos de alguna forma hemos vivido el desinterés,
el conformismo, la desilusión, el desencanto. Pero la cuestión
sigue en pie: ¿Cómo articular un espacio y un tiempo
para llevar adelante estas ideas? Aquí está ese reto
que tanto se ha discutido. Esto es, la vida docente debe trascender
de manera definitiva lo meramente técnico e instrumental,
y constituirse en esa fuerza social capaz de impulsar una perspectiva
diferente de sociedad, desde el espacio de su competencia.
Este es uno de los tantos desafíos a los que hay que enfrentarse.
Porque en él se condensan y sintetizan muchas de las expectativas
y anhelos, no sólo docentes, sino también sociales.
Entre otras razones porque estamos viviendo tiempos históricos
sumamente complejos, entre otras causas, porque expresan una pobreza,
más bien diríamos, una pauperridad teórica,
discursiva, argumentativa impresionante, es decir, vivimos un tiempo
que carece de ideas y pensamientos relevantes y progresistas. De
una falta de imaginación y creatividad. Estamos ante una
coyuntura donde requerimos, solicitamos, urgimos por más
y mayores ideas y reflexiones, así como de la renovación
del pensamiento en diversos rubros y niveles con una actitud crítica,
propositiva y decidida. Estas serían algunas propuestas y
planteamientos para un tiempo pobre, paupérrimo y desolador.
III.- A manera de conclusión.
Finalizo esta exposición con las siguientes
consideraciones. Primera. Reconozcamos con seriedad y honestidad
que la actividad educativa en nuestro medio requiere ser analizada
con rigor, y a partir de ahí reestructurarla consecuente
y propositivamente. Segunda. La figura y la persona del docente
serán definitivas y sobresalientes en esta redefinición,
porque es él donde recae en buena medida el peso de este
quehacer. Tercera. La educación como proyecto de nación
debe interpelarnos para trabajar en esa dirección, sobre
todo, tomando en cuenta que hay una serie de oscilaciones de todo
orden. En este sentido, la misma educación es o debe ser,
una lucha por la reconquista de la ciudadanía en su sentido
más concreto. Es decir, hacer valer nuestros plenos derechos,
pero también eso implica cumplir cabalmente con nuestras
obligaciones y responsabilidades. Estas serían algunas de
las ideas y planteamientos de cara a una perspectiva educativa en
este inicio de Milenio, que como se ha visto, el camino es todavía
muy largo, intrincando y de una envergadura difícil de sintetizar.
El reto está presente. Concluyo con una cita de Henry A.
Giroux que dice:
Claro está que una forma emancipatoria de ciudadanía
no sólo llevaría la mira de eliminar las prácticas
sociales opresivas, sino que también se constituirán
en un nuevo movimiento del despertar social y, al hacer esto, igualmente
contribuiría a la estructuración de relaciones sociales
no enajenates, cuya meta sería la de ampliar y fortalecer
las posibilidades inherentes a la vida humana.8
IV.- Bibliografía.
1.- Arnove,
R., La educación como terreno de conflicto: Nicaragua,
1979-1993, Managua, Ed. UCA, Col. Alternativa, 1994. pp. 7-8.
2.- Piñón,
G. F., Prolegómenos de Filosofía y Política
en Antonio Gramsci, México, Ed. Centro Gramsci, 1987.
p.35.
3.- Arnove,
R., op. cit., p. 7.
4.- Guevara
Niebla, G., (compilador), La catástrofe silenciosa,
México, FCE, 1992. p. 15.
5.- Cárdenas,
C., La Jornada, México, 17-V-2000. p. 15.
6.- Ídem.
7.-
Cárdenas, C., La Jornada, México, 29-III-2000.
p.11.
8.- Giroux,
H. A., La Escuela y la lucha por la ciudadanía, México,
Siglo XXI/UNAM, 1993. p. 22.
Odiseo, revista electrónica
de pedagogía. Año 1, núm. 1. 1 de
julio de 2003.
http://www.odiseo.com.mx/2003/07/01wingartz_esperar.htm (ISSN
1870-1477).
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